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Titulo: “Enoc”2/5 tercera parte
  

Autor: EstebanBeitze 
Nº: PE1225

Sabemos que la venida de Cristo está cerca, por una infinidad de pasajes y promesas al respecto y también por el cumplimientos de profecías relacionadas a este evento. La Biblia habla muy claro.

¿Qué hacemos con esta revelación? ¿Nos quedamos callados, o levantamos nuestra voz, como siervos fieles al Señor? ¡Aprendamos del ejemplo de Enoc!


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«Enoc» 2/5 tercera parte

Enoc servía a Dios

Para entrar a este tema le quiero leer un pasaje bíblico en Judas 14-16. Dice así: 

«De estos también profetizó Enoc, séptimo desde Adán, diciendo: He aquí, vino el Señor con sus santas decenas de millares, para hacer juicio contra todos, y dejar convictos a todos los impíos de todas sus obras impías que han hecho impíamente, y de todas las cosas duras que los pecadores impíos han hablado contra él. Estos son murmuradores, querellosos, que andan según sus propios deseos, cuya boca habla cosas infladas, adulando a las personas para sacar provecho».

La Biblia nos habla de Enoc como un profeta. Evidentemente se trata del mismo Enoc de Génesis 5, sucede que justamente es la séptima generación después de Adán como lo afirma este pasaje. Él tuvo una revelación de parte del Señor acerca de la venida del Señor en gloria. Es el primer profeta que habló sobre este tema, el gran día del Señor.

Tenemos que aclarar que no estaba profetizando acerca del arrebatamiento. Son dos cosas diferentes aunque a veces se las confunde. Primero viene el Señor a buscar a Su Iglesia en el aire. Nadie le verá en la tierra. Luego vendrán los siete años de tribulación en los cuales el Anticristo reinará sobre este mundo llevando la maldad al clímax. En este tiempo el Señor enviará los grandes juicios descritos en Apocalipsis sobre este mundo. Al final El Anticristo se levantará con las naciones del mundo para luchar en contra de Israel. En este momento aparecerá el Señor en forma visible y juzgará al Anticristo, el falso profeta y a las naciones. Después levantará su reinado de mil años de paz aquí en la tierra.

De esta venida del Señor para juzgar las naciones profetizó Enoc. Realmente es increíble que un hombre que vivió en el primer milenio de la historia de la humanidad estuviera profetizando acerca de un acontecimiento que aún para nosotros es futuro. Pero como era común en los profetas, ellos no veían cuánto tiempo había entre su profecía y su cumplimiento. Pero esto no importaba. Enoc recibió una revelación y la estaba anunciando. Además muchas profecías tienen dos o inclusive tres cumplimientos en momentos diferentes de la historia. Nosotros conocemos la historia y sabemos que en parte también se puede haber referido al juicio de Dios por el diluvio. Enoc recibió un mensaje y lo estaba anunciando. Había recibido de Dios una tarea y la estaba ejerciendo.

Creo que en esto Enoc vuelve a ser un magnífico ejemplo para nosotros. También el Señor nos ha dado un mensaje y nos ha enviado; el mensaje es el Evangelio y el mandato lo conocemos de memoria: «Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura» (Mr.16:15).

A veces ponemos la excusa de los tiempos terribles en los cuales estamos viviendo. Realmente es así como dice el pasaje de Judas que acabamos de citar más arriba «…que andan según sus propios deseos, cuya boca habla cosas infladas, adulando a las personas para sacar provecho». Creo que podemos identificar estas características perfectamente con nuestra sociedad actual. La impiedad, la rebelión, la murmuración, la vida licenciosa, mucha altanería y engaño, son las características de nuestra sociedad. Es evidente que no es fácil predicar en un momento como éste.

Pero quizás sería bueno observar en qué tiempo predicaba Enoc. Su sociedad se estaba corrompiendo cada vez más, la maldad crecía de forma impresionante, de tal manera, que mientras todavía vivía su hijo, la observación de Dios sobre la situación en la tierra fue la siguiente: «Y vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal» (Gn.6:5).

Y sigue diciendo: «Y se corrompió la tierra delante de Dios, y estaba la tierra llena de violencia. Y miró Dios la tierra, y he aquí estaba corrompida; porque toda carne había corrompido su camino sobre la tierra» (Gn.6:11,12).

Por esta razón Dios tuvo que mandar el juicio del diluvio sobre la tierra, y el canal de advertencia para la gente en este momento resultó ser otro hombre del cual se dice que caminó con Dios. Este hombre fue Noé.

Vemos entonces, que la situación de Enoc no era nada envidiable. Él era el justo en medio de un mundo saturado de maldad. Pero a pesar de las circunstancias adversas, siguió predicando enérgicamente en contra del pecado; y siguió hasta que se lo llevó el Señor.

¿Cuál fue el detonante para que se convirtiera en vocero de Dios? Evidentemente, tiene que haber sido con relación a la revelación recibida. Algunos inclusive ven alguna relación con su hijo Matusalén.

He procurado averiguar en varias fuentes el significado del nombre Matusalén. Como es de suponer de nombres tan antiguos, su significado es muchas veces difícil de saber con certeza. Este es el caso del nombre Matusalén. En algunas fuentes se indica que este nombre significa: «el hombre de la jabalina, hombre del dardo». En otras, en cambio, le dan el significado de: «cuando él muera será enviado». No sé si es el significado correcto, pero es llamativo calcular el momento de la muerte de Matusalén que vivió 969 años. Murió en el año del diluvio. Ahí caben dos posibilidades: o murió antes del diluvio o con el diluvio dado que no entró al arca. Por esto algunos comentaristas suponen una profecía dada a Enoc con el nacimiento de Matusalén. Dios le hubiera revelado, que cuando su hijo muriera vendría el juicio sobre este mundo, lo que en definitiva pasó. Ahora, es bastante irrelevante si esto fue así o no. La cuestión es que Enoc habló de lo que Dios le había mostrado.

En este pensamiento quiero meditar. ¿Cuánta revelación de Dios escrita, tenemos en la Biblia? Por sus páginas podemos conocer perfectamente cuál fue el plan y el medio por el cual se llevó a cabo la oferta de salvación para el mundo entero. Sabemos perfectamente lo que el hombre tiene que hacer para no ser juzgado. Inclusive sabemos que la venida de Cristo está cerca por infinidad de pasajes de promesas al respecto y de cumplimientos proféticos relacionados con este evento. Nosotros, más que cualquier ancestro nuestro, estamos en la condición de conocer, comprender y dar a conocer el plan de Dios para la humanidad en su totalidad. Ahora bien, ¿qué hacemos con este conocimiento? ¿Qué hacemos con esta revelación? ¿Nos quedamos callados, pensando que bien merecido tienen la condenación por sus pecados, o vemos la tremenda necesidad, y la tragedia de millones de almas que pasan a la eternidad sin Cristo y sin esperanza?

En mis primeros años de cristiano era un gran cobarde. Temía hablar de Cristo. Nadie de mis compañeros sabía que yo era creyente. Cuando me invitaban a participar de sus actitudes pecaminosas, aunque normales para el mundo, yo inventaba excusas en vez de decir que como hijo de Dios yo no participaría de esto. De esta manera negué muchas veces al Señor. Esto siguió por varios años, hasta que el Señor me habló muy fuerte por los pasajes de Romanos 1:16 y sobre todo 2ª Timoteo 1:7,8a: «Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree…». «Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio. Por lo tanto, no te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor…».

Querido hermano, debemos llegar a sentir este ardor como lo tenían Pedro y Juan cuando bajo presión se les quería impedir que hablaran de Cristo: «no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído» (Hch.4:20).

Que podamos cumplir con la gran comisión y se cumpla lo que debería ser la tarea de los hijos de Leví, el sacerdocio: «La ley de verdad estuvo en su boca, e iniquidad no fue hallada en sus labios; en paz y justicia anduvo conmigo, y a muchos hizo apartar de la iniquidad» (Mal.2:6).

Quizás digas que no sabes predicar, pero tu vida puede hablar. De hecho, tu vida habla más que miles de palabras. Pero si con tu vida no impactas a otros, evidentemente algo en tu testimonio anda mal.

También puedes ayudar en la extensión del evangelio por medio de la oración específica y por medio de las ofrendas a los hermanos que realizan esta tarea.

Por otro lado, hay infinidad de áreas que son necesarias cubrir en la obra de Dios. Cada uno tiene su lugar. ¿Ya has descubierto el tuyo, y Le estás sirviendo fielmente? Dios va pedir cuentas de tu fidelidad de siervo.

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