Josafat, un héroe con pies de barro (23ª parte)

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Autor: Eduardo Cartea Millos

Dios exige pureza los suyos y el no andar en yugo desigual. La vida de Josafat es un ejemplo típico de la actitud del cristiano de hoy. Tropezamos con la misma piedra. Y la Biblia deja esta triste experiencia del rey Josafat para nuestra instrucción y amonestación.


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PE2563 – Estudio Bíblico
Josafat, un héroe con pies de barro (23ª parte)



Antes de caer el telón

Según Deuteronomio 22:10, no se debía arar con buey y asno juntamente? ¿Por qué era un “yugo desigual”?. Recuerdan que justamente se le llama yugo desigual a lo que el rey Josafat tuvo con Ocozías, rey de Israel. ¿Por qué? Sencillamente porque el buey y el asno tienen formas de actuar distintas. Tienen pasos distintos. Tienen características distintas. Podían arar con dos bueyes, o bien con dos asnos. Pero no con la mezcla de ambos.

En el Nuevo Testamento, esta ley práctica para un pueblo agrícola-ganadero como Israel, toma forma espiritual, y se traduce en aquellas severas palabras del apóstol Pablo en 2 Corintios 6:14 – 18: “No os unáis en yugo desigual con los incrédulos – dice- ; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas? ¿Y qué concordia Cristo con Belial? ¿O qué parte el creyente con el incrédulo? ¿Y qué acuerdo hay entre el templo de Dios y los ídolos? Porque vosotros sois el templo del Dios viviente, como Dios dijo: Habitaré y andaré entre ellos, y seré su Dios, y ellos serán mi pueblo. Por lo cual, salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, y no toquéis lo inmundo; y yo os recibiré, y seré para vosotros por Padre, y vosotros me seréis hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso”.

¿A qué se refiere el Señor? A cualquier relación entre un creyente y uno del mundo. Sea una relación conyugal, comercial o de cualquier otro tipo. Cuando un creyente se asocia con alguien que no es de Cristo, tiene comunión de propósitos con él. Obviamente no nos referimos a toda relación comercial, por ejemplo, la de ser empleado o patrón de personas incrédulas. Si así fuera, sería necesario “salir del mundo”. Se trata de ser socios. De tener responsabilidades compartidas en gestión, en ganancias, en pérdidas. Lo que se llama el affectio societatis. Una relación que conlleva intimidad, confianza, dependencia. Pero que entre creyentes e incrédulos no es posible, ni conviene, ni es aprobada por Dios.

Dios juzgó ese hecho como un error como vemos en 2 Crónicas 20:37: “Entonces Eliezer hijo de Dodava, de Maresa, profetizó contra Josafat, diciendo: por cuanto has hecho compañía con Ocozías, Jehová destruirá tus obras”. No hay alternativa. Dios se opuso totalmente a lo decidido por Josafat. Pero, además el pasaje continúa diciendo que: Dios le disciplinó “Y las naves se rompieron, y no pudieron ir a Tarsis”. No nos asombra. El mismo Dios que produjo milagros portentosos ante el rey y su pueblo, efectuó este milagro también con las naves de una unión que Él no aprobó. Una tempestad hizo naufragar a la flota antes de salir del puerto. Dios se opuso a esta sociedad desigual y, seguramente para evitar males mayores, la frustró antes de intentar el primer negocio.

Años atrás, un antecesor de Josafat, el rey Salomón había escrito algo digno de tener en cuenta: “No dejes que tu boca te haga pecar, ni digas delante del ángel que fue ignorancia. ¿Por qué harás que Dios se enoje a causa de tu voz, y que destruya la obra de tus manos?” ¿Ignorancia? No. Una conducta que desafió la bondad de Dios hacia él y su pueblo. Lamentablemente aquí vemos los pies de barro de Josafat. Dios, en Su fidelidad, impidió que aquel hombre débil de carácter, el rey Josafat, siguiera con un negocio que iría de mal en peor. Cuántos creyentes siguiendo el mismo proceder, se enredaron en las cosas del mundo y cosecharon los mismos frutos que Josafat. Una pérdida material. O espiritual. O ambas. Y la tristeza que es añadida. Y terminan presos en el lazo del diablo. Pablo decía a Timoteo: “Ninguno que milita se enreda en los negocios de la vida, a fin de agradar a aquel que lo tomó por soldado”.

Hoy en día el pueblo de Dios relativiza estos mandamientos de la Palabra y consiente con estas relaciones espúreas. Así, lamentablemente, la Iglesia puede no entrar al mundo, pero seguro, el mundo penetra en la Iglesia. Se está por escribir el último capítulo en la experiencia de Josafat, el rey de Judá. Una vez más, en la curva sinuosa de su vida, pasando por momentos de zozobra, enredándose en alianzas con aquellos que no debería y solo rescatado por la misericordia de Dios.

Si se encuentra con su Biblia cerca querido oyente, puede abrirla en el capítulo 3 de 2 de Reyes, en un extenso relato que vamos a resumir, pero usted puede leer con mayor detenimiento, leemos que: “Joram hijo de Acab comenzó a reinar en Samaria sobre Israel el año dieciocho de Josafat rey de Judá; y reinó doce años. E hizo lo malo ante los ojos de Jehová, aunque no como su padre y su madre; porque quitó las estatuas de Baal que su padre había hecho.

Pero se entregó a los pecados de Jeroboam hijo de Nabat, que hizo pecar a Israel, y no se apartó de ellos.Entonces Mesa rey de Moab era propietario de ganados, y pagaba al rey de Israel cien mil corderos y cien mil carneros con sus vellones.Pero muerto Acab, el rey de Moab se rebeló contra el rey de Israel. Salió entonces de Samaria el rey Joram, y pasó revista a todo Israel.Y fue y envió a decir a Josafat rey de Judá: el rey de Moab se ha rebelado contra mí: ¿irás tú conmigo a la guerra contra Moab? Y él respondió: iré, porque yo soy como tú; mi pueblo como tu pueblo, y mis caballos como los tuyos.Y dijo: ¿por qué camino iremos? Y él respondió: por el camino del desierto de Edom.

Salieron, pues, el rey de Israel, el rey de Judá, y el rey de Edom; y como anduvieron rodeando por el desierto siete días de camino, les faltó agua para el ejército, y para las bestias que los seguían. Entonces el rey de Israel dijo: ¡Ah! que ha llamado Jehová a estos tres reyes para entregarlos en manos de los moabitas.Mas Josafat dijo: ¿no hay aquí profeta de Jehová, para que consultemos a Jehová por medio de él? Y uno de los siervos del rey de Israel respondió y dijo: aquí está Eliseo hijo de Safat, que servía a Elías.Y Josafat dijo: este tendrá palabra de Jehová. Y descendieron a él el rey de Israel, y Josafat, y el rey de Edom.

Entonces Eliseo dijo al rey de Israel: ¿qué tengo yo contigo? Vé a los profetas de tu padre, y a los profetas de tu madre. Y el rey de Israel le respondió: no; porque Jehová ha reunido a estos tres reyes para entregarlos en manos de los moabitas. Y Eliseo dijo: vive Jehová de los ejércitos, en cuya presencia estoy, que si no tuviese respeto al rostro de Josafat rey de Judá, no te mirara a ti, ni te viera. Mas ahora traedme un tañedor. Y mientras el tañedor tocaba, la mano de Jehová vino sobre Eliseo”.

El Profeta del Señor les indica cómo proceder y que la victoria será suya, la palaba se cumple ya que leemos en el verso 22 que “Cuando se levantaron por la mañana, y brilló el sol sobre las aguas, vieron los de Moab desde lejos las aguas rojas como sangre; y dijeron: ¡Esto es sangre de espada! Los reyes se han vuelto uno contra otro, y cada uno ha dado muerte a su compañero. Ahora, pues, ¡Moab, al botín!

Pero cuando llegaron al campamento de Israel, se levantaron los israelitas y atacaron a los de Moab, los cuales huyeron de delante de ellos; pero los persiguieron matando a los de Moab.” Tal fue la desesperación de los Moabitas que en el verso 26 leemos que el rey sacrificó a su propio hijo y al ver que nada podía revertir la derrota el relato dice que “…se apartaron de él, y se volvieron a su tierra”. Moab fue vencido, más por la intervención divina que por la estrategia humana. Una vez más, la misericordia de Dios amparó a un hombre que no hizo lo que agrada al Señor. Y el telón cae sobre la vida de Josafat.

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