El llamado de Eliseo (5ª parte)

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Autor: Esteban Beitze

Analicemos su ejemplo y tracemos el paralelo para nuestra vida hoy, frente a la inminente venida de Cristo. Tanto la vida de Elías como la de Eliseo nos enseñan que tenemos responsabilidades en lo personal: la santidad, la dedicación a al Palabra, la oración.

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PE2908 – Estudio Bíblico
El llamado de Eliseo (5ª parte)

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Muy conocido es el dicho: “dime con quién andas y te diré quién eres”. Estamos estudiando la vida de Eliseo, específicamente el momento de traspaso de Elías a Eliseo. Eliseo fue el compañero y siervo del gran profeta Elías. Es evidente que éste tuvo gran influencia positiva sobre él. Durante unos 8 años, Eliseo le estuvo sirviendo fielmente a su mentor. Aprendió a vivir en función de lo eterno, de la presencia del Señor, del cielo. Pero llegó el momento que Dios quería llevar consigo al profeta Elías. En el capítulo 2 de 2ª Reyes, una y otra vez Elías le propone a Eliseo que se quede en determinado lugar, para que él siguiera solo. Pero Eliseo, el que había servido en humildad a su Señor tanto tiempo, no lo dejaría en los últimos instantes de su vida. Además, de alguna forma sabía que este evento habría de ser único.

Luego, en su último día juntos, Eliseo sabiendo que Dios iba a quitar a Elías de su lado, no lo abandonó hasta que este fue arrebatado. En 2ª Reyes 2:8-12 leemos: “Tomando entonces Elías su manto, lo dobló, y golpeó las aguas, las cuales se apartaron a uno y a otro lado, y pasaron ambos por lo seco. Cuando habían pasado, Elías dijo a Eliseo: Pide lo que quieras que haga por ti, antes que yo sea quitado de ti. Y dijo Eliseo: Te ruego que una doble porción de tu espíritu sea sobre mí. El le dijo: Cosa difícil has pedido. Si me vieres cuando fuere quitado de ti, te será hecho así; mas si no, no. Y aconteció que yendo ellos y hablando, he aquí un carro de fuego con caballos de fuego apartó a los dos; y Elías subió al cielo en un torbellino. Viéndolo Eliseo, clamaba: ¡Padre mío, padre mío, carro de Israel y su gente de a caballo! Y nunca más le vio; y tomando sus vestidos, los rompió en dos partes”.

Podemos aprender varias lecciones valiosas para nuestra vida respecto de este evento.

En primer lugar, es un ejemplo a imitar. En 1ª Corintios 10:11 leemos: “Y estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos”. Y en Santiago 5:10 se nos exhorta: “Hermanos míos, tomad como ejemplo de aflicción y de paciencia a los profetas que hablaron en nombre del Señor”. O sea, tenemos un ejemplo a imitar aquí.

En segundo lugar, estamos viviendo en el tiempo en el cual la venida del Señor para buscar a los suyos podría darse en cualquier momento.  Entonces, si la vida de Elías fue de gran ejemplo para Eliseo, si estas historias nos fueron dejadas como ejemplo y, para colmo, Elías fue arrebatado, nosotros que vivimos en el tiempo final, donde Jesús puede volver en cualquier instante, también tenemos que vivir como vivió él.

Por lo tanto, analicemos su ejemplo y tracemos el paralelo para nuestra vida hoy frente a la inminente venida de Cristo.

Nos podríamos plantear la pregunta: ¿qué pasaría si supiéramos que la venida de Cristo fuera dentro de un mes? ¿Cómo sería nuestro actuar en estos pocos días que nos quedan?

Trazando el paralelo a la vida de Elías, procuraré señalar nuestras responsabilidades. Las voy a dividir en 3 grupos:

1) Responsabilidad en lo personal

2) Responsabilidad frente al prójimo

3) Responsabilidad frente a Dios.

RESPONSABILIDAD EN LO PERSONAL

A. Santificación

Podemos afirmar que Elías vivía una vida de santidad frente a Dios. Él vivía en la presencia del Señor (1R.17:1), enfrentó con todo valor el pecado en el pueblo (1R.18:21) demostrando que tenía un gran celo por la santidad el Señor (1R.19:10). Esta forma de vida le enseñó a su sucesor Eliseo. Este actuar lo podremos ver a lo largo de todo su ministerio.

En cuanto a la esperanza que tenemos los creyentes de que Cristo pronto vendrá a buscar a Su iglesia, tenemos varios pasajes relacionados con la venida del Señor, donde se exhorta a los creyentes a cuidar su santidad y crecer en la santificación. ¿Por qué será esto? Evidentemente, en la medida que nos acercamos al momento de la venida de Cristo a buscar a Su iglesia y con esto al surgimiento del Anticristo que se manifestará a continuación, el pecado se va haciendo cada vez más abierto, aceptado y practicado. La inmoralidad ya es moneda corriente. Por otro lado, la avaricia se ve como mérito y se practica en todos los escalafones de la sociedad, lamentablemente, también tocando a los cristianos. La maldad en toda forma se practica sin frenos. Vivimos en un mundo absolutamente decadente. Lógicamente, el creyente también está expuesto a ello y se hace muy vulnerable porque su vieja naturaleza sigue estando. Por ejemplo, la pornografía es uno de los grandes flagelos entre muchos cristianos hoy en día. El amor al dinero, los rencores y amargura y tantas otras manifestaciones, lamentablemente también se pueden observar de continuo en el pueblo de Dios.

Ahora, el parámetro al cual tenemos que aspirar es relacionado por Juan con la venida de Cristo: “Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es. Y todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es puro” (1Jn 3:2,3).

Somos la novia de Cristo, y obviamente querrá ver en nosotros la pureza y consagración a Él cuando venga. Jesús quiere “presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha” (Efe 5:27). Eliseo marcado por el ejemplo de Elías vivió una vida de santidad hasta su último aliento. ¿Y nosotros? ¿Cómo está nuestra vida? ¿Es comparable a un vestido blanco? Entonces una responsabilidad frente a la inminente venida de Cristo, mostrada como ejemplo por Elías y Eliseo, es la santidad.

B. Dedicación a la Palabra

Íntimamente asociado con el punto anterior se encuentra la importancia de la Palabra en la vida cotidiana. Elías tenía muy presente la Palabra de Dios. No sólo la conocía, sino que también obedecía constantemente a las órdenes de Dios (17:1,2,8,14; 18:1; 19:15). Esto le trasmitió a Eliseo como observaremos una y otra vez en la vida de este hombre de Dios.

En cuanto a nosotros, tener presente la Palabra, no sólo nos ayuda a vencer el pecado, sino que es factor de crecimiento y bendición. Así nos lo dice la introducción al Apocalipsis: “Bienaventurado (muy dichoso, muy bendecido) el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas; porque el tiempo está cerca” (Ap.1:3).

Si supiéramos que Jesucristo viniera dentro de un mes, ¿no estudiaríamos y aplicaríamos cada día la Biblia a nuestra vida? Pero ¡tantas veces son otras las prioridades! El trabajo, los pasatiempos, redes sociales. ¡Cuán rápido se pasan dos horas en las redes y cuánto nos cuesta estar 10 minutos con la Biblia!

C. Oración

Elías era un hombre de oración (17:1; Sgo.5:17,18). Luego veremos como, por medio de las oraciones de Eliseo, su sucesor, sucedieron tremendos milagros.  Relacionando la cercanía de la venida del Señor con este tema, Pedro dice: “Mas el fin de todas las cosas se acerca; sed, pues, sobrios, y velad en oración” (1Pe 4:7). Una de las exhortaciones más repetidas en el Nuevo Testamento es la de velar. Unas 30 veces se nos exhorta a ello en forma directa o indirecta. Evidentemente es algo no muy tenido en cuenta. ¿Cuánto tiempo te tomas a diario para ello? Un creyente que espera la venida de Cristo es uno que tiene vida de oración. Es uno que por medio de la oración demuestra que quiere estar bien cerca del Señor. ¿Lo hacemos?