Enoc 8/17
21 febrero, 2008Enoc 10/17
21 febrero, 2008Titulo: “Enoc”3/6 segunda parte
Autor: EstebanBeitze
Nº: PE1220
¿Tiene fe usted? Seguramente que si, porque en muchas citaciones diarias demostramos que tenemos fe. Fe en que el auto para cuanto tiene rojo y yo paso sin peligro; fe que el banco hace el movimiento de mi dinero de la forma que yo lo pedí, ectr.
Pero ¿tiene usted esta fe que destacó a Enoc, que se alimentó de una íntima comunicón con Dios?
Desea saber más acerca de la vida de fe de este hombre, entonces no espere más, escuche este programa.
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«Enoc» 3/6 segunda parte
Estimado amigo, hoy seguimos con el estudio bíblico acerca de la vida de Enoc, viendo que él se destacaba por su fe.
Leemos en Hebreos 11;5: «Por la fe Enoc fue traspuesto para no ver muerte, y no fue hallado, porque lo traspuso Dios; y antes que fuese traspuesto, tuvo testimonio de haber agradado a Dios».
Enoc fue un hombre que tenía fe. Ya al encontrarlo en la lista de Hebreos 11, sabemos que fue alguien que se destacó por su fe. El pasaje de Génesis nos había mostrado que la fe de este patriarca se expresó en su caminar con Dios, en una íntima comunión, por fe en su Hacedor.
El autor de la carta a los Hebreos deduce que el agrado que tuvo Dios en la vida de Enoc, fue su andar por fe, pues sigue diciendo a continuación: «Pero sin fe es imposible agradar a Dios» (v.6).
Por lo tanto podemos decir, que la fe de Enoc se destacó en un par de aspectos:
A. Su fe personal en Dios.
Lo primero que busca Dios en una persona, es que ponga su fe incondicionalmente en Él. Aunque el ser humano se desviva haciendo buenas obras, estas jamás alcanzarán para entrar en relación con el Dios completamente santo. Todo lo que el hombre pueda presentar de bueno para congraciarse con Dios es completamente vacío y sucio frente a la perfección de Dios. Isaías lo definía de la siguiente manera: «…todas nuestras justicias (son) como trapo de inmundicia» (64:6).
El hombre es pecador y «no hay justo, ni aun uno; no hay quien entienda. No hay quien busque a Dios. Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno» (Ro.3:10-12).
Por esta razón, o sea «por cuanto todos pecaron» la triste noticia es que también todos «están destituidos de la gloria de Dios» (Ro.3:23).
Pero en este nefasto cuadro intervino Dios. Él envió a Su amado Hijo Jesucristo para revertir esta situación que desde el punto de vista humano no tenía solución. Fue Cristo que ocupó nuestro lugar en la cruz por lo cual ahora nosotros somos «justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús» (v.24). Seguimos sin poder hacer nada por nuestras fuerzas para lograr la salvación. Ésta ya está hecha. Lo único que se necesita es aceptarla por fe. Bien conocidas son las palabras del apóstol Pablo sobre este tema: «Porque por gracia sois salvos, por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras para que nadie se gloríe» (Ef.2:8,9).
Aunque Enoc no conocía todo lo que nosotros conocemos ahora de la obra de salvación de nuestro Señor Jesucristo, él había puesto su fe en el Señor. Como ya vimos anteriormente, tuvo su encuentro con el Señor y de ahí en más «caminó con Dios».
Aunque a lo largo de la historia de la humanidad empezando en Génesis y terminando en Apocalipsis, la comunión con Dios se restablece por diferentes medios de acuerdo a la dispensación (por ejemplo los sacrificios en la antigüedad), la fe siempre tenía que estar presente para que fuera eficaz. Aquí el escritor de la carta a los Hebreos lo dice claramente: «sin fe es imposible agradar a Dios» (He.11:6a). El aspecto fundamental y esencial, el que se tiene que manifestar para empezar una relación con Dios, es «necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay».
Enoc probablemente no tenía la revelación de que los sacrificios que hacían, representaban y sólo tenían eficacia en el futuro sacrificio de Cristo, el «cordero inmolado desde antes de la fundación del mundo». Pero creía que existía un Dios. Conocía al Dios creador de los cielos y la tierra. Creía que existía y puso su fe en Él. A pesar de no conocer la obra cruenta y perfecta realizada por nuestro Salvador, creyó en Dios por lo que pudo observar en la naturaleza.
Dios se reveló al hombre en tres maneras básicas:
- Por medio de la creación,
- por Su Hijo Jesucristo,
- y por Su Palabra, la Biblia.
Enoc sólo conocía la primera de estas revelaciones, pero esto ya le alcanzó para creer en la existencia de Dios y poner su confianza en Él. El hombre actual en cambio, tiene una ventaja tremenda. Conocemos todo lo que fue la vida y obra de Cristo que nos vino a revelar al Padre, tenemos toda la inspirada Palabra de Dios, pero ¡cómo cuesta que crean!
Por otro lado hay tantos hoy en día que dicen: «Yo creo en Dios» o «Yo tengo mucha fe». Pero, ¿es esto fe? ¿Es esto lo que Dios entiende por fe? La Biblia dice que hasta los demonios tienen este tipo de fe: «Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan» (Sgo.2:19). Evidentemente, esto no significa que estos demonios amen a Dios o sean salvos por tener este tipo de fe. La fe que busca Dios, es una fe incondicional, una entrega absoluta a Él, un reconocimiento de Su persona y entrar en una relación personal con Él.
Pero si después de todo lo que Dios ha hecho a favor del hombre, éste no se acerca a Él por fe, evidentemente no Le agrada porque «sin fe es imposible agradar a Dios». Es más, el que no pone su fe en Dios, hace que Dios sea mentiroso, porque si dice que existe, ¿por qué entonces no deposita su fe en Él? «El que no cree a Dios, le ha hecho mentiroso» (1Jn.5:10). Y la consecuencia de este hecho es catastrófica: «El que cree en el Hijo (de Dios) tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él» (Jn.3:36). Es algo demasiado trágico para no ser tomado en serio.
Querido amigo, espero que ya hayas puesto tu fe sinceramente en Dios, creyendo y apropiándote de la obra perfecta de salvación hecha por Cristo en la cruz. Por lo tanto, si todavía no has entrado en relación con el Dios creador y Dios salvador al creer en Cristo, no lo dejes para más adelante. ¡Toma ahora la decisión de entregarte a Él!
La fe de Enoc se destacó también por ser una fe sincera.
«…sin fe es imposible agradar a Dios…». Ya vimos la necesidad de la fe para empezar el camino con el Señor. Pero luego la fe no pierde vigencia. La fe se tiene que demostrar en la vida diaria en todos los aspectos. Pero quisiera resaltar la importancia de la fe en el culto a Dios.
En la antigüedad, Dios muchas veces dijo a Israel, que estaba harto de sus sacrificios. Esto sacrificios habían sido instituidos por Él mismo. Pero se convirtieron en una religión exterior, donde el corazón estaba lejos de identificarse con el sacrificio y con Dios.
Lo mismo sucede hoy en día. Una cosa es orar, y otra creer que Dios escucha. Una cosa es adorar, y otra derramar el corazón delante del Señor; una cosa estar en la iglesia y otra participar del culto, etc. Dios busca la fe que se manifiesta en sinceridad y aborrece la hipocresía.
Los religiosos de la época de Jesús se caracterizaron por ser hipócritas. Todo el capítulo 23 de Mateo es una terrible acusación de Jesús a la elite religiosa.
Lamentablemente, en la iglesia de Cristo de hoy en día, se ve exactamente lo mismo. Muchos cristianos cuando están por entrar a la iglesia, hasta cambian su expresión del rostro. Pareciera que al pasar el umbral se colgaran una aureola en su cabeza y les salieran alitas de angelitos en la espalda. ¿Pero cómo se encuentra el corazón?
Pedro exhorta a lo cristianos: «Desechando, pues, toda …hipocresía…» (1P.2:1).
Dios conocía el corazón de Enoc, y sabía que todo lo que él presentaba al mundo era real. Su fe no era fingida, porque de lo contrario no podría caminar con Dios. Dios también conoce tu corazón y sabe, cuanto de lo que demuestras ser es verdad.de este mundo para que pudiera disfrutar de lo que había creído. En Judas 14 leemos: «De estos también profetizó Enoc, séptimo desde Adán, diciendo: He aquí, vino el Señor con sus santas decenas de millares, para hacer juicio…». Enoc no sabía nada acerca del arrebatamiento, como es el cielo y la gloria que nos espera, pero sabía que el Señor iba a venir a para poner en orden todas las cosas. Esta era su confianza y este era su mensaje. Por esta confianza, por tener esta esperanza, luego fue llevado a la presencia del Señor.
Cuando una persona tiene esta seguridad, aún en las circunstancias más adversas las enfrenta de otra forma.
Cierta vez un predicador invitado, después de la reunión volvió al hotel donde estaba alojado. Era de noche y de repente se dio cuenta que había perdido el camino. Ya no se acordaba en dónde se encontraba el hotel. Escuchó unos pasos detrás de sí y esperó a que un hombre se acercara. Luego le pidió si no podía guiarle en cómo llegar al hotel. El recién llegado le dijo que era ciego, pero que reconocía la voz del predicador. Le ofreció llevarlo al hotel. El ciego lo guió perfectamente hasta la puerta de hotel. Allí, comentando acerca de la ceguera dijo: «Estoy agradecido por mi ceguera porque tengo tanto tiempo de meditar y estar en paz. ¡Habrá tiempo suficiente para verlo todo en el cielo!
Algo similar expresó una querida hermana que vive en Santiago de Chile. Después de quedar ciega en ambos ojos dijo: «Dios me cerró los ojos para las cosas materiales de este mundo, pero me abrió mucho más los ojos para las cosas espirituales» Ella anhela estar en la presencia del Señor.