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La Fiesta de Compromiso
(3ª parte)

Autor: Marcel Malgo

El mensaje del profeta Oseas es el del increíblemente paciente amor de Dios. Usted quedará asombrado con los aspectos personales, que tienen que ver con nuestra vida, que serán mencionados en este estudio. Se tratarán temas específicos que nos conducirán, cada vez, a un nuevo desafío.


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PE1552- Estudio Bíblico
La Fiesta de Compromiso (3ª parte)



Como ya se ha mencionado, queridos amigos, veremos hoy que la comunicación es la esencia.

Nos preguntamos: ¿Puede enfriarse el amor en un compromiso? La respuesta es sí. Todo comienza cuando no existe más comunicación. Pues: ¡La comunicación es la esencia del compromiso!

Cuando mi esposa y yo nos comprometimos, logramos, literalmente hablando, permanecer juntos a través de las cartas que nos escribíamos. La razón es que vivíamos a gran distancia el uno del otro: ella en Israel y yo en Suiza. Si la correspondencia hubiera fallado, yo pienso que eso hubiera significado un ataque frontal a nuestro mutuo amor.

Exactamente lo mismo ocurría en aquella época con Israel. ¿Cuándo le iba bien al pueblo? Cuando mantenían una relación íntima y familiar a través de una buena comunicación; es decir, cuando tenían trato con Dios por medio del libro de la ley.

Con la renovación del templo, en la época del rey Josías de Judá, fue hallado el libro de la ley el cual se había creído perdido hacía ya un buen tiempo. Este libro le fue leído al rey y entonces aconteció lo siguiente. «»… el escriba Safán declaró al rey diciendo: el sacerdote Hilcías me ha dado un libro. Y lo leyó Safán delante del rey. Y cuando el rey hubo oído las palabras del libro de la ley, rasgó sus vestidos’’.

Ése fue el comienzo de un gran avivamiento espiritual. El comienzo de una época en la cual no había obstáculo alguno o estorbo entre Dios y Su pueblo Israel. Existía una relación de amor y rendición entre los mismos. De igual forma sucedió en la época de Esdras y Nehemías: «»Y el sacerdote Esdras trajo la ley delante de la congregación, así de hombres como de mujeres y de todos los que podían entender, el primer día del mes séptimo. Y leyó en el libro delante de la plaza que está delante de la puerta de las Aguas, desde el alba hasta el mediodía, en la presencia de hombres y mujeres y de todos los que podían entender; y los oídos de todo el pueblo estaban atentos al libro de la ley. Y todo el pueblo se fue a comer y a beber, y a obsequiar porciones, y a gozar de grande alegría, porque habían entendido las palabras que les habían enseñado’’.

Podemos apreciar aquí a un pueblo que se deleita en Diosde todo corazón. Existía una relación de amor y confianza entre Dios e Israel. Pero ¿Por qué? La respuesta está en que se les había leído a los israelitas la Palabra de Dios, la cual (según el versículo 12 del cap. 8 de Nehemías) habían “entendido”.

La Palabra de Dios llenó de gran alegría los corazones de la gente del pueblo; avivando nuevamente ese sentimiento por las cosas de Dios. La Palabra de Dios motivó al pueblo de Israel a «»gozar de grande alegría’’.Ahora veamos cuál es: La consecuencia de la falta de comunicaciónDonde merma la relación íntima con la Palabra de Dios, y donde el libro de la ley no ocupa el lugar central, también merma el contacto con Dios y ya no existe comunicación con Él. Exactamente esto fue lo que le sucedió al pueblo de Israel en la época del profeta Oseas, y lo mismo nos ocurre a nosotros en la actualidad. Siempre que el libro de la ley era robado o desaparecía, el pueblo de Israel cometía grandes pecados; cortando, a través de estas acciones, el contacto íntimo con su Dios.

¡Siempre que, como creyentes, desatendemos la Palabra de Dios, damos fácil acceso al pecado en nuestras vidas! Si no tenemos un trato adecuado con la Palabra de Dios, la comunicación con Él se perturba; es decir, que nuestra entrega total a Cristo sufre un ataque frontal.

¡Algunos cristianos no caen en el pecadopor tener una tendencia a pecar, sino que caen en el mismo porque la Palabra de Dios ya no ocupa el lugar que debería ocupar en sus vidas! Querido amigo, amiga oyente, ¿es éste su caso? ¿Ha abandonado usted su lectura bíblica y por consiguiente ha perdido la comunicación vital con Dios? Este hecho, lo conducirá a que su amor a Dios sufra una ruptura, debido a la puerta que le ha abierto al pecado. Comience a leer regularmente la Biblia. De esta manera podrá ser más fiel al Señor, y su amor hacia Él será más entrañable y fuerte. Es por eso que David dice en el Salmo 119:11: «»En mi corazón he guardado tus dichos, para no pecar contra ti’’.

Piense nuevamente en el ejemplo de la pareja comprometida: si ésta se encuentra separada durante el tiempo del compromiso (tal vez por la distancia geográfica que existe entre ambos) y, por diversas circunstancias, ni siquiera pueden comunicarse telefónicamente, entonces existe una única posibilidad: escribir cartas, ¡y cuántas más, mejor! Sólo así sobrevivirá el amor.

Pero, si por algún motivo dejaran de escribirse, a la larga podría suceder que, él o ella, le abran la puerta a una nueva pareja; y entonces pasaría aquello que Pablo tanto temía en lo referente a lo espiritual: «»… temo que como la serpiente con su astucia engañó a Eva, vuestros sentidos sean de alguna manera extraviados de la sincera fidelidad a Cristo’’ (así leemos en 2 Co.11:3).

Revise su conexión hacia arriba. ¿Cultiva usted el contacto diario con su Señor a través de Su Palabra?

¡Naturalmente, también la oración es de inmensa importancia, pero sólo con orar no podrá sobrevivir espiritualmente, ya que al fin y al cabo se tratará únicamente de un monólogo! Sin duda alguna, debe tener contacto con su Salvador por medio de la Biblia. Por medio de la Palabra Él se comunica con usted; y sólo es posible la comunicación cuando ambas partes interactúan.

Analicemos cuál debe ser nuestro: trato con la Palabra de Dios.¡Si deseamos verdaderamente alegrarnos en Jesucristo, si buscamos un pacto de compromiso celestial que se mantenga intacto, si deseamos vivir con una profunda paz interior, sólo podemos alcanzarlo mediante el trato correcto hacia la revelada Palabra de Dios!

La vida de David es un testimonio de estas cosas, de la cual da testimonio en el Salmo 119:162: «»Me regocijo en tu palabra como el que halla muchos despojos’’.

Sujetarse a la Palabra (esto trae regocijo), nos restaura interiormente, nos llena de una felicidad continua y auténtica, la cual alimenta y refuerza el pacto de compromiso celestial. Cuanto más ocupados estemos con la Palabra de Dios, más maravilloso será nuestro pacto de compromiso con Cristo. Éste es el motivo por el cual Pablo no escribió a los colosenses: «»La Palabra de Dios more en vosotros’’, sino: «»La palabra de Dios more en “abundancia” en vosotros’’(así leemos en el cap. 3, vers. 16).

El compromiso celestial no sólo aumenta su magnificencia cuando nos ocupamos con la Biblia, la cual es la Palabra de Dios y testigo de nuestro compromiso celestial, tal como Jesús mismo enseña en Juan 5:39: «»Y ellas (las Escrituras) son las que dan testimonio de mí’’, sino que nuestro compromiso con Jesucristo (el cual se hace cada vez más puro y profundo), nos trasforma progresivamente. Ésta es la manera en la que podemos acercarnos más al Señor para que nuestra comunión con Él sea cada vez más profunda. Esta virtud de la Palabra se describe en 2 Timoteo 3:16 y 17 donde dice: «»Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra’’.Dentro de este mismo sentir, meditemos también en Hebreos 4:12 donde se dice: «»Porque la Palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón’’.

¡Si comprendemos que el propósito de la Palabra escrita es transformar cada vez más nuestras vidas y conducirnos a la santidad, entonces esto nos debería llenar de alegría! Es así como comprenderemos mejor que la misma es la única que magnifica y profundiza nuestro pacto de compromiso celestial.

Si Pablo, en 2 Co. 11:3, decía tener temor de que nuestros «»sentidos (tal vez) sean de alguna manera extraviados de la sincera fidelidad a Cristo’’, lo cual provoca una ruptura en nuestra relación con Él, entonces también lo contrario es cierto. Es decir, que nuestra relación de compromiso con Cristo puede llegar a ser más pura y santa si enfocamos nuestros pensamientos conscientemente en Jesús. ¡Todo esto es posible a través de un intenso contacto con la Biblia; la Palabra revelada de Dios! ¡Desearía que todos podamos entender este mensaje y que tomemos con seriedad cada uno de estos puntos! ¡Qué así sea en cada una de nuestras vidas!

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