La Biblia se defiende a sí misma (2ª parte)


Autor: J. Warner Wallace

En esta serie de estudios escuchamos acerca de la defensa que la Biblia hace de sí misma. El Señor no dejó ningún cabo suelto y quien lo busca puede encontrar la Verdad. Ante el cuestionamiento que a menudo se hacen sobre la autenticidad de los Evangelios, la evidencia está a la vista.


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PE3098 – La Biblia se defiende a sí misma (2ª parte)



Querido amigo, espero que recuerdes el programa pasado en que vimos que varios eruditos, críticos del nuevo testamento creen que los Evangelios son una fabricación de la iglesia y no el relato verídico de testigos oculares.

Seguramente muchos de nosotros somos cuestionados con frecuencia acerca de la fiabilidad del relato de los Evangelios y todo el Nuevo Testamento.

 

En el programa anterior compartimos que el apóstol Pablo cita el Evangelio de Lucas y lo pone al mismo nivel que las Escrituras del Antiguo Testamento.

Es cierto que algunos críticos han afirmado que Pablo no es el autor de la primera carta a Timoteo. Creen que esta carta fue escrita en una época muy posterior de la historia. Sin embargo, la mayoría de los eruditos reconocen que los primeros dirigentes de la Iglesia conocían 1 Timoteo desde mucho antes.

 

Pero hay más. Pablo repitió las afirmaciones de los evangelistas

Aunque algunos críticos modernos cuestionan la autoría de las cartas pastorales de Pablo, incluso los eruditos más escépticos están de acuerdo en que Pablo escribió las cartas a los Romanos, Corintios y Gálatas. Estas cartas datan de entre los años 48 d.C. y 60 d.C. La carta a los Romanos que suele fecharse en el año 50 d.C. deja claro algo importante: Pablo comienza la carta con la afirmación de que Jesús es el “Hijo de Dios” resucitado.

 

A lo largo de la carta, Pablo acepta la visión de Jesús que los testigos oculares expresaron en sus relatos evangélicos. Diecisiete años después de la resurrección, Jesús fue descrito como Dios. Es Dios encarnado, como lo describieron los testigos oculares en los Evangelios. La descripción que hace Pablo de la vida de Jesús coincide con la de los Evangelios. En 1 Corintios 15 que fue escrito entre los años 53 y 57 d.C., Pablo resume el mensaje evangélico y subraya el hecho de que los apóstoles le trasmitieron los relatos de los testigos oculares:

 

“Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras; y que apareció a Cefas, y después a los doce. Después apareció a más de quinientos hermanos a la vez, de los cuales muchos viven aún, y otros ya duermen. Después apareció a Jacobo; después a todos los apóstoles; y al último de todos, como a un abortivo, me apareció a mí”.

 

En su carta a los Gálatas, Pablo describe su trato con Pedro, llamado también Cefas, y con Jacobo y dice que los conoció al menos catorce años antes de escribir la carta. El capítulo 1 verso 15:

“Pero cuando agradó a Dios, que me apartó desde el vientre de mi madre, y me llamó por su gracia, revelar a su Hijo en mí, para que yo le predicase entre los gentiles, no consulté en seguida con carne y sangre, ni subí a Jerusalén a los que eran apóstoles antes que yo; sino que fui a Arabia, y volví de nuevo a Damasco. Después, pasados tres años, subí a Jerusalén para ver a Pedro, y permanecí con él quince días; pero no vi a ningún otro de los apóstoles, sino a Jacobo el hermano del Señor”. “Después, pasados catorce años, subí otra vez a Jerusalén con Bernabé, llevando también conmigo a Tito”.

 

Esto significa que Pablo vio a Cristo resucitado en los cinco años siguientes a la resurrección, y según Gálatas 1:18, el apóstol visitó a Pedro y a Jacobo en los tres años siguientes y se enteró de los relatos evangélicos por los testigos oculares. Por esta razón, Pablo pudo decir en 1 Corintios 15:6 que todavía había “más de quinientos hermanos” que podían confirmar los relatos de la resurrección. Esa fue una afirmación audaz, pues sus lectores podían comprobarla y llamarle mentiroso si no era cierta.

 

Otro argumento que nos habla de la formación temprana del Nuevo testamento es el hecho de que Lucas cita repetidamente a Marcos y a Mateo

Cuando Lucas escribió su Evangelio, admitió honestamente que no fue testigo ocular de la vida y el ministerio de Jesús. En cambio, Lucas en el primer capítulo, se describe como un historiador que recogió los testimonios de los testigos oculares:

“Puesto que ya muchos han tratado de poner en orden la historia de las cosas que entre nosotros han sido ciertísimas, tal como nos lo enseñaron los que desde el principio lo vieron con sus ojos, y fueron ministros de la palabra, me ha parecido también a mí, después de haber investigado con diligencia todas las cosas desde su origen, escribírtelas por orden, oh excelentísimo Teófilo, para que conozcas bien la verdad de las cosas en las cuales has sido instruido”.

 

Lucas repitió o citó a menudo pasajes enteros de Marcos.  El Evangelio de Lucas contiene 350 versículos de Marcos y 250 versículos de Mateo. Estos pasajes se incluyeron en el Evangelio de Lucas como si el autor se hubiera limitado a copiarlos de otros relatos.  Por tanto, podemos concluir que el relato de Marcos ya era reconocido, aceptado y estaba a disposición de Lucas cuando escribió su Evangelio.

 

El Evangelio de Marcos se parece mucho a un “parte policial”. Cuando los primeros agentes llegan al lugar de los hechos, recogen rápidamente todos los detalles relacionados con el crimen y registran una descripción del sospechoso. A continuación, comunican por radio estos datos a otros agentes que puedan encontrarse en la zona. Esta primera “comunicación policial” es breve y se concentra en los aspectos esenciales. Más tarde habrá tiempo para añadir más detalles, aclarar la secuencia de los hechos y redactar informes detallados. Pero el primer informe por radio está impulsado por la inmediatez del momento; tenemos que comunicar a nuestros compañeros lo esencial, ya que los sospechosos pueden huir de la zona. Hay una sensación de urgencia, mientras los agentes tratan de impedir que los malos escapen.

 

Aunque el Evangelio de Marcos contiene los detalles importantes de la vida y el ministerio de Jesús; es bastante breve, menos organizado que los demás evangelios y relata sobre todo acciones. Trasmite una sensación de urgencia. Esto es exactamente lo que se espera de un relato temprano del ministerio de Jesús, escrito con prisa. Los testigos oculares tenían claramente un sentimiento de urgencia, pues creían que Cristo volvería pronto. Pablo escribió en Romanos 13:12 “ahora está más cerca de nosotros nuestra salvación que cuando creímos”, y Santiago dijo: “…porque la venida del Señor se acerca”. Pedro, mentor y compañero de Marcos, también escribe en su primera carta “…el fin de todas las cosas se acerca”. Marcos sintió la misma urgencia cuando recogió las experiencias de Pedro en su Evangelio.

 

Su relato tiene el papel de un “parte policial”, que transmite los detalles esenciales sin tener en cuenta la composición o el estilo. Papías de Hierápolis, obispo de la iglesia primitiva, lo confirma en su declaración sobre el empeño de Marcos:

“Después de convertirse en intérprete de Pedro, Marcos escribió con precisión, aunque no en el orden correcto, lo que recordaba de las cosas que Cristo había dicho o hecho. Puesto que no había oído al Señor ni le había seguido personalmente, siguió a Pedro, como ya he dicho, que adaptaba su enseñanza a las necesidades de sus oyentes, pero sin querer hacer un relato coherente de los discursos del Señor, de modo que Marcos no se equivocó al escribir algunas cosas tal como las recordaba. Pues tuvo cuidado de no omitir nada de lo que había oído y de no tergiversar nada”.

 

La exactitud del relato era más importante para Marcos que cualquier otra cosa, pensando probablemente que Jesús regresaría de todos modos antes de que hubiera sido necesario escribir algo parecido a una biografía organizada. Así que Marcos fue el responsable del “primer parte policial”, de la primera información básica. Con el paso de los años y el envejecimiento de los testigos oculares, otros se esforzaron por organizar la narración de forma más cronológica. Esto se desprende de la introducción al Evangelio de Lucas que comienza con la siguiente aclaración: “Me ha parecido también a mí, después de haber investigado con diligencia todas las cosas desde su origen, escribírtelas por orden, oh excelentísimo Teófilo”.

También en todo esto vemos que la Biblia se defiende a sí misma.

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