La apostasía del tiempo final (6ª parte)
4 diciembre, 2020La apostasía del tiempo final (8ª parte)
4 diciembre, 2020Autor: Esteban Beitze
Continuamos con el estudio de Esteban Beitze sobre de la apostasía, una marca distintiva del tiempo final. ¿Cómo puede el creyente protegerse de las corrientes apóstatas de esta sociedad? ¿Cómo puede evitar las características del hombre apóstata del tiempo final? Tenemos tres consejos: En primer lugar, seguir el ejemplo de hermanos fieles a Dios, como lo fue Pablo, como lo fueron los héroes de la fe en Hebreos 11, pero sobre todo, como lo fue Jesús. En segundo lugar, buscando, estudiando y obedeciendo la Palabra de Dios. Y, por último, sirviendo al Señor, que es el fin por el cual fuimos creados.
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PE2630 – Estudio Bíblico
La apostasía del tiempo final (7ª parte)
¿Qué tal queridos oyentes? Estamos concluyendo una serie acerca de la apostasía. Hemos visto qué significa la palabra apostasía, que es haber dejado de lado principios y verdades a las cuales uno se ha adherido. Esto lo podemos ver en la sociedad en líneas generales, una sociedad que se llama cristiana pero que ha dejado los principios cristianos y se ha vuelto opuesta a ellos a través de leyes, a través de costumbres y a través de características. Esto es lo que señala el apóstol Pablo en su última carta, la 2da carta a Timoteo. Allí se nos presenta la apostasía de una forma muy cruel, muy cruda. El apóstol Pablo introduce el tema de las características de la apostasía como tiempos peligrosos en 2da Timoteo 3:1. Y allí desarrolla las características de los apóstatas, que son justamente principios antagónicos a los principios cristianos, aunque todavía se llamen cristianos.
Ahora, viviendo en un mundo apóstata, en el que sin lugar a duda estamos, estamos por llegar frente al arrebatamiento de la iglesia y luego la explosión de un mundo anticristiano gobernado por el anticristo. Entonces, si la apostasía está en un auge creciente, ¿cómo nos protegemos? El apóstol Pablo, allí en 2da Timoteo 3, pone su propio ejemplo como algo que nos anime a ir en contra de la apostasía. Tenemos entonces el ejemplo del apóstol Pablo, pero también tenemos la protección a través de la Palabra. Ya en el capítulo 2, versículo 15, el apóstol Pablo había aconsejado a Timoteo una actitud de integridad que se manifieste en obediencia y aplicación de la palabra de Dios. Allí decía: Procura con diligencia presentarte a Dios, aprobado como obrero que no tiene de que avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad.
Y en nuestro contexto de 2da Timoteo 3:15, Pablo le escribe a Timoteo: “Y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús”. Y luego sigue diciendo: “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia. A fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra”. Entonces, ¿qué es lo que nos dice el apóstol Pablo? En un contexto de apostasía, ¿cómo nos podemos mantener firmes en medio de tanto engaño, en medio de tantas influencias nefastas? Buscando la Palabra, adhiriendo la Palabra, obedeciendo la Palabra. ¿Por qué buscar en fuentes dudosas, si la seguridad, efectividad y lo que produce plena madurez lo encontramos en la Biblia?
Creo que el lamento de Dios sobre su pueblo en el tiempo de Jeremías es más actual que nunca. Allí en Jeremías 2:13 Dios se lamenta y dice: “Porque dos males ha hecho mi pueblo: me dejaron a mí, fuente de agua viva, y cavaron para sí cisternas, cisternas rotas que no retienen agua”. ¿Nos damos cuenta de lo ridículo del caso de lo que hacía Israel? Dejar una fuente, una fuente de agua viva, donde continuamente sale plenitud de agua, para cavarse cisternas, y cisternas rotas que no retienen agua, y que tienen un agua mala porque es agua estancada. Pero eso es lo que hace nuestro mundo llamado cristiano. Dejan a Dios, la fuente, y se buscan cisternas que no retienen agua.
El medio por el cual se evita esto es transformando nuestro entendimiento. Es una mente que se dirige a las cosas de Dios, y no es alimentada por los principios mundanos. Por eso cuando Pablo escribe a los colosenses, en el capítulo 3 versículos 1 y 2 dice: “Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra”. Entonces tenemos que analizar con qué llenamos nuestra mente. ¿Por qué la apostasía puede permear, aún la vida de verdaderos creyentes? Porque abrimos nuestra mente a pensamientos apóstatas, a influencias apóstatas. Por ejemplo, ¿en qué gastamos nuestro tiempo libre? De acuerdo con tus pensamientos serán tus hechos. Si nuestra mente se llena de lo mundano actuaremos en consonancia con el mundo.
Si, en cambio, nuestra mente se llena de Cristo, su Palabra y su presencia, actuaremos como Cristo y seremos cada vez más semejantes a él. Entonces, simplemente hagamos una comparación: ¿Cuánto tiempo le dedicamos a la Biblia? ¿A buenos libros? ¿Cuánto tiempo a series, a telenovelas? ¿A amistades mundanas? ¿A cosas que quizás nos alejen de Dios? ¿Por qué no cambiar esto? Bien decía Salomón: Tal cual es el pensamiento del hombre, tal es él. O sea, lo que pensamos, esto somos. Jesús decía que tenemos que amar a Dios con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas y con toda la mente. Es interesante que pone ese concepto de la mente. Es que en la mente empieza todo. Entonces, ¿cómo nos podemos proteger de la apostasía? La apostasía se filtra a través de lo que escuchamos, de lo que vemos, del entorno en el cual nos encontramos. Obviamente no nos podemos aislar del mundo, no nos podemos meter en una burbuja o escondernos en una isla del Pacífico, y tampoco serviría. Jesús, cuando oro, le dijo al Padre que no quitara a los suyos del mundo, sino que los guardara en este mundo. Y a eso tenemos que estar enfocados.
Ahora, ¿cómo nos podemos “guardar” en este mundo? “¿Con qué guardará el joven su camino? Con guardar tu Palabra”. “En mi corazón he guardado tus dichos para no pecar contra ti”. A Josué, frente al tremendo reto de enfrentar a los enemigos y conquistar una tierra le decía: Poné tu atención en la Palabra, en meditar en ella, en no desviarte de ella ni un milímetro. Entonces, la Palabra de Dios, que more en abundancia en nuestros corazones. Que la leamos, que la busquemos constantemente, todos los días. Que vayamos a las reuniones a aprender de ella, que escuchemos buenos programas y leamos buenos libros. Que llenemos nuestra mente de la Palabra de Dios, entonces nuestras acciones no van a tener influencia de la apostasía. ¿Cómo nos protegemos de toda una oleada de apostasía sobre el mundo llamado cristiano? Es a través de la Palabra.
Pero también hay otra protección. No solo el ejemplo de creyentes fieles, no solo la protección por la Palabra de Dios, sino también la protección que da servir a Cristo. En 2da Timoteo 4:1 Pablo introduce este concepto de una forma muy impresionante. Escribe: “Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino, que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina”. Y luego sigue el otro concepto de la apostasía, que los apóstatas juntarán maestros de acuerdo con lo que quieren escuchar, y sigue en el versículo 5 diciendo: “Pero tú sé sobrio en todo, soporta las aflicciones, haz obra de evangelista, cumple tu ministerio”. En otras palabras, ¿cómo podemos evitar la apostasía? ¿Cómo podemos mantenernos firmes en una tormenta atroz que viene sobre el creyente? Siguiendo buenos ejemplos, guardando la Palabra, asimilándola en nuestras vidas, pero también sirviendo al Señor.
Con la exhortación a Timoteo Pablo señala la trascendencia de que el creyente fiel se ocupe en la tarea indicada por Dios, y para la cual fue preparado. Fuimos creados en Cristo Jesús para buenas obras que él preparó de antemano para que anduviésemos en ellas. Entonces, empecemos a orar para que el Señor nos muestre cuál es el propósito que tiene para nuestra vida, cuáles son las obras que determinó de antemano para que anduviésemos en ellas, y obedezcámoslo. Hagámoslo. En lugar de perder el tiempo, de invertir en el mundo y abrir nuestros oídos a los susurros y amenazas del mundo, dediquémonos a servir en el ministerio al cual Dios nos ha guiado. Al hacerlo no tendremos tiempo para aquello en lo que invierte este mundo apóstata, y hasta podemos ser de ayuda a alguno que se ha descarriado de los caminos de Dios. Cuántos hay que están siguiendo estos conceptos apóstatas, esta influencia de la apostasía. ¿Por qué no los invitamos a servir con nosotros al Señor, a involucrarse en la obra del Señor? El lamento del Señor cuando estaba aquí en la Tierra sigue muy vigente: a la verdad la mies es mucha, pero los obreros son pocos. Entonces oremos por obreros, pero también estemos dispuestos a servir en la obra del Señor. ¿Cómo nos podemos proteger de la apostasía?
Pablo en su testamento nos da una clara indicación: Seguir el ejemplo de creyentes firmes como lo fueron él, como lo fueron la madre y la abuela de Timoteo, como lo fueron los héroes de la fe de Hebreos 11, que se mantuvieron firmes, algunos incluso frente a la pérdida de su propia vida, y sobre todo, Jesucristo. Entonces, protección por el ejemplo, protección por la Palabra de Dios, cuando la leemos, la estudiamos personalmente, la escuchamos y estudiamos en reuniones, en buenos mensajes y en buenos libros. Cuando la asimilamos y obedecemos, entonces estaremos firmes, a fin de que el hombre de que el hombre esté enteramente preparado para toda buena obra. Y ahí está el concepto final: La protección a través del servicio. Un hombre preparado para toda buena obra, una mujer preparada para toda buena obra, esto nos va a tener ocupados de manera que no le demos lugar a la apostasía. Querido hermano, que esta sea la realidad de su vida es mi oración. Que Dios le bendiga ricamente.