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Autor: Esteban Beitze

Basados en el ejemplo de Elías para Eliseo, pudimos ver las responsabilidades personales y hacia el prójimo que deberían verse en los creyentes. Todavía nos faltan analizar las responsabilidades que tenemos frente al Señor mismo.


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PE2910 – Estudio Bíblico
El llamado de Eliseo (7ª parte)



RESPONSABILIDAD FRENTE AL SEÑOR

Estamos meditando en el ejemplo que Elías le dejó a Eliseo antes de ser arrebatado al cielo. Este ejemplo también vale para nosotros hoy en día, los que esperamos el regreso del Señor para buscar a los suyos. En programas anteriores nos preguntábamos, cómo sería nuestro actuar si supiéramos que Jesucristo volviera dentro de un mes. Basados en el ejemplo de Elías, pudimos ver las responsabilidades personales y hacia el prójimo que deberían verse en los creyentes. Para concluir este tema, todavía nos faltan analizar las responsabilidades que tenemos frente al Señor mismo. Podemos empezar con el amor.

A. Amor

Elías tenía un profundo celo por el Señor (1R.19:10) lo que lo llevó continuamente a obedecerle no importando los costos o riesgos. Esto le inculcó al joven Eliseo, el cual lo imitó en ello hasta el final de su vida. Eliseo nunca buscó su propia gloria, reconocimiento o recompensa. Lo que importaba era Dios.

Si pensamos en nuestra responsabilidad, viendo todo lo que el Señor ha hecho por nosotros, lo que está haciendo y lo que tiene preparado para nosotros, lo primero que debería haber en cada uno de nosotros, los creyentes, sería un profundo amor a Su persona. Pablo termina la primera carta a los corintios diciendo: “El que no amare al Señor Jesucristo, sea anatema (consagrado para destrucción). El Señor viene (maranata)” (1Co 16:22). Y la manera de demostrar el amor al Señor, es obedeciendo Sus mandamientos “El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama” (Jn.14:21). ¿Amamos realmente al Señor?

B. Servicio fiel

Elías se destacó en toda su historia por un servicio denodado y fiel. Eliseo siguió este ejemplo, incluso aumentándolo, si vamos a la cantidad de eventos relatados por uno y por otro.

Esto mismo lo debemos aplicar al creyente. El apóstol Pablo resume la vida cristiana con dos actividades: “… os convertisteis de los ídolos a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero, y esperar de los cielos a su Hijo, al cual resucitó de los muertos, a Jesús, quien nos libra de la ira venidera” (1Ts 1:9,10). El servicio debería ser la marca distintiva del creyente. Fue salvo por el Señor, tiene una serie de buenas obras que Dios preparó de antemano que hiciese, y además fue capacitado con dones por medio del Espíritu Santo para ello. Obviamente, lo que el Señor espera, es que cumpla con su función en este mundo. Si no lo hace está en falta. Los creyentes que no están involucrados en el servicio al Señor perdieron su objetivo de ser en este mundo.

Al concluir el precioso capítulo del tema de la resurrección corporal del creyente y el arrebatamiento en 1 Corintios 15:58, Pablo exhorta: “Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano”.

Y la promesa de Jesús, terminando la Biblia en Apocalipsis 22:12 nos tendría que animar profundamente: “He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra”.

Ojalá podamos llegar al final de nuestras vidas aquí en la tierra diciendo junto con el apóstol Pablo (2Ti 4:7,8): “He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida”.

C. Confianza

A lo largo de su vida, Elías demostró una profunda confianza en cada guía del Señor. Tuviera que enfrentar al rey, ser alimentado por los cuervos, o buscar una viuda con la cual había de pasar 3 años. (1R.17; 2R.2) Y también al enfrentar los enemigos de Dios, a sacerdotes idólatras e incluso al pueblo entero. Tenía confianza en Dios. (1R.18). En su sucesor Eliseo, esta realidad dejó marcas imborrables. Confiaba en Dios por encima de circunstancias, personas y hasta ejércitos enemigos, lo que escucharemos en los próximos programas.

En cuanto a nosotros, el hecho de tener presente que la venida del Señor está a las puertas, también nos llena de profunda confianza. A pesar de muchos ataques de afuera podemos decir con Pablo: “… yo sé a quién he creído, y estoy seguro que es poderoso para guardar mi depósito para aquel día” (2Ti.1:12).

D. Adoración

Elías buscaba que el pueblo adorara a Dios y él mismo así lo hacía En 1ª Reyes 18: 37 había orado: “Respóndeme, Jehová, respóndeme, para que conozca este pueblo que tú, oh Jehová, eres el Dios, y que tú vuelves a ti el corazón de ellos”. Esta actitud fue un ejemplo para Eliseo y hoy lo sigue siendo para nosotros. Es que, la cercanía de la pronta venida del Señor también nos tendría que llevar a la adoración. Jesús mismo al instituir la cena, esta reunión de recordación y adoración, la asoció con Su venida: “Así, pues, todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que él venga” (1Co.11:26). ¿Estamos adorando al Señor? ¿Recordando lo que Él hizo?

Y cuando estemos en la gloria celestial, nos uniremos a la adoración celestial que encontramos anticipada en Apocalipsis 15:3,4: “… Grandes y maravillosas son tus obras, Señor Dios Todopoderoso; justos y verdaderos son tus caminos, Rey de los santos. ¿Quién no te temerá, oh Señor, y glorificará tu nombre? pues sólo tú eres santo; por lo cual todas las naciones vendrán y te adorarán, porque tus juicios se han manifestado”.

E. Expectativa

En todo el contexto de nuestro pasaje podemos observar la expectativa que existía respecto al arrebatamiento de Elías, tanto de parte de Eliseo como de los “hijos de los profetas”. Ellos sabían que algo inusual había de suceder con Elías. Su siervo Eliseo no se lo quería perder de ningún modo.

Entonces, cuando ponemos nuestra atención en el hecho de la pronta venida del Señor, toda nuestra vida tendría que estar marcada por una profunda y gozosa expectativa. Así lo dice Pablo a Tito: “aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo” (Tit.2:13). Y a los tesalonicenses les escribe: “y esperar de los cielos a su Hijo, al cual resucitó de los muertos, a Jesús, quien nos libra de la ira venidera” (1Ts.1:10). ¿Tenemos esa expectativa respecto a la venida del Señor? ¿Podemos decir de corazón “¡Ojalá sea hoy!”? ¿O más bien quiero que espere un poquito más porque tengo cosas que arreglar antes de que venga?

Habiendo visto el impacto que tuvo el arrebatamiento de Elías en la vida de Eliseo, y cuando observamos la importancia que la Biblia y con esto Dios le da al tema de la venida de Su Hijo, entonces ¿te encuentras viviendo teniendo en cuenta tu responsabilidad personal, al prójimo y frente al Señor? ¿Te encuentras listo si Cristo viniera ahora? Vuelvo a la pregunta inicial: ¿qué pasaría si supiéramos que la venida de Cristo fuera dentro de un mes? ¿Cómo sería nuestro actuar en estos pocos días que nos quedan?

Si ahora al meditar este tema nos damos cuenta que quizás haya cosas en nuestra vida que deberíamos cambiar o hasta quitar, ¡hagámoslo ahora! Pidamos perdón por aquello que no servía, también por los pecados de omisión, aquello que deberíamos estar haciendo y no se encuentra presente en nuestras vidas. Pero luego también, comprometámonos a vivir realmente en función de esta preciosa realidad. ¡Amemos Su venida! ¡Demostrémoslo!

Ahora, si frente a esta realidad tienes dudas en cuanto a si te irás con Él. O si tuvieras que morir hoy, no tienes paz para presentarte frente a tu juez. Entonces te pregunto: ¿ya aceptaste a Jesús como tu salvador? Si no lo has hecho, no dejes pasar esta oportunidad. ¡Hazlo ahora!

Que podamos unirnos a la última oración de la Biblia, después que Jesús dice: “… Ciertamente vengo en breve”; que podamos decir de todo corazón: “Amén; sí, ven, Señor Jesús”. Amén.

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