La Casa del Alfarero para Mujeres

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Rosario Díaz nos cuenta sobre las nuevas instalaciones de la Casa del Alfarero, un programa de rehabilitación para personas con adicción a las drogas. Esta casa destinada a las mujeres centra el proceso de rehabilitación en la Palabra de Dios. Te invitamos a conocer más sobre su trabajo y sobre los testimonios de quienes han sido restaurados por la gracia de Dios.


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EA1066 – Entre Amigas –
La Casa del Alfarero para Mujeres



Entrevista a Rosario Díaz

Victoria: Amigas, es un gusto estar con ustedes nuevamente. Hoy nos acompaña por vía telefónica Rosario Díaz, quien ya nos ha estado acompañando en otros programas donde hablamos de su testimonio y también de la Casa del Alfarero. Gracias, Rosario, por estar con nosotros.

Rosario: Hola, ¿Cómo están? Muchas gracias por la invitación, es una bendición poder estar acá con ustedes.

Victoria: Hoy vamos a hablar de un proyecto nuevo, pero primero me gustaría que nos recordaras qué es la Casa del Alfarero y luego, sí, en qué consiste este nuevo proyecto.

Rosario: Bueno, la Casa del Alfarero es una casa de rehabilitación para personas adictas a las drogas que ya lleva casi 12 años trabajando. Comenzó por una necesidad puesta en nuestros corazones por Dios, y comenzamos primeramente con una chacra que se fue extendiendo por necesidad. Hoy en día hay tres chacras: una en Suarez, que tiene capacidad para entre 20 y 25 muchachos, una en Las Piedras, con capacidad para 20, y hace muy poquito, en este tiempo de pandemia, el Señor nos sorprendió y conseguimos una tercera chacra en la localidad de Treinta y Tres, la verdad es que es una bendición. Siempre trabajamos con hombres, pero estaba en nuestro corazón poder ayudar con las mujeres. Hace aproximadamente dos años nos dieron un lugar físico, tomamos posesión de él, allí fue a vivir un matrimonio mientras todavía no estaba todo construido, Damián y Estéfani, que están a cargo de la obra allí, y bueno, construimos el lugar. Nosotros siempre tenemos la visión de servir con matrimonios, pero que no convivan en la misma casa, sino que, en el mismo predio, o sea, que estén los chicos internados por un lado y el matrimonio en una casa contigua. Así que construimos esa casa de cero, realmente el Señor nos bendijo porque económicamente no teníamos recursos, pero el Señor siempre nos ha sustentado. Cuando se construyó esa casa también hicimos una renovación, en plena pandemia, de la casa donde ahora están las jóvenes, y el primero de agosto del 2020, para la gloria de Dios, inauguramos la Casa del Alfarero Mujeres con una capacidad de 8 camas.

Victoria: Es muy común, en el caso de la recuperación de los varones, ver la ayuda, el apoyo de la madre que viene pidiendo ayuda para la rehabilitación. En el caso de las mujeres, ¿quién está detrás?

Rosario: Sí, como decís tú, siempre detrás del varón adicto está su madre, su esposa, hay como una contención. En la mujer es diferente, hay de todo, pero por lo general no pasa como con los varones que siempre tienen una esposa que los acompaña. Cuando llegan las mujeres, por lo general ya su matrimonio ya está bastante deteriorado. La situación de la mujer adicta es diferente por muchas razones.

Victoria: En el momento de establecerse, ¿cómo dieron con el lugar?

Rosario: El lugar, la verdad, fue una bendición, porque estábamos siempre pidiendo y orando al Señor y un día nos sorprendió, como Él lo hace. Había algunos pastores en esa localidad que tenían una capilla donde hacían un merendero, pero en ese momento no estaba funcionando así que donaron el terreno a Iglesias de Dios. Esos pastores tenían el anhelo de que ese lugar fuera usado, de que se pudiera trabajar allí y la verdad es que fue una bendición porque desde que estamos allí, aparte de trabajar con las mujeres también se han hecho merenderos y se ha alimentado a los niños de la zona porque es una zona bastante carenciada. Con el tema de la pandemia se tuvo que suspender el merendero, pero se les hacía la leche y se les llevaban bizcochos a cada familia. También saben que pueden ir a pedir a ese lugar si necesitan algo. Así que es una bendición, es un terreno precioso con lugar para construir más cosas, así que Dios mediante se verá lo que el Señor tiene preparado para ese lugar.

Victoria: ¿Podemos recordarles a nuestras amigas cómo es la financiación de estos hogares?

Rosario: Bueno, la financiación de la Casa del Alfarero siempre fue un tema. Recuerdo los primeros tiempos, cuando recién teníamos una chacra, que fue sustentada por la iglesia Pan de Vida, a donde nosotros vamos, durante todo el primer año. Y me acuerdo de que cuando llegó ese proyecto todos los hermanos de la iglesia se comprometieron a ofrendar durante un año, y con eso se cubría todos los gastos de luz, agua o alquiler. Hubo un tiempo durante ese año en el que con Nipur, mi esposo, pensamos que íbamos a tener que cerrar la chacra, porque me acuerdo de que para poder hacer el surtido teníamos que poner entre todo el liderazgo algo de dinero. Pero el Señor hizo una obra maravillosa, nunca nos ha faltado nada. Nosotros pedimos una ofrenda, una colaboración a quienes vienen a quedarse a la chacra de $3000, pero siempre decimos que, si tenemos 40 internos, por lo menos 20 tienen que pagar, y los otros 20 pueden ser becados. Lo que sucede es que muchas veces no se cumple eso porque es mucha la necesidad que hay. Hay mucha gente que viene en situación de calle, mucha gente que realmente, aunque sean $3000 pesos, no pueden pagarlo, o a veces también hay gente que viene, que deja a sus familiares y que después no se hacen cargo. Es muy difícil la situación, pero el Señor realmente nunca ha dejado que nos falte nada, y en este año de pandemia tan particular fue cuando más bendecidos estuvimos. Siempre hay alguien, siempre hay ofrendas, recibimos donaciones de bizcochos, de marcas, y el Señor va abriendo puertas que nos sorprenden. Así que nos sustentamos a través de esas ofrendas y de donaciones.

Victoria: ¿Qué pasa con las mujeres que son mamás y que pasan por el proceso de rehabilitación?

Rosario: Bueno, es una pregunta muy importante. Es muy diferente el trabajo con los hombres que con las mujeres. Una de las cosas que dijimos cuando empezamos es que iban a anotarse solamente mujeres, sin hijos, por un tema de lugar, y también porque recién empezamos y los niños conllevan muchas cosas como el médico, la escuela, un montón de cosas. Pero lo hemos tenido que cambiar en la marcha, porque la mujer es totalmente diferente. El hombre es distinto, el hombre se droga y siempre atrás hay una abuela, hay una madre, hay una contención que no se da en el caso de las mujeres. Entonces es muy complejo. Nos pasó, por ejemplo, con una muchacha que estuvo pasando por un proceso muy lindo, por tener a su hijo afuera se terminó yendo y después nos pidió llorando, por favor, que la dejáramos volver porque había tenido una recaída, pero que quería volver con el hijo y bueno, la dejamos ingresar con el hijo. Tenemos el caso de otra chica que era adicta, el papá de la hija también, y tuvo que venir con la niña porque no tenía quién la cuidara. O sea, cada caso es muy particular y nos hemos dado cuenta de que es muy diferente. Al momento de hoy, tres de las chicas que están internadas están con sus hijos porque no tenían en dónde dejarlos. Tenemos también el caso de un niño, Máximo, en el que vimos un cambio enorme, vimos cómo Dios obró en él. Tanto su padre como su madre son adictos, el padre había ingresado a la chacra hace años, pero ella estaba consumiendo y al niño lo cuidaba la abuela. Al estar consumiendo la mamá lo dejaba hacer lo que quisiera, y ahora que está internado con nosotros ella aprendió a ser madre, lo cuida, lo corrige cuando lo tiene que corregir, lo educa, entonces para él fue un gran cambio. Y lo podemos ver, lo vemos en sus modales, hasta en la forma de comer. La verdad es que nos sorprende, y como te decía, es muy dificultoso. No podemos ingresarlas a todas con hijos porque no tenemos el lugar físico. Entonces también, otra de las cosas que estamos haciendo es que a las que ingresan ahora y tienen niños chicos las dejamos que cada 15 días pueden traer a su hijo a pasar el fin de semana. Entonces disfrutan de lugar precioso, juegan, hay animales, comparten con otros niños, ven a sus madres, realmente es muy lindo lo que el Señor está haciendo en ese lugar.

Victoria: ¿Cuáles son las actividades que realizan a diario?

Rosario: Bueno, ellas se levantan, tienen su devocional, el desayuno, por supuesto, luego cada una tiene una tarea que se le asigna, ya sea la limpieza de la casa, la cocina, la quinta, hay animales, cada un tiene su tarea asignada. Tienen su almuerzo, luego tienen un tiempo libre en el que pueden dormir la siesta o leer la Palabra, después vuelven a sus tareas, en la tarde se vuelve a compartir la Palabra, tienen su cena y después terminan cansadas y se acuestan temprano. El lugar es precioso, se juntan, toman mate, es un tiempo realmente muy lindo. Y cada hermana que va a compartir la Palabra con ellas también es una bendición, porque comparten experiencias. Hay otras actividades además de eso, hay una pastora que les enseñó todo lo que es costura, les enseñó a hacer tapabocas, otra hermana les enseñó a hacer manualidades, siempre están haciendo alguna actividad diferente. Los sábados están los cultos de la capilla, también los cultos de los domingos en la iglesia Pan de Vida.

Victoria: ¿Cuál es la diferencia? ¿Qué es lo que marca o lo que deja el tener la Palabra de Dios en medio del proceso de rehabilitación?

Rosario: Bueno, qué interesante pregunta. Para nosotros el centro es Cristo, es la Palabra de Dios. Nosotros siempre les decimos, cuando ellos van a ingresar, que la Casa del Alfarero no tiene nada de mágico. Es un lugar físico donde nos apartamos para poder recibir la Palabra de Dios de una manera diferente que cuando estamos en la calle, sobre todo ellos que por todas las situaciones que viven no tienen ese encuentro con la Palabra. La Palabra es el centro de todo porque consideramos que ella es la que te va a traer luz, la que te nos enseña a vivir, la que nos limpia, y ese encuentro con la Palabra es el que hace que ellos entiendan la revelación de Jesucristo. Ellos van a leer la Palabra y el Espíritu Santo es el que les va a revelar y los va a confrontar con su pecado. Así que sí, el centro de todo lo que hacemos es la Palabra de Dios. Obviamente tienen que trabajar, tienen que hacer sus tareas porque también es parte de aprender, el volver a levantarse temprano, el aprender a compartir, a convivir, pero, sobre todo, la obra la hace el Espíritu Santo a través de la Palabra. Si no, es lo mismo que estés en otras internaciones, en otros lugares donde te van a medicar y vas a estar bien porque estás ahí adentro, pero después vas a salir y te vas a encontrar con lo mismo, con las mismas personas, con la misma adicción. El mundo no cambia porque estás internado. La diferencia se produce cuando vos cambiás. ¿Cómo cambiás? Leyendo la Palabra. La Palabra es la que nos limpia, la que nos trae revelación de quién es Jesucristo, de cuál es su obra, de que somos pecadores, que él nos redimió. Esa es la diferencia. Que cuando ellos salen, cuando hay un cambio que se produce de adentro hacia afuera, cuando conocen a Jesucristo, eso es lo que hace que ellos no vuelvan a consumir, aunque pueden haber recaídas porque es un proceso y cada proceso es diferente, pero el que hace la obra es Cristo. Él transforma las vidas, transforma las mentes, rompe estructuras, te da sanidad interior que necesitamos. Nosotros siempre decimos en las reuniones familiares que somos seres integrales. Si te rompés una pierna, vas al médico y te ponen un yeso. Pero en la parte del espíritu del ser humano solo puede entrar Dios, que es Espíritu. Él es el que va a sanar, el que va a hacer esa obra transformadora como tantos hombres y mujeres que se encontraron con Cristo en la Biblia y su vida no fue igual, porque cuando te encontrás con Jesucristo tu vida no permanece igual.

Victoria: ¿Todas las mujeres son personas que salieron de su hogar y fueron a la rehabilitación? ¿O hay alguna en situación de calle?

Rosario: Bueno, sí, hay de todo. Hemos tenido una joven que estaba en situación de calle, así como otras jóvenes que vinieron de sus casas. Es muy relativo.

Victoria: ¿Cómo es la convivencia? Porque sabemos que cualquier convivencia tiene altibajos. ¿Cómo se maneja esto?

Rosario: Bueno, el tema de la convivencia no es fácil en ningún área, tanto hombres como mujeres. Pero las mujeres somos más complejas. Ha pasado que, al principio, siempre que viene una persona nueva, puede haber un conflicto de convivencia, pero cuando pasa el tiempo y ya son varias que están hace un buen tiempo y se conocen, conviven de mejor manera. También tiene que ver con lo que decías anteriormente: hay chicas que vienen de la calle. Entonces obviamente no se compara una chica que viene de vivir mucho tiempo en la calle, que tuvo que enfrentar diversas situaciones para poder defenderse o cuidarse, a una chica que viene de su casa. Cada caso es particular y obviamente la convivencia tiene que ver con eso. En las reuniones que tenemos lo que se plantea es eso: estamos todos en un mismo camino y la meta es Cristo. A veces hay que decirles que no se enojen, que hay que tener paciencia, entonces bueno, no es fácil. Lo importante es que entiendan que más allá de dónde vienen, todas estamos en lo mismo, somos todas iguales, somos todas hijas de Dios y que nuestra meta es Cristo. Ahí ellas van entendiendo y se van aprendiendo a querer, también.

Victoria: Para ir terminando, Rosario, ¿cómo es tu vida llevando a cabo estos proyectos, además de tu familia, tu trabajo y estos tres hogares?

Rosario: Es una aventura. Yo soy apasionada por lo que hago, amo servir al Señor. No me imaginaría una vida sin servirle, y no me pesa. Cuando uno hace algo que ama hacer y que le apasiona, no le pesa. Es como decís vos, uno tiene su casa, tiene su trabajo de ocho horas que también implica una responsabilidad, pero uno se hace el tiempo igual. Obviamente no voy todos los días ni mi esposo va todos los días a la chacra de hombres, vamos determinados días. Lo bueno, también, es que somos un matrimonio que tenemos la misma visión, si no, sería realmente difícil. El tema de las chiquilinas también, a nuestras hijas les encanta todo lo que es la Casa del Alfarero, a veces opinan cuando hay alguna situación o algo. Amamos lo que hacemos, es una parte de nosotros, para nosotros es una familia, porque tenemos un equipo que son una bendición, pero toda esta gente que hoy es equipo en la Casa del Alfarero son chiquilines que en algún momento estuvieron también en la droga y a quienes Dios llamó a servir de esta forma. Entonces también son apasionados por lo que hacen. El Señor fue el que abrió las puertas y hay un equipo precioso que ama servir al Señor, al igual que nosotros. Evidentemente Dios está en esto y es Él el que hace la obra. Estamos Nipur y yo a cargo, pero podría estar cualquier otra persona porque el que hace la obra es el Señor.

Victoria: Gracias, Rosario, por conversar con nosotras, esperamos en algún momento tener a alguna de las chicas de la Casa del Alfarero también con nosotras. Amigas, muchísimas gracias por acompañarnos, las invitamos a que nos sigan escuchando la semana que viene en un nuevo programa de Entre Amigas. ¡Hasta la próxima!

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