Caleb – Su valor y su prueba (3/3)
26 marzo, 2010Cuídate querida mujer
8 abril, 2010Autor: Michael Urban
Será la tercera vez con el tema: «Fuera de la puerta», un estudio bíblico de Michael Urban donde nos basamos en el texto bíblico de 1º Juan 2,6: «El que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo».
Se habla de Jesús, que anduvo «fuera de la puerta», donde murió en la cruz del Gólgota por mis y sus pecados, venciendo al enemigo y dándonos un futuro seguro si aceptamos la salvación por fe.
¿Cuál es la consecuencia si salimos hacia donde está Jesús? Y seguiremos con el último punto de este estudio bíblico:
«Con Jesús, tomar conciencia de la meta».
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¿Cuál es la consecuencia de salir hacia donde está Jesús?
La respuesta la encontramos en Hebreos 10:32-35:«Pero traed a la memoria los días pasados, en los cuales, después de haber sido iluminados, sostuvisteis gran combate de padecimientos; por una parte, ciertamente, con vituperios y tribulaciones fuisteis hechos espectáculo; y por otra, llegasteis a ser compañeros de los que estaban en una situación semejante. Porque de los presos también os compadecisteis, y el despojo de vuestros bienes sufristeis con gozo, sabiendo que tenéis en vosotros una mejor y perdurable herencia en los cielos. No perdáis, pues, vuestra confianza, que tiene grande galardón.»
Recordemos que es la vergüenza de Cristo la que cargamos. Eso nos ennoblece en gran manera, eso nos eleva en el reino de los cielos por encima de las personas arrogantes e incrédulas, eso admira al mundo de los ángeles y enoja al adversario, porque en ningún lado su derrota se muestra con tanta claridad como cuando los seres humanos, a través de la sangre de Jesucristo, repentinamente son capaces de soportar la vergüenza de Cristo, de renunciar al prestigio y al honor, y de estar con los rechazados y menospreciados.
Por eso, ¡salgamos a Él fuera del campamento, y carguemos con Su vergüenza! A los ojos de Dios somos aquello que se hace visible no solamente en las circunstancias normales de la vida, sino especialmente en las horas de prueba. Por eso, tome la decisión de ir con Jesús hacia afuera del campamento. Pero no lo haga en forma superficial y apurada. Considere los costos, y cuando tome la decisión, no vuelva a mirar atrás.
Con Jesús, tomar conciencia de la meta
Las palabras de Hebreos 13:13:«Salgamos, pues, a él, fuera del campamento, llevando su vituperio»,nos llevan hacia un pensamiento nuevo:«Porque no tenemos aquí ciudad permanente, sino que buscamos la por venir»(v. 14). Y esto nos hace recordar lo que dice en Hebreos 11:25-26:«Escogiendo antes(Moisés)ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los deleites temporales del pecado, teniendo por mayores riquezas el vituperio de Cristo que los tesoros de los egipcios; porque tenía puesta la mirada en el galardón.»¿Cómo fue que Moisés llegó a ese galardón? ¿No fue así que el Espíritu de Dios tuvo que abrirle los ojos y el corazón para esperar cosas que él aún ni conocía? ¿No sucedió lo mismo con Abraham, que – miles de años antes – llegó a esperar la ciudad venidera, el Jerusalén de los cielos (He. 11:10)? ¿No fue el Espíritu de Dios quien obró en forma maravillosa en los corazones de los patriarcas de la fe?
Nuevamente tomé conciencia de la urgente necesidad que tenemos del Espíritu Santo, para comprender que nos espera un futuro maravilloso. El versículo bíblico:«… no tenemos aquí ciudad permanente…»(He. 13:14), es muy conocido para muchos cristianos y muy citado. Y si el creyente tiene delante suyo una perspectiva tan maravillosa, uno tendría que suponer que solamenteunaactitud podría ser posible en vista de la venida del Señor: Una esperanza viva y una ardiente añoranza. Pero en muchos casos, el Espíritu Santo ni siquiera ha logrado llegar a los corazones de aquellos que leen, escuchan, cantan, citan y hasta oran ese versículo.
El hecho es que, con respecto a ese futuro maravilloso, existen cuatro actitudes diferentes entre los cristianos:
- Enemistad agresiva
- Indiferencia negligente
- Preocupación temerosa
- Esperanza ansiosa
¿Cuál es su actitud?
En las Escrituras, Dios nos muestra muy claramente cual debería ser la actitud de las personas espirituales con respecto a la segunda venida de nuestro Señor:«Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones»(2 P. 1:19). Es necesario prestar atención a la Palabra bíblica profética, ya que es absolutamente fidedigna y se cumplirá con absoluta seguridad. Permanecer indiferente frente a esta invitación, es pecado. Justamente en nuestros días oscuros y en la inseguridad de nuestros tiempos debemos conservar ojos abiertos para aquello que Dios ha predicho en su Palabra, es decir, que llegarían justamente los tiempos en los cuales nos encontramos nosotros. ¿Qué dice el Señor Jesús en vista de estos tiempos?«Cuando estas cosas comiencen a suceder, erguios y levantad vuestra cabeza, porque vuestra redención está cerca»(Lc. 21:28).
La cuenta regresiva está en funcionamiento y nada puede detenerla. Dios mismo la puso en marcha. ¿No deberíamos prestar atención a aquello que, según la opinión de Dios, es de tan trascendental importancia?
Una indicación más de cosas superiores a nuestra vida terrenal, la encontramos en la segunda carta a Timoteo, donde Pablo escribe:«Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida»(2 Ti. 4:8). ¿Cuál era el impulso en la vida del apóstol? Él esperaba ansiosamente el encuentro con su Señor. Si nosotros esperamos el arrebatamiento, entonces no esperamos un acontecimiento, sino a una persona: A Jesucristo en persona, para poder verlo tal como Él es. Quien no ama la venida del Señor Jesús, quien no la espera con ansiedad, necesita más del Espíritu Santo. Porque el Espíritu de Jesús en nosotros, no puede producir otra cosa que la ansiedad de encontrarnos con Aquél que nos salvó y nos redimió.
Una última palabra bíblica que nos muestra cómo debemos actuar con aquello que está arriba, dice:«Pero lo que tenéis, retenedlo hasta que yo venga»(Ap. 2:25).
En estos días de creciente apostasía, nos encontramos con fuertes pruebas que están atacando nuestra fe, nuestro amor, nuestro fervor y nuestra fidelidad. Quien en la actualidad se mantiene firme en las verdades básicas de la Palabra de Dios, es considerado como un paria por quien las rechaza, y le dirán que es un cristiano legalista y sin amor. En el hemisferio occidental, la gente no sufre persecución por ser cristiana, sino por vivir su cristianismo en base a la Biblia. ¡Retenga lo que usted tiene! Pero, bueno, ¿qué es lo que usted tiene? La familia se puede desintegrar, los amigos se pueden distanciar, las situaciones de trabajo pueden cambiar, la salud nos puede ser quitada, y aun a los hermanos en la fe los podemos perder por circunstancias externas o internas. ¿Qué es lo que realmente tenemos? Todo creyente nacido de nuevo tiene el Espíritu de Dios y la Palabra de Dios. De ambos, nutrimos nuestra esperanza de la ciudad venidera de Jesús y con Jesús.
Quien vive con Jesús, debe vivir conciente de la meta. Y Jesús tiene solamente una meta para nosotros:«Padre, aquellos que me has dado, quiero que donde yo estoy, también ellos estén conmigo, para que vean mi gloria que me has dado; porque me has amado desde antes de la fundación del mundo»(Jn. 17:24).
Que a muchos cristianos les falte la añoranza de encontrarse con el Señor Jesús se debe, — lo repito – a que necesitan más del Espíritu Santo en sus corazones. Si ése es su caso: Pídale al Padre celestial, en el nombre de Jesús, que Él le dé esa añoranza por las cosas«de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios»(Col. 3:1).
Estimado amigo, hemos tratado la pregunta: ¿Cómo puedo prepararme para los tiempos en que mi fidelidad sea puesta a prueba? (¿Se recuerda el ejemplo de un padre con su hijo en el campo de concentración que conté en la primera parte de este estudio bíblico?) La respuesta es triple. Debemos:
· Ver dónde estaba Jesús cuando murió
· Estar dispuestos a ir adónde se encuentra Jesús
· Añorar estar donde Él está
Esto fue también lo que marcó la vida de los dos cristianos, padre e hijo, en el campo de concentración. Fuera del campo, viendo los perros que se acercaban, ellos juntaron por última vez sus manos para orar. ¿Por qué? Porque sabían que en pocos momentos verían a Jesús personalmente. Dicho sea de paso: Algunos testigos confirmaron que esa historia terminó de una forma diferente: Los furiosos perros se precipitaban hacia los hombres señalados a morir. Pero de repente se detuvieron, se acercaron gimiendo y arrastrándose sobre sus vientres, lamieron los zapatos de los prisioneros mientras movían la cola. El comandante observaba pasmado todo esto. Los otros prisioneros estaban parados mudos de asombro, y algunos comenzaron a orar.
Sí, fuera del campamento se ponen en marcha grandes cosas. Cuando Jesús murió en la cruz, el velo del templo se rompió en dos, la tierra tembló, las rocas se partieron (Mt. 27:50-51) y el sol perdió su luz (Lc. 23:45). ¡Fuera de la puerta! Fue allí que Satanás sufrió y sufre su mayor derrota. Y quien es humillado no es el Hijo de Dios, sino el diablo y su terrible ejército. Allí, fuera del campamento, ocurrió la más grande de las victorias.
Sí, fuera del campamento también ocurren milagros. Milagros de protección, de salvación, de renovación. Dios bendice el testimonio de aquellos que, por amor a Cristo, están fuera de la puerta, llevando Su ignominia. Sí, fuera del campamento se ponen en marcha grandes cosas. La victoria sobre la muerte, la salvación del pecador, una nueva comprensión de la victoria de Cristo y a pesar de «limitados sufrimientos» nos es dada una esperanza viva y gloriosa de estar con Cristo para siempre.
¿Ha tomado la decisión de ser de los de «fuera de la puerta»? Deseamos que sea así.