Filemón II / Lo que hace posible el amor 3/3
21 febrero, 2008Filemón III / Lo que hace posible el amor 2/4
21 febrero, 2008Titulo: Filemón III / Lo que hace posible el amor 1/4
Autor: NorbertLieth
Nº: PE1183
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Filemón III / Lo que hace posible el amor 1/4
Estimado amigo, en esta tercer parte del estudio de la carta a Filemón enfoquémonos en un comienzo, en la intercesión de Pablo.
En los versículos 17 al 21, una vez más el apóstol interviene intercediendo por Onésimo. Aquí vemos como toma el lugar de un abogado que, con toda entrega, defiende a su cliente. Merece gran consideración y respeto la forma como Pablo lucha, discute, y sale de garantía por este hombre, que «sólo» era un esclavo.
Estimado amigo, tres cosas que podemos aprender de esto:
Versículo 17:«Así que, si me tienes por compañero, recíbele como a mí mismo.»
La teoría necesariamente requiere de la práctica
Aparentemente, Filemón siempre había recalcado que Pablo era para él un «compañero» o, dicho de otra manera, un «amigo». Quizás en cierta forma, incluso, estaba orgulloso de eso, de ser compañero del gran apóstol de los gentiles.
Compañero significa: «Alguien que tiene algo en común con el otro. Partícipe, socio, acompañante, ir por el mismo camino y tener la misma meta, el mismo sentir.
Ahora Pablo hace uso de esta confesión de Filemón y, basándose en la misma, intercede por Onésimo: «Si me consideras tu compañero, entonces recibe a Onésimo, ya que yo también lo he recibido y, ante todo, el Señor lo recibió.» Pues la Biblia nos enseña en Santiago 1:22:«Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos.»¡Cuántas veces afirmamos en nuestras oraciones cosas que quieren decir mucho!:
• Afirmamos la sinceridad de nuestro corazón: «…de todo corazón…» – y justamente en lo que se refiere a nuestro corazón, podemos ser muy susceptibles y falsos.
• Afirmamos toda nuestra disposición a un avivamiento y decimos: «Señor, que el avivamiento empiece por mí» – y tenemos envidia y celos en el corazón.
• Afirmamos nuestra disposición al servicio: «¡Queremos seguirte de todo corazón!» – y nos servimos a nosotros mismos más que al Señor.
• Afirmamos nuestra disposición a dejarnos usar en cualquier lugar, a estar dispuestos a cualquier servicio – sin embargo, vivimos en la comodidad y evitamos cualquier tarea que no nos plazca.
• Cuántas veces ponemos palabras rimbombantes en nuestra boca, afirmamos amar al prójimo – pero no nos alegramos con los logros de ellos. ¿Estamos realmente dispuestos, si fuera necesario, a poner en hechos nuestras afirmaciones respecto a la fidelidad, amistad, amor y hermandad? – ¿O nos estamos engañando a nosotros mismos?
Ya no debería haber diferencias
Pablo le dice a Filemón: «Recíbelo tal como me recibirías a mí. Recibe a Onésimo como me recibirías a mí si yo llegara.»
Aquí se exige algo que casi no se puede imaginar. ¡No se podía comparar a un esclavo fugitivo con Pablo…! Para recibir al apóstol se hubiera hecho una fiesta, y se le hubiera dado un cordial recibimiento. Se hubiera colocado una tarjeta de bienvenida junto a su cama y algunas flores, y se le hubiera brindado una recepción oficial. ¿Pero hacer lo mismo con este esclavo? Sin embargo, Pablo ruega:«Recíbelo como a mí mismo.»
Seguramente sería irreal pensar que Onésimo ahora debería ser tratado como una visita permanente. Porque entonces Filemón se habría transformado en esclavo de Onésimo. ¡No! Onésimo debía seguir siendo un esclavo en la casa de Filemón, pero tenía que ser recibido como un hermano.
¿No tenemos muchos problemas justamente en este aspecto? ¿No es verdad que demasiadas veces hacemos acepción de personas? «¡No podemos comparar a éste con aquél!», decimos. Y mostramos nuestras diferencias al saludar, en nuestras palabras, en nuestras invitaciones y simpatías. A uno le demostramos una total dedicación, y el otro puede estar contento si siquiera le damos la mano.
Pero la Palabra de Dios es válida para cada hermano y hermana en Cristo, sin distinciones:
• (Lc. 9:48).«Cualquiera que reciba a este niño en mi nombre, a mí me recibe; y cualquiera que me recibe a mí, recibe al que me envió; porque el que es más pequeño entre todos vosotros, ése es el más grande»
• (Gal. 4:14).«Y no me despreciasteis ni desechasteis por la prueba que tenía en mi cuerpo, antes bien me recibisteis como a un ángel de Dios, como a Cristo Jesús»
• (Mt. 10:40).«El que a vosotros recibe, a mí me recibe; y el que me recibe a mí, recibe al que me envió»
• (Mt. 25:40).«Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis»
Debe reflejarse en nosotros la misericordia que hemos recibido de Jesucristo.
Escuchemos unos compases de música que nuestro operador ha seleccionado! Enseguida regresamos.
Estimado amigo, Dios, el Padre, nos aceptó y recibió nuevamente en Jesús. Sí, nos dio la bienvenida a Su casa! Nosotros, en Cristo, somos tan amados por el Padre celestial como Su propio Hijo. – Por lo tanto, esta aceptación del Señor, gracias a Su misericordia, debe reflejarse siempre en nuestra mutua aceptación como hermanos en la fe.«Por tanto, recibíos los unos a los otros, como también Cristo nos recibió, para gloria de Dios».
«Recibid al débil en la fe, pero no para contender sobre opiniones. Porque uno cree que se ha de comer de todo; otro, que es débil, come legumbres. El que come, no menosprecie al que no come, y el que no come, no juzgue al que come; porque Dios le ha recibido»Esto lo encontramos en Romanos.
«Recibidle, pues, en el Señor, con todo gozo, y tened en estima a los que son como él», dice otro versículo en Filipenses.
Ahora veamos lo importante que es dar todo por el hermano
Versículos 18 y 19:«Y si en algo te dañó, o te debe, ponlo a mi cuenta. Yo Pablo lo escribo de mi mano, yo lo pagaré; por no decirte que aun tú mismo te me debes también.»
A veces lo decimos muy aprisa: «Que toda la culpa recaiga sobre mí». Pero lo que realmente se entiende por esto, es lo que leemos en el versículo que acabamos de citar. No se trata sólo de una fórmula retórica de Pablo, sino que él realmente estaba dispuesto a pagar todo:«Yo lo pagaré.»
Él estaba decidido a pagar la cuenta de la culpa de Onésimo. Estaba dispuesto a ponerse en el lugar de Onésimo y pagar su deuda. De esto aprendemos dos cosas primordiales con las cuales me gustaría ir culminando!
1. Cómo tratar con la culpa
Jesús había redimido a Onésimo, perdonándole toda su culpa e injusticia. El Señor llevó a la cruz el pagaré:«Anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz». Pero la injusticia y la culpa originada, también debe ser saldada delante de los hombres. En este caso, Pablo está dispuesto a tomar sobre sí esta culpa. De manera, que él no pasa por alto la injusticia cometida, sino que la toma sobre sí.
El Espíritu Santo habla y actúa a través del apóstol. Pablo actúa de esta manera porque se conduce según el modo de pensar de Cristo. Andar según el modo de pensar de Cristo, significa buscar siempre un camino para liberar al prójimo de su culpa, no cargarla a su cuenta sino, llegado el caso, hasta saldarla. Se trata de tomar una sincera posición de sacerdote. Dios nos ha encomendado el ministerio de la reconciliación, y ha puesto en nosotros la palabra de la reconciliación. Esto lo leemos en 2 Corintios 5:18-19:«Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios. Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.»
2. Lo que significa el amor
El amor no lleva una lista de las injusticias cometidas, al contrario, él no guarda rencor:«No es grosero ni egoísta. No se enoja por cualquier cosa. No se pasa la vida recordando lo malo que otros le han hecho». En 1 Pedro 4:8 dice:«Y ante todo, tened entre vosotros ferviente amor; porque el amor cubrirá multitud de pecados.»
Que Dios le bendiga, nos encontramos muy pronto!