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Autor: William MacDonald

La asamblea en el Nuevo Testamento, un tema que está muy en el corazón de Dios y ciertamente es de suma importancia para el Señor Jesucristo. Deberíamos preocuparnos por aquello que es lo que Dios más ama en este mundo. La asamblea más pequeña en la tierra significa más para Dios que el imperio más grande. Cristo es la Cabeza de la Iglesia, y también el mismo Cuerpo.


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PE2302 – Estudio Bíblico
El Plan de Cristo para la Iglesia – II (5ª parte)



¡Un cordial saludo para cada uno de ustedes ! ¿Cómo están? Estábamos hablando de la lista básica de dones mencionada en Efesios 4:11 al 16.

Ciertamente tenemos éstos y algunos otros dones hoy en día.

Por ejemplo: Evangelistas. Un evangelista es un hombre que avanza con el evangelio. Su parroquia es el mundo, no la iglesia local. La parroquia del evangelista es el mundo, todo el mundo. Y él va donde hay peces.

También tenemos pastores. En aquella época eran pastores itinerantes. Esto es en plural, recuerde. En ese sentido, Timoteo era un pastor, y fue y ministró entre las iglesias. Tito era un pastor, ciertamente. Pablo tenía el corazón de un pastor.

Y también están los: Maestros, que son hombres que exponen la Palabra de Dios.

El propósito de los dones se declara desde el versículo 12 en adelante. El versículo 12 es crucial. Él dio estos dones “para equipar a los santos para la obra del ministerio”. En la versión Reina Valera es un poco confuso, ya que dice: “a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio”. Parecería que hay tres propósitos diferentes. No es así. Eso haría que perdiéramos de vista el punto principal de “equipar a los santos para la obra del ministerio”. Observe con atención el versículo. ¿A quién le es entregada la obra del ministerio? ¿A cualquiera? No, a los santos. Esto es revolucionario. La obra no se le da a un grupo selecto de clérigos, sino a los santos. Si usted es un creyente en el Señor Jesucristo, la obra del ministerio le es entregada a usted.

El problema está con la palabra “ministerio”. A menudo, cuando un joven hoy en día tiene un amor especial por la Palabra de Dios, e invierte tiempo estudiándola y crece en las cosas de Dios, la gente dice que debería ir al seminario y estudiar para el ministerio. Ese tipo de pensamiento es absolutamente incorrecto. Al estar sirviendo al Señor, ya está en el ministerio.

Al igual que usted, hombre o mujer, salvado por la gracia de Dios. Usted está en el ministerio. Esto es revolucionario. Esto ciertamente deja a un lado muchas cosas que se han transmitido durante años en la Iglesia de Cristo.

El versículo 12 dice: “Para equipar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo”. ¿Cómo ha de crecer una iglesia joven? Piense en un bebé en su corralito. El bebé está en su corralito y salta, y mueve sus bracitos, y grita ejercitando sus pulmones. ¿Acaso usted diría que es una pérdida de tiempo? ¡No! Es parte del proceso de crecimiento. Si un bebé no usa sus brazos, se le atrofiarán. No los podrá usar. Lo mismo sucede con la Iglesia. A menos que los dones se ejerciten en la Iglesia, también han de atrofiarse. Siento decir que tenemos mucho de eso en nuestra iglesia hoy en día.

Pablo continúa y explica en el versículo 13: “… hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo”. Dios quiere que la Iglesia en la tierra sea una buena representación del Señor Jesús. Eso es lo que quiere decir. Él quiere que cada creyente viva de tal manera, que cuando la gente lo conozca diga: “Me hace pensar en Dios”.

Los no salvos deberían decir: “Él me hace pensar en Jesús. Hay algo en ella que me hace pensar en Jesús”. Uno logra esto a través del ejercicio de los dones en la Iglesia, no cuando se le paga a un hombre para que lo haga por usted. Esto es lo que surgió en el cristianismo: se le paga a alguien para que realice sus deberes religiosos por un tiempo mientras usted se dedica a sus negocios en el mundo y hace una fortuna. Esa no es la forma del Nuevo Testamento en absoluto.

La obra del ministerio es encomendada a cada creyente en el Señor Jesús. Cada creyente en Cristo está en el ministerio. Fíjese lo que dice en el versículo 14: “para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error”. Lo que dice es que si los creyentes no ejercitan su ministerio en esta forma, se convierten en una presa de cualquier secta loca que se les cruce. Alguien golpea la puerta y lleva consigo una Biblia. Usted dice: “Bueno, lleva una Biblia así que debe ser bueno”. Para nada. Es más, usted pensaría diferente si conociera mejor su Biblia. Las personas son engañadas por las sectas, por gentes que niegan la deidad de Cristo, y no saben qué responderles.

El versículo 15, sigue diciendo: “Sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo”. Éste es el programa de Dios para el crecimiento de Su cuerpo. El versículo 16 es hermoso. “De quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor”. Lo que significa en realidad es que la iglesia ideal no tiene un hombre que hace toda la obra, mientras el resto se sienta en los bancos, contribuyendo con su dinero y siguiendo con su trabajo durante la semana. En vez de tener esa imagen, la que debemos tener es una en la que cada persona evangeliza. Cada persona testifica del Señor Jesús. Cada persona es un estudiante de la Biblia, creciendo en el conocimiento del Señor. Cada persona ejercita su don para la gloria del Señor.

Es por eso que es un pasaje tan revolucionario de la Escritura. Este pasaje, más que cualquier otro, es la razón por la que yo trabajo con las sencillas asambleas neotestamentarias. Cuando fui salvo, cuando estaba en la Marina, me preguntaron: “¿Por qué estás en esa asamblea? ¿Es porque tu padre se reúne allí? ¿Estarías igual de contento en una iglesia denominacional?” Y me dije: “Hasta aquí llega esto”. Dije: “Señor, voy a investigar el Nuevo Testamento para verlo por mí mismo”. Realmente creo que Dios me condujo a Efesios 4, y vi esta verdad de que los dones son dados para perfeccionar a los santos para la obra del ministerio. Eso me dio convicción. Todos necesitamos estar convencidos (no por nuestro padre o por nuestra madre). Debemos obtener nuestras convicciones de la Palabra de Dios. Y cuando obtenga sus convicciones, permanezca fiel a ellas. Ciertamente son muy importantes.

Todos los creyentes tenemos dones. El pasaje que leímos antes excluye la idea de un hombre orquesta en lo ministerial, lo excluye absolutamente. Estamos tan acostumbrados a esto, que es difícil pensar en algo diferente. Es difícil pensar que la voluntad de Dios para la iglesia es tener un grupo de ancianos como sobreveedores en la misma. Ellos ejercen la supervisión sobre la iglesia; ésa es la voluntad de Dios. No consiste en un hombre, sino un grupo de ancianos que ejercen sus dones y trabajan en la iglesia local.

Nuestro siguiente tema será el sacerdocio de todos los creyentes. Escucharemos de personas que dijeron que eso es lo que este pasaje de la Escritura significa para ellos y, sin embargo, ellos mismos son ministros en sus iglesias. ¡Es un gran dilema!

Quisiera terminar con una oración: “Señor, bendice esta palabra en nuestros corazones. Padre, oramos por que Tu pueblo pueda ser el pueblo del Libro, que podamos volver a la Biblia más y más, no siendo guiados por tradiciones, ni por prácticas implementadas durante siglos por la iglesia. Haz que volvamos a Tu Palabra y encontremos Tu voluntad para la Iglesia. Ayúdanos a todos a saber, Señor, cuál es nuestro don, y a vivirlo en forma extrema para Tu gloria, para la salvación de los pecadores, para la edificación de los santos, y para el progreso de la obra Tuya aquí en la tierra. Oramos en el nombre de nuestro Salvador, Jesús. Amén.

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