El Poder de la Sustitución 1/5
21 febrero, 2008El Poder de la Sustitución 3/5
21 febrero, 2008Titulo: “El Poder de la Sustitución” 2/5
Autor: WimMalgo
Nº: PE1053
Despréndetede tus joyas y sigue a Jesús, aunque esto signifique vituperio y soledad! Dejarás detrás de ti huellas de autoridad espiritual. Tu medio ambiente será despertado y su atención será dirigida hacia lo que realmente hace falta: seguir a Jesús.
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«El Poder de la Sustitución» 2/5
Estimado amigo, inmediatamente después que los hijos de Israel se han desprendido de sus joyas delante del Monte Horeb, Moisés toma, según Éxodo 33:7, la tienda de reunión y la levanta «fuera del campamento, a considerable distancia.» Presta atención a la expresión «a considerable distancia». Tenía que salir de la opinión general. No podía permanecer cerca del campamento, sino que tenía que salir lejos, al encuentro de Dios. Desprenderse de las joyas – como lo hemos escuchado en el programa pasado – es el lado negativo, el «no» al pecado; pero el salir del campamento, significa decir «sí» a Jesucristo, es el camino hacia la santificación. Pues así lo dice también Hebreos 13:12-13: «Por lo tanto, también Jesús padeció fuera de la puerta de la ciudad para santificar al pueblo por medio de su propia sangre. Salgamos pues a él, fuera del campamento, llevando su afrenta.»
¿No es profundamente triste que muchos hijos de Dios queden detenidos en la desobediencia y no estén dispuestos a desprenderse de sus joyas de pecado? Pero si estás dispuesto a esto, entonces también podrás dar este segundo paso. Entonces ya no preguntarás cuán cerca puedes permanecer del mundo y aún seguir a Jesús, sino que preguntarás cuán lejos puedes distanciarte del mundo para poder servir aún mejor al Señor. Los hijos de Dios que todavía preguntan: «¿Puedo hacer esta u otra cosa, puedo bailar, puedo fumar, puedo tener un televisor?», ya están en el camino equivocado. Pero el que está asido por Jesús y responde con obediencia a Su Palabra, pregunta: «¿Puedo estar aún más cerca de Ti, Señor?» Bien es verdad que son solamente muy pocos los que quieren ir por este camino fuera del campamento, en pos de Jesús. En aquel entonces, entre centenares de miles solamente Moisés y un joven fueron por este camino. El joven era Josué, del cual dice Éxodo 33:11b: «Después regresaba Moisés al campamento; pero el joven Josué hijo de Nun, su ayudante, no se apartaba de la tienda.» Este joven comprendió que éste era el camino hacia el encuentro con Dios. Por esto, Dios pudo usar poderosamente a este Josué. El camino es: salir fuera del campamento, salir de la opinión general. El que anda por este camino, recibe autoridad espiritual en la santificación, así como Moisés recibió autoridad espiritual. Pues por ir él por este camino de autoridad espiritual, todo el pueblo fue puesto en movimiento: «Cuando Moisés se dirigía a la tienda de reunión, todo el pueblo se levantaba y se ponía de pie junto a la entrada de su propia tienda. Miraban a Moisés hasta que él entraba en la tienda» (v. 8). Hoy en día hay pocos creyentes que tienen autoridad espiritual en la santificación, esta autoridad de santificación que pone en movimiento a otros, que llama su atención y los guía hacia Jesús. ¿Quieres tener autoridad espiritual? Entonces da primero estos dos pasos: ¡Despréndete de tus joyas y sigue a Jesús, aunque esto signifique vituperio y soledad! Dejarás detrás de ti huellas de autoridad espiritual. Tu medio ambiente será despertado y su atención será dirigida hacia lo que realmente hace falta: seguir a Jesús.
En Éxodo 32-34 vemos a Moisés como profeta y sacerdote al mismo tiempo. Como profeta, es el representante de Dios ante el pueblo y anuncia las palabras de Dios. Pero como sacerdote, representa al pueblo delante de Dios.
Dios aceptó a Moisés como representante de todo el pueblo, pues cuando hablaba a Moisés, lo hacía como si hablara a todo el pueblo, por ejemplo en Éxodo 33:3: «…porque eres un pueblo de dura cerviz…» Es como si Dios viera en Moisés al culpable, y Moisés se humilla. Este es el verdadero sentir sacerdotal. Dios reconoce a Moisés como sacerdote, como sustituto, así como El aceptó a Jesucristo como nuestro Sustituto, el tuyo y el mío, y cargó en El todos nuestros pecados. Aquí vemos en Moisés una representación profética del Cordero de Dios, Jesucristo.
Cuando Moisés salía fuera del campamento, no iba hacia lo indeterminado, sino directamente hacia un encuentro con el mismo Señor: «Cuando Moisés entraba en la tienda, la columna de nube descendía y se detenía a la entrada de la tienda; y Dios hablaba con Moisés» (v. 9). Este es el maravilloso encuentro con el mismo Dios. Cuando Moisés venía, venía también el Señor. Hoy es todavía exactamente lo mismo. Si tú vienes, El viene también. Si tú Le buscas, El se hace encontrar por ti: «Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros» dice Stg. 4:8. Estas son las horas de bendición, de fuerza y de gloria, en las cuales tenemos un encuentro con Dios.
Por este sentir sacerdotal se crea, pues, una comunión muy personal e íntima entre el Señor y Moisés. ¡Qué momento santo, cuando leemos en Éxodo 33:11a: «Entonces Jehová hablaba a Moisés cara a cara, como habla un hombre con su amigo''! Una y otra vez encontramos en la Biblia el deseo del Dios vivo de tener amistad con los hombres. El busca a hombres a los cuales pueda confiar Sus cargas y Sus secretos, como por ejemplo Abraham. Cuando Abraham, estando en la presencia de Dios, tiene un presentimiento de lo que va a pasar en Sodoma y Gomorra, el Señor le habla confidencialmente y dice: «¿He de encubrir a Abraham lo que voy a hacer?» (Gn. 18:17.) También en nuestro pasaje, el Señor habla con Moisés como habla un hombre con su amigo, confiándole Sus intenciones y Sus secretos. Los amigos de Dios siempre son hombres que salen de la agitación y de la opinión general y se atreven a buscar Su rostro. Jesucristo dice en presencia del Padre a todos los que quieren ser Sus discípulos: «Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. Ya no os llamo más siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor. Pero os he llamado amigos, porque os he dado a conocer todas las cosas que oí de mi Padre» (Jn. 15:14-15). ¡Cuán maravilloso es cuando un hombre se dispone a hacer lo que el Señor manda. Es iniciado en los secretos de Dios y llega a ser un amigo de Dios. ¿No quieres llegar a serlo hoy?
Estimado amigo mira a este Moisés, cómo está entre el pueblo y Dios, cómo recibe a través del arrepentimiento el poder para recuperar la promesa restringida en toda su plenitud. Moisés apela a la promesa de Dios y lucha, ora e implora a Dios: «Mira, tú me dices a mí: Saca a este pueblo. Pero tú no me has dado a conocer a quién has de enviar conmigo. Sin embargo, dices: Yo te he conocido por tu nombre y también has hallado gracia ante mis ojos. Ahora, si he hallado gracia ante tus ojos, por favor muéstrame tu camino, para que te conozca y halle gracia ante tus ojos; considera también que esta gente es tu pueblo». Se siente cómo Moisés está luchando fervientemente ante el Señor por su pueblo. Muchas veces usa la palabra «gracia», y lo maravilloso es que sus oraciones son oídas. El Señor le dice: «También haré esto que has dicho, por cuanto has hallado gracia ante mis ojos y te he conocido por tu nombre» (v. 17). Al ruego de Moisés de que el Señor mismo fuera otra vez con Su pueblo, el Señor responde: «Mi presencia irá contigo, y te daré descanso». En la versión holandesa, esta frase está en forma interrogativa y dice así: «¿Irá mi presencia contigo, para que llegues a estar tranquilo?» Es como si el Señor mismo pusiera Su mano sobre Su siervo cansado y le dijera: «Está confiado y tranquilo. Yo volveré a andar contigo.»
El Señor hace entrar a Sus amigos en una profunda comunión con El, de manera que El les puede hablar confidencialmente. Y mientras Moisés ora, es elevado hasta llegar al supremo asunto de oración. Pues entonces ya no ora por el pueblo, tampoco ora más por él mismo, sino que su oración es totalmente otra: «Por favor, muéstrame tu gloria» (v. 18). ¿Sabía Moisés lo que pedía? ¿Qué es la gloria de Dios? Es el mismo Cordero, pues leemos en Apocalipsis 21:23: «…la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su lámpara.» En Éxodo 33:22 vemos luego cómo Moisés encuentra abrigo en la peña: «Sucederá que cuando pase mi gloria, yo te pondré en una hendidura de la peña y te cubriré con mi mano hasta que yo haya pasado.» Esta es la gloria de Dios, la roca espiritual que los seguía: Jesucristo. Si quieres andar por el camino de la santificación, entonces puedes acercarte a Dios en Jesucristo, así como Moisés se Le acercó. Puedes ver Su gloria, puedes interceder de manera sustitutiva y sacerdotal por un pueblo que está pereciendo en pecados y miseria. El Señor te usará para bien de miles de personas. ¿Quieres ir ahora enteramente por este camino? Recién cuando estemos dispuestos a andar enteramente por el solitario camino de la santificación, fuera del campamento, podemos trasmitir la gloria del Señor a nuestro medio ambiente.