El Plan de Cristo para la Iglesia – V (4ª parte)

El Plan de Cristo para la Iglesia – V (3ª parte)
22 marzo, 2018
Testigos de Jehova
22 marzo, 2018
El Plan de Cristo para la Iglesia – V (3ª parte)
22 marzo, 2018
Testigos de Jehova
22 marzo, 2018

Autor: William MacDonald

La asamblea en el Nuevo Testamento, un tema que está muy en el corazón de Dios y ciertamente es de suma importancia para el Señor Jesucristo. También son importantes los temas a tratar en este programa y los tres siguientes: Bautismo, Cena del Señor, Adoración, y Oración. Cuatro pilares en la vida de la Iglesia.


DESCARGARLO AQUÍ
PE2310 – Estudio Bíblico
El Plan de Cristo para la Iglesia – V (4ª parte)



¿Cómo están amigos? Me alegra poder saludarles una vez más. Antes de seguir adelante, repasemos algunas cosas que hemos dicho:

Dios difícilmente, si es que alguna vez sucede, hace algo que no sea una respuesta a la oración. Esa declaración puede impactarle, pero creo que la Palabra de Dios la respalda.

Alguien escribió lo siguiente: “La oración es el predecesor de la misericordia. Contemple la historia sagrada y verá que rara vez hubo gran misericordia hacia este mundo sin que fuera precedida por la súplica. La oración siempre es el preludio de la bendición”. Ese alguien fue Spurgeon. Dios rara vez, si es que alguna vez sucede, hace algo que no sea una respuesta a la oración. Me sorprende que no oremos más.

Dios ha limitado alguna de sus actividades como respuesta a las oraciones de Su pueblo. A menos que oremos, Él no obrará. Eso es lo que importa frente a los grandes almacenes celestiales, llenos con todo tipo de bendición. La razón por la que están allí, sin que se hayan usado, es que nadie jamás las ha pedido.

La oración mueve a Dios a hacer cosas que de otra forma no habría hecho. Es común escuchar en los círculos evangélicos que la oración lo condiciona a uno mismo a la voluntad de Dios. Lo que Dios ha planificado sucederá de cualquier manera, y cuando oramos, nos alineamos con la voluntad predeterminada de Dios. ¡No crea eso! La oración mueve la mano de Dios para que haga cosas que de otra forma no haría. La prueba está en Santiago 4:2: “No tenéis lo que deseáis, porque no pedís”. Eso es lo que dice.

Dios siempre responde a la oración exactamente en la forma que usted lo haría si tuviera Su sabiduría, amor y poder. Algunos de ustedes han experimentado grandes desengaños en la vida. Han orado. Han clamado al Señor, y aquello por lo que oraron no sucedió. Si hubieran tenido Su sabiduría, amor y poder, habrían actuado exactamente igual. Todo lo que Él hace es absolutamente perfecto. Su sabiduría lo garantiza. Su amor lo garantiza. Su poder lo garantiza.

En la actualidad, la obra de Dios se hace más por medio de la oración que por cualquier otro medio. “La oración es la línea de avanzada de la obra de Dios”, dijo alguien. Debería ser el impulso central. La historia espiritual de una iglesia (una asamblea neotestamentaria) se escribe por su vida de oración.

¡Que Dios se apiade, entonces, de las iglesias y asambleas que no tienen reunión de oración! ¿Qué es lo que sucedió con la reunión de oración? Está ausente hoy día en la mayoría de las iglesias de Estados Unidos.

Hay misterios vinculados con la oración. Pero yo prefiero orar antes que resolver todos los misterios de la oración. Prefiero arrodillarme y clamar a Dios con una fe sencilla.

Alguien dijo: “La oración ha dividido mares, separado ríos, convertido rocas en fuentes, apagado llamas de fuego, silenciado leones, invalidado el veneno de serpientes, puesto en orden las estrellas en contra de los malvados, detenido el curso de la luna, arrestado al rápido sol en su veloz carrera, abierto puertas de hierro, reclamado almas de la eternidad, conquistado el mal más fuerte, dirigido legiones de ángeles desde el cielo. La oración ha frenado y cambiado las poderosas pasiones humanas, ha desarraigado y destruido vastos ejércitos de ateos orgullosos, atrevidos y contumaces. La oración trajo a un hombre de lo profundo del mar y llevó a otro en un carruaje de fuego. ¿Qué es lo que la oración no ha hecho?” Todas estas cosas se encuentran en la Palabra de Dios. La oración conduce a ciertas alturas que hacen que la razón se maree y tambalee.

En realidad es la oración ferviente (o “eficaz” como dice Santiago 5:16) la que llega a las puertas del cielo. “Las oraciones frías se congelan antes de llegar al cielo”. Un espíritu fervoroso puede mucho. Alguien dijo así: “Mido mi efectividad por el número de personas por las que oro, y por el número de personas que oran por mí”.

Honramos a Dios cuando pedimos cosas grandes. Me gusta la historia de Alejandro Magno, quien solía tener una corte abierta un día al mes, donde la gente podía venir y presentar cualquier pedido que quisieran hacer. Un día, un hombre vino y pidió educación para su hijo, con todos los gastos pagados, y una dote para su hija, y así siguió con otros pedidos. Alejandro le dijo: “Tus peticiones te son concedidas”. Uno de los miembros de su corte se le acercó luego y le preguntó: “¿Por qué le diste todas esas cosas a ese mendigo?” Él respondió: “Porque me trató como a un rey. Me pidió cosas grandes. Estoy cansado de las personas que vienen a pedirme una moneda de oro”. Dios es honrado cuando pedimos cosas grandes.

A un niño se le dijo: Imagínate que hubieras vivido en los días de Cristo, que estuvieras totalmente ciego y que tuvieras la oportunidad de encontrarte con el Rey Salvador, ¿qué le habrías pedido que hiciera a tu favor? El niño lo consideró y entonces respondió: “Supongo que sin duda le habría pedido al Señor un perro con cadena para que me sirviera de guía”. ¡Cuán a menudo actuamos igual con nuestras oraciones de poca fe! Reconocemos con vergonzosa sorpresa que únicamente hemos pedido por un perro con una cadena, cuando él podría haber abierto nuestros ojos. Pidamos a lo grande. Él es un Dios grande, y ama ser honrado por la grandeza de las cosas que pedimos.

La oración es más importante que nuestro servicio. Ése no es el énfasis que vemos hoy día a menudo, pero es cierto. La oración es más importante que el servicio. El Esposo Celestial está cortejando a una esposa, no está a la procura de una sierva. “Tú vienes a un Rey. Trae grandes pedidos, porque Su amor y poder son tales, que nunca se puede pedir demasiado”. Cuando lleguemos al cielo, queridos amigos, desearemos haber orado más. Y deseo que su asamblea siempre sea una asamblea entregada a la oración. Honre a Dios por la grandeza de sus pedidos, por el fervor de sus oraciones, y por el amor en su corazón hacia Él.

Le dejo aquí algunos pensamientos para terminar el tema. El Espíritu Santo es el representante de Cristo en la asamblea. Él debería guiar el gobierno de la misma. Y sé que la voluntad del Señor debería cumplirse, pero Él usa al Espíritu Santo para comunicar dicha voluntad por la Palabra de Dios, a través de los ancianos de la asamblea.

El Espíritu Santo debería guiar la adoración de la asamblea. Es algo maravilloso estar en una reunión y sentir el mover del Espíritu Santo en una cierta dirección, cuando los himnos y el ministerio se enfocan en la sangre de Cristo, o en Su venida, o en algunos aspectos de Su persona y obra. El Espíritu Santo es aquel que guía las metas de la asamblea. Sería fácil sentarse y decir: “Es nuestra meta para el siguiente año ver veinticinco personas ganadas para el Señor”. Eso es muy lindo, ¿pero cómo lo sabemos? ¿Cómo sabemos que es lo que el Señor quiere para nosotros? Podemos manufacturar estas cosas, pero queremos recibir nuestra guía del Señor.

El Espíritu Santo debería guiarnos en la distribución de nuestros recursos. Es algo maravilloso recibir una carta de alguien que dice: “El dinero que su asamblea envió cubrió exactamente una necesidad que teníamos en ese momento”. Sí, Dios puede guiar a una asamblea a enviar una cierta cantidad de dinero para satisfacer una cierta necesidad. Esto sucede muchas veces, y benditos son aquéllos que son parte de esto. Es una de las grandes emociones de la vida.

El Espíritu nos guía en la adoración pública, al organizar las reuniones, los predicadores, y no debe ser apagado. “No apaguéis al Espíritu. No menospreciéis las profecías” (nos dice 1 Tesalonicenses 5:19 y 20). Debemos estar listos para reconocer la soberanía del Espíritu Santo. Él no siempre hace las cosas de la misma manera. De hecho, rara vez se repite. Es tan original, que debemos querer estar seguros de no apagarlo, que pueda hacer las cosas a Su manera, sin impedimentos en nuestra asamblea.

Antes de terminar, vamos a elevar una oración a nuestro Dios: “Padre, te agradecemos por aquéllos que hemos seguido al Salvador en las aguas del bautismo, y oramos para que cada uno siga adelante, viviendo una vida consistente con eso, caminando como es digno de nuestra profesión de fe. Te agradecemos por el maravilloso privilegio que tenemos de recordar al Salvador en su muerte a nuestro favor. Enséñanos a ser mejores adoradores de lo que hemos sido. Presenta delante de nuestros corazones la realidad del Calvario; enséñanos lo que significa, oh bendito Señor Jesucristo. Abre nuestros ojos para ver la inmensidad de todo esto. Que seamos hombres y mujeres de oración. Que realmente aprendamos a caminar contigo en una vida de oración, a medida que buscamos Tu voluntad diariamente. Te lo pedimos en el nombre del Salvador. Amén”

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Elija su moneda
UYU Peso uruguayo