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El Paganismo Moderno 
(3ª parte)

Autor: Wilfred J. Hahn

  Nuestra sociedad actual está demasiado informada como para adorar cosas muertas, ¿o no? Veremos que la idolatría en la actualidad está más avanzada y es más ingeniosa que nunca antes. Pero, si hay tanta idolatría en el mundo, ¿dónde se puede encontrar a los paganos, entonces? Para desentrañar ésta y otras preguntas, ¡escuchemos este mensaje!


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PE1990 – Estudio Bíblico  – El Paganismo Moderno (3ª parte)



Estimados amigos, después de hablar de sólo cinco características paganas de los seres humanos de la antigüedad, ya tenemos la prueba de la evolución. Sí, todas las características fundamentales de la humanidad siguen siendo las mismas. Aun así, vemos que se ha desarrollado grandemente un pagano moderno. Todo aquel que verdaderamente comprende cómo funciona el mercado global dominante en la actualidad, reconoce la medida en que el mundo de hoy se ha vuelto pagano. Como hemos descrito brevemente, el mundo del pagano moderno se encuentra en un fuerte contraste con el pagano primitivo de la antigüedad. Nuestra sociedad moderna, incluyendo a las naciones con un gran porcentaje de cristianos, es profundamente pagana. Admito que muchos están ciegos a esta realidad. Esto es tanto el resultado, como también la causa, de la profunda y corrompida comercialización, al igual que del atractivo materialismo que ha inundado el mundo. La Biblia ha predicho tales cosas.

El aspecto más doloroso de este acontecimiento apocalíptico, es la influencia que el mismo tiene sobre la moral de los cristianos, y sobre la doctrina cambiante de las iglesias que dicen ser cristianas. Por eso, ahora queremos tratar con esta dinámica peligrosa. Para eso, lo primero es informar a los cristianos sobre la ciencia del supuesto hombre evolucionario. Porque ésta convierte en presa al pagano apocalíptico y al cristiano ingenuo.

Toda persona que ha puesto su vida bajo la soberanía de Jesucristo, conoce el dilema que Pablo describe en Romanos 7. ¿De dónde proviene eso de que, al final, hacemos lo que no queremos hacer? La mayoría de nosotros podemos identificarnos con el dicho “El espíritu está dispuesto, pero la carne es débil”.

En Ro. 7:17 al 20, Pablo escribe:“De manera que ya no soy yo quien hace aquello, sino el pecado que mora en mí. Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo. Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago. Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mí”.

Notamos que la humanidad está inseparablemente unida al pecado. Esta característica – la naturaleza pecaminosa, mencionada más de veinte veces en el Nuevo Testamento – está programada en nuestro factor hereditario. Eso explica bastante el porqué el mundo, aun hoy en día, está tan corrompido por la carne y es totalmente pagano. El apóstol Pedro, en su 2ª carta, cap. 1, vers. 4, llama a esta condición“la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia”. No es de sorprender que esa lucha con la carne, en estos últimos días, se vuelva tanto más fuerte y más difícil. Mientras que, en un tiempo, el vencer los vicios humanos hereditarios era considerado como una virtud social, el aprovecharse de esas mismas debilidades pecaminosas, hoy se ha convertido en una ciencia altamente prestigiosa. Así como los modernos misiles crucero de precisión pueden encontrar su camino hacia un objetivo pequeño, así los sentidos carnales del ser humano son atacados como nunca antes.

¿Por qué sucede esto? En los últimos años, científicos y psicólogos han abierto una nueva área de investigación, que generalmente se denomina neurociencia y psicología cognitiva. Si bien existen numerosas áreas de especialidad, la premisa básica de dichas investigaciones es siempre la misma: se intenta descubrir la “clave general” del humano natural, o sus instintos. En otras palabras: estos analíticos tratan de comprender de qué manera básica funciona el pensamiento inconsciente. ¿Por qué? Para poder desarrollar mejores técnicas de tratar directamente con los bajos instintos del ser humano. Y lo peor todavía, es – aun cuando pocos lo admitirían – el objetivo: poder manipular mejor a esa gente, pasando por alto su intelecto.

¿Cómo sucede esto? Para explicarlo, queremos analizar algunos avances en esta área. Pero, primero, una pausa musical.

¿Cuál es el problema más grande que enfrentan los expertos en marketing hoy en día? Obviamente el pensamiento racional. Clotaire Rapaille, autor de El Código de la Cultura, dice: “En la triple batalla entre la corteza cerebral, donde tiene lugar nuestro pensamiento superior y consciente, y el sistema límbico (el centro de las emociones y las áreas reptiles), siempre gana el reptil.” Esta área reptil del cerebro, como él la llama, es el centro de los instintos. Sólo es alcanzable a través del inconciente. En esto consiste el desafío para los vendedores, los manipuladores y los científicos: ¿Cómo estimular la parte reptil del cerebro, a través del subconsciente? Para ello, sin duda, hay que pasar por alto el pensamiento conciente, ya que éste, si no, podría negarse a hacer caso a los deseos del vendedor.

Los investigadores en esta área, dicen que los sistemas instintivos y corporales del organismo humano están programados de tal manera, que reaccionan en una forma predeterminada. La carne, si uno la deja librada a su instinto animal no pensante, siempre se va decidir a favor de la gratificación, la multiplicación y la supervivencia, sea cual fuere el precio – ya sea que éste sea moralmente aceptable o no. De ahí, que siempre sea más prometedor de éxito dirigirse a estos instintos básicos.

Los temas de dinero son otra área clave, que invita muchos análisis de comportamiento. Como uno puede imaginarse, este tipo de investigación financiera, mayormente, no sirve para conseguirle más éxito al inversor promedio. Más bien existe para que la industria financiera aproveche más radicalmente las debilidades del comportamiento humano. También esto ha llevado a convertir el estudio de las “inclinaciones de la carne” en una alta ciencia. Según el autor, quien conoce estas técnicas, las empresas de Wall Street prefieren “de hecho, un mercado lleno de inversores irracionales. De este modo, es fácil manipularlos sin que ellos realmente lleguen a ser concientes de ello”. Ellos han “refinado el ‘control de los pensamientos’ para convertirlo en un arte mayor”.

Este campo de investigación lleva un nombre que suena muy científico: “neurofinanzas”. Grandes esperanzas se depositan en este campo: “Los investigadores del cerebro, son los que preparan el camino para el futuro mundo financiero”, dijo el respetado experto Daniel Kahneman. En el año 2002, él recibió el Premio Nobel por su trabajo pionero en las neurofinanzas. ¿Por qué será que las finanzas son un área de investigación tan prometedora? Aparentemente, los investigadores han descubierto que el cerebro humano codicia el dinero tanto como el sexo. El profesor Brian Knutson, de la Universidad de Stanford, hizo este “sensacional” descubrimiento al examinar, en un tomógrafo de resonancia magnética, a algunos estudiantes que se prestaron voluntariamente para experimentos. (Uno se pregunta qué descubriría este científico si examinara una Biblia, en el tomógrafo de resonancia magnética.)

Otra posibilidad de poder evitar las reacciones racionales de los adultos, para los vendedores o manipuladores, es dirigirse a los niños. Éstos ejercen una gran influencia sobre sus padres y determinan gran parte de sus decisiones de compra. Janes McNeal es experto en técnicas de marketing para atraer a los niños. Según sus estimaciones, los niños menores de 14 años influencian en un sorprendente total del 47 por ciento los gastos de los hogares en Estados Unidos. Existe una razón lógica para esto. Muchas empresas descubrieron que es mucho más lucrativo dirigir la propaganda a los niños, en lugar de dirigirla a los adultos.

¿Por qué se quiere (según la libre interpretación de Mt. 19:14) “dejar que los niños vengan”? Los expertos en marketing saben que los niños son mucho más fáciles de influenciar que los adultos. Muchos de estos niños aún no han llegado a una edad en que puedan diferenciar entre el bien y el mal (mencionada en Is. 7:15 y 16). Por naturaleza, los niños son hedonistas, desinhibidos, e impulsivos. Ahora, si uno  arremete contra los instintos de los niños vulnerables, les enseña, a la edad más tierna posible, a satisfacer sus apetitos carnales. Así se prepara el camino a un mundo lleno de hedonistas. Y el estómago y las inquietudes de ellos, en este mundo, se encuentran en conflicto con todo interés por la verdad del evangelio. Más allá de eso, en Mt. 18:6, la Biblia advierte expresamente contra malcriar a los niños:“Y cualquiera que haga tropezar a alguno de estos pequeños que creen en mí, mejor le fuera que se le colgase al cuello una piedra de molino de asno, y que se le hundiese en lo profundo del mar”.

El tiempo se ha acabado, pero en el próximo programa continuaremos viendo cuánta trascendencia tiene, exactamente, el hecho de que la ciencia ponga su atención en el comportamiento instintivo, irreflexivo. ¡Hasta entonces!

 

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