“Nínive – y cómo se cumple la Profecía Bíblica” (3 de 3)
20 mayo, 2009“El tiempo de la Salvación de Israel” (2de2)
22 mayo, 2009Título: El tiempo de la salvación de Israel
Autor: Norbert Lieth
NºPE1356
A la pregunta de los religiosos de Su época, el Señor Jesús tuvo que darles una respuesta muy dura, como leemos en Mateo 16:2-3. Lo mismo pasa en nuestros días. El autor cristiano René Pache preguntó desilusionado: «¿Cuántos cumplimientos tienen que llegar todavía hasta que se les abra el entendimiento a nuestros contemporáneos y comprendan en qué tiempo vivimos?».
Puntos clave que aprendemos del confrontación de los fariseos con la mujer sorprendida en adulterio.
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Para ambientarnos con el tema Herman Hartwich me pidió que leyeramos los primeros 11 versículos del Evangelio según San Juan. Que dice así:
«Y Jesús se fue al monte de los Olivos. Y por la mañana volvió al templo, y todo el pueblo vino a él; y sentado él, les enseñaba. Entonces los escribas y los fariseos le trajeron una mujer sorprendida en adulterio; y poniéndola en medio, le dijeron: Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo de adulterio. Y en la ley nos mandó Moisés apedrear a tales mujeres. Tú, pues, ¿qué dices? Mas esto decían tentándole, para poder acusarle. Pero Jesús, inclinado hacia el suelo, escribía en tierra con el dedo. Y como insistieran en preguntarle, se enderezó y les dijo: El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella. E inclinándose de nuevo hacia el suelo, siguió escribiendo en tierra. Pero ellos al oír esto, acusados por su conciencia, salían uno a uno, comenzando desde los más viejos hasta los postreros; y quedó solo Jesús, y la mujer que estaba en medio. Enderezándose Jesús, y no viendo a nadie sino a la mujer, le dijo: Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó? Ella dijo: Ninguno, Señor. Entonces Jesús le dijo: Ni yo te condeno; vete, y no peques más».
El Tiempo de la Salvación de Israel
Estimado amigo, a la pregunta de los religiosos de Su época, el Señor Jesús tuvo que darles una respuesta muy dura, como leemos en Mateo 16:2-3: «Cuando anoche, decís: Buen tiempo; porque el cielo tiene arreboles. Y por la mañana: Hoy habrá tempestad; porque tiene arreboles el cielo nublado. ¡Hipócritas! Que sabéis distinguir el aspecto del cielo, ¡mas las señales de los tiempos no podéis!»
Lo mismo pasa en nuestros días. El autor cristiano René Pache preguntó desilusionado: «¿Cuántos cumplimientos tienen que llegar todavía hasta que se les abra el entendimiento a nuestros contemporáneos y comprendan en qué tiempo vivimos?».
En los versículos del Evangelio de Juan que Robert nos ha leído, se nos presenta proféticamente la futura salvación de Israel. Esta mujer es para nosotros, en todo lo que experimentó y vivió desde su caída hasta su salvación por Jesucristo, una maravillosa imagen profética de Israel. Contemplemos ahora esta historia a la luz de la profecía bíblica, como la misma Escritura nos manda hacer: «Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro…» (1 Pe. 1:19). Si no estudiamos los relatos bíblicos a la luz de la profecía, vemos solamente la mitad de las cosas. Entonces no sabemos cómo ubicar los hechos, especialmente en lo concerniente a Israel, su restauración y el regreso de Jesucristo, y por eso muchas veces andamos a tientas.
¡La ayuda de Jesús nunca llega tarde! En Juan 8:1 leemos: «Y Jesús se fue al monte de los Olivos». Si Él no hubiera venido, esta mujer habría muerto de una forma terrible. Pero Jesús vino justamente en el buen momento. Esto no fue casualidad, sino que Dios tenía todo bajo control.
¿Adónde iba Jesús? Al monte de los Olivos. Y ¿dónde regresará el Señor para Su pueblo Israel, cuando esté en el mayor apuro, sitiado por el anticristo y todas las naciones en Armagedón? También en el monte de los Olivos, pues leemos en Zacarías 14:4: «Y se afirmarán sus pies en aquel día sobre el monte de los Olivos, que está en frente de Jerusalén al oriente…». Este será el tiempo de la salvación para Israel. Entonces amanecerá un nuevo día para el pueblo de Dios.
La noche pasada había sido angustiosa para esta mujer: La habían sorprendido en adulterio. La habían llevado ante el tribunal, donde pasó por momentos de aflicción y vio la muerte en frente de ella. La habían observado, con la meta de tenerla en el lugar donde en ese momento estaba. Esto nos hace pensar en los medios de comunicación y ciertos grupos religiosos que hacen lo mismo con Israel y tienen un solo deseo: verlo muerto. Todos ya tenían las piedras en sus manos y estaban con la intención de matar a la mujer. Sin embargo, nadie sospechaba que estaba muy cerca su salvación. Después de una noche terrible e interminable, ella encontró en esa nueva mañana la salvación en Jesucristo.
En el banquillo de los acusados.
Lo que pasó en esa madrugada en el Templo es, al mismo tiempo, una imagen profética que nos habla de Israel en medio de las naciones: «Y por la mañana volvió al templo, y todo el pueblo vino a él; y sentado él, les enseñaba. Entonces los escribas y los fariseos le trajeron una mujer sorprendida en adulterio; y poniéndola en medio…» (Jn. 8:2-3).
Allí estaba la mujer: sola e indefensa en medio del pueblo, los escribas y fariseos. Alrededor de ella solamente percibía odio, acusaciones y juicio: «Le dijeron: Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo de adulterio. Y en la ley nos mandó Moisés apedrear a tales mujeres. Tú, pues, ¿qué dices?» (vv. 4-5). Esta mujer fue acusada en el nombre de Dios, en el nombre de la verdad y en el nombre de la Biblia. Y esto le pasó a Israel durante casi dos milenios de parte de la naciones: fue acusado en el nombre de Dios y de la Biblia, fue perseguido, apedreado, torturado hasta la sangre, y esto de parte de hombres que no tenían ni el mínimo derecho de hacerlo. Hasta hoy existe un odio increíble contra los israelíes y el mundo, incluso gran parte de la «cristiandad», se complace en ello.
Creen servir a Dios. En aquel entonces Jesús dijo de Su pueblo: «…y seréis aborrecidos de todas las gentes» (Mt. 24:9). Las naciones, por su ceguera espiritual, mataron a los judíos y siguen asesinándolos, pensando equivocadamente rendir con esto servicio a Dios. Pensemos en todo lo que la «cristiandad» le hizo a Israel en el nombre de la cruz y de la Biblia en los tiempos pasados:
1066: 3 000 judíos asesinados en España
1096: 12000 judíos asesinados en Rheinland (región del Rhin)
1099: Unos 80 000 judíos y musulmanes son muertos por los Cruzados en Jerusalén.
1215: Los judíos de Europa son obligados a llevar uniforme (estrella judía) de parte del Papa en el cuarto Concilio de Letrán.
1290: todos los judíos son expatriados de Inglaterra
1298: 20 000 judíos matados en Baviera y Austria
1321: 5 000 judíos asesinados en el sur de Francia
1348: 1 000 000 judíos exterminados en toda Europa
1349: 2 000 judíos quemados en Estrasburgo
1391: 20 000 judíos españoles quemados en la hoguera
1483: 30 000 judíos quemados en España (Inquisición)
1494: miles de judías europeas asesinadas a causa de la bula pontífica contra las brujas
1506: 2 000 judíos asesinados en Lisboa
1574: 897 judíos quemados en México (Inquisición)
1680: 86 judíos de Madrid quemados en la hoguera
1933–1945: En toda Europa son exterminados unos 6 250 000 judíos por los nazis. De ellos, unos 1,5 millones eran niños menores de 14 años. Cierto Franz von Papen, un funesto nazi y piadoso católico, fue el confidente del Papa para Alemania y ayudó a que Hitler, que era un católico bautizado, pudiera ascender al poder.
Por estas y muchas más atrocidades, el mundo farisaico solamente demuestra su propia culpa e impiedad.
La profunda causa de la enemistad contra Israel.En realidad, la lucha en el acontecimiento citado, no se dirigía contra la mujer sino contra el Señor Jesucristo, pues leemos:«Mas esto decían tentándole, para poder acusarle»(Jn. 8:6). Se combate a Israel, pero en el fondo, esta lucha se dirige contra Dios. Detrás del odio hacia Israel, hay rebelión contra el Señor y Su Ungido«…porque la salvación viene de los judíos»(Jn. 4:22). Nadie lo sabe mejor que el gran enemigo de Dios, Satanás. Él sabe que Jesús, como hombre, era judío, que regresará como judío y que se sentará en el trono del judío David. El enemigo de Dios sabe exactamente que Jerusalén será un día la capital del mundo, y no Berlín, Moscú, Washington, Londres, París o el Vaticano. Sabe que el futuro gobierno mundial del Señor de señores y Rey de reyes saldrá desde la capital de Israel, Jerusalén. Y por supuesto, trata de impedir esto por todos los medios. Por eso hay tantos que están en contra de Israel. Pero no importa cuántas acusaciones y cuántos argumentos los hombres tengan contra Israel. Solamente es importante lo que Dios dice y hace.