El llamado de Eliseo (4ª parte)

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Autor: Esteban Beitze

Ten en cuenta: ¡Dios te quiere usar! ¿Vendrás corriendo como Eliseo? ¿Estás dispuesto a renunciar a cierto tiempo, fuerzas y dinero con tal de involucrarte en Su servicio? ¿Qué tienes en tu mano? ¿Qué podrás al servicio del Señor?


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PE2907 – Estudio Bíblico
El llamado de Eliseo (4ª parte)



En 1ª Reyes 19 encontramos el llamado de Eliseo a dedicarse a servir a Dios como profeta en Israel. Frente al pedido de despedirse de sus padres, Elías le contesta: “Vé, vuelve; ¿qué te he hecho yo?” Con esto Elías estaba diciendo: “No fui yo quien te llamó, sino alguien superior a mí. A mí no me vas a tener que dar cuenta, sino al Señor”. Eliseo tenía que tener en claro que el llamado no era una cuestión emocional del momento, un deseo de aventura o reconocimiento público, sino que estaba siguiendo una orden de Dios. Lo que hiciera frente a ella era una cuestión personal entre él y Dios. ¡Cuántos fracasaron en su ministerio porque siguieron una emoción del momento! Para poder contar con la aprobación, provisión y bendición del Señor en la obra, tiene que haber habido un claro e irresistible llamado de Dios para la misma.

Determinación al sacrificio

Siempre que el Señor nos llama para un servicio, esto incluye renuncia y sacrificio. Significa sacrificio de tiempo, de bienes, de fuerzas, a veces de la familia, cosas que podríamos lograr si siguiéramos en la vida secular, y quizás, hasta podría incluir la entrega de la vida misma. Por lo tanto, nadie debería meterse en el servicio del Señor a la ligera, sino analizando lo que esto incluye y con mucho temor de Dios. Jesús mismo lo ilustró al que toma una decisión apresurada, con el que construyó una torre, pero no tuvo en cuenta sus gastos y la obra quedó a medio hacer. Pero cuando el Señor llama, se requiere de obediencia total. Eliseo sacrificó a sus bueyes y quemó su arado. Como se suele decir, estaba quemando sus naves tras de sí. Con ello estaba diciendo que todo su mantenimiento ahora dependía de Dios.

Algo similar recuerdo de la biografía de Charles Studd. Fue un joven que nació en cuna de oro. ¡Lo tenía todo! Se pudo capacitar en los mejores centros de estudio de Gran Bretaña. Se había vuelto el mejor jugador de criquet en su país. Para nosotros quizás no es un deporte tan conocido pero allí era uno de los deportes más famosos. Tenía todo lo que muchos hoy en día ambicionan: era joven, rico, deportista y famoso. Pero luego de convertirse y sentir el llamado a las misiones, donó toda su riqueza al Ejército de Salvación, para salir a la obra misionera dependiendo únicamente del sustento que Dios le proveería. Y Dios no le falló. Fue Misionero en China, la India y terminó su vida sirviendo a Dios en África. Dios le proveyó lo necesario, nunca fue rico, pero siempre tuvo lo necesario.

El renunciar a la seguridad material, es uno de los puntos donde muchos tropiezan. El joven rico estaba dispuesto a todo, menos a renunciar a sus posesiones. Por un lado, es muy lógico. Uno se pregunta ¿de qué habré de vivir? Pero si el dueño del universo te llama, ya encontrará formas para suplirte lo necesario, aun si para ello tuviera que utilizar cuervos o una viuda moribunda como lo fue el caso de Elías (1R.17). Eliseo conocía esas historias.

Existe una preciosa realidad, cuando Dios nos llama a servirle a tiempo completo, también se hace cargo de nuestro mantenimiento. Cuando el Señor nos llama a realizar una tarea humanamente imposible para nosotros, Él también nos capacita. Eso sí, que no sea una decisión basada en lo emocional, porque allí seremos decepcionados y traeremos descrédito al nombre del Señor

Declaración pública

El llamado de Dios no podía quedar en oculto. Eliseo aprovecha la oportunidad para testificar públicamente que estaba dejando atrás un medio de vida absolutamente válido para dedicarse a servir al Señor. Él lo hizo matando a sus bueyes, cocinándolos y dándolos al pueblo. El dar de comer al pueblo es la actitud del verdadero siervo de Dios. Existen tantos hambrientos y sedientos de amor, de paz, de consuelo y sobre todo de perdón de sus pecados. Llevémosle el Pan del Cielo que es Jesús. Sólo en Él será satisfecha toda la necesidad del hombre. Jesús dijo en Juan 6:35: “Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás”.

Además, con esta comida de despedida estaba señalando que el llamado de Dios era irrevocable, no había vuelto atrás (Ro.11:29).

Disposición al servicio más sencillo

Y llegó el momento cuando el manto de Elías cayó sobre Eliseo. Elías era muy conocido, por lo que Eliseo se dio cuenta de inmediato lo que esto significaba. Hacía mucho que Dios lo estaba preparando para la tarea. Ahora era el momento de actuar. Él había sido fiel en lo poco, por lo cual ahora Dios lo podía llamar para más (Mt.25:21). De ahí que la respuesta de Eliseo fuera tan inmediata y completa.

Pablo le escribe a Tito en el capítulo 3:8: “Palabra fiel es esta, y en estas cosas quiero que insistas con firmeza, para que los que creen en Dios procuren (lit. pongan todo empeño) ocuparse en buenas obras. Estas cosas son buenas y útiles a los hombres”.

Ahora bien, después de tal muestra de sacrificio, entrega y consagración, uno podría esperar que la tarea de Eliseo sería alguna de mucho reconocimiento. Pero no fue así, al menos no al principio. Una de las lecciones que cada siervo de Dios tiene que aprender es la humildad y ser fiel en lo poco.

En un instituto que capacitaba jóvenes para las misiones, llegó un nuevo alumno. La primera tarea que le dieron fue cortar el pasto del predio. Él exclamó enojado: “¡Yo vine a ser misionero, no a cortar pasto!” Para hacer corta la historia, aunque tenía capacidades extraordinarias como candidato a misionero, terminó apartado, separado por golpeador de su esposa y en la cárcel por estafador.

La última frase que leemos en relación al llamado de Eliseo fue: “Después se levantó y fue tras Elías, y le servía”. ¿En qué habrá constado este servicio? Hasta el arrebatamiento de Elías, no vemos nada trascendente. Simplemente le servía a Elías. La expresión “le servía” significa literalmente: “que daba agua a manos” (2R.3:11). Esto seguramente incluía todo tipo de trabajos sencillos y rutinarios como alcanzarle el agua para lavarse.

Si nosotros estuviésemos en esta situación quizás hubiéramos protestado: “No es justo. Yo era rico, dueño y jefe de una gran granja donde mandaba a todo el mundo, y ahora no hago otra cosa que limpiar, cocinar y ayudar a un hombre mayor. Yo merezco más nivel, más preponderancia, etc…”. Para colmo, este tipo de actividades se extendió por unos 8 o 9 años. Pero estas son las lecciones básicas de un siervo. El que no aprende ser humilde y fiel en lo poco, Dios no le puede encomendar más.

Todos aquellos que Dios pudo utilizar en gran manera, se caracterizaron por ser humildes servidores en el lugar donde el Señor los había puesto. Allí el Señor los fue preparando hasta darles mayores responsabilidades.

Concluyendo entonces, quizás haya un hermano en la iglesia que te haya “echado el manto”, o sea, te haya pedido ayuda en un servicio. Quizás no quisiste o estás en duda. Ten en cuenta: ¡Dios te quiere usar! ¿Vendrás corriendo como Eliseo? ¿Estás dispuesto a renunciar a cierto tiempo, fuerzas y dinero con tal de involucrarte en Su servicio?

Podría ser también que el Señor te llama servirle a tiempo completo, a prepararte para una tarea. Frente a esta decisión quizás digas que no sabes cómo te vas a mantener. No tomes la decisión a la ligera y por una emoción, pero si el Señor te lo confirma, también te va a dar lo necesario para vivir. ¿Qué tienes en tu mano? ¿Qué podrás al servicio del Señor? El Señor le preguntó a Isaías: “¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros? Entonces respondí yo: Heme aquí, envíame a mí” (Is.6:8) Que nuestra respuesta pueda ser la misma. Amén.

1 Comment

  1. wilfredo diaz dice:

    hola

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