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Título: «Fuera de la puerta» 2/3

Autor: Michael Urban  PE Nº: 1232

«Fuera de la puerta».

En el programa anterior hemos partido del pasaje bíblico de la primera carta de Juan, capítulo 2 versículo 6, que dice así: «El que dice que permanece en él – en Jesucristo – debe andar como él anduvo».


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Hemos escuchado que Jesús anduvo afuera, fuera de la puerta, fue por el camino del Gólgota, donde sufrió y murió por el pecado del mundo. Gólgota nos permite una mirada al corazón de Dios. Nos muestra el pecado, cuan odioso es para Dios, como Le afecta en Su corazón, comprendemos el gran peso que tiene, y lo poco que nosotros mismos podemos hacer en contra de él. Solamente quien haya comprendido la importancia que Dios debe darle al pecado y lo sublimes que son los pensamientos de Dios, sabe que nosotros nunca seríamos capaces de hacer lo que el Señor Jesús hizo. Estimado amigo, hemos terminado el programa anterior subrayando lo siguiente: 

La sangre derramada de Jesús es algo muy diferente que la sangre de los toros y de los machos cabríos. No solamente cubre los pecados, sino que los sumerge en lo profundo del mar (cp. Mi. 7:19). La sangre de Jesús quita los pecados (He. 9:28). Lo que ha sido expiado por la sangre del Hijo de Dios, es considerado como olvidado por el Padre celestial. Pero la redención que nosotros como pecadores necesitamos, tiene que cumplir con ciertos requisitos. El Padre celestial une expectativas muy específicas al sacrificio de Su Hijo, y no las espera de nosotros sino de Su Hijo: 

– Tiene que ser una redención que Dios vea como totalmente suficiente y satisfactoria.

– Tiene que ser una redención que eficientemente acabe con el pecado y con todas sus consecuencias.

– Tiene que ser una redención que ejecute la pena de muerte sobre el pecador.

– Tiene que ser una redención que venza a Satanás, lo destrone y le quite totalmente todo su poder.

Por esa razón, el Señor Jesús fue crucificado fuera de la ciudad. Si queremos verlo y conocerlo correctamente, debemos salir fuera de la puerta. Ya no se trata denuestrasdebilidades, denuestraeducación mal enfocada, denuestrosasí llamados tropiezos o fracasos, denuestrosproblemas de carácter o características personales heredadas. Ya no se trata de los lamentos y las quejas sobrenuestrosfracasos, ni denuestraañoranza de agradar al Señor. La añoranza no salva, por mejor que sean sus motivos. No, fuera de la ciudad, allí donde sufrió Jesús, se trata simplemente de la salvación: Todo pecado separa de Dios, todo pecado tiene la muerte como consecuencia, todo pecado pesa sobre mi relación con Dios.

Recién cuando salimos del «campamento», llegamos a ser realmente concientes del serio y destructor efecto del pecado. Y solamente quien ve sufrir a Jesús fuera de la puerta, fuera del campamento, sabe por qué y para qué fue redimido. El verdadero gozo de la salvación recién lo podemos sentir si primeramente hemos asimilado en nuestro interior el sufrimiento de nuestro Señor y el poder mortal del pecado.

La meta de la ansiada santificación

Estimado amigo, no puedo llegar a estar cada día más agradecido por mi redención, si no estoy también cada día más triste por mi pecado, triste por el hecho que por mi causa, el Hijo unigénito del Padre lleno de gracia y de verdad, tuviera que abandonar Jerusalén – la ciudad que Él amaba –, porque al igual que el sacrificio antiguo-testamentario debía salir del campamento y ser considerado como basura.

Recién cuando un ser humano tiene conciencia del pecado, puede darse cuenta de lo que significó para el Señor Jesús, no solamente cargar con los pecados del mundo, sino ser hecho Él mismo pecado (2 Co. 5:21). O sea, puede sentir y experimentar que el pecado separa de Dios. Jesús, quien tenía la más íntima relación con el Padre, tuvo que experimentar esto en la cruz, cuando exclamó:«Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?»(Mt. 27:46).

Estimado amigo, como consecuencia, no puedo evitar mencionar algo muy serio: Santificación no significa que seamos cada vez mejores, cada vez más fieles, cada vez más piadosos y más perfectos. ¡No! Santificación significa que debemos sentirnos cada vez más contritos delante de nuestro Dios y Padre. Si usted alguna vez llega a necesitar fuerza al ser perseguido y atribulado como testimonio para el Señor, entonces anteriormente a eso debe haber conocido al Señor Jesús como mediador e Hijo de Dios allá afuera, fuera del campamento, en Su absoluta humillación. Su dolor, además de físico, era un dolor emocional – ya que ¿qué hijo de Dios soporta la separación de su Padre?

Con Jesús, fuera del campamento

«Salgamos, pues, a él, fuera del campamento, llevando su vituperio….» (He. 13:13). ¿Estamos dispuestos a hacer esto? El Gólgota, ¿realmente es el lugar donde usted quiere estar?

¿No es verdad que añoramos una vida cristiana plena, sin problemas? ¿Un testimonio que sea aceptado, una palabra amable que encuentre amor como contrapartida? Bueno, yo al menos le tengo bastante temor al sufrimiento y tengo miedo de lo que el Señor quizás todavía pueda poner sobre mí en cuanto a eso. Pero también estoy profundamente convencido que el verdadero cristianismo está fuera de la puerta, fuera del campamento. Porque«el discípulo no es superior a su maestro»(Lc 6:40). Y no puede ser que mientras que Él lleva nuestra deshonra fuera de la ciudad, nosotros dentro de los seguros muros de la misma, podamos celebrar fiestas y recibir aplausos como ciudadanos reconocidos.

Ser cristiano significa estar cerca de Jesús. ¿Qué otra cosa podría ser? En nuestro tiempo de tolerancia y de reconocimiento de muchos dioses e imágenes, ser cristiano significa adherirsesolamentea Jesús. Para nosotros, como iglesia, significa aceptar que nuestro claro camino, en concordancia con la Palabra de Dios, aun entre cristianos sea considerado como «ultra-fundamentalista». El separarse de alianzas y confederaciones, y sobre todo de toda actividad ecuménica, está causando mucho enojo entre los cristianos – sobre todo entre los así llamados evangélicos. En lo que a eso respecta, ya nos encontramos fuera del campamento. Y justamente ahí reside el misterio de nuestro cristianismo: En que estemos dispuestos a acompañarlo hasta las afueras del campamento, acompañarlo a Él puede significar para nosotros sufrir vergüenza, burla y desprecio, aislamiento, rechazo y malas lenguas. En las afueras de la ciudad, allí está el viento en contra, allí nosotros, como dice el texto bíblico, debemos cargar con Su vergüenza (no la nuestra). Pero Su vergüenza solamente la podemos cargar si lo acompañamos a Él hasta fuera de la puerta. Esto puede significar para cada uno de nosotros abandonar distintas seguridades, diferentes puntos fijos a los que estamos aferrados, y para cada cual, el «ir fuera del campamento» puede significar algo diferente.

Para los que recibieron la carta a los hebreos, significaba el separarse de las seguridades que les ofrecía el antiguo pacto, la renuncia a los derechos que les eran otorgados al estar en conformidad con las congregaciones judías en el Imperio Romano (derecho de reunirse, jurisdicción propia, tributación propia). El hecho es que la joven congregación judía vivía, como diríamos ahora, en una situación de inseguridad jurídica. Y más de uno echaba de menos la seguridad del antiguo pacto.

¿Cuál es la consecuencia de salir hacia donde está Jesús?

La respuesta la encontramos en Hebreos 10:32-35:«Pero traed a la memoria los días pasados, en los cuales, después de haber sido iluminados, sostuvisteis gran combate de padecimientos; por una parte, ciertamente, con vituperios y tribulaciones fuisteis hechos espectáculo; y por otra, llegasteis a ser compañeros de los que estaban en una situación semejante. Porque de los presos también os compadecisteis, y el despojo de vuestros bienes sufristeis con gozo, sabiendo que tenéis en vosotros una mejor y perdurable herencia en los cielos. No perdáis, pues, vuestra confianza, que tiene grande galardón.»

Una cosa es segura: Usted no puede ser cristiano sin ir en pos de Jesús. Usted no puede decirse creyente, si no puede ni quiere soportar la vergüenza de Cristo. Usted no puede hablar del amor a Jesús, si evita el rechazo y la oposición, y busca siempre la armonía con sus amigos.

Fuera de la puerta, fuera del campamento, puede significar que usted de repente ya no sea comprendido por su familia, que ya no comprenda a sus hermanos, y tampoco a otros cristianos. Salir hacia afuera para estar con Jesús fuera del campamento, en algunas circunstancias significa abandonar todas las seguridades y soltar todas las conveniencias humanas. Y en esta situación: «No perdáis, pues, vuestra confianza, que tiene grande galardón.»

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