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La sorprendente ruina de Tiro
(2ª parte)

Autor: Norbert Lieth

La importancia de los pasajes acerca de Tiro, se encuentra en su precisión con respecto a la profecía bíblica,
afirmando la confiabilidad de la Biblia como Palabra de Dios, y dándonos la seguridad de poder confiar en ella en todas las cosas, ya sea en cuanto:
– a los pueblos, cuyo destino se encuentra en manos de Dios,
– al futuro de Israel, que ha sido garantizado por Dios, y
– a la vida personal, la cual podemos confiar al Señor de la historia con fe.

 


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PE2033 – Estudio Bíblico
La sorprendente ruina de Tiro (2ª parte)



Estimados amigos, Isaías 23:7 menciona la edad, la alegría y la expansión de Tiro: «¿No era ésta vuestra ciudad alegre, con muchos días de antigüedad? Sus pies la llevarán a morar lejos.» Según el historiador griego Herodoto (que es de alrededor del 480 a.C.), la fundación de Tiro fue alrededor del 2700 a.C. En la Biblia, Tiro ya es mencionada en Josué 19:29.

Al principio, Tiro mantenía relaciones amistosas con Israel, ya que el Rey Hiram enviaba carpinteros, albañiles y madera de cedro para edificar la casa de David (así leemos en 2 S. 5:11; y en 1 Cr. 14:1). Más adelante, él también apoyó la construcción del templo de Salomón, disponiendo madera para la construcción y hombres para el trabajo (1 R. 5:22 al 24; y 2 Cr. 2:2). Los marineros de Tiro ayudaban, además, a dirigir las naves de Salomón, lo que significa que ellos conocían muy bien los mares y eran muy avanzados en cuando a la navegación.

Tanto Isaías como Ezequiel describen, en forma de profecía, la ruina total de Tiro mientras ésta aún se encontraba en su auge. Es un lamento y no una canción de gozo, ya que Dios no se alegra de la muerte del incrédulo. ¿Por qué tuvo que perecer Tiro? Después de todo, nunca había hecho guerra con Israel, y en su tiempo, incluso, había apoyado con materiales a los reyes David y Salomón, aportando también para la construcción del templo. Se enfatizan tres acusaciones contra Tiro:

1. Porque los responsables de Tiro «entregaron a todo un pueblo cautivo a Edom, y no se acordaron del pacto de hermanos» (nos dice Am. 1:9). Ellos habían comprado de los filisteos a los cautivos que éstos habían tomado durante sus incursiones (Am. 1:6), y los habían revendido (Joel 4:5 y 6). Incluso allí, ¡lo único que les importaba era la ganancia económica! El pacto entre hermanos del cual se habla aquí, se refiere probablemente al antiguo acuerdo entre Hiram (rey de Tiro) y Salomón (del que habla 1 R. 5:15 al 26).
Luego, Tiro renunció a su amistad con Israel en favor de los filisteos. ¿No suena altamente actualizado esto? Hoy se desfavorece a Israel en favor de los palestinos. Las naciones llaman a realizar boicots contra Israel, y presionan en cuanto a la devolución de tierras. Israel se encuentra bajo la tremenda presión política del mundo entero. Se le obliga a hacer más concesiones. A eso se añade la muy alta cantidad de misiles que son lanzados contra regiones judías – ante lo cual el mundo no mueve un dedo.

2. Tiro se veía a sí misma como rival de Jerusalén, la ciudad de Dios. En Ez. 26:2 dice: «Hijo de hombre, por cuanto dijo Tiro contra Jerusalén: Ea, bien; quebrantada está la que era puerta de las naciones; a mí se volvió; yo seré llena, y ella desierta». La razón por la que ellos se alegraban del mal ajeno, era que la gente de Tiro y de Filistea sacaba ganancias de la ruina de Judá (como vemos en Joel 4:5 y 6). Tiro dominaba las vías marítimas, y Jerusalén el camino por tierra de las rutas comerciales entre Egipto y el resto del Oriente Medio. Al quedar fuera Jerusalén, la consecuencia era que más cosas pasaban por Tiro, de modo que ellos podían ampliar su mercado. Por eso, Tiro se alegró cuando, en el año 586 a.C., Jerusalén fue destruida por Babilonia.
3. El rey de Tiro y su pueblo rebosaban de arrogancia y orgullo. Con eso, ellos se asemejaban al carácter de Satanás (esto se describe en Ez. 28:1 al 19). El orgullo de Tiro también es mencionado en Isaías 23:9. Esto, a su vez, también es una advertencia para el mundo entero, pues allí dice así: «Jehová de los ejércitos lo decretó, para envilecer la soberbia de toda gloria, y para abatir a todos los ilustres de la tierra». En Ezequiel 28:3 al 5, el Señor hace constar lo siguiente: «He aquí que tú eres más sabio que Daniel; no hay secreto que te sea oculto. Con tu sabiduría y con tu prudencia has acumulado riquezas, y has adquirido oro y plata en tus tesoros. Con la grandeza de tu sabiduría en tus contrataciones has multiplicado tus riquezas; y a causa de tus riquezas se ha enaltecido tu corazón.» En Ezequiel 27:3, Tiro se elogia a sí misma diciendo: Yo soy de perfecta hermosura.» Todo esto suena muy moderno, pues ocurre también en nuestro mundo actual.

El cumplimiento de las declaraciones de Dios sobre la ruina de Tiro, y la precisión de ese cumplimiento, era inimaginable en el tiempo de Isaías (alrededor del 700 a.C.). Pero cuando Dios dice algo, eso sucede.

Isaías 23:8, 9 y 11dice así: «¿Quién decretó esto sobre Tiro, la que repartía coronas, cuyos negociantes eran príncipes, cuyos mercaderes eran los nobles de la tierra? Jehová de los ejércitos lo decretó, para envilecer la soberbia de toda gloria, y para abatir a todos los ilustres de la tierra… Extendió su mano sobre el mar, hizo temblar los reinos; Jehová mandó respecto a Canaán, que sus fortalezas sean destruidas». “Señor de los ejércitos” es Aquel quien sostiene en Su mano todos los ejércitos celestiales y terrenales y todo el conjunto de poderes. Por eso también Jesús es llamado «Rey de reyes, y Señor de señores» (en 1 Ti. 6:15). Es bueno saber que ese Señor, en definitiva, sostiene todos los destinos en Su mano, tanto los políticos mundiales como también los personales.
Consideremos que Dios tomó esa decisión por las razones arriba mencionadas, porque Tiro había tocado al pueblo judío y era sumamente arrogante. En eso podemos ver ciertos paralelos con los sucesos de nuestro tiempo. Y, especialmente, vemos eso en los acontecimientos descritos en Apocalipsis. La ruina de Tiro de Ezequiel 27:21 al 36, por ejemplo, nos hace recordar, con alarmante claridad, a la ruina de Babilonia en Apocalipsis 18. Las palabras son casi idénticas.

Aquí no podemos explicar todas las profecías en su detalle, pero las más llamativas de ellas nos hacen admirar el poder de la Palabra de Dios. La Biblia es el único libro en este mundo que describe la historia de antemano, en forma fidedigna.

1 profecía: La destrucción a través de Babilonia fue profetizada cuando Asiria aún era un potencia mundial. «Mira la tierra de los caldeos. Este pueblo no existía; Asiria la fundó para los moradores del desierto. Levantaron sus fortalezas, edificaron sus palacios; él la convirtió en ruinas. Aullad, naves de Tarsis, porque destruida es vuestra fortaleza» (dice Is. 23:13 al 14). Aquí nos encontramos ante uno de los incontables fenómenos de las profecías bíblicas. Cuando Isaías escribió esas palabras, alrededor del 700 a.C., Asiria era aún una potencia mundial indiscutida, dominando la región de la antigua Babilonia, la cual se había ampliado. Recién en el 612 a.C. fue que el reino neo-babilónico conquistó la capital asiria de Nínive. En el año 609 a.C., Asiria fue derrotada completamente. Recién a partir de ese momento, fue que Babilonia se convirtió en la potencia mundial número uno.
Y, no sólo eso: la Biblia, además, profetiza que la ruina de Tiro no sería causada por los asirios, lo que se podría haber pensado, sino por Nabucodonosor, o sea los babilonios, que también eran llamados caldeos.

2 profecía: No sólo un pueblo, sino muchos pueblos vendrían contra Tiro, en diversas fases. Así dice Ez. 26:3: «Por tanto, así ha dicho Jehová el Señor: He aquí yo estoy contra ti, oh Tiro, y haré subir contra ti muchas naciones, como el mar hace subir sus olas». Ya que Tiro se encontraba ubicada como fortaleza, a orillas del mar, y dominaba la navegación como ningún otro pueblo, es interesante ver el juego de palabras de que Dios traería a las naciones contra Tiro como el mar trae sus olas, es decir en diversas fases. De hecho, en el correr del tiempo, Tiro fue atacada y sitiada cinco veces. Los ataques más conocidos fueron realizados por Nabucodonosor, o sea los babilonios, que sitiaron a Tiro durante trece años (585 al 572 a.C.). En el año 370, el rey de Chipre tomó posesión de la Nueva Tiro. Pero, en el 332 a. C., Alejandro el Grande hizo guerra contra la Nueva Tiro y la destruyó totalmente, tal como la Biblia lo profetiza.

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