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Autor: Johannes Pflaum

Los invitamos a escuchar el comienzo de esta serie. Abordaremos bíblicamente la descripción profética de los tiempos finales, haciendo hincapié en las instrucciones para resistir.


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PE3008 – Estudio Bíblico
La firmeza en el tiempo final (1ª parte)



Queridos Amigos, El apóstol Pedro nos advierte en su segunda carta y en el capítulo 3 sobre el peligro de la seducción en los últimos tiempos.  Me gustaría leer del versículo 1 al 18 en la Nueva Biblia de las Américas. Y presten atención porque vamos a encontrar en estos versículos cuatro maneras de mantenernos firmes. Dice así la Palabra de Dios:

Amados, esta es ya la segunda carta que les escribo, en las cuales, como recordatorio, despierto en ustedes su sincero entendimiento, para que recuerden las palabras dichas de antemano por los santos profetas, y el mandamiento del Señor y Salvador declarado por los apóstoles de ustedes.

Ante todo, sepan esto: que en los últimos días vendrán burladores con su sarcasmo, siguiendo sus propias pasiones, y diciendo: ¿Dónde está la promesa de Su venida? Porque desde que los padres durmieron, todo continúa tal como estaba desde el principio de la creación.

Pues cuando dicen esto, no se dan cuenta de que los cielos existían desde hace mucho tiempo, y también la tierra, surgida del agua y establecida entre las aguas por la palabra de Dios, por lo cual el mundo de entonces fue destruido, siendo inundado por el agua. Pero los cielos y la tierra actuales están reservados por Su palabra para el fuego, guardados para el día del juicio y de la destrucción de los impíos.

Pero, amados, no ignoren esto: que para el Señor un día es como mil años, y mil años como un día. El Señor no se tarda en cumplir Su promesa, según algunos entienden la tardanza, sino que es paciente para con ustedes, no queriendo que nadie perezca, sino que todos vengan al arrepentimiento.

Pero el día del Señor vendrá como ladrón, en el cual los cielos pasarán con gran estruendo, y los elementos serán destruidos con fuego intenso, y la tierra y las obras que hay en ella serán quemadas.

Puesto que todas estas cosas han de ser destruidas de esta manera, ¡qué clase de personas no deben ser ustedes en santa conducta y en piedad, esperando y apresurando la venida del día de Dios, en el cual los cielos serán destruidos por fuego y los elementos se fundirán con intenso calor!

Pero, según Su promesa, nosotros esperamos nuevos cielos y nueva tierra, en los cuales mora la justicia. Por tanto, amados, puesto que ustedes aguardan estas cosas, procuren con diligencia ser hallados por Él en paz, sin mancha e irreprensibles.

Consideren la paciencia de nuestro Señor como salvación, tal como les escribió también nuestro amado hermano Pablo, según la sabiduría que le fue dada. Asimismo en todas sus cartas habla en ellas de esto; en las cuales hay algunas cosas difíciles de entender, que los ignorantes e inestables tuercen, como también tuercen el resto de las Escrituras, para su propia perdición.

Por tanto, amados, sabiendo esto de antemano, estén en guardia, no sea que arrastrados por el error de hombres libertinos, caigan de su firmeza. Antes bien, crezcan en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A Él sea la gloria ahora y hasta el día de la eternidad. Amén.

Viendo el peligro de la seducción, el apóstol Pedro nos enseña en este pasaje que leímos cuatro maneras de mantenernos firmes:

1. Estaremos firmes si anhelamos la venida del Señor.

2. Estaremos firmes si nos apartamos para Dios.

3. Estaremos firmes por la longanimidad de Dios que nos sostiene.

4. Estaremos firmes si crecemos en la gracia y el conocimiento de Jesucristo.

La cara norte de la montaña Eiger que se encuentra en los Alpes Suizos, es mundialmente famosa por lo difícil de su escalada, siendo una de las caras más peligrosas de los Alpes. Hasta la fecha, más de setenta escaladores perdieron su vida allí. La tragedia que cobró el mayor número de víctimas allí ocurrió en 1967, cuando el equipo nacional de la Alemania Comunista, compuesto por 4 hombres, ascendió la montaña empinada. Poco antes habían subido con éxito el monte Cervino, a pesar de las malas condiciones climáticas. Ahora el público admiraba de lejos la destreza de estos jóvenes. Y entonces sobrevino la tragedia. Los cuatro escaladores sufrieron una caída mortal, probablemente causada por un desprendimiento de rocas, aunque no pudo comprobarse. Según un informe, subían sin un seguro adicional, por lo que la caída del primero seguramente arrastró al resto de sus compañeros a las profundidades.

El apóstol Pedro habla en su segunda carta de los últimos días antes del regreso de Jesús. Nos llama la atención sobre la creciente seducción que llegará a su alcance máximo cuando las últimas barreras morales serán barridas.

En la segunda carta a los Tesalonicenses, Pablo habla de la apostasía, del independizarse de Dios. Y añade una de las señales más significativas: la indiferencia respecto a la venida del Señor, la cual es relegada a un futuro infinitamente lejano.

Con independencia de dónde situemos el Arrebatamiento en la cronología de los últimos tiempos, Pedro deja en claro que la seducción y la apostasía alcanzarán a la Iglesia de Jesús.

Pensemos de nuevo en la tragedia en la cara norte de la montaña Eiger.

Al caer el primer escalador del equipo, un compañero tras otro fue arrastrado hacia abajo: esto es exactamente el peligro que Pedro describe en 2 Pedro 3:17 (leo en la nvi): “Así que ustedes, queridos hermanos, puesto que ya saben esto de antemano, manténganse alerta, no sea que, arrastrados por el error de esos libertinos, pierdan la estabilidad y caigan”.

Es una advertencia muy seria. Por un lado, cuidémonos de toda versión distorsionada de la doctrina de la gracia que pervierte la misericordia de Dios en una licencia para pecar. Oremos para que el Señor nos proteja de nuestra autoconfianza y del error de pensar que no podemos ser seducidos, que tenemos todo bajo control y que nada nos puede mover de nuestra santidad y obediencia a los mandatos bíblicos.

No hagamos como estos cuatro hombres que, excedidos de confianza, escalaron la cara norte del monte Eiger sin la seguridad necesaria.

Por otro lado, tampoco debemos paralizarnos por el miedo. Por desgracia, hay cristianos que viven obsesionados con su pelea contra las herejías y la maldad en el mundo. Y en algún momento, su vida espiritual comienza a desmoronarse, por estar más enfocado en el mal que en el Señor.

Después de señalar los peligros, Pedro da instrucciones claras sobre cómo mantenernos firmes en estos tiempos oscuros. La primera de ellas encontramos en 2 Pedro 3:11, que dice: “Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas, ¡cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir”.

Debemos vivir nuestras vidas a la luz de la pronta venida de Cristo.

Solo así tendremos una fe viva y permaneceremos firmes.

La expectativa de la venida de Jesús y la promesa de una nueva creación deben reflejarse de manera práctica en nuestro discipulado. En 2 Pedro 3 los versículos 12 y 13, el apóstol habla del “día de Dios”, en otros pasajes habla del “día del Señor”.

El día del Señor comienza con el Arrebatamiento de la Iglesia, e incluye el tiempo de la tribulación, el Milenio y el Juicio Final después del Milenio. Los versículos 11 y 12 describen claramente el último juicio.

Un día, todo en la Tierra se disolverá. No quedarán edificios, montañas, mares, desiertos, no quedará nada en absoluto.

Sin embargo, no alcanza con saberlo, pues debemos, como dice Pedro, esperar y apresurar la venida de ese día.

Hay diferentes maneras de esperar. Una manera de hacerlo es de forma activa y gozosa, expectantes por lo porvenir — una esperanza que redunda en acción.

Durante mi infancia, cada vez que se acercaba el mes de diciembre, yo esperaba con ansias la llegada de la Navidad. Pensaba en los regalos que recibiría en Noche Buena y planificaba los regalos que daría a mis padres. Estos últimos eran más bien regalos artesanales hechos por mí que, a veces, a causa de mi ansiedad, tenía listos con mucha antelación. Contaba todos los días de diciembre hasta que por fin llegaba el día 24. Cuanto más cerca estaba el día, mayor era mi expectativa, que opacaba mi interés por todo lo demás.

Así es como debemos esperar el día de Dios. Nuestra vida práctica debe orientarse hacia ese momento, con el fin de que no nos encuentre desprevenidos y podamos regocijarnos en ese día. Warren Wiersbe escribió al respecto: “El fin de la profecía no es especular, sino motivar.”

Por eso Pedro termina su carta con una instrucción práctica que todos deberíamos atender con seriedad. Es una pena si la gente sepa todo acerca de la profecía bíblica, llena con apuntes sus cuadernos, dibuja diagramas, sin que esto resulta en una vida que glorifica a Dios.

Esperar ese día implica alinear nuestras vidas con la venida del Señor.

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