Jesús es el camino (5ª parte)
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23 noviembre, 2020Autor: Wilfried Plock
El miedo puede reconocerse como la enfermedad de nuestro tiempo. Y existen miedos racionales como algunos inexplicables. Las personas viven sin nada a qué aferrarse o se aferran a cosas perecederas o pasajeras. Jesús experimentó el miedo humano en la cruz, ya que la raíz de todo miedo es la separación de Dios.
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PE2590 – Estudio Bíblico
Jesús es el camino (6ª parte)
Superando el miedo
Los diferentes tipos de miedos son tan complejos como sus efectos. Cada persona los experimenta de una manera diferente. Sin embargo, los efectos secundarios y las consecuencias más frecuentes del miedo son: depresiones, trastornos orgánicos, dificultades en el sueño, nerviosismo, problemas de corazón. Si una persona vive constantemente con miedo acaba siempre enfermando. Un reconocido médico describió las molestias causadas por el miedo de la siguiente manera: “Cada miedo termina su trayecto sobre las vías nerviosas de un órgano diminuto: la glándula suprarrenal, que vierte la adrenalina en la sangre. La adrenalina produce diversos efectos: el corazón late más rápido, se produce transpiración, los vasos sanguíneos se estrechan y en algunas ocasiones surgen otros impactos. A la larga, se originan daños orgánicos o psíquicos”.
El miedo es un poder que arruina, allí donde se infiltra y lo destruye todo. Ataca a los órganos, daña el espíritu, encarcela al alma y desintegra nuestra personalidad. Yo mismo también pasé por malos momentos. Mi esposa y yo experimentamos enormes efectos negativos del miedo hace veinte años. Durante unos seis meses, recibíamos llamadas anónimas amenazantes al atardecer y durante la noche. Mi esposa estaba embarazada en ese tiempo. De noche no podíamos movernos a oscuras y nos asustábamos mucho si sonaba el teléfono. Sabemos por experiencia propia que el miedo, tal cual, es algo horrible. Por eso queremos ayudar a la gente que tiene miedo. Todo el mundo tiene miedos. Es posible que hayas heredado una naturaleza miedosa. Es posible que te hayan inculcado ser miedoso o que hayas pasado por alguna situación difícil como una enfermedad o una pérdida. Sea lo que sea, hay miedo en tu vida y es posible que te preguntes: “¿Cómo tendría que ser la persona que me pudiera hacer sentir bien?”.
Debería tener un amor infinito. Alguien que me ame a pesar de mis errores. Tendría que ser alguien poderoso, fuerte, con un poder sin límites; más grande y fuerte que el poder de la muerte. Además, tendría que ser alguien que estuviera siempre, en todos los lados, que pudiera sentir su cercanía en un quirófano o ante la tumba de un ser querido. ¡Así sí que podría confiar en él! Te puedo asegurar que ese alguien existe: se llama Jesucristo. Él es infinitamente amoroso. Nos amó hasta morir en una cruz, en nuestro lugar, para perdonarnos nuestra culpa. Él no tenía pecado y es poderoso. La confirmación de su poder se encuentra en la resurrección de los muertos. ¡Él es el Señor! Un día todas las rodillas se doblarán ante Él. Además, Él está siempre presente con su espíritu en todos lados. Él vive en cada corazón que se abre para Él, o sea, en un corazón que se aparta de una vida de egoísmo y se dirige a Él, al único que puede hacer una vida nueva y completa.
Confía en que el Señor realmente te ama. Te repito el texto sobre el que hablamos el programa anterior 1 Juan 4:17-19, dice que: “Ese amor se manifiesta plenamente entre nosotros para que en el día del juicio comparezcamos con toda confianza, porque en este mundo hemos vivido como vivió Jesús. En el amor no hay temor, sino que el amor perfecto echa fuera el temor. El que teme espera el castigo, así que no ha sido perfeccionado en el amor. Nosotros amamos a Dios porque él nos amó primero”. Si hay miedo en tu vida solo existe una forma de superarlo: reconocer el amor que Dios te tiene por medio de su hijo Jesucristo. Entonces, estarás protegido en el amor del Padre.
Me gustaría contarte un ejemplo. Había una mujer asustadiza que se subía a una silla siempre que veía un ratón. Sin embargo, un día, al volver a su casa después de hacer las compras, vio que esta estaba en llamas y su hija pequeña estaba dentro. Aunque la casa corría riesgo de derrumbarse, ningún bombero la pudo detener. Se puso un paño en la boca, entró y, al rato, salió con la niña en brazos. El amor era mayor que su temor. El amor es lo único que puede alejar al miedo. Reconoce el amor que Dios te tiene. Jesucristo, por amor, sufrió la ira y el juicio de Dios, por amarte a ti. Solo en este amor puedes encontrar seguridad y superar tus miedos. Juan escribió: «Hemos reconocido y creído en el amor de Dios».
Cuando se reconoce y se cree en el amor de Dios es cuando surge una zona “libre de miedo”, donde se puede superar el miedo. Un joven musulmán de Berlín acudió a un evento cristiano donde escuchó canciones y se explicó el evangelio: que Dios no solo ama a los buenos sino también a los malos. Al final del evento, le dieron un Nuevo Testamento. Al llegar a casa leyó los primeros ocho capítulos del evangelio de Juan y, deslumbrado por el amor de Dios, se arrodilló y oró: “Alá, perdóname porque desde ahora a Mahoma solamente lo voy a honrar, pero a Cristo lo voy a amar”. El joven había reconocido el amor de Jesucristo.
¿Qué hay de usted? Sin Cristo está camino a la perdición, tenga miedo o no. El hombre alejado de Dios se escondió por miedo a su Creador. Allí está la raíz de todos los males. El hombre está espiritualmente muerto por sus pecados y errores. Pecado significa separación. ¿Sabe usted que Dios le creó para que viviera en armonía con Él? Sin embargo, ahora se encuentra separado por su incredulidad. Te falta la seguridad de Dios, su Creador. No conoce a Dios como su Amigo y Padre amado, sino que le teme como a un juez ante el que va a tener que rendir cuentas. Allí reside todo su miedo. Su miedo está relacionado con una culpa no perdonada. En el fondo de su ser tiene miedo al tribunal de Dios, y eso no se lo puede quitar ningún terapeuta. Es posible que no haya robado de la caja como el empleado del banco, pero tampoco ha honrado a Dios, ni le ha amado sobre todas las cosas. Ha abusado de Su nombre, no se ha tomado tiempo para Él, ha desobedecido a sus padres, ha odiado a alguien, ha tenido pensamientos y acciones malas, ha mentido, ha ido cargándose de culpa. ¿No es así? Ante Dios es usted pecador y, ¡Él le hace responsable por su pecado!
Pero escuche, Dios también es amor. Él no quiere que el pecador tenga que morir, sino que viva. Por eso vino Jesucristo al mundo. Él confió y obedeció al Padre en todo momento. Jesús no conoció el miedo que causa la culpa. Sin embargo, cuando comenzó su pasión, fue a Getsemaní y empezó a temblar y tener miedo, porque sabía que su camino lo conduciría a la terrible cruz. Y, al estar colgado entre el cielo y la tierra clamó: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?”. ¿Sabe por qué? Para que usted no tenga que estar separado de Dios. Jesús lo ha hecho todo por usted. Le ha preparado el camino y ha pagado el precio. El cielo está abierto. Él espera su respuesta. En 1973, un sargento japonés fue encontrado por dos pescadores después de haber estado escondido en una isla durante 28 años. Vivió 28 años como si estuviera en guerra, aunque entre Japón y Estados Unidos de América había paz hacía mucho tiempo ya. ¡28 años de su vida con miedo! Me temo que esto es lo que lamentablemente le sucede a mucha gente en su relación con Dios. Viven con miedo, aunque Dios hace tiempo que hizo la paz a través de la cruz de Jesús. ¡Así que no siga ya en guerra! Diríjase a Él con su culpa y Él le recibirá. Dios será su Amigo y su Padre. Él le va a liberar del poder de Satanás y del pecado y le aceptará como Su hijo. ¿No quiere ir a Dios y aceptar a Jesús?
Nadie le puede garantizar que nunca más vayas a tener miedo. Sin embargo, algo es seguro: el miedo que tenga de un Dios que castiga, de un diablo que esclaviza, y de una eterna perdición, no te atormentarán más. Tampoco volverá a tener miedo a la muerte ni al juicio final. La paz de Dios y el gozo de Jesús estarán en su vida. Su vida será plena y tendrá una nueva meta. Podrá ir por la vida con la seguridad que le da la fe. Es posible que algunos se rían de usted, o que incluso tenga que sufrir por Cristo. Sin embargo, Él estará siempre con usted, Su amor es infinito. Él tiene poder y está siempre en todos lados. Él quiere ser el Señor de su vida.