El consuelo de la Cruz (2ª parte)
30 julio, 2022Entendiendo la tartamudez (1ª parte)
2 agosto, 2022Autor: Norbert Lieth
En este programa escucharemos sobre el papel de las obras en nuestra vida cristiana. Si bien entendemos que somos salvos por la fe, hay acciones que en nuestra vida pueden ser cotidianas o momentáneas, mediante las cuales el Señor Jesús prometió recompensa para sus seguidores.
DESCARGARLO AQUÍ
PE2824- Estudio Bíblico
Lo que importa al final
Amigos, aquí estamos nuevamente para compartir, en este caso una nueva serie, titulada “Lo que importa al final”. En su enseñanza a los apóstoles, el Señor muestra por medio de una interesante parábola qué es lo que realmente importa al final, y cómo se cumplirá Su palabra profética. A continuación, escucharemos una exposición para edificar nuestra vida personal.
¿Qué será lo más importante cuando Cristo vuelva? ¿Qué es lo más importante para nosotros hoy? Catalina de Siena dijo una vez: “La hora es preciosa. No esperes a más tarde, a un momento más conveniente, pues no sabes si lo tendrás. El tiempo se te escapa sin ser percibido”. Cuando el joven rico preguntó al Señor qué debía hacer para obtener la vida eterna, “se fue triste”, pues el Señor le respondió como leemos en Mateo 19:21: “Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, y sígueme”. Luego de eso, Pedro preguntó al Señor cuáles serían los privilegios de los apóstoles que lo habían dejado todo por Él. Jesús respondió con su mirada puesta en el futuro reino mesiánico y con una interesante parábola en lo que respecta a la historia de la redención, la cual, por otro lado, nos enseña la manera en que debemos entender Sus declaraciones, sin creer que son nuestras buenas obras las que nos salvan.
Hablemos de los doce tronos de los apóstoles. Mateo 19:27-30 dice: «Entonces respondiendo Pedro, le dijo: He aquí, nosotros lo hemos dejado todo, y te hemos seguido; ¿qué, pues, tendremos? Y Jesús les dijo: De cierto os digo que en la regeneración, cuando el Hijo del Hombre se siente en el trono de su gloria, vosotros que me habéis seguido también os sentaréis sobre doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel. Y cualquiera que haya dejado casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por mi nombre, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna. Pero muchos primeros serán postreros, y postreros, primeros«.
Con regeneración, el Señor se refiere a la reorganización de todas las cosas, a la renovación de la tierra en el reino mesiánico. Es decir que Cristo vendrá de nuevo para rehacer la tierra y liberar a la creación. Jerusalén es la ciudad donde se instalará el glorioso trono de Jesús, como leemos en Mateo 25:31 y, junto al Señor, estarán sentados sus doce apóstoles, con el fin de juzgar a las doce tribus de Israel. Este juicio será establecido por un cogobierno, algo evidente en la figura de los doce tronos. Algunos aspectos a tener en cuenta: Jesús contestó a la pregunta de Pedro. No lo menospreció, ni lo reprendió por su impulsividad. Por el contrario, la consideró tan importante que su respuesta fue profunda. Él conocía bien el futuro de sus apóstoles: dejarían sus casas, se separarían de sus familias, se desprenderían de sus bienes, serían odiados y perseguidos y se olvidarían de sí mismos por causa de Cristo.
¿Cómo podemos aplicar a nuestras vidas lo que Jesús dijo a los apóstoles respecto al reino mesiánico? Ser cristiano no consiste en un cuento de hadas, en obtener riquezas o alcanzar la paz terrenal, sino en ser el centro del odio, la persecución, la blasfemia, el rechazo, las dificultades y el peligro. Los cristianos caminan por la “Vía Dolorosa”, siguiendo los pasos de Jesús. Dicho esto, también serán llevados a la gloria. Ya desde hoy pueden disfrutar la paz de Dios y tener una esperanza viva en Él. En un futuro, ya no serán juzgados por el mundo, sino que de acuerdo a 1 Corintios 6:2-3 juzgarán al mundo. Sí, vale la pena seguir al Señor. Vale la pena dejarse llevar por Él. Vale la pena tomar una clara decisión al respecto. Vale la pena renunciar a nosotros mismos por Su causa.
Hablemos ahora sobre el reino mesiánico. Como hemos mencionado, Jesús se refiere en este pasaje al reinado mesiánico en la tierra. No alude aún a la Iglesia, el cuerpo de Cristo, el que será llamado más adelante, ni tampoco al apóstol Pablo. Podemos ver que hay doce tronos para doce apóstoles, no trece. Como vemos en el incidente del joven rico, son necesarias las buenas obras para entrar en este reino y recibir la vida eterna. Contrario a esto, Pablo puso énfasis más tarde en que no entramos al cielo por las obras, sino por la fe. Jesús les dijo a sus discípulos que difícilmente entraría un amante de las riquezas al reino de los cielos. Es como un camello intentando pasar por el ojo de una aguja. Fue en ese momento, cuando Pedro, sobresaltado, decidió preguntar: “He aquí que lo hemos dejado todo y te hemos seguido; ¿qué pues tendremos?”.
Y, ¿cuál es la posición de los doce apóstoles en todo esto? Sin duda, los doce apóstoles de Jesús ocupan una posición especial. En cuanto a la Iglesia, de acuerdo a 1Corintios 3:10 y Efesios 2:20 pertenecen a su fundamento, es decir, estarán con nosotros en el cielo. Sin embargo, en lo referente a Israel y al reino mesiánico, tienen una posición que les concierne tan solo a ellos. De forma explícita, estos doce se sentarán en doce tronos. Encontramos un paralelismo con el pasaje de Apocalipsis 22:14, donde se describe a la Nueva Jerusalén como una ciudad con doce piedras fundamentales que llevan los nombres de los apóstoles. Esto demuestra, en retrospectiva, que su viaje valió la pena.
Algunos de ellos fueron olvidados en la historia: Andrés, Bartolomé, Tomás, Felipe, Santiago hijo de Alfeo, Simón el Zelote, Judas hermano de Santiago y Matías; y salvo Juan, es probable que todos hayan muerto como mártires. Sin embargo, Dios grabó sus nombres en la Nueva Jerusalén y los sentará en tronos. Es aquí donde vemos qué era lo importante al final. Dios también se acordará de tus obras. Algunos cristianos han pasado a ser conocidos en la historia de la Iglesia como grandes hombres y mujeres. Otros han sido olvidados por completo, y no se los mencionan en ninguna parte. Empero, el Señor los conoce y sabe de ellos tal como dice Hebreos 6:10: “Porque Dios no es injusto para olvidar vuestro trabajo y el amor que habéis mostrado por su nombre, ya que habéis servido y ministrado a los santos”.
Cualquier buena obra que hayas hecho en la iglesia o en tu familia, es conocida por Dios. Jesús dijo a sus discípulos respecto al reino mesiánico en Mateo 19:30: “Pero muchos primeros serán postreros, y postreros, primeros”. Los fariseos, los ancianos del pueblo y los escribas, se presentaron como los primeros ante el pueblo. Los apóstoles, en cambio, fueron los últimos. Pablo escribió en 1 Corintios 4:9: “Porque según pienso, Dios nos ha exhibido a nosotros los apóstoles como postreros, como a sentenciados a muerte; pues hemos llegado a ser espectáculo al mundo, a los ángeles y a los hombres”. A pesar de esto, al final serán los primeros en sentarse con Jesús en el trono.
La generación que vivía en la época de Jesús fue una de las primeras. Ese pueblo de Israel tenía a Jesús entre ellos. Sin embargo, lo rechazaron y se amaron a sí mismos, convirtiéndose en los últimos. Perdieron el reino mesiánico. La última generación de Israel, la que pasará por la Gran Tribulación, renunciará a todo, al igual que hicieron los apóstoles, convirtiéndose en vencedores por medio del martirio. Estos serán resucitados para ser los primeros en entrar al reino mesiánico. Apocalipsis 20:4 dice: “Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de juzgar; y vi las almas de los decapitados por causa del testimonio de Jesús y por la palabra de Dios, los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen, y que no recibieron la marca en sus frentes ni en sus manos; y vivieron y reinaron con Cristo mil años”.