Esto sí es Sublime Gracia (11ª parte)

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Autor: William MacDonald

La Gracia puede ser mal utilizada u abusada también. Es importante estar atento a las manifestaciones y justificaciones que muchas veces se dan para continuar pecando o apostatar de la fe. Sin embargo, sólo Dios produce santidad en nosotros. Una vida que se mueve gradualmente a la perfección es el resultado y no la carga de la obra de tan preciosa Gracia.


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PE2508- Estudio Bíblico
Esto sí es Sublime Gracia (11ª parte)


 


Amigos, en la conclusión de nuestro programa anterior vimos que desafortunadamente el estado de un cristiano nunca se corresponderá perfectamente con su posición en esta vida. Pero debe moverse gradualmente hacia esa dirección. Cuando sea glorificado con Cristo en el cielo, su práctica será perfecta, pero Dios es más glorificado cuando se hace un gran progreso aquí abajo.

Algunos de los adjetivos que describen esta posición son: regenerados, perdonados, reconciliados, redimidos, aceptados, completos, perfeccionados, santificados, justificados y glorificados.

Algunos de los verbos que describen la práctica son: ser, hacer, caminar, presentar, ofrecer, dar, considerar, permanecer, permitir, apartar, poner, deber y rendir.

Entonces, el método de Dios es darle al creyente una posición perfecta delante de él, y luego enseñarle a caminar en armonía con la misma. Esto es todo lo contrario a la ley. Esta última dice: «Si llega a un cierto estado, usted ganará su posición». Imposible, por supuesto. No puede hacerse. La gracia dice: «Te daré la posición como un don gratuito, ahora camina como es digno de él«. Esto es posible por el poder del Espíritu Santo que mora en nosotros.

Tal vez usted ha oído hablar del viudo que contrató a una empleada para que cuidara sus hijos y su casa. Pegó una lista de normas en la puerta del refrigerador y le hizo saber muy claramente que esas eran sus responsabilidades. Luego la trama se complicó. Él se enamoró de la encantadora dama, y tan pronto como se casaron, quitó las reglas del refrigerador. Ella siguió haciendo el trabajo, más y mejor, pero ahora lo estaba haciendo por amor, y no por miedo a perder su trabajo.

Cuando es comprendida apropiadamente, la gracia es el motivo más fuerte posible para tener una vida santa. ¡Véalo de esta manera! El Señor Jesús murió para quitar los pecados de los creyentes sacrificándose a Sí mismo. ¿Acaso ellos quieren seguir en aquello que causó su muerte? Él ha demostrado ser el mejor Amigo de Su pueblo. ¿No deberían hacer que su meta sea ser agradables a Él en todo lo que hacen y dicen?

Cuando Él murió, lo hizo como su representante. Cuando murió, fue como si ellos murieran. Según su posición, están muertos al pecado. Y en la práctica también deberían considerarse como muertos al pecado. Pablo argumenta sobre este punto en Romanos 6. Él pregunta: «¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde? ¿Continuaremos en pecado para que abunde la gracia?». Y después responde indignado: «En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él?

Antes de que una persona sea salva por la gracia, es esclava del pecado. Ahora es sierva de la justicia. Debe rendirse a esta santa esclavitud. Alguien lo expresó de esta manera: razone respecto a la grandeza del sacrificio y la grandeza del pecado; luego determínese a dejar el pecado a un lado para siempre. John Bunyan lo expresó aún más firmemente: «El pecado es un reto a la justicia de Dios, una violación de Su misericordia, una burla de Su paciencia, un insulto de Su poder, y el desprecio de Su amor«. El puente que separa al pueblo de Dios del pecado se compró en un precio demasiado alto para volver atrás otra vez.

La pregunta ahora es: «¿cómo puedo saber qué es un andar digno?». La respuesta está en las instrucciones prácticas que se encuentran en la Palabra de Dios. El Nuevo Testamento tiene cientos de tales mandamientos, pero antes debemos añadir una rápida explicación. Los mandatos que se encuentran allí no fueron dados como leyes con penas adjuntas. Más bien son instrucciones sobre justicia que responden a la pregunta: «¿qué tipo de comportamiento es adecuado para una persona que ha sido salva por gracia?«. Aquí daremos algunos ejemplos, que se encuentran en Efesios 4:25-32:

«… desechando la mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo…«.

«Airaos, pero no pequéis«.

«El que hurtaba, no hurte más, sino trabaje, haciendo con sus manos lo que es bueno, para que tenga qué compartir con el que padece necesidad«.

«Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca«.

«No contristéis al Espíritu Santo de Dios«.

«Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia«.

«Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo«.

Así vemos que la misma gracia que trajo salvación también enseña que: «renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente» como leemos en Tito 2:12. Strombeck señala que «el bajo nivel actual de la conducta cristiana se debe principalmente a la enseñanza incompleta sobre la gracia. Todas las ideas erróneas por parte de muchos, de que un énfasis excesivo en la gracia es como una licencia para pecar, se eliminaría rápidamente si la gracia se predicara y se entendiera en su plenitud».

No es exagerado ni simplista afirmar entonces que todo es por gracia. La vida cristiana es pura gracia de principio a fin. El Dios de toda gracia nunca deja de derramar Su favor sobre aquellos que le aman. A veces Su misericordia puede parecer oculta, pero al mirar hacia atrás, se hace claro que Él nunca olvidó ser bueno. Los creyentes pueden ver la gracia divina en el milagro de su preservación. Teniendo en cuenta todos los gérmenes y los virus que hay en circulación, las innumerables posibilidades de accidentes, los riesgos de viajar y el peligro de los hombres violentos, que la vida siga en absoluto es una total maravilla.

Piense en la gracia del Señor al guiarnos. Tanta gente para guiar, y sin embargo lo hace con infinito cuidado y perfecta habilidad, por lo que cada uno puede decir: Con misericordia y con juicio mi red de tiempo Él tejió. y todos pueden cantar: Mi Jesús ha hecho todas las cosas bien. A veces nos guía a través de un desierto sin caminos, otras veces es como un campo minado. Sin embargo, en todos los capítulos de la vida, él guía «con dulce e incansable cuidado al rebaño por el cual se desangró».

Y luego está Su gracia en la provisión. El generoso Dios provee para todas las necesidades de sus amados conforme a sus riquezas inagotables en gloria en Cristo Jesús. Los alimenta con lo mejor del trigo y la miel de la roca como señala el salmista en Salmo 81:16 y les da su comida a su tiempo.

Su providencia se manifiesta también en el control absoluto de las circunstancias y en cómo sincroniza y secuencia los tiempos de los acontecimientos. En Su gracia, nos garantiza que nada sucede por casualidad. Más bien, Él hace todas las cosas para el bien de los que le aman. Debido a que Sus hijos son la niña de sus ojos, Él promete que ninguna arma forjada contra ellos prosperará y toda lengua que se levanta en contra de ellos será condenada. Anula la maldad de los impíos para Su propia gloria y para el beneficio de Su pueblo.

La gracia del Señor nunca brilla con mayor esplendor que en Su perdón. Nadie puede medir sus dimensiones. Piense en el caso del rey David. En primer lugar, cometió adulterio con Betsabé mientras su marido, Urías, estaba en la guerra. Cuando David convocó a este fiel teniente a regresar de la batalla, el rey trató de arreglar las circunstancias para que Urías pareciera ser el padre del bebé que ella estaba esperando. Al fracasar en esto, David ideó la vil estratagema de enviar a Urías donde estaría más expuesto al fuego enemigo, y donde su muerte estaba asegurada. La inmoralidad del rey y la traición eran despreciables e indignas de un monarca. Sin embargo, tan pronto como él se arrepintió, oyó las palabras de emancipación: «el Señor… ha quitado tu pecado«.


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