Esto sí es Sublime Gracia (6ª parte)
21 septiembre, 2020Cuidando a nuestros mayores – Parte 2
21 septiembre, 2020Autor: William MacDonald
Muchas personas intentan ganar el favor de Dios con actitudes, obras y sacrificios personales. Pero ¿Esto ayuda de alguna forma? En este programa abarcamos ejemplos de una lista de obras religiosas que la gente se empeña en cumplir y cuál es la respuesta de Dios al respecto.
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PE2504- Estudio Bíblico
Esto sí es Sublime Gracia (7ª parte)
La palabra Evangelio proviene de un vocablo griego que quiere decir “Buena nueva”, sin embargo, podemos hablar de un «Evangelio» que trae malas noticias. Existe un evangelio falso. No son buenas nuevas para nada, y sin embargo es el mensaje que la mayor cantidad de gente cree en el mundo. Es el que dice que la gente buena es la que va al cielo. El que dice que puede ganarse su salvación por buenas obras o merecerlo por su buen comportamiento. La mayoría de las religiones del mundo enseñan esta doctrina de una forma u otra. Parece correcta para las personas, pero la Biblia dice que su fin es muerte, lo que implica separación eterna de Dios.
Esto no es nuevo. De hecho nos hace regresar hasta el Jardín del Edén. Adán y Eva intentaron cubrir su desnudez pecaminosa con delantales de hojas de higuera. Quisieron calificar para estar en la presencia de Dios a través de algo que podían hacer. Pero Dios tuvo que mostrarles que era todo un gran error. Así fue como los vistió con pieles de animales. Para esto, los animales tuvieron que morir. Su sangre tuvo que derramarse. Todo lo que Adán y Eva tuvieron que hacer fue aceptar la provisión de Dios por fe. Dios les estaba enseñando que el pecado los separaba de Él, que el hombre no sirve de puente sobre ese abismo y que los pecadores solo pueden acercarse a Dios por medio de un sacrificio sustituto en el que se derramara sangre.
Caín debió haber aprendido del error de sus padres. Pero en lugar de eso, trajo a Dios una ofrenda sin sangre, el resultado de su propia labor. Significó un completo rechazo por los caminos de Dios, y un rechazo voluntario por la Palabra de Dios. Resultó en condena eterna. El evangelio falso parece correcto, pero lleva a la muerte.
Aun así, después de todos estos siglos, sigue siendo la religión que muchos eligen. Un presidente de los Estados Unidos dijo al morir su asesor jurídico «Mi más profunda esperanza es que… [su] alma reciba la gracia y la salvación que su buena vida y buenas obras ganaron».
Un conocido pastor, famoso por su énfasis en el pensamiento positivo, dijo: «Así como tenemos buenos pensamientos y así como hacemos el bien, creemos que todos irán al cielo».
Un fiel predicador puede disertar durante cuarenta minutos que la salvación es por gracia a través de la fe y no por obras. Al final se para en la puerta y le pregunta a un visitante: «¿Es usted salvo?». Y el visitante responde: «Estoy haciendo lo que puedo».
Un cristiano le preguntó a una nueva amistad: «¿Eres salvo?». El amigo contestó, «¿Quién sabe?». Se había dado cuenta que si la salvación era por comportamiento u obras, nadie podía tener la certeza de calificar o no. La meta es demasiado indefinida o elusiva.
La salvación por obras está tan profundamente arraigada en la mente humana que necesita de la obra sobrenatural del Espíritu de Dios para erradicarla. Las personas quieren creer que pueden salvarse a sí mismas o al menos contribuir a su salvación. Eso satisface su orgullo. No les gusta pensar en sí mismos como objetos de la gracia, o, como ellos dicen, de la «caridad». Para ellos es ofensivo pensar que no pueden ganarse el cielo.
Por tanto se aferran tenazmente a la idea de la salvación por buenas obras y buen comportamiento. Muchas personas, aun después de ser verdaderamente salvas por la gracia, vuelven momentáneamente a la idea de que deben hacer algo para mantenerse salvos. La iglesia de hoy está fermentada con esta herejía.
Eso no es la gracia. Gracia y obras son completamente opuestos. En el momento que intenta mezclarlos, deja de ser gracia. Por ejemplo, decir que somos salvos porque vivimos una vida cristiana no tiene nada que ver con la gracia. No habla de la gracia decir que somos salvos por ningún tipo de obras. Tampoco tiene nada que ver con la gracia decir que somos salvos por fe y por obras. La gracia declara que somos salvos por fe y nada más.
Hubo una vez un joven rico que creía en la salvación por obras. Vino a Jesús y le preguntó: «¿Qué bien tengo que hacer para tener vida eterna?«. Él quiso ganarse su salvación. Cuando Jesús citó seis de los Diez Mandamientos para mostrarle la imposibilidad de ganar el cielo por obras, el joven se jactó con orgullo de haber guardado todos esos mandamientos. Pero en realidad no lo había hecho. Él no había amado a su prójimo como a sí mismo. Si lo hubiera hecho, hubiese compartido de su riqueza con los pobres. La codicia era su pecado predominante. Al quebrantar uno de los mandamientos, era como quebrantarlos todos, pues son como una cadena de diez eslabones. Él necesitaba ser salvo por gracia, no por obras.
Cuidado con los boletos falsos para el cielo. La herejía más profundamente arraigada en la mente humana es que la salvación es por obras, que las personas buenas van al cielo. A continuación veremos algunos ejemplos de obras de las que la gente toma como boleto para el cielo:
Entre ellas podemos encontrar el bautismo. Debería entenderse que esta ceremonia corresponde a los que ya son salvos. Es una confesión pública de Cristo, una identificación con Él en Su muerte, sepultura y resurrección.
Así como el bautismo, la Cena del Señor es para los que son cristianos decididos. Es un recordatorio de la muerte del Señor.
Muchas veces relacionada al bautismo encontramos también la confirmación. Es una tradición de la iglesia, ni siquiera se encuentra en la Biblia, por tanto jamás podría ser un medio de salvación.
¿Y qué de la confesión y penitencias? Los pecados no pueden ser perdonados si se confiesan a un hombre. Lo que Dios está esperando oír es que confiesen a Jesucristo como Señor y Salvador. Y con respecto a la penitencia podemos decir primeramente que la palabra no se encuentra en el Nuevo Testamento. Dios quiere que los pecadores se arrepientan, es decir, que reconozcan su pecado y se vuelvan a Él para obtener perdón.
¿Ser miembro de una iglesia ayuda? Éste no es un medio de salvación sino el resultado de la fe en Cristo. La única membresía que cuenta para el Señor es la membresía en el cuerpo de Cristo, conformado por creyentes verdaderos. Lo mismo podemos decir de la asistencia regular a las reuniones de la iglesia. Aunque es un hecho admirable en sí mismo, no tiene ningún valor salvador.
¿Qué podemos decir del diezmo? Para un incrédulo, dar cierto porcentaje de sus entradas a una iglesia es inútil al querer ganar méritos con Dios. De hecho, Dios no quiere su dinero. Él quiere ver su arrepentimiento y su fe.
Hablemos de la práctica del ayuno. La autonegación puede ser buena para la salud de una persona, y para los cristianos, puede que ayude en la concentración espiritual. Pero para una persona que no es creyente, no tiene valor como medio para agradar a Dios.
Algo similar sucede con las oraciones. Hemos visto en programas que el sacrificio de Jesús entregó también a los salvos por Gracia es la posibilidad de comunicarse con el Padre. Sin embargo, la oración que Dios más desea oír de una persona no salva es, «Dios ten misericordia de mí, pecador, y sálvame en el nombre de Jesús«.
Para terminar cabe mencionar la extremaunción. En este sacramento, un sacerdote ora por la recuperación y la salvación de una persona en estado crítico. Tristemente, no tiene autoridad escritural y no garantiza ni la vida en la Tierra ni la eterna.
Recuerde querido oyente, sólo el sacrificio perfecto de Jesús brinda perdón de pecados lo que abre la puerta a la presencia del Padre, en ésta vida y en la eternidad.
Si desea puede adquirir el libro sobre el que está basada esta serie de programas.
Esto Sí es Sublime Gracia
¡Sublime Gracia! cantamos de ella ¿pero sabemos lo que realmente significa?.
La Gracia trasciende la razón y la lógica pero no las violenta. La vida del hijo de Dios es una muestra divina de principio a fin. Es una revelación, que no le debe nada al hombre y le colma de inimaginables bendiciones. Es la historia del Señor dando lo mejor de Sí que no merecen nada más que Su juicio. Por esta y muchas razones más te animamos a descubrir la Sublime Gracia de nuestro Dios.