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Autor: Freddy Peter

La Biblia nos enseña que Dios quiere tener una relación personal con cada persona que acepta el sacrificio de Jesucristo por sus pecados. Pero ¿cómo es posible esa relación sin comunicación? ¿Cómo habla, muestra, revela Dios? En esta serie hablaremos de estos aspectos de Dios y de la persona de Dios envuelta en esta tarea.


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PE2671- Estudio Bíblico
El Señor me mostró (1ª parte)



Existe un tema, provocativo, desafiante, y fundamental, no porque sea de mi preferencia personal, sino porque nos involucra a todos. Todo verdadero hijo de Dios anhela que el Señor lo guíe y dirija. Este, sin duda, es un buen deseo, ya que Dios tiene un plan para nuestras vidas y quiere mostrárnoslo. La Biblia habla de esto, por ejemplo, en Salmos 32:8 donde leemos: “Te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes andar; sobre ti fijaré mis ojos”.

Pero algunos quedan atrás, decepcionados por no poder experimentar la guía de la cual otros hermanos testifican. Incluso pueden surgir sentimientos como incertidumbre y desconfianza en la capacidad de reconocer el plan de Dios. Esto puede llevar a una búsqueda de forma desesperada de la fórmula para experimentar también esta extraordinaria guía, sin embargo, la situación no mejora. ¿Qué es lo que no funciona? La razón suele ser el concepto no bíblico que tenemos acerca de la guía de Dios. Cuando el Señor se nos manifiesta, cuando nos muestra algo, guiándonos e instruyéndonos, ¡siempre lo hace por medio del Espíritu Santo! Como leemos en Romanos 8:14: “Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, estos son hijos de Dios”. El capítulo 8 de Romanos menciona al Espíritu Santo unas veinte veces. Ningún otro libro de la Biblia hace tanta mención al respecto, lo que demuestra la gran obra del Espíritu Santo en los creyentes. Si la carta a los Romanos es la cima de la enseñanza del Nuevo Testamento, entonces el capítulo 8 representa el pico más alto del “monte Everest de la enseñanza bíblica”.

Este es el capítulo principal a la hora de hablar de seguridad, certidumbre y confianza. En su primer versículo, toda condenación es quitada de en medio, y en el último, nada nos separa del amor de Cristo. El Espíritu Santo juega un rol importante en todo esto. Los versículos 2 y 3 muestran la obra del Espíritu Santo en la liberación de la ley del pecado y de la muerte. El versículo 4 revela que el Espíritu Santo es quien cumple en nosotros la ley de Dios. Del versículo 5 al 11 se indica la forma en que el Espíritu Santo cambia y transforma nuestra naturaleza. Los versículos 12 y 13 explican que él nos da las fuerzas para vencer los deseos de la carne, entendiendo carne como la naturaleza egoísta y obstinada del ser humano. Del verso 14 al 16 se señala que el Espíritu Santo nos guía y que es por medio de él que Dios nos adopta y nos da libre entrada a su presencia. Los versículos 17 al 30 nos muestran el glorioso futuro que nos espera y con cuánto celo trabaja el Espíritu Santo a nuestro favor. Y por último, los versos del 31 al 39 contienen las más fuertes expresiones acerca de nuestra absoluta certeza y seguridad en Cristo. ¿No es maravilloso?

Entonces, cuando en el verso 14, en lo más alto del capítulo 8 dice: “Todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, estos son hijos de Dios”, nosotros por un lado deberíamos saber, quién es el Espíritu Santo, a quién guía el Espíritu Santo y cómo guía el Espíritu Santo. Incluso los cristianos más sinceros corren el peligro de ser guiados por un falso espíritu, por un engañoso ángel de luz, sí, aun por el propio Satanás si no se toma esto en cuenta. Por esta razón, comencemos antes que nada a contestar a la pregunta… ¿Quién es el Espíritu Santo?

¡Él es una persona! Por la Biblia sabemos que él puede hacer cosas que tan solo una persona puede hacer. Tomemos nota de algunos pasajes que nos mostrarán esta verdad. De acuerdo con Juan 16:8, el Espíritu convence al mundo de pecado. En Juan 14:26 leemos: “Él os enseñará todas las cosas”, por lo que podemos decir que el Espíritu enseña. Hechos 13:2 nos da pauta de que el Espíritu habla. En Romanos 8:14 vemos que el Espíritu guía. Romanos 8:26 dice que: “El Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles” por lo que entendemos que, el Espíritu nos defiende y según Hechos 13:2 el Espíritu llama al hombre para el ministerio. En Juan 15:26 leemos: “Pero cuando venga el Consolador, a quien yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, el dará testimonio acerca de mí”, por lo que entendemos que el Espíritu también es enviado. Debemos agregar también que el Espíritu sirve. Muchos consideran que el Espíritu no es una persona, sino la personificación de una fuerza. Pero todos estos pasajes de la Escritura nos muestran claramente lo contrario: ¡el Espíritu de Dios es una persona!

Mente, sentimientos y voluntad son los tres elementos que hacen a la naturaleza de las personas. El Espíritu Santo posee estas tres propiedades, por lo tanto, debe serlo. Él interactúa, como persona, con otras personas. Tanto el Padre como el Hijo envían el Espíritu al mundo. De acuerdo con Efesios 4:30, los hombres pueden entristecer al Espíritu. En 1 Tesalonicenses 5:19 vemos que también pueden apagarlo. Mateo 12:31 nos habla sobre blasfemarlo. En Hechos 5:3 encontramos una historia sobre mentirle al Espíritu y sus consecuencias. También se puede ofender al Espíritu como podemos leer en Hebreos 10:29. Y en Mateo 12:32 vemos que las personas pueden hablar contra él. Todas las referencias bíblicas hechas al Espíritu hablan de él como una persona.

En Juan 14:16-17 Es llamado otro consolador o abogado, al igual que Cristo, lo que designa a una persona. Leemos: “Y rogaré al Padre, y os dará otro consolador, para que esté con vosotros para siempre, el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros lo conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros”. Él es llamado Espíritu, de la misma manera en que de forma personal la Biblia habla de Dios como Espíritu en Juan 4:24: “Dios es Espíritu, y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren”. Pero el Espíritu Santo es más que solo una persona amigos: ¡Él es Dios!

El Espíritu Santo es Dios, ligado por la eternidad con Dios el Padre y Dios el Hijo. El autor Benedikt Peters lo expresa de la siguiente manera: Nunca puede el Padre ser ni obrar sin el Hijo y sin el Espíritu Santo. Nunca puede el Hijo ser ni obrar sin el Padre y sin el Espíritu Santo. Nunca puede el Espíritu Santo ser ni obrar sin el Padre y sin el Hijo. Que el Espíritu Santo es Dios resulta evidente en Hechos 5:3-4: “Ananías, ¿por qué llenó Satanás tu corazón para que mintieses al Espíritu Santo […]”, donde al final del versículo 4 dice: “No has mentido a los hombres, sino a Dios”.

También podemos ver que el Espíritu es uno con Cristo. Romanos 8:9 dice: “Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él”. El Espíritu Santo es llamado Espíritu de Dios y Espíritu de Cristo en un mismo versículo. Por otro lado, Romanos 8:26 dice: “El Espíritu mismo intercede por nosotros”, mientras que leemos en Romanos 8:34: “Cristo […] también intercede por nosotros”.

Él posee los atributos de Dios, éstos son: Omnisciencia ya que en Isaías. 40:13-14 leemos: “¿Quién enseñó al Espíritu de Jehová, o le aconsejó enseñándole? ¿A quién pidió consejo para ser avisado? ¿Quién le enseñó el camino del juicio, o le enseñó ciencia, o le mostró la senda de la prudencia?”. Omnipresencia, en Juan 14:17 encontramos: “El Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros”. Dice Job 33:4: “El espíritu de Dios me hizo, y el soplo del Omnipotente me dio vida”. Por lo que aquí vemos su omnipotencia. Y su Eternidad en Hebreos 9:14 donde leemos: “¿Cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo?”.

Y hasta aquí llegamos en nuestro estudio de hoy, pero habrá más en los próximos encuentros.

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