La Verdadera Adoración (según Daniel – 1ª parte)
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19 octubre, 2010La Verdadera Adoración
según el libro de Daniel
(2ª parte)
Autor: Norbert Lieth
El horno de fuego, el foso de los leones, el mene-tekel escrito en la pared – ¿quién no conoce estas historias? Todos saben que pertenecen a Daniel. Pero, en realidad, Daniel pasó a la historia porque oraba. Escuchemos acerca de lo más notable en su vida: La verdadera adoración.
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PE1541- Estudio Bíblico La Verdadera Adoración
(según el libro de Daniel – 2ª parte)
Estimados amigos, llegamos hoy a la segunda y última parte del mensaje:
La verdadera adoración – según Daniel.
Quisiera hacer un breve resumen de los principales puntos tratados en la primera parte del mismo:
Vimos que lo más notable en la vida de Daniel, fue su oración. Que él tenía una vida de oración fresca y permanente, que lo impulsó a lo largo de los años y la cual nunca dejó de cultivar. Que, en realidad, Daniel pasó a la historia porque oraba.
Hablamos también de que él es un ejemplo para nosotros de: La verdadera adoración a Dios en la vida de un joven. Que también es un ejemplo de que la: Verdadera adoración es orar con agradecimiento. Y de que la: Verdadera adoración es orar con regularidad.
Notamos también algunas características muy interesantes, como que él: Sabía orar, tanto en comunión con otros, como también solo. Que: Tenía un lugar fijo de oración, y que éste era en su cámara, en su casa. Que: Tenía la ventana abierta (lo cual es un símbolo de un corazón siempre abierto a Dios y de una comunión inalterable con Él. Y que: Oraba en cierta dirección: hacia Jerusalén, donde estaba el altar (que es un símbolo de Jesús).
Vamos a ver ahora que: Daniel es un ejemplo de que: La verdadera adoración tiene su fundamento en la PalabraEn el cap. 9, vers. 2 al 4, leemos lo siguiente: «En el año primero de su reinado, yo Daniel miré atentamente en los libros el número de los años de que habló Jehová al profeta Jeremías, que habían de cumplirse las desolaciones de Jerusalén en setenta años. Y volví mi rostro a Dios el Señor, buscándole en oración y ruego, en ayuno, cilicio y ceniza. Y oré a Jehová mi Dios e hice confesión diciendo: Ahora, Señor, Dios grande, digno de ser temido, que guardas el pacto y la misericordia con los que te aman y guardan tus mandamientos“.
Daniel oraba para comprender la Palabra de Dios, y estudiaba la Palabra de Dios para orar. Cuando comprendió que el cautiverio tenía un plazo de 70 años, conforme a lo escrito por Jeremías, enseguida comenzó a orar. De esta manera, Él mismo fue transformado cada vez más profundamente. Su oración nos deja ver su corazón.
En primer lugar: Reaccionó inmediatamente (o sea, sin demora)
En segundo lugar: No buscó al hombre (al rey Darío), sino a su Dios todopoderoso.
En tercer lugar: Buscó a Dios en oración y ruego – aquí vemos otra vez su seriedad y constancia.
En cuarto lugar: Ayunó en cilicio y ceniza. Quiere decir que demostró arrepentimiento. No se consideraba superior, como para no tener que arrepentirse.
En quinto lugar: Oraba a su Dios personal. Tenía una relación personal con Él.
En sexto lugar: Oraba con gran reverencia. Y en séptimo lugar, vemos que oraba con confianza en la fe, poniendo su esperanza en la gracia y bondad del Señor.
Daniel fue escuchado de una manera maravillosa. Detrás de los acontecimientos de la época de Esdras (del decreto del rey Ciro de reedificar el Templo en Jerusalén, que leemos en el cap. 1, vs.1 al 4), está la oración de Daniel. Su oración fue uno de los factores desencadenantes de esa decisión política de alcance mundial, y del cumplimiento de la profecía divina.
Daniel es, también, un ejemplo de que: La verdadera adoración es hecha con autoridad espiritual En Daniel 10:1, leemos que él recibió la revelación de un „conflicto grande“. Daniel entendió lo que la palabra le quería decir, lo cual lo llevó de nuevo a la oración:„En aquellos días yo Daniel estuve afligido por espacio de tres semanas. No comí manjar delicado, ni entró en mi boca carne ni vino, ni me ungí con ungüento, hasta que se cumplieron las tres semanas“(así leemos en los vs. 2 y 3). Podemos orar por cosas que entendemos, pero también por cosas que no entendemos.
Después que Daniel había orado y ayunado con mucha seriedad, le apareció un ángel, como leemos en los vers. 10 al 12:„Y he aquí una mano me tocó, e hizo que me pusiese sobre mis rodillas y sobre las palmas de mis manos. Y me dijo: Daniel, varón muy amado, está atento a las palabras que te hablaré, y ponte en pie; porque a ti he sido enviado ahora. Mientras hablaba esto conmigo, me puse en pie temblando. Entonces me dijo: Daniel, no temas; porque desde el primer día que dispusiste tu corazón a entender y a humillarte en la presencia de tu Dios, fueron oídas tus palabras; y a causa de tus palabras yo he venido“. ¿No es grandioso esto?
En primer lugar: Daniel era un hombre muy amado delante de Dios. Tres veces encontramos esta afirmación en el libro de Daniel (Dn. 9:23; y 10:11 y 19).
En segundo lugar: Recibió la promesa de que ya había sido escuchado el primer día de su oración, aunque la respuesta llegó recién tres semanas más tarde (como leemos en el v. 13).
En tercer lugar: El ángel fue enviado especialmente por la oración de Daniel.
En cuarto lugar: El cielo fue conmovido, porque alguien había sido impulsado por el cielo para orar. ¡Cuántas cosas pueden acontecer si somos verdaderas personas de oración!
Por último, Daniel es un ejemplo de que: La verdadera adoración dura toda la vidaEn Daniel 10:1 leemos:„En el año tercero de Ciro rey de Persia fue revelada palabra a Daniel, llamado Beltsasar; y la palabra era verdadera, y el conflicto grande; pero él comprendió la palabra, y tuvo inteligencia en la visión“.
En el tercer año del rey Ciro, hacía ya 70 años que Daniel vivía en Babilonia. Probablemente su vida de oración se inició cuando todavía era adolescente, y a la edad de más de 80 años, todavía no había disminuido. Ahora como antes, Daniel era un hombre de intensa oración.
¡El Señor nos dé la gracia y la voluntad de ser hombres y mujeres de oración hoy, de permanecer siendo hombres y mujeres de oración mañana, y de ser todavía hombres y mujeres de oración en la ancianidad! ¡Y esto, tanto más, porque vivimos en una época en la cual comienzan a cumplirse las profecías de Daniel del tiempo final!