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Autor: Esteban Beitze

Termina el estudio de Esteban Beitze acerca de la apostasía del tiempo final. Anteriormente aprendimos sobre las características de la apostasía y la forma en la que se filtran en nuestras vidas. Es tan difícil evitarla y la influencia es tan fuerte. ¿Por qué entonces nosotros debemos marcar la diferencia? Pablo nos recuerda del premio que recibiremos si somos fieles en medio de la apostasía y anhelamos la venida de Cristo: coronas y galardones. Además, en los momentos difíciles tenemos consuelo en el Señor, el cual nos da fuerza para soportar. ¡A él sea la gloria!


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PE2631 – Estudio Bíblico
La apostasía del tiempo final (8ª parte)



¿Qué tal queridos oyentes? Estamos llegando al final de una serie acerca del estudio de la apostasía. La apostasía, como la palabra misma lo indica, es un apartarse de algo a lo cual uno se ha adherido, en lo cual uno ha creído, a lo cual uno ha seguido. Y si pensamos en un mundo apóstata pensamos en un cristianismo que ha dejado los valores cristianos. Nuestra sociedad se llama cristiana en líneas generales, son muy pocos los que se consideran ateos o agnósticos. Si uno preguntara en la calle, la mayoría diría que se adhieren al cristianismo de alguna forma, o que se llaman cristianos. Pero en realidad, es algo completamente diferente. Los principios cristianos, los principios bíblicos, y las enseñanzas del Señor Jesucristo son dejadas de lado, y no solo dejadas de lado, sino atacadas deliberadamente a través de nuestra sociedad, incluso a través de las leyes. El apóstol Pablo en la segunda carta a Timoteo, advierte acerca de este tiempo final, y lo describe como un tiempo peligroso, especialmente a partir de 2da Timoteo 3, mostrando las características de las personas del tiempo final, marcadas por la apostasía. Conceptos y características completamente antagónicas a las verdades bíblicas, justamente opuestas a lo que debería ser el cristiano verdadero.

Ahora, si estas características son tan fuertes en un mundo que se vuelve cada vez más anticristiano, lamentablemente también tienen su influencia sobre el creyente verdadero. Estas características que Pablo describe en 2da Timoteo 3, lamentablemente también las vemos filtrándose en nuestras iglesias e incluso en nuestras vidas. Es por eso por lo que Pablo es muy firme en exhortar a Timoteo y a nosotros con ello también. Nos llama a mantenernos firmes, a apartarnos de toda esta influencia apóstata que tiene incluida en sí misma el castigo de Dios. Y a través de diferentes actitudes el creyente se puede mantener firme en este tsunami que está arrasando nuestra sociedad y nuestro mundo. El apóstol Pablo había indicado a Timoteo que debía seguir el ejemplo suyo, el de su madre, el de su abuela, el ejemplo de Jesucristo, como una medida de protección contra la apostasía. Había mostrado también que el afirmarse en la Palabra, el buscar la Palabra, estudiar la Palabra y enseñar la Palabra, era otra forma de protegerse contra la apostasía. Había indicado en el capítulo 4, versículos 1 y 5, que otra forma de protegerse contra la apostasía era el servicio, la dedicación al Señor.

Pero, al ver esta nefasta influencia y ataque de la apostasía, uno se podría preguntar si vale la pena resistirse y mantenerse comprometido a Dios y a su Palabra. Es tan difícil, la influencia es tan fuerte, y muchos creyentes verdaderos que nos rodean, de alguna u otra forma han dado lugar, quizás, a la apostasía. ¿Por qué entonces nosotros debemos marcar la diferencia? Realmente es difícil ir en contra de esta corriente. Por eso Pablo termina esta serio y triste pasaje con una mirada llena de gratitud, expectativa, esperanza y consuelo al futuro. Frente a la apostasía debemos tener en cuenta que también hay una premiación por mantenerse firme, por ser perseverantes en lo que hemos aprendido, o sea, ir en contra del concepto mismo de la apostasía, que es dejar de lado lo que uno ha aprendido.

Entonces, ¿cuál es la premiación por la perseverancia en un mundo apóstata? En primer lugar, vemos la culminación de la carrera. Una de las mayores satisfacciones que puede tener el creyente es la del haber cumplido. Pablo da testimonio de su vida allí en 2da Timoteo 4:7: “He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe”. ¿Habrá algo más grande y grato que haber llegado al final de nuestra existencia en la Tierra y haber demostrado fidelidad, integridad, y haber cumplido con las obras que Dios preparó para que nosotros hiciésemos? Si Cristo viniera hoy a buscarnos, ¿podríamos unirnos al testimonio del apóstol? ¿Podríamos decir “he peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe”? Qué precioso es poder llegar a culminar algo, como, por ejemplo, un estudio. Justo hace unos días atrás estaba en la graduación de una querida hermana que se había graduado de odontóloga, y qué alegría, qué festejo, después de tantos años de estudio haberlo logrado. Ahora, imaginémonos un final de carrera, pero la más importante, la carrera cristiana, frente al Señor. ¿Podrá decir Él de nosotros: Siervo, sierva fiel, sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré. Entra a la gloria de tu Señor? ¿Podrá decir esto de nuestra carrera, de nuestro servicio, de nuestra lucha? ¿Hemos guardado la Palabra?

Vemos la premiación a través de una carrera culminada, vale la pena. ¿Es una batalla? Sí, lo es. ¿Es una carrera maratón, larga, difícil? Lo es. Pero vale la pena. Entonces vemos la premiación a través de una culminación de la carrera. También hay una premiación para la perseverancia a través de la coronación por la carrera. Como si lo anterior fuera poco, Pablo nos permite hacer una mirada a los momentos después del arrebatamiento de la iglesia, o sea, al tribunal de Cristo. Allí en el versículo 8, Pablo sigue diciendo: “Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día, y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida”. O sea, apenas sucede el arrebatamiento, el momento en el que el Señor lleve a su iglesia al cielo, habrá un análisis detallado de nuestro servicio, de nuestra vida como creyentes, y también de la respectiva recompensa. Creo que por ello vale la pena luchar, invertir y servir. Pero este premio está condicionado a vivir una vida con expectativa constante de la venida de Cristo.

Esto es lo que Pablo sigue diciendo, porque uno puede pensar: bueno, el apóstol Pablo se merece esa corona por su vida de integridad, de servicio de perseverancia, pero nosotros, ¿qué somos en comparación con el apóstol Pablo? Menos mal que el pasaje no termina ahí, sino que Pablo dice: esa corona no está solo destinada a mí, sino también a todos los que aman su venida. ¿Qué significa amar la venida del Señor? Significa vivir cada día como si fuera el último, como si fuera el momento en el que el Señor nos viniera a buscar. Si vivimos cada día como si fuera el día del arrebatamiento, entonces nuestra vida será una vida plenamente recompensada. Habrá coronas, habrá galardones, como dice también el Señor a través de Juan en Apocalipsis 20: “He aquí vengo pronto y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra”. Querido hermano, vale la pena ser fiel en un mundo apóstata. Aún si al nuestro alrededor incluso los creyentes siguen estas líneas de pensamiento apóstata, mantengámonos firmes. Mantengámonos fieles, vale la pena, porque nuestra carrera tendrá una corona, tendrá un premio.

Entonces vemos la premiación por la perseverancia en medio de la apostasía a través de una carrera culminada, una carrera con una corona, con un premio. Pero, en tercer lugar, también vemos la consolación en la carrera. No sabemos cuánto tiempo nos falta para la venida del Señor. Obviamente la oposición es grande, y es cada vez mayor. La lucha es dura, la influencia es atroz. A veces pareciera que nos pasa como a Pablo, como decía en 2da Timoteo 4:16, sentimos que nadie está a nuestro lado. Pero en seguida, en el versículo 17, nos testifica de una realidad que también es la nuestra. Allí dice: “Pero el Señor estuvo a mi lado, y me dio fuerzas, para que por mí fuese cumplida la predicación, y que todos los gentiles oyesen. Así fui librado de la boca del león”. Y en el 18 concluye: “Y el Señor me librará de toda obra mala, y me preservará para su reino celestial. A él sea gloria por los siglos de los siglos. Amén”.

Entonces, querido hermano, querida hermana, vivimos en un mundo marcado por la apostasía. Esto es terrible, es difícil. La oposición a todo lo que es cristianismo, Palabra de Dios, a la vida cristiana y a los creyentes mismos, va a ser cada vez más terrible y cada vez más perversa, más difícil. Y quizás en algún momento, uno piensa hasta en tirar la toalla, pero no hagamos esto, sino miremos hacia el futuro. Miremos la culminación de la carrera, la satisfacción que va a ser esto, la satisfacción que va a ser el poder estar en la presencia del Señor y ser recibido como un siervo fiel frente a él.

Miremos también lo que significa la coronación de nuestra carrera. Tendremos que presentarnos frente al tribunal de Cristo y allí serán juzgadas nuestras obras de acuerdo con si son útiles o no. Entonces hay coronas, hay premios, hay galardones, vale la pena vivir como cristiano fiel en medio de la apostasía. Y, por último, aún si todavía no llegamos al final de la carrera, podemos contar con el consuelo y la presencia del Señor. El Señor estuvo a mi lado y me dio fuerzas para poder cumplir con el ministerio que él me ha dado, y esta también es la realidad tuya, querido hermano. Podemos unirnos a esa adoración con la que termina esta preciosa carta y testamento del apóstol: “A él sea la gloria por los siglos de los siglos”. Querido hermano, sea fiel, comprometámonos todos a vivir con perseverancia en un mundo marcado por la apostasía. Vale la pena, porque el Señor viene pronto. Dios les bendiga ricamente.

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