La primera carta a Timoteo (4ª parte)
5 septiembre, 2021La primera carta a Timoteo (6ª parte)
5 septiembre, 2021Autor: Norbert Lieth
En 1ª Timoteo 1:11 Pablo habla del Dios Bendito, el Dios Todo-suficiente que está perfectamente feliz en Sí mismo y te puede hacer feliz a ti. Luego vemos el testimonio que Pablo da de su propia conversión y la importancia de compartir testimonios en la iglesia.
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PE2739- Estudio Bíblico
La primera carta a Timoteo (5ª parte)
El Dios bendito
Terminamos la audición anterior hablando del evangelio que predicaba Pablo, todo el consejo de Dios tal como él lo había recibido de Dios. Por eso también podía decir a los Corintios: “Yo recibí del Señor lo que también os he enseñado”. Y nos quedamos todavía un momento con 1 Timoteo 1:11 donde aprendemos que la sana doctrina que Pablo enseñaba y predicaba es: “según el glorioso evangelio del Dios bendito, que a mí me ha sido encomendado”. ¿Qué significa la expresión “Dios bendito”? La versión Dios Habla Hoy traduce: “Dios bienaventurado”. Significa que el Trino Dios es, por Él mismo, plenamente dichoso, y no tiene necesidad de nada. Él es su propia plenitud en sí mismo. La expresión significa “que posee satisfacción plena” o “totalmente independiente”.
Dios no tiene necesidad alguna de nadie, pero, a pesar de eso, Él nos ama y nos quiere conquistar para sí a través del Evangelio. Al conquistarnos, Él no llega a ser más bendito de lo que ya es, sino que comparte con nosotros esa atmósfera bendita. Cada persona que cree en Él se vuelve bendita, pues es acogida por la paz divina. Erich Sauer lo explicaba de la siguiente manera: El Dios absolutamente bendito (1 Ti. 1:11) existe por Su propia voluntad, es autosuficiente, no necesitando de auxilio alguno ni de nadie que le sirva. De hecho, Él es amor, y el amor necesita de un ser amado para poder existir, alguien a quien el amor es dedicado. Este, sin embargo, ya había sido provisto en Dios. El amor de Dios ya alcanzó plena e infinita manifestación en Su Hijo, quién orando por los suyos oró. “Padre, aquellos que me has dado, quiero que donde yo estoy, también ellos estén conmigo, para que vean mi gloria que me has dado; porque me has amado desde antes de la fundación del mundo.” (Jn. 17:24).
Habiendo visto la sana doctrina, habiéndonos detenido en lo que es el glorioso evangelio del Dios bendito vamos a continuar con los siguientes versículos en 1 Timoteo 1. Comenzando del versículo 12 y leyendo hasta el versículo 17 encontramos el testimonio de Pablo: “Doy gracias al que me fortaleció, a Cristo Jesús nuestro Señor, porque me tuvo por fiel, poniéndome en el ministerio, habiendo yo sido antes blasfemo, perseguidor e injuriador; mas fui recibido a misericordia porque lo hice por ignorancia, en incredulidad. Pero la gracia de nuestro Señor fue más abundante con la fe y el amor que es en Cristo Jesús. Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero. Pero por esto fui recibido a misericordia, para que Jesucristo mostrase en mí el primero toda su clemencia, para ejemplo de los que habrían de creer en él para vida eterna. Por tanto, al Rey de los siglos, inmortal, invisible, al único y sabio Dios, sea honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén”.
Algunos son de la opinión –justificada o no– que a veces una persona al dar su testimonio habla más de sí mismo que de Cristo; o que el testimonio que da podría desanimar a otros, que tal vez no tuvieron una experiencia de conversión tan imponente, o que la persona que comparte su testimonio cae víctima de orgullo. Personalmente, tuve varias experiencias positivas de testimonios fructíferos. Sin desestimar las objeciones antes mencionadas, tengo que decirles que dar testimonio es absolutamente bíblico y sirve para ayudar y bendecir. Evidentemente, formar parte vital de la vida de una iglesia. El apóstol Pablo, muchas veces, aprovechó las oportunidades que se le presentaban para testificar del actuar de Dios en su vida. Encuentro por lo menos seis pasajes donde lo hizo. Pablo siempre hablaba sobre la bendición y sobre los frutos que el Señor concedía a su ministerio y para otros.
Así leemos en Hechos 15:12 como él relata a los hermanos reunidos en Jerusalén acerca del actuar de Dios entre los gentiles: “Todos escucharon en silencio mientras Bernabé y Pablo les contaron de las señales milagrosas y maravillas que Dios había hecho por medio de ellos entre los gentiles”. Y a la iglesia en Roma escribe en la carta a los Romanos 15:18: “Sin embargo, no me atrevo a jactarme de nada, salvo de lo que Cristo ha hecho por medio de mí al llevar a los gentiles a Dios a través de mi mensaje y de la manera en que he trabajado entre ellos”. Es impresionante observar que no hubo manifestación de orgullo por parte de Pablo, ni nada que despertara envidia o celos por parte de los oyentes. Toda la situación era dirigida por el Espíritu Santo, y servía para glorificar al Señor Jesús. Vemos aquí un ejemplo de testimonios como parte edificante y sana en el la vida de las iglesias.
Sin embargo, es lógico que exista la posibilidad del orgullo. Por otro lado, también hay casos de timidez exagerada y falsa modestia. En realidad, aquel que piensa que podría enfocarse demasiado en su propia persona ya está pensando en hablar de sí mismo en lugar de buscar la honra del Señor. Pero aquel que está consciente de su propia pequeñez, y de la grandeza del Señor, él que busca honrar a Jesús, puede –y debe– dar su testimonio con corazón confiado. En ese sentido, observemos que el apóstol Pablo daba siempre el mismo testimonio, tanto en hechos 22, como también años más tarde en hechos 26.
Leemos en 1 Timoteo 1 versículo 12: “Doy gracias al que me fortaleció, a Cristo Jesús nuestro Señor, porque me tuvo por fiel, poniéndome en el ministerio”. El testimonio de Pablo realza la gracia de Dios muy por encima de las obras de la ley. Ya vimos como Pablo enfrentó las falsas doctrinas. Ahora da testimonio del verdadero Evangelio, de cómo Dios salva por gracia. Pablo, como ex fariseo, halló misericordia: “habiendo yo sido antes blasfemo, perseguidor e injuriador; mas fui recibido a misericordia porque lo hice por ignorancia, en incredulidad” (versículo 13).
El testimonio de Pablo enseña que un judío piadoso, por más sincero que sea, no puede ser salvo a través de sus propios esfuerzos, sino que Dios podrá utilizar su sinceridad para conducirlo a la Gracia. Eso no justifica sus malos hechos, sino muestra cuánto Dios estima al que es sincero. Pablo reconoce su ignorancia y su maldad y añade en el versículo 14: “Pero la gracia de nuestro Señor fue más abundante con la fe y el amor que es en Cristo Jesús”. Pablo sigue aprovechando su testimonio para resaltar la grandeza de Dios. El testimonio del apóstol Pablo también sirve para animar a otros a que crean en el Evangelio versículo 15: “Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero.”
- Es palabra fiel: Dios cumple todo lo que él prometió. Pablo por experiencia propia, está tan convencido de esto que usa 6 veces en las cartas pastorales esta expresión: Palabra fiel
- Es digna de ser recibida por todos: La experiencia de Pablo también puede ser tuya. Cree la Palabra fiel, recíbela y Dios cumplirá en ti lo que prometió
El testimonio de Pablo tiene que animarte a creer, pues leemos en el versículo 16: “Por esto fui recibido a misericordia, para que Jesucristo mostrase en mí el primero toda su clemencia, para ejemplo de los que habrían de creer en él para vida eterna”. Pablo muestra a través de su testimonio que no hay ningún caso perdido para Dios. Al clasificarse como el mayor de todos los pecadores (en versículo 15), afirma que no hay nadie que no pueda entrar al Reino de Dios, pues nadie puede ser mayor pecador que el apóstol Pablo.
En ese aspecto, es interesante observar que la conversión de Pablo sucedió poco tiempo después de la oración de Esteban, mientras era apedreado. Pablo había aprobado la muerte de Esteban y era una figura clave en la persecución de los cristianos, y sin embargo fue salvo como respuesta a la oración de Esteban. Pablo utilizó su testimonio para la honra y gloria de Dios (versículo 17): “Por tanto, al Rey de los siglos, inmortal, invisible, al único y sabio Dios, sea honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén”.