El Mesías, esperanza para el futuro (parte 20).
21 febrero, 2008El Mesías, esperanza para el futuro (parte 22).
21 febrero, 2008Titulo: “El Mesías, esperanza para el futuro” (parte 21).
Autor: Hal Lindsey
Nº: PE903
El holocausto de la época de Tito, en el año 70 D.C., fue anunciado apróximadamente 1.500 años antes por Moisés, subrayado por el profeta Daniel y anunciado por Jesucristo mismo.
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«El Mesías, esperanza para el futuro» (parte 21).
Ningún ciudadano de Jerusalén debería haberse sorprendido cuando Tito y las legiones romanas rodearon y sitiaron la ciudad en el año 70 D.C., ya que su gran profeta Moisés había predicho, claramente, que tal cosa sucedería, así como también lo había hecho Jesús.
Aproximadamente 1500 años antes de este devastador holocausto, Moisés había advertido a los judíos que Dios los haría pasar por dos juicios futuros, debido a que no creyeron en él ni siguieron su Palabra. La primera destrucción de Jerusalén y la consecuente dispersión de los descendientes de Judá se llevó a cabo en el año 586 A.C., por Nabucodonosor de Babilonia. Dios dejó a su pueblo escogido en cautividad por setenta años en Babilonia, como disciplina por no haber seguido sus leyes.
El segundo período predicho de disciplina comenzó con la desastrosa destrucción de Jerusalén y del templo judío, a cargo de Tito en el año 70 D.C. Con la muerte de cientos de miles de judíos y el cautiverio de muchos más, la desconcertada y sitiada nación de Israel fue quitada una vez más de su tierra para que sus habitantes vivieran en exilio y como persona no grata, situación en la cual estuvieron por más de diecinueve siglos.
Cualquier persona compasiva se preguntaría, ¿Por qué Dios trató de manera tan dura a su pueblo escogido?
Disciplina por la Desobediencia
El mismo propósito para el cual fueron elegidos, ha sido la causa de la severa disciplina que recibieron de Dios. Como uno puede ver, Dios les escogió para ser una luz especial al mundo, que anunciara la verdad del único Dios verdadero, Jehová. A través de su amor hacia él y a su ley, y su cuidado providencial, ellos debían ser testimonio a un mundo impío de cómo llegar a tener una buena relación con Dios. Cuando caían en la oscuridad espiritual, como sucedía a menudo, Dios les enviaba profetas que reprendían severamente su pecado y los llamaban al arrepentimiento. Algunas veces ellos obedecieron esta palabra del Señor, pero en otras oportunidades ignoraron o mataron a aquellos que Dios les enviaba. Cuando hacían esto, Dios les disciplinaba más severamente que a las naciones paganas, porque su pueblo escogido tenía la luz de su verdad y, por lo tanto, no tenían excusa para su descarrío.
Esa fue la razón de su asombrosa disciplina en el año 70 D.C. Ellos se habían equivocado al no escuchar al Profeta que Dios les había mandado, Jesucristo, y al no arrepentirse de sus pecados y volverse a Dios en sus corazones. Por lo tanto, la terrible predicción que Moisés hizo referente a la disciplina divina cayó sobre ellos:
«Si no cuidares de poner por obra todas las palabras de esta ley que están escritas en este libro, temiendo este nombre glorioso y temible: JEHOVA TU DIOS, … así como Jehová se gozaba en haceros bien y en multiplicaros, así se gozará Jehová en arruinaros y en destruiros; y seréis arrancados de sobre la tierra a la cual entráis para tomar posesión de ella.
Y Jehová te esparcirá por todos los pueblos, desde un extremo de la tierra hasta el otro extremo:…y ni aun entre estas naciones descansarán, ni la planta de tu pie tendrá reposo; pues allí te dará Jehová corazón temeroso, y desfallecimiento de ojos, y tristeza de alma; y tendrás tu vida como algo que pende delante de ti, y estarás temeroso de noche y de día, y no tendrás seguridad de tu vida…» (Deuteronomio 28:58-66).
¿Cómo puede uno estar seguro de que la dispersión de los judíos de la tierra de Israel, en el año 70 D.C., y la destrucción de su templo estaba de acuerdo a lo que los profetas habían predicho?
El principal pasaje profético del Antiguo Testamento que señala esto es el de aquel profeta hebreo, Daniel. A él mismo le tocó ir en la dispersión a Babilonia con el resto de su nación y fue allí donde escribió esta remarcable profecía que está en Daniel 9:24-27.
Como ya fue mencionado, esta asombrosa predicción de los eventos futuros de Israel establece un período de tiempo divinamente ordenado de setenta semanas de años (490 años) en los cuales Dios, de manera específica,«trataría con el pecado de la nación, traería una justicia eterna,» y«enviaría el Mesías al mundo.» Este período de tiempo asignado era como un gran reloj divino el cual marcaba un total de 490 años.
Había un evento específico que marcaría el comienzo de estos 490 años en los que Dios trataría, de manera única, a su pueblo. Daniel dijo que cuando se otorgara el permiso oficial para que los judíos dejaran su cautividad en Babilonia y regresaran a su tierra y restauraran y reedificaran Jerusalén, ese sería el evento que marcaría el comienzo del período de 490 años. Como si fuera un gran cronómetro, el dedo de Dios apretó el botón y entonces comenzó la cuenta regresiva de 490 años en abril del año 444 A.C. Los arqueólogos nos han confirmado que éste fue el año en el que Artajerjes Longimano, el rey persa, les dio permiso a los judíos para dejar su exilio en Babilonia.
Entonces Daniel predijo algo extraño. Dijo que luego de que hubieran pasado sesenta y nueve semanas de años (483 años), el Mesías de Israel sería revelado a los judíos y entonces sería«muerto«, y la ciudad de Jerusalén y su templo serían destruidos y la dispensación especial de 490 años sería temporalmente acortada por siete años.
Daniel dijo que la ciudad y el templo serían destruidos a continuación de la muerte del Mesías, y el holocausto romano se llevó a cabo en los sucesivos cuarenta años.
Hay un hecho crítico que debe ser señalado en esta profecía.«Quienquiera» que fuera el Mesías, debía venir a Israel«antes» de que la ciudad y el templo fueran destruidos en el año 70 D.C. Tan sólo hay un candidato para ese rol – ¡Jesús de Nazaret!
Jesús Predice la Destrucción de Jerusalén
Jesucristo mismo había estudiado, cuidadosamente, esta profecía de Daniel y le había contado su significado a sus discípulos. Durante la semana precedente a su muerte, Jesús sorprendió a sus discípulos al decirles que el templo iba a ser destruido.
Naturalmente, los discípulos querían saber cuándo sucedería tal cosa. El dijo que la ciudad sería destruida poco tiempo después de que dejara la tierra. Luego añadió algo que Daniel no había predicho, pero Moisés sí: …Jerusalén será hollada por los gentiles, hasta que los tiempos de los gentiles se cumplan (Lucas 21:23,24).
La destrucción de la ciudad en el año 70 D.C. comenzó el largo período que Jesús denominó como los tiempos de los gentiles. Como Moisés había predicho, durante este largo período, el pueblo judío andaría errante de un lugar a otro, sin seguridad ni aceptación.
Por casi 2000 años hoy día, esta profecía ha sido una terrible realidad en la vida de los escogidos de Dios. No hay nación en la historia del mundo que haya pasado por tanta persecución y desesperanza. A pesar de que ahora Israel está, parcialmente, de nuevo en su tierra, no está en paz con el mundo que le rodea. Hasta el momento en que el Mesías regrese e Israel se vuelva a él, la nación estará aún, oficialmente, bajo la divina disciplina de Dios.
No Hay Gozo en la Disciplina
A pesar de que la nación de Israel rechazó al Mesías cuando vino, hace unos 2000 años atrás, y que la tristeza que ha experimentado desde allí se debe, principalmente, a ese hecho, eso no aliviana el dolor que los verdaderos creyentes en el Mesías Jesús sienten por su problemática. Nosotros miramos sus sufrimientos con compasión y oramos fervientemente por la paz de Jerusalén.
Tenemos algo que le da base a nuestra esperanza con respecto a Israel. Sabemos que Dios nunca rompe una promesa y que todavía le debe a Israel siete años del período de 490 años que le había asignado, en los cuales traerá justicia a su tierra y purgará a su pueblo de pecado. Entonces el Mesías de Dios vendrá nuevamente a Israel y le dará el reino de Dios a aquellos que le recibieron, tanto a los de su pueblo escogido como a los del mundo gentil, lo cual tiene prometido hace mucho tiempo.