La primera carta a Timoteo (3ª parte)

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Autor: Norbert Lieth

En 1 Timoteo 1:3-7 Pablo pide a Timoteo a quedarse en Éfeso para velar sobre la doctrina. Circulaban falsos maestros que tenían 1) una falsa comprensión de las escrituras. 2) enfatizaban cosas secundarias. 3) producían peleas. 4) imponían un yugo que no era de Dios.


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PE2737- Estudio Bíblico
La primera carta a Timoteo (3ª parte)



No enseñen diferente doctrina

En el programa anterior quedamos en el versículo 7  de primera  de Timoteo capitulo 1 donde Pablo advierte a los que quieren:ser doctores de la ley, sin entender ni lo que hablan ni lo que afirman.” Vimos que es posible errar el blanco en nuestra interpretación de la Biblia, a pesar de estar plenamente convencidos de estar en lo correcto.

La mejor manera de evitar este error y de seguir la sana doctrina es tomando en serio el estudio de la Biblia, y seguir el “hilo conductor” que se extiende a través de toda la Escritura. En otras palabras: estudiar cada texto en su contexto inmediato y en el contexto de toda la Biblia. Sólo así seremos capaces de asimilar o entender la doctrina bíblica sin caer en cualquier contradicción. Pero para eso, hay que hacer uso de mucha oración, mucha dedicación al estudio, reverencia y proximidad con la Biblia y su contexto. Aquí, un ejemplo adecuado para ese tema, Hechos 18:24-28 dice:

Llegó entonces a Efeso un judío llamado Apolos, natural de Alejandría, varón elocuente, poderoso en las Escrituras.  Este había sido instruido en el camino del Señor; y siendo de espíritu fervoroso, hablaba y enseñaba diligentemente lo concerniente al Señor, aunque solamente conocía el bautismo de Juan. Y comenzó a hablar con denuedo en la sinagoga; pero cuando le oyeron Priscila y Aquila, le tomaron aparte y le expusieron más exactamente el camino de Dios.  Y queriendo él pasar a Acaya, los hermanos le animaron, y escribieron a los discípulos que le recibiesen; y llegado él allá, fue de gran provecho a los que por la gracia habían creído; porque con gran vehemencia refutaba públicamente a los judíos, demostrando por las Escrituras que Jesús era el Cristo«.

Apolos era un hombre elocuente y poderoso respecto a las Escrituras del Antiguo Testamento. Era una persona instruida y ferviente en su espíritu. Además de eso, sus enseñanzas eran correctas respecto al Señor, sin embargo, le faltaba el conocimiento y la orientación contenidas en el Nuevo Testamento. Aquila y Priscila lo adoptaron y le explicaron las Escrituras con más profundidad. Después de eso, Aquila estaba preparado para enseñar la Palabra de Dios con más intensidad.

La acción de Aquila y Priscila es comparable con lo que hace un buen comentario del Nuevo Testamento. Hay quienes consideran que los comentarios bíblicos no tienen utilidad, pero ese ejemplo nos enseña que sí son muy útiles. En ese ejemplo, vemos que el Espíritu Santo está interesado en que seamos instruidos con más profundidad. Uno nunca alcanza el punto máximo, la cumbre del aprendizaje. Es necesario que sigamos leyendo y estudiando la Biblia, que entendamos el contexto del plan de salvación y seamos aptos a pasarlo a otros. Busca ayuda en los comentarios bíblicos y participa en los estudios de su iglesia o en cursos bíblicos.

A la verdad, solamente podemos transmitir a otros lo que nosotros mismos ya hemos aprendido. En el ejemplo de Apolos, Dios nos presenta a un hombre dispuesto a aprender que nos sirve como ejemplo. Al mismo tiempo, vemos que él se mantuvo estrictamente en la clara línea de enseñanza de la Palabra de Dios, y no se desvió de ella. 1ª Corintios 4:6 dice en este sentido: hermanos, lo digo para su propio bien, y pongo como ejemplo a Apolos y a mí, para que de nuestro ejemplo aprendan a no pensar más allá de lo que está escrito, no sea que se envanezcan por favorecer a uno en perjuicio del otro”.

Habiendo dicho esto quiero volver por un momento a los versículos 3 y 4 de capítulo 1. Y ver con ustedes las características de las falsas doctrinas. Pablo le dice a su hijo Timoteo: Como te rogué que te quedases en Efeso, cuando fui a Macedonia, para que mandases a algunos que no enseñen diferente doctrina, ni presten atención a fábulas y genealogías interminables, que acarrean disputas más bien que edificación de Dios que es por fe, así te encargo ahora (1 Tm.1:3-4).

Al haber doctrinas falsas, entonces obligatoriamente tiene que haber una doctrina correcta y verdadera. De hecho, hay solamente una doctrina verdadera, ya que las demás doctrinas difieren de esa, y por lo tanto son falsas. Mientras que las falsas enseñanzas debilitan a sus seguidores en la fe, la sana doctrina fortalece. Las falsas doctrinas causan confusión ¡La sana doctrina, a cambio, da seguridad! Las falsas doctrinas suelen ocuparse generalmente de cosas secundarias. Los falsos maestros buscan vincular a las personas a un líder o a una organización. Pablo preveía esto y advirtió a los cristianos en Hechos 20:30 “se levantarán hombres que hablen cosas perversas para arrastrar tras sí a los discípulos”.

Este es el origen de todas las sectas y de todos los grupos sectarios. Se basan en leyendas, mitos, fábulas o fantasías. Además, también hacen uso del esoterismo y de filosofías no bíblicas. Son razonamientos humanos añadidos a la Palabra de Dios. Timoteo debería estar alerta para evitar que fueran enseñadas “falsas doctrinas”. Lo mismo encomendó Pablo a Tito: repréndelos duramente, para que sean sanos en la fe, no atendiendo a fábulas judaicas, ni a mandamientos de hombres que se apartan de la verdad (Tito 1:14).

Cuando Pablo advierte a Timoteo en versículo 4 contras las genealogías, posiblemente aludía al interés de establecer cuáles patriarcas o personajes importantes había en la propia familia. En el Nuevo Testamento, sin embargo, esa cuestión no tiene relevancia como dice Tito 3:9: “evita las cuestiones necias, y genealogías, y contenciones, y discusiones acerca de la ley; porque son vanas y sin provecho”. Algunas sectas, como los Mormones, por ejemplo, también dan mucha importancia a las genealogías. Pero en el Nuevo Testamento lo que importa no es la ascendencia sino, la fe, la conversión, el nuevo nacimiento y el llamado de Dios.

Las falsas doctrinas se prestan para generar discusiones y peleas, y no promueven la edificación espiritual. Muchas veces ponen énfasis en detalles que luego se vuelven en puntos principales. Es difícil entablar una conversación sobre otros temas con tales personas. Puede ser la cuestión sobre guardar el sábado, puede ser sobre posibilidad de perder la salvación, o incluso sobre temas de alimentación u otros temas legalistas.

De éstos dice el versículo seis en la Nueva versión Internacional Algunos se han desviado de esa línea de conducta y se han enredado en discusiones inútiles. Los falsos maestros siempre se portan con presunción y prepotencia, son orgullosos, arrogantes y no aceptan enseñanza, llegando a ignorar cualquier argumento bíblico que va en su contra. Es imposible mantener un diálogo edificante con ellos, ya que normalmente el resultado es discusión y pelea.

Quieren ser reconocidos como maestros de la ley de Moisés, pero no tienen ni idea de lo que están diciendo a pesar de que hablan con mucha seguridad. Nosotros sabemos que la ley es buena cuando se usa correctamente. Pues la ley no fue diseñada para la gente que hace lo correcto. Es para los transgresores y rebeldes, para los desobedientes a Dios y los pecadores, para quienes no consideran nada sagrado y que profanan lo que es santo, para quienes matan a su padre o a su madre, o cometen otros homicidios.

Una característica típica de los falsos maestros es que ellos vuelven a poner a las personas bajo la ley. Otra actitud que los caracteriza es que se manifiestan con mucha firmeza y presentan su doctrina como verdadera, sin haber realmente entendido la doctrina de la justificación. Una persona que haya sido justificada a través del Evangelio de Cristo no está más bajo la ley. Las instrucciones del Nuevo Testamento atienden a todos los requisitos de la Ley; el cumplimiento de estas es una señal de la justificación. En la Primera Carta a Timoteo más de 30 recomendaciones personales, cosas que la Ley demanda y que el creyente hace, no porque está bajo la Ley, sino porque es una nueva criatura. Porque el Espíritu de Dios mora en el creyente y produce en él: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; y contra tales cosas no hay ley.

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