Lo Que Deleita al Señor (1ª parte)
29 octubre, 2010Lo Que Deleita al Señor (3ª parte)
29 octubre, 2010Lo Que Deleita al Señor
(2ª parte)
Autor: Marcel Malgo
El mensaje del profeta Oseas es el del increíblemente paciente amor de Dios. Usted quedará asombrado con los aspectos personales, que tienen que ver con nuestra vida, que serán mencionados en este estudio. Se tratarán temas específicos que nos conducirán, cada vez, a un nuevo desafío.
DESCARGARLO AQUI :
PE1562- Estudio Bíblico
Lo Que Deleita al Señor (2ª parte)
En el programa pasado, hablamos de la redención de Israel y de lo que deleita al Señor. ¡Y vimos que es realmente maravilloso que el Señor se deleite haciendo el bien a Su pueblo y a cada uno de nosotros!
El mensaje continúa haciéndonos recordar que el mayor de los dones es el amor
El Nuevo Testamento, hablando de los dones, expresa claramente en 1 Corintios 13:13:“… el mayor de ellos es el amor’’. Por esta razón, volveremos a analizar por un momento de qué se trata este amor en el cual se deleita el Señor. El amor sobrepasa todas las cosas; este hecho es testificado por Jesús cuando responde a la pregunta del escriba en Mateo 22:36:“Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la ley?’’Y Jesús respondió: “Amarás al Señor tu Dios, con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Éste es el primer y gran mandamiento’’.
Nada puede sustituir al amor
No es posible compensar en forma alguna el amor que le hemos negado a Dios. Esto está confirmado claramente en el versículo de Oseas, cap. 6, que ya hemos visto en el programa anterior:“Lo que quiero de ustedes es que me amen, y no que me hagan sacrificios…’’(versión Dios Habla Hoy [Edición de Estudio]).
Esto no significa que Dios condenó los sacrificios, sino que sencillamente hace saber a Israel que los “¡Sacrificios no sustituyen el amor en el cual me deleito y me gozo; ese amor que yo anhelo y ustedes no me quieren dar!’’
Existen además otras cosas que no pueden ser sustituidas por los sacrificios – sin importar cuán grandes éstos sean; a veces Dios dice explícitamente que el sacrificio no es de su agrado.
De igual manera sucede con la obediencia. Podemos leer en la Escritura cuando Samuel habla con el renegado rey Saúl:“¿Se complace Jehová tanto en los holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a las palabras de Jehová? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros’’(así leemos en 1 Samuel 15:22). Aquí se expresa claramente: ¡Dios no se deleita en los sacrificios, ya que la obediencia es para Él más importante y sublime!
¡Existe un elemento más el cual no puede ser reemplazado siquiera por el sacrificio más grande; me refiero a un corazón arrepentido y quebrantado! En uno de sus Salmos de arrepentimiento, el Salmo 51, vers. 16 y 17, David testifica:“Porque no quieres sacrificio, que yo lo daría; no quieres holocausto. Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios’’.
¡En síntesis, existen diferentes cosas que no pueden ser sustituidas por sacrificios ni por buenas obras; entre ellas están el amor, la obediencia y el corazón arrepentido! La expresión máxima de esta verdad se encuentra en el amor, ya que “el amor es’’ como hemos visto “el mayor’’ (según 1 Corintios 13:13); y según Jesucristo “el primer y gran mandamiento’’ (como leemos en Mateo 22:38). No hay absolutamente nada que pueda sustituir al amor.
Pero, ¿Cómo se manifiesta el amor al Señor?En primer lugar: El amor se manifiesta a través de las palabras
¿Cómo demostramos nuestro amor al Señor? ¿En qué forma podemos expresarlo? ¿Qué cambios tienen que haber en mí, para poder hacerlo? Comenzaremos con algo muy sencillo, y tal vez superficial: ¡Amar al Señor significa decírselo, hacerle de tanto en tanto una declaración de amor! David hizo esto en el Salmo 18:1: “Te amo, oh Jehová, fortaleza mía’’. ¡Él confesó su amor al Señor a través de palabras claras!
¿Cómo sería un matrimonio, en el cual no se declararan el amor el uno al otro de vez en cuando; donde en forma mutua no se dijeran que se quieren, o que se aman? ¿No se desgastaría un matrimonio en el cual no suceden estas cosas? ¿No le faltaría lo más importante?
Lo mismo sucede en nuestra relación con el Señor. ¡También Él quiere escuchar de nosotros que lo amamos; y es por este motivo que debemos decírselo! Cuando por ejemplo el Señor dice en Juan 14:27:“… mi paz os doy… No se turbe vuestro corazón ni tenga miedo’’, ¿no significa esto una maravillosa declaración de amor hacia nosotros? O cuando declara la conocida invitación de Mateo 11:28: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar’’, ¿no nos está mostrando una poderosa invitación de amor, una confesión amorosa hacia nosotros? ¡De la misma manera él desea escuchar nuestras declaraciones de amor hacia Su persona!
¿Por qué es tan importante declarar nuestro amor al Señor de vez en cuando? ¡Además del hecho de que el Señor simplemente lo espera de nosotros, una declaración de amor proveniente del corazón, siempre es un camino para renovar nuestra comunión con Él cuando la misma se ha enturbiado!
¿No le sucedió esto a Pedro cuando, a causa de su culpa – negó tres veces a Jesús? Su relación con el Señor se enturbió, siendo que antes de este hecho había sido muy íntima. ¿Qué hizo para renovar su comunión con Él? La solución no estuvo en que Pedro hiciera algún acto especial de arrepentimiento, tampoco en tratar de arreglar el asunto; ni siquiera tuvo que hacer una confesión especial; sino simplemente tuvo que decir tres veces:“Señor, yo te amo’’(así lo leemos en Juan 21:15 al 17).
En síntesis, ¡declararle el amor al Señor, no sólo es motivo de alegría y deleite para Él, sino también de enorme importancia para nuestra vida espiritual!
Volvamos otra vez al salmo de David. ¡Su declaración de amor a su Dios no se limitó únicamente a las palabras “Te amo, oh Jehová, fortaleza mía’’, aunque fueron colosales! Sino que también declaró su amor a Dios de otra forma. De la misma manera que el Señor confiesa en Oseas 6:6: “Lo que quiero de ustedes es que me amen’’.
En el Salmo 119 (NVI) David confiesa nueve veces su mayor deleite; ¡lo que se menciona allí, son exclusivamente declaraciones de amor dadas a Dios!“En tus decretos hallo mi deleite, y jamás olvidaré tu palabra’’(v. 16).“Tusestatutos son mi deleite, son también mis consejeros’’(v. 24).“Dirígeme por la senda de tus mandamientos, porque en ella encuentro mi solaz’’(v. 35). “pues amo tus mandamientos, y en ellos me regocijo’’ (v. 47). “El corazón de ellos es torpe e insensible, pero yo me regocijo en tu ley’’ (v. 70). “Que venga tu compasión a darme vida, porque en tu ley me regocijo’’ (v. 77). “Defiéndeme, y estaré a salvo; siempre optaré por tus decretos’’ (v. 117). “He caído en la angustia y la aflicción, pero tus mandamientos son mi regocijo’’ (v. 143). “Yo, Señor, ansío tu salvación. Tu ley es mi regocijo’’ (v. 174).
¡Éstas sí son declaraciones de amor! ¿No podríamos dejarnos inspirar por David, volviéndonos así hacia el Señor y Su Palabra?
En segundo lugar: El amor a Dios se manifiesta en el amor a su Palabra
No debemos olvidar que ante los ojos de nuestro Salvador, la verdadera manera de manifestarle nuestro amor es deleitándonos en Su Palabra. Jesús dice en Juan 14:21: “El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama’’. O como leemos en el Salmo 1:1 y 2: “Dichoso el hombre que… en la ley del Señor se deleita, y día y noche medita en ella’’ (NVI).
Por esta razón, debemos alentarnos a amar la Palabra de Dios y a obedecerle; ya que para Dios esta acción significa una verdadera confesión de amor.