Jesús es el camino (6ª parte)
23 noviembre, 2020Jesús es el camino (8ª parte)
23 noviembre, 2020Autor: Wilfried Plock
¿Qué es lo que hace de Jesús una o la personalidad más importante en la historia de la humanidad? En este programa vemos características de su vida, profecías que hablaron con detalle acerca de su vida, muerte y resurrección. También escucharemos sobre qué fue lo que Jesús hizo, de acuerdo con su identidad.
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PE2591 – Estudio Bíblico
Jesús es el camino (7ª parte)
¿Quién es Jesús?
El evangelio de Mateo nos cuenta cómo Jesús llamó una vez a los discípulos y les preguntó «¿Quién dice la gente que soy? ¿Por quién me tienen?». Ellos contestaron que Juan el Bautista, Elías, Jeremías o alguno de los profetas. La lista de opiniones sobre quién es Jesús de Nazaret ha ido aumentando y haciéndose cada vez más larga a través de los años. Para muchas de las personas de hoy en día, Jesús fue solamente el fundador de una religión, igual que Buda, Confucio o Mahoma. Otros lo consideran el primer hippie de pelo largo y rizado de la época. Muchos creen que fue un revolucionario que quería construir una sociedad mejor pero que no llegó a conseguirlo. Para otros, fue un idealista que estaba dispuesto a morir martirizado por defender sus ideas. Algunos lo consideran una persona con capacidades sobresalientes, que hacía milagros y empatizaba con los débiles. Algunos lo tienen por un genio, tal vez hasta lo consideren el mejor hombre que jamás haya vivido. Todos discuten sobre la identidad de Jesús. Los teólogos se rompen la cabeza, los filósofos meditan, los científicos hacen hipótesis, pero: ¿quién fue ese Jesús de Nazaret?
Después que sus discípulos le respondieran, Jesús les preguntó: “Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?”. En otras palabras, no importa lo que la gente piense sobre quién es Jesús, o lo que afirme la prensa. Nosotros mismos necesitamos tener una respuesta personal para esta pregunta: ¿quién es Jesús? La respuesta solo se encuentra en la Palabra de Dios. La Biblia dice que Jesucristo vivía ya antes de su nacimiento. La vida de Jesús no empezó en Nazaret ni en Belén, sino que Jesús estaba desde la eternidad con Dios. Él vino aquí a la Tierra por amor a los seres humanos. Cristo vivía ya antes de nacer. Encontramos en Juan 8:58 lo que Él mismo afirmó una vez cuando discutía con unos teólogos: “Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuese, yo soy”. ¡Nadie más puede afirmar esto sobre sí mismo!
La Biblia nos dice que la venida de Jesucristo fue anunciada por los profetas. Esto también es algo único en la historia. Los detalles de la vida de Jesús fueron anticipados por centenares de profecías –que se han cumplido y se pueden demostrar – a diferencia del resto de fundadores de diferentes religiones, que no pueden demostrar nada. El profeta Miqueas mencionó en el año 500 a.C. que Jesús nacería en Belén. Isaías profetizó alrededor del 700 a.C. que Él actuaría principalmente en Galilea y que sanaría a muchos enfermos, ciegos y leprosos. Zacarías profetizó que Jesús sería traicionado por 30 monedas de plata. Los Salmos dicen que sería traicionado por alguien de su confianza. Isaías también describe detalladamente cómo iba a sufrir y morir, incluso la intercesión que haría por sus verdugos. La resurrección de Jesús también se profetizó siglos antes de Cristo en el Antiguo Testamento y se cumplió al detalle. En ningún libro sagrado de otras religiones encontramos declaraciones proféticas por parte de sus fundadores y, mucho menos, declaraciones que se hayan cumplido al pie de la letra.
El filósofo norteamericano David Panton pronunció en cierta ocasión las siguientes maravillosas frases: «Solamente hay un hombre en toda la historia mundial de quien se han predicho detalles explícitos y exactos sobre su nacimiento, su vida, su muerte y resurrección. Las explicaciones están registradas y eran accesibles públicamente cientos de años antes de su aparición… Lo desafiante en este hecho es que en toda la historia mundial solo se encuentra el caso de un solo hombre». La Biblia dice que Jesucristo nació sin pecado. Es posible que esta frase te sorprenda. Sin embargo, las Sagradas Escrituras atestiguan claramente que el redentor del mundo nació de una virgen. María era virgen. Jesús no fue engendrado por José, sino por el Espíritu Santo, por eso vino al mundo sin la deuda heredada del pecado. Lucas, el médico, describe en su evangelio capítulo 1 verso 35, que el ángel le respondió a María: “El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios”. ¿Por qué es tan importante esta afirmación? Porque solo una persona que no tuviera pecado podría representar a los pecadores y morir por ellos. Si José hubiera sido el padre biológico de Jesús, entonces ninguna persona se podría redimir a través de la muerte de Jesús.
La Biblia dice que Jesús vivió sin pecado. ¿Qué otro fundador de una religión o una secta podría afirmar lo mismo? Confucio, Buda, Mahoma, todos eran pecadores, igual que nosotros. Sabían lo que era cometer errores y equivocarse. Cristo es el único que nunca pecó. Nadie fue capaz de demostrar que Él hubiera incumplido ni uno de los mandamientos de Dios, a pesar de que muchos se ocuparon por intentar demostrarlo. Jesús no conoció el pecado, sin embargo, siempre que encontraba maldad o injusticia lo señalaba y lo condenaba sin miedo. Eso implica que fue más que valiente. Jesús fue totalmente diferente a nosotros. Él no era de este mundo. Él vivió totalmente ajeno al egoísmo, las ganas de poder, la mala fe y la ambición. Su vida fue una siembra constante de amor. Por un lado, Jesús fue totalmente humano. Pasó hambre, igual que nosotros. Se sintió solo, como nosotros. La Biblia nos cuenta que pasó por dificultades al igual que nosotros, pero sin pecar. Justo allí vemos su otro lado, su faceta divina. Jesús no fue un hombre, sino que fue Dios y hombre al mismo tiempo. Es Dios hecho hombre: es hombre y Dios a la vez. Ese es el misterio de su persona. El apóstol Pablo lo describió así en 1 Timoteo3:16: “…Dios fue manifestado en carne…”.
Así que ninguno de nosotros puede decir que Dios no nos entiende, ya que el gran Dios vivo se hizo hombre en Jesucristo. A través de Él se acercó realmente a nosotros. Prácticamente, se metió en nuestra piel y en nuestros zapatos. Hebreos 4:15 lo expresa así: “Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado”. Así que, ¿quién es Jesús? Es Dios hecho hombre, que nos ama y nos comprende de verdad. ¿Sabes que Jesús es el único que murió sin pecado? Él obedeció a Dios toda su vida hasta su último suspiro en la cruz. Después de cumplir la última ley del Antiguo Testamento murió sin culpa propia, por mis pecados y los tuyos. Cada mentira, robo, falta, hipocresía y cualquier otra trasgresión las cargó Jesucristo sobre sí como nuestro representante y murió tras decir: “Consumado es”.
Por el contrario, los demás fundadores y líderes de religiones y sectas terminaron sin éxito. Las últimas palabras de Buda fueron: “¡No lo logré!”. ¿Cómo iba a lograrlo? Él era un hombre, al igual que tú y yo. ¿Qué hizo Jesús? ¿Sabes qué? Jesús fue el único que resucitó de la muerte. Buda murió aproximadamente 480 años antes de Cristo. Confucio murió poco más tarde y Mahoma en el 632 d.C. ¡Pero Jesús vive! Él resucitó de verdad. No por fe, como muchos afirman, sino a pesar de la poca fe de sus discípulos. No resucitó como Lázaro y otros a los que Él mismo revivió, sino que siguió adelante hacia la vida eterna. No resucitó con su cuerpo humano, sino que resucitó transformado, con un nuevo cuerpo, que no estaba ya unido al espacio ni al tiempo. Lucas escribió en Hechos 1:3: “a quienes también, después de haber padecido, se presentó vivo con muchas pruebas indubitables, apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles acerca del reino de Dios”.
El profesor Simon Greenleaf, de la Universidad de Harvard, investigó durante años el fenómeno de la resurrección. Al final, llegó a la conclusión que la resurrección de Jesús, evaluada bajo los criterios de la investigación histórica, está mejor documentada que, por ejemplo, la batalla de Waterloo. No hay duda: la cruz y la tumba estaban vacías. El crucificado ha resucitado. ¡Jesucristo vive!