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Autor: Ernesto Kraft

Es imposible hablar de Abraham y Sara, como venimos haciéndolo, sin mencionar un episodio que fue un parteaguas en su historia. Nos referimos al pedido de Dios a Abraham de sacrificar a su único hijo y la obra que el mismo Dios hizo para revertir esa situación. Sobre esto trata este programa.


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PE2761- Estudio Bíblico
Héroes de la fe (6ª parte)



Abraham y Isaac

Continuando con el estudio de los Héroes de la fe, esta es la segunda parte de Sara y Abraham. Su historia es una historia de fe de principio a fin. Aunque no sin sus altibajos. Dice Hebreos 11:17: “Por la fe Abraham, cuando fue probado, ofreció a Isaac; y el que había recibido las promesas ofrecía su unigénito”. Por medio de ese acto de fe, Abraham se acercaba a demostrar lo que pasó en el corazón de Dios al dar a Su Hijo amado, algo que Abraham no necesitó llevar a las últimas consecuencias. Leemos en Génesis 22:1 al 3 “Aconteció después de estas cosas, que probó Dios a Abraham, y le dijo: Abraham. Y él respondió: Heme aquí.Y dijo: Toma ahora tu hijo, tu único, Isaac, a quien amas, y vete a tierra de Moriah, y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de los montes que yo te diré. Y Abraham se levantó muy de mañana, y enalbardó su asno, y tomó consigo dos siervos suyos, y a Isaac su hijo; y cortó leña para el holocausto, y se levantó, y fue al lugar que Dios le dijo.


 Abraham dio lo que más amaba cuando Dios se lo pidió, mostrando con eso que amaba al Señor por sobre todas las cosas. Usted también está siendo tentado y probado para mostrar hasta qué punto realmente ama a Dios sobre todas las cosas. Cuando Dios toca en ciertas cosas de nuestra vida, tal vez ellas se hayan vuelto un “Isaac” para nosotros, ocupando el lugar que en verdad le pertenece a Dios. Eso puede referirse hasta el mismo trabajo para el Señor. Leemos en Apocalipsis 2:2-3: “Yo conozco tus obras, y tu arduo trabajo y paciencia; y que no puedes soportar a los malos, y has probado a los que se dicen ser apóstoles, y no lo son, y los has hallado mentirosos; y has sufrido, y has tenido paciencia, y has trabajado arduamente por amor de mi nombre, y no has desmayado”. Cuánto empeño incansable, pero, a pesar de eso, en el versículo 4 vemos que el amor a Dios fue sofocado, abandonado. Isaac realmente significaba mucho para Abraham. También nosotros corremos ese peligro de permitir que ciertas cosas nos influencien demasiado. Es necesario, entonces, que ese “Isaac” sea sacrificado por la fe, esto es, entregarlo a Dios. Nuestro corazón debe pertenecer enteramente al Señor. Si estuviera preso por las cosas materiales, ¿cómo podríamos siquiera amar a Dios?

Dios sabe cuándo algo se vuelve demasiado importante en nuestra vida, al punto de significar más para nosotros que Él mismo. Cuando Dios entonces aborda ese problema, no debemos sentirnos ofendidos y pensar que “Dios está siendo demasiado duro” y “¿cómo podría quitármelo?”. Dios nos quiere bendecir y ayudar a resolver esa situación. Somos felices en la medida en que Él es nuestro mayor amor. Nada puede darnos satisfacción mayor. No podemos tolerar cualquier ídolo en nuestra vida, pues Dios no comparte nuestro corazón con los ídolos, pues todo pasa a girar en torno a ellos, empujando al Señor al segundo plano. Ya lo decía Jesús en Mateo 10:37 “Quien ama a su padre o a su madre” –o hijos, hermanos, negocios, trabajo– “más que a mí, no es digno de mi”.

No es que sea equivocado amar a nuestros padres e hijos. En verdad, Dios mismo nos ordena que los amemos. Pero la cuestión son las cuatro palabritas “más que a mí”. Entregue aquello que pueda estar poniendo ese “más que a mí” en duda. Al hacerlo así, usted solamente ganará. ¿Le gustaría a usted vencer hoy? Entonces actúe conforme a 2 Timoteo 2:11: “Palabra fiel es esta: si somos muertos con él, también viviremos con él”.

Hebreos 11:18 y 19 dice: “Habiéndosele dicho: En Isaac te será llamada descendencia; pensando que Dios es poderoso para levantar aun de entre los muertos, de donde, en sentido figurado, también le volvió a recibir” . Nuestra fe en Dios influencia nuestra manera de pensar. Abraham creía que Dios era tan grande que nada en el mundo podría moverlo. A pesar de recibir la orden de sacrificar a Isaac, imposibilitando así el cumplimiento de la promesa, no se desanimó. ¿Por qué? Porque creía que Dios podría devolvérselo. Abraham había recibido a Isaac por medio de un milagro, y la misma cosa podría pasar nuevamente. Si él muriera, podría aún recibirlo de nuevo en la misma forma como lo había recibido la primera vez: por medio de un milagro. Abraham lo sabía: Dios lo puede todo, menos mentir, o sea, romper Su promesa.

Génesis 22:9 al 13 nos cuenta el final de la historia: Y cuando llegaron al lugar que Dios le había dicho, edificó allí Abraham un altar, y compuso la leña, y ató a Isaac su hijo, y lo puso en el altar sobre la leña. Y extendió Abraham su mano y tomó el cuchillo para degollar a su hijo. Entonces el ángel de Jehová le dio voces desde el cielo, y dijo: Abraham, Abraham. Y él respondió: Heme aquí. Y dijo: No extiendas tu mano sobre el muchacho, ni le hagas nada; porque ya conozco que temes a Dios, por cuanto no me rehusaste tu hijo, tu único. Entonces alzó Abraham sus ojos y miró, y he aquí a sus espaldas un carnero trabado en un zarzal por sus cuernos; y fue Abraham y tomó el carnero, y lo ofreció en holocausto en lugar de su hijo”.

Puede que lo que está escuchando le parezca lejano, o ajeno a su vida. Pero Dios continúa siendo el mismo. No hay nada más seguro, que poner nuestra confianza y toda nuestra vida en él. Así que, una cosa era cierta: si Isaac le era quitado, Dios sabría cómo devolvérselo. ¿Su vida también es determinada por esa verdad? ¿O las circunstancias guían su manera de pensar? En Malaquías 1:1-2 leemos, por ejemplo, que el pueblo pensaba equivocadamente al cuestionar si Dios todavía los amaba. ¿Usted también ya pensó así? En caso de que eso sea afirmativo, quiero decirle que eso de que Dios no le ame es mentira.

En Malaquías 3:13-14 Dios se queja, diciendo: “Vuestras palabras contra mí han sido violentas, dice Jehová. Y dijisteis: ¿Qué hemos hablado contra ti? Habéis dicho: por demás es servir a Dios. ¿Qué aprovecha que guardemos su ley, y que andemos afligidos en presencia de Jehová de los ejércitos?” Dios no es duro. Es amor, justo en lo que hace y, no solamente eso, Dios es Omnipotente. Nuestro pensamiento muchas veces es mediocre, equivocado y destructivo. Podemos aprender de Abraham, quien sabía que Dios siempre mantiene Su palabra y siempre tiene medios para cumplirla, hasta en las situaciones para las cuales aparentemente no hay otra salida. Fue con eso que Abraham se enfrentó al recibir la orden de sacrificar a Isaac. No había más esperanza. Si creemos y confiamos en que Dios lo puede todo, entonces no tenemos razón para perder la esperanza, aunque las circunstancias sean terribles. Dios puede modificarlo todo. Dios puede darle sentido a todo.

En Efesios 3:20 leemos: “…Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros”. ¿Cree que Dios es poderoso para hacer infinitamente más que todo lo que usted le pide? Y ¿por qué limitarlo a las cosas que podemos pedir cuando en 1 de Corintios 2:9 dice: “Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, Ni han subido en corazón de hombre, Son las que Dios ha preparado para los que le aman”? Si usted cree en esa verdad, nada lo podrá agitar, independientemente de lo que le pueda pasar. Abraham sabía que Dios era todopoderoso y que no habría nada que Él no pudiera hacer. ¿Usted también piensa de Dios en esa manera?  

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