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Autor: Wim Malgo

¿Cómo debemos orar? Después de haber escuchado acerca de orar con fe, con perseverancia, sumiso a la voluntad de Dios, en este programa se agregan más respuestas a la pregunta: ¿cómo debemos orar? – La oración en Espíritu. – Orar insistentemente. – Según Romanos 8:26


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PE2653 – Estudio Bíblico
Llamado a la oración (6ª parte)


 


La oración en Espíritu

«Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad, pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles» (Romanos 8:26). Estimado oyente, seguimos preguntando en el estudio bíblico de hoy, igual como en el anterior: ¿Cómo debemos orar?

En primer lugar, ¡en Espíritu! El texto que acabamos de leer nos indica cuál es el propósito de la oración: el Espíritu Santo ora a través de la persona que está orando. Uno puede orar de tres maneras:

• «Con el raciocinio«, es decir, cuando uno apenas repite lo que dicen los demás. Uno formula frases y expresiones sofisticadas en tales oraciones. Pero esas oraciones son de poca eficacia.
• Uno puede orar también «según el alma”, es decir, estimulado por los sentimientos. Uno nada en los sentimientos del alma. Pero, esto también es a menudo un fuego que se apaga rápidamente.
• La oración verdadera es causada por el Espíritu de Dios. Una oración auténtica viene de Dios, pasa por medio de la persona que ora hacia el objeto al que se refiere la oración, y vuelve a Dios. Dios ama a los seres humanos tierna e íntimamente.

La Biblia dice: «el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad» (Primera Timoteo 2:4). Cuanto más peca una persona, tanto más es rodeada por poderes de las tinieblas. Dios le habla por medio de sufrimientos y bendiciones, pero ella se vuelve cada vez más incapaz de oír. Dios la quiere salvar; pero el hombre natural, rodeado por poderes de las tinieblas, no entiende nada de las cosas del Espíritu, y ahora Dios está buscando a alguien. ¿A quién? Por favor, escucha lo que está escrito en Ezequiel 22:30 “…y busqué entre ellos hombre que hiciese vallado y que se pusiese en la brecha delante de mí, a favor de la tierra, para que yo no la destruyese, y no lo hallé«. Esta es una acusación estremecedora. De ella, aprendemos que el Dios viviente busca personas que se pongan en la brecha delante de Él, o sea, que forman vallado a favor de un pecador entregado a juicio. Dios comienza a usar a esa persona que ora en Su presencia como canal; es decir, que el Espíritu de Dios comienza a gemir a través de la persona que ora. Por medio del que ora, Dios invade con rayos de luz las tinieblas en las cuales se encuentra el pecador. A través del creyente que ora, Dios bendice a personas que no quieren permitir que Dios las bendiga, con el resultado de que el pecador viene a la luz, comienza a oír, es convencido y encuentra a Jesús. Hace tiempo que Dios te está buscando para que ores, pero no te encuentra.

No tienes tiempo. ¡Si supieras cuán ilimitadamente el Dios vivo quiere actuar a través de ti, si solamente fueras una persona de oración! Esta acusación se dirige contra ti: «Busqué entre ellos… y no lo hallé”. Hablan piadosamente, viven piadosamente, están siempre activos, pero no oran. A tu alrededor, pasan almas a la eterna perdición, a una eternidad sin Cristo porque no oras. Tus hijos, o tus parientes, jamás reconocerán a Jesús si no te conviertes en una persona que sabe orar en Espíritu. Todos los grandes avivamientos en el reino de Dios tuvieron sus raíces en la oración en Espíritu. Santiago dice: «No tenéis lo que deseáis, porque no pedís«. No piensen que el diablo está contra sus actividades. Te permite hacer muchas cosas y realizar mucho trabajo en el reino de Dios, pero todo es vacío y sin vigor, porque no oras. ¿No te has dado cuenta que el diablo trata de impedir tus oraciones? «Busqué entre ellos… pero no lo hallé«. ¡Tú eres el hombre y tú eres la mujer a quien Dios busca! ¿Quieres seguir despilfarrando tu vida sin ser una persona de oración? ¿No percibes que tus predicaciones, tu testimonio, la distribución de folletos que realizas, tu canto y toda tu vida de fe llegaron a ser una rutina impotente, porque no oras? ¡Dios busca a personas que oran, también hoy!

En segundo lugar, orar insistentemente. «La oración eficaz del justo puede mucho» (Santiago 5:16). En primer lugar, Dios no está atento a nuestras palabras, aunque ellas sean muy piadosas y ortodoxas, sino que examina nuestro corazón. ¿Qué seriedad debe, por tanto, demostrar nuestra oración? Debe tener la misma seriedad que tiene el asunto: oración, ¿No es un asunto estremecedor, que haya personas que se estén yendo a la eterna perdición? ¿No creen en la realidad del infierno? ¿No es Dios verdadero? ¿Ya han caído víctimas de esa falsa doctrina de la reconciliación final de todos? Entonces no pueden ser personas que saben orar con insistencia. ¿No es tremendamente serio el hecho de que el nombre de nuestro Dios sea blasfemado, por muchos que aún viven en pecado? ¿No es grave el hecho que la iglesia de Jesús esté postrada, paralizada, mientras que Jesús está a punto de volver? ¡Oren insistentemente!

Pero, aquí se plantea una pregunta: ¿Cambiará Dios de actitud, en cuanto a alguna cosa, por causa de nuestras oraciones? ¡No! No podemos cambiar a Dios, y tampoco podemos hacerle cambiar de actitud. Lo que pasa es justamente lo contrario: por la oración perseverante, nosotros somos cambiados. Nosotros llegamos a tener aquella actitud interior que hace posible que Dios, a través de nosotros, bendiga a otras personas y al mundo. Dios es siempre el que bendice. Cuando, por ejemplo, los pecadores oyen el evangelio, todavía no tienen el perdón de sus pecados. ¿No quiere Dios perdonar sus pecados? Desde luego que lo quiere. ¿Y por qué no tienen el perdón de sus pecados? Porque todavía no tienen la necesaria actitud interior para poder recibirlo, les falta la disposición de arrepentirse. Después que se arrepienten, reciben la bendición del perdón de sus pecados.

¿No quiere Dios dar un avivamiento? ¿No quiere dar un movimiento del Espíritu? Sin duda lo quiere. Él lo ha dicho: «Porque yo derramaré aguas sobre el sequedal, y ríos sobre la tierra árida, mi Espíritu derramaré sobre tu generación, y mi bendición sobre sus renuevos«. Jesús dijo: «Fuego vine a echar en la tierra, ¿y qué quiero, si ya se ha encendido?» (Lucas 12:49). ¿Por qué aún no tenemos un avivamiento? Porque nosotros, los hijos de Dios, aún no tenemos la correcta actitud interior. Dios no nos puede bendecir, el canal está bloqueado. Recién cuando comenzamos a orar unánime y seriamente, y a humillarnos en oración, el Señor comienza a abrir las ventanas del cielo y a darnos un poderoso movimiento del Espíritu. ¿Es la voluntad de Dios que golpeemos impetuosamente en la puerta del cielo? ¿Desea Él que seamos tan insistentes? Sí, lo quiere.

¿Acaso rechazó Dios a Jacob en aquella noche en Peniel, cuando él asió del ángel del Señor y le dijo: «No le dejaré, si no me bendices«, diciéndole: Así no va, Jacob? No lo hizo, pues sigue diciendo: «Y lo bendijo allí» (Génesis 32:30). Cuando se había encendido la ira de Dios contra el pueblo de Israel, y Él quería extinguir al pueblo, Moisés se echó contra el brazo extendido de Dios, intercediendo delante del Señor y basándose en Sus promesas. Se puso en la brecha para que el Señor no destruyera al pueblo. Y, ¿cómo reaccionó el Señor? Dijo: «¡Moisés, no puedes proceder así!» No, pues está escrito, en Éxodo 32:14: «Entonces Jehová se arrepintió del mal que dijo que había que hacer a su pueblo«.

Oh, tú, hija, hijo de Dios, estás llamado a convertirte en una persona de oración insistente y poderosa en Espíritu.


Si desea puede adquirir el libro sobre el que se basa esta serie de programas.


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