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Dios sigue buscando también hoy, siervos y siervas como Elías, que no se adapten al curso de este mundo, sino que valientemente levanten bandera en el Nombre del Señor. ¿Serás un Elías? ¿Te podrá usar como siervo fiel aún frente a circunstancias adversas? En un mundo en tinieblas que imperiosamente necesita de faros en la oscuridad, la clave es estar en Su presencia. ¿Lo estás?
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PE2782- Estudio Bíblico
Elías: El celo por Jehová (3ª parte)
El celo por Jehová
Queridos hermanos, vamos a seguir con nuestros estudios acerca de la vida de Elías. Habíamos visto en qué momento tan nefasto de la historia del pueblo de Israel este hombre fue llamado por Dios y apareció, y nos preguntábamos cómo una persona puede estar firme en medio de tanta oscuridad, inmoralidad, ataque a todo lo que es Dios y a su Palabra. Y habíamos visto un hombre que se destacaba por la oración, un hombre que conocía la Palabra y la aplicaba. Pero quisiéramos seguir este estudio mostrando que también era un hombre que confiaba en Dios. En 1 Reyes 17:1 aparece por primera vez, y allí dice “Vive Jehová, Dios de Israel, en cuya presencia estoy”.
Entonces era un hombre que confiaba en Dios. Como consecuencia inmediata, también era un hombre de fe. En el pasaje de 1 Reyes 17:1 tenemos una brevísima presentación del profeta Elías. Ya el mismo nombre del profeta nos da que pensar. El significado de “Elías” es: “Jehová es mi Dios”. Fácilmente se ve, con cuanta exactitud, el nombre Elías correspondía a la misión y el mensaje del profeta. ¡Cuánto estímulo debería proveerle la meditación del mismo! Ahora, este hombre era “Tisbita”. Esto significa extranjero. En seguida me hizo pensar en que también nosotros somos ciudadanos celestiales y, por lo tanto, extranjeros en este mundo, como decía Pablo en Filipenses 3:20.
Elías se enfrentó a Acab diciendo: “Vive Jehová Dios de Israel…” (17:1). Aunque pareciera que Baal había ganado la batalla, aunque ya no se recordaran de Dios, Elías introduce sus palabras con la afirmación: ¡El Dios de Israel es Jehová y Él está vivo! Quiso decir que Dios manejaba su vida en lo personal y que, aunque los demás quisieran o no, Dios seguía siendo el que reinaba. No dejó lugar para ambivalencias ni dudas. Claramente mostró de qué lado estaba. ¡Qué testimonio extraordinario!
En la hora crítica, Dios siempre levanta a personas que están dedicadas completamente a Él, separados del mal, que moran en las alturas espirituales, personas que, en medio de la decadencia más espantosa, mantienen en sus corazones el testimonio de Dios. Podemos acordarnos de Daniel y sus amigos en una situación semejante. Allí dice en Daniel 1:8 que “propusieron en su corazón no contaminarse…”.
Varias veces he sido consultado por personas, ¿cómo podían hacer para que su fe creciera? La respuesta lógica fue Romanos 10:17: “Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios”. De la misma forma sucedió con Elías. Cuanto más meditaba en las palabras, los hechos y la manifestación de Dios, más su fe crecía. Por eso pudo enfrentar un rey apóstata y una reina realmente terrible. Por esta razón pudo orar y estar seguro de la respuesta positiva: porque tenía fe y estaba basado en la inmutable Palabra de Dios.
Por esta fe pudo decir sin titubear: “…no habrá lluvia ni rocío en estos años, sino por mi palabra”. Yo pensaba: ninguno de los charlatanes cristianos o mercaderes de la fe actuales puede decir esto. Generalmente afirman cosas muy generales y probables que sucedan. O culpan a la gente por falta de fe si, por ejemplo, no son sanados después de sus oraciones.
Entonces vemos un hombre que tenía puesta su confianza absolutamente en Dios. Pero también vemos un hombre capacitado por Dios. La tarea de Elías no era sencilla y requería mucha más valentía de lo común. Pensemos un poquito en lo que significaba para Elías. Él se iba a presentar frente a un rey. Ahora, ¿quién era él? ¿Era un príncipe? ¡No! Era un hombre sencillo del campo, desconocedor por completo de las costumbres y vocabulario de la realeza. Además, iba a llevar un mensaje de juicio frente a un rey déspota que lo podía matar si quería. Se presentaba como el autor de un juicio con consecuencias dramáticas para todo un reino. No iba haber lluvia, ni siquiera rocío. Esto era sinónimo de calamidad, hambre, muerte. Y, para colmo, iba solo.
Evidentemente, esto requería de un valor especial. ¿Qué probabilidad había que este sencillo y solitario montañés escapara con vida? A simple vista, era una acción suicida. Ahora, ¿Cuál es el origen de esta valentía? Sin lugar a duda, la oración le proporcionaba confianza. Pero también su conocimiento de Dios. Como ya vimos, conocía la Palabra. Quizás se recordó de la difícil misión de Moisés cuando tuvo que ir al encuentro del cruel Faraón para salvar a su pueblo. El Dios del pasado, el que ayudó a Moisés también era su Dios. Por lo tanto, Elías dijo: “Vive Jehová Dios de Israel…”. Estas palabras nos muestran su conocimiento de Dios: En contraposición con los ídolos adorados por Acab, Jehová era un Dios vivo, Jehová era el Dios de Israel por elección propia de Dios. Él era su rey y gobernante. Esto, a su vez incluye que le tenían que rendir cuentas. Dios estaba en su derecho en juzgarlos por apartarse de Él, ya que eran Su propiedad.
Entonces vemos que la valentía surgía de la oración, de su conocimiento de Dios, de la Palabra, pero también tenía que ver con el conocimiento de la presencia divina. Su fe estaba puesta en su Dios, tal cual lo afirmaba su nombre: “Jehová es mi Dios”. Era una seguridad personal vívida. Elías no sólo estaba seguro de la existencia de Dios, sino que también era consciente de estar en su presencia. Ahora bien, ¿quién era este Jehová? “Vive Jehová Dios de Israel, en cuya presencia estoy…” Ese era su grito de batalla. Esto me hace acordar a otro grito de batalla en otra acción aparentemente suicida: ¿Recordamos a David frente a Goliat? David lo enfrentó confiando en el nombre del Señor (1S.17:45,46). Ambos enfrentaron al enemigo no en su propio nombre, sino ¡en el de Jehová de los ejércitos, el Todopoderoso!
¿Quién es Acab, quién Goliat, sí, quién Satanás mismo, frente Jehová de los ejércitos? ¡Esta certeza nos eleva por encima de cualquier temor! “Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?” Decía Pablo en Romanos 8:31. ¿Cuáles, entonces, son tus temores, querido hermano, querida hermana? ¿Qué situación difícil tienes que enfrentar? Puedes estar tranquilo y decir con el salmista: “Jehová es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré? Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme?” (Sal.27:1).
Este mundo está siendo llevado cada vez más hacia el mal. La maldad, el peligro, la corrupción, la inmoralidad y la oposición a todo lo relacionado con Dios, Su Palabra y Sus hijos se hace cada vez más fuerte. ¿Pero quiénes son ellos frente al Dios de Israel en cuya presencia estamos? Pero Dios sigue buscando también hoy, siervos y siervas como Elías, que no se adapten al curso de este mundo, sino que valientemente levanten bandera en el Nombre del Señor. ¿Serás un Elías? ¿Te podrá usar como siervo fiel aún frente a circunstancias adversas?
Más adelante Elías le dice a Dios “He sentido un vivo celo por Jehová Dios de los ejércitos” (19:10a). Estas palabras no pueden tener otro significado, sino que se tomaba la gloria de Dios muy en serio, y que para él la honra de Su nombre significaba más que todas las demás cosas. En consecuencia, a medida que iba conociendo mejor el terrible carácter y el alcance de la apostasía en Israel, debió sentirse profundamente afligido y lleno de santa indignación. Al ser informado de cómo Jezabel había destruido los altares de Dios, y matado a sus siervos sustituyéndolos luego por sacerdotes idólatras del paganismo, el alma debió llenársele de horror, y su sangre debió hervir de indignación, ya que sentía “un vivo celo por Jehová…”. ¡Ojalá nos llenara a nosotros en la actualidad tal indignación justa! En cambio, lo que más se observa entre los cristianos es una indulgencia soñolienta frente al pecado.
Entonces, en un mundo en tinieblas que imperiosamente necesita de faros en la oscuridad, ¿te podrá encontrar y usar el Señor? La clave es estar en Su presencia. ¿Lo estamos? “Vive Jehová Dios de Israel, en cuya presencia estoy”. Que podamos decir esto también nosotros. Amén.