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Autor: Ernesto Kraft

Continuando con el desarrollo del tema de la fe, en esta oportunidad estudiaremos las vidas de Abel y Enoc y cómo entran en la lista de los Héroes de la fe.


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PE2757- Estudio Bíblico
Héroes de la fe (2ª parte)



Abel y Enoc

Amigos oyentes, en el programa anterior, estudiamos detalladamente qué es la fe y la importancia que tiene para la vida cristiana. Hoy comenzaremos a estudiar la situación y particularidades de cada uno de los integrantes de la llamada lista de los héroes de la fe de Hebreos 11. En este programa conoceremos sobre Abel y Enoc.

Dice Hebreos 11:4: Por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín, por lo cual alcanzó testimonio de que era justo, dando Dios testimonio de sus ofrendas; y muerto, aún habla por ella. Caín y Abel representan dos tipos diferentes de personas en la historia de la humanidad. Caín representa la religiosidad y Abel, la fe verdadera. El primer tipo es la persona no salva y no renovada, que intenta, por sus propios medios y esfuerzos, volverse justo delante de Dios. Y el segundo es un ejemplo de la persona que realmente cree y se aproxima de Dios por la sangre de Jesús, reconociendo que necesita un sustituto. No somos justificados por causa de nuestro carácter y de nuestras buenas acciones, sino solamente con base en la obra redentora de Jesucristo, por medio de la fe en esa obra. El nombre Abel significa “viento” o “insignificancia”. Ese personaje reconoció su insignificancia delante de Dios, y que él era un pecador necesitado de alguien que entregara la vida en su lugar. Así se presentó a Dios, de la misma forma en la que el publicano del Evangelio según Lucas, que estaba consciente de su pecado e indignidad.

El fariseo, por su parte, se enorgullecía de sus hazañas. El versículo citado antes, Hebreos 11:4, sigue diciendo: por lo cual alcanzó testimonio de que era justo, dando Dios testimonio de sus ofrendas”. Sobre el publicano, Jesús dice en Lucas 18:14: Os digo que este descendió a su casa justificado antes que el otro; porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla será enaltecido. Seguir los pasos de Caín significa despreciar el sacrificio de Jesús y vivir orgullosamente como si no fuera necesario que Jesús hubiera muerto por nosotros. Sabemos que Caín odiaba a su hermano, lo cual es consecuencia de una vida no renovada, aparentemente muy religiosa, pero en la que el corazón sigue lleno de pecado. Quien quiera vivir con Dios tendrá que sufrir persecuciones. Así fue desde el inicio del mundo, y sigue siendo hasta el día de hoy. En 1 Pedro 1:13 leemos: Por tanto, ceñid los lomos de vuestro entendimiento, sed sobrios, y esperad por completo en la gracia que se os traerá cuando Jesucristo sea manifestado”. De nosotros no viene nada bueno, necesitamos de Jesús todo el tiempo para lograr vivir de forma correcta delante de Dios.

Pasemos ahora a hablar del siguiente en la lista. Se trata de Enoc.  Hebreos 1:5 dice: Por la fe Enoc fue traspuesto para no ver muerte, y no fue hallado, porque lo traspuso Dios; y antes que fuese traspuesto, tuvo testimonio de haber agradado a Dios. En Génesis 5:22 leemos lo siguiente sobre Enoc: Y caminó Enoc con Dios, después que engendró a Matusalén, trescientos años, y engendró hijos e hijas. Y el versículo 24 sigue: Caminó, pues, Enoc con Dios, y desapareció, porque le llevó Dios. Es maravilloso cuando una persona empieza a andar con Dios. Es un milagro divino y una razón de gratitud. Pero se trata casi de un milagro todavía mayor cuando, después de decenas de años de vida cristiana, sigue con el mismo fervor por la causa de Cristo y Su obra.

En la Carta a los Filipenses, por ejemplo, leemos que Pablo, después de 27 años siguiendo fielmente a Jesús y habiendo pasado por varias decepciones, incluyendo hasta castigos físicos, seguía fascinado y dominado por Jesucristo. Todas las experiencias que vivió podrían haberlo dejado lleno de amargura y desanimado. Pero en Filipenses 3:8 escribe: Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo. ¿Cuántos empezaron la vida cristiana con entusiasmo, pero tres meses o tres años después, todo el entusiasmo desapareció? La fidelidad de Enoc, que permaneció en la fe por 300 años, es ejemplar. La recompensa para eso está en el final. Hebreos 13:7b dice: …considerad cuál haya sido el resultado de su conducta, e imitad su fe.

La época en que Enoc vivió no lo favoreció de ninguna manera, pues el período que antecedió al Diluvio llevó al Señor a la siguiente conclusión de Génesis 6:3: las personas no más quieren ser castigadas por mi Espíritu, solo hay maldad en su corazón. El nombre Enoc significa enseñar, amonestar. Así, nos puede enseñar a permanecer firmes en la vida cristiana, a pesar de que todo y todos a nuestro alrededor sean mundanos. Nos puede enseñar a no retroceder en el amor a Dios, sino a avanzar y permanecer en lo que la Palabra de Dios enseña.

Hebreos 11:6 dice: Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan. La clave para obtener los tesoros divinos es la fe. Esa fe espera obtener algo de Dios. No hay sentido en llegar al Señor y no esperar nada de Él. Una persona que duda no obtendrá nada de Dios, dice Santiago 1:6-7. Todo el capítulo 11 de Hebreos habla de eso: recibían y actuaban por la fe. Satanás hizo todo para robar nuestra fe, ya que es ella la que nos lleva a Dios y a que Él nos recompense. Perder la fe no significa necesariamente parar de orar, de ir a los servicios o de leer la Biblia, sino hacer todo eso sin esperar algo de Dios. En 1 Juan 5:10 leemos: El que cree en el Hijo de Dios, tiene el testimonio en sí mismo; el que no cree a Dios, le ha hecho mentiroso, porque no ha creído en el testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo. ¿Sus problemas parecen no tener solución? ¿Sus experiencias lo llevaron a decir que no vale la pena? No permita que eso le quite la fe de que Dios puede ayudar.

Creer como un niño honra a Dios, y Él se agrada de eso. Tener fe es decir: No siento nada de Su poder, pero a pesar de eso sé que me llevará a mi destino”. Alguien preguntó al famoso predicador inglés George Müller cuál era la mejor manera de adquirir una fe fuerte y firme. “La única manera,” contestó el patriarca de la fe, “es pasar por grandes pruebas”. Cuando Jesús no atendió inmediatamente a la petición de Marta y María, ellas también abrieron sus corazones a la esperanza. Leemos en Juan 11:14 al 15 Entonces Jesús les dijo claramente: Lázaro ha muerto; y me alegro por vosotros, de no haber estado allí, para que creáis; mas vamos a él. Por eso, el lema de hoy debe ser: crea y no murmure, porque cuando Dios promete, también es poderoso para cumplir.

Hablando de Abraham Romanos 4:20 y 21 dice: Tampoco dudó, por incredulidad, de la promesa de Dios, sino que se fortaleció en fe, dando gloria a Dios, plenamente convencido de que era también poderoso para hacer todo lo que había prometido. El Salmo 34:4 dice: Busqué a Jehová, y él me oyó, Y me libró de todos mis temores. Quien cree no pasa vergüenza. Confiemos en Dios, pues Él también cumplirá lo que prometió.

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