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En esta segunda parte del estudio titulado “Lo que importa al final”, continuaremos descubriendo cómo el mundo se las arregla para llevar nuestra mirada y nuestras metas para quitar nuestro foco de Dios.
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PE2825- Estudio Bíblico
Lo que importa al final (2ª parte)
A continuación, en este estudio titulado “Lo que importa al final” veremos que el Señor subraya el principio de los primeros y los últimos con una parábola en Mateo 20:1 al 16 que dice:
“Porque el reino de los cielos es semejante a un hombre, padre de familia, que salió por la mañana a contratar obreros para su viña. Y habiendo convenido con los obreros en un denario al día, los envió a su viña. Saliendo cerca de la hora tercera del día, vio a otros que estaban en la plaza desocupados; y les dijo: Id también vosotros a mi viña, y os daré lo que sea justo. Y ellos fueron. Salió otra vez cerca de las horas sexta y novena, e hizo lo mismo. Y saliendo cerca de la hora undécima, halló a otros que estaban desocupados; y les dijo: ¿Por qué estáis aquí todo el día desocupados? Le dijeron: Porque nadie nos ha contratado. Él les dijo: Id también vosotros a la viña, y recibiréis lo que sea justo. Cuando llegó la noche, el señor de la viña dijo a su mayordomo: Llama a los obreros y págales el jornal, comenzando desde los postreros hasta los primeros. Y al venir los que habían ido cerca de la hora undécima, recibieron cada uno un denario. Al venir también los primeros, pensaron que habían de recibir más; pero también ellos recibieron cada uno un denario. Y al recibirlo, murmuraban contra el padre de familia, diciendo: Estos postreros han trabajado una sola hora, y los has hecho iguales a nosotros, que hemos soportado la carga y el calor del día. Él, respondiendo, dijo a uno de ellos: Amigo, no te hago agravio; ¿no conviniste conmigo en un denario? Toma lo que es tuyo, y vete; pero quiero dar a este postrero, como a ti. ¿No me es lícito hacer lo que quiero con lo mío? ¿O tienes tú envidia, porque yo soy bueno? Así, los primeros serán postreros, y los postreros, primeros; porque muchos son llamados, mas pocos escogidos”.
El viñador, una imagen de Dios, va cinco veces a llamar a la gente para que trabaje en su viña. La madrugada, se refiere a las 6.00 h; la tercera hora, a las 9.00, la sexta y novena hora, a las 12.00 y a las 15.00; y la undécima hora, a las 17.00; por último, la tarde corresponde a las 18.00 horas. El dueño de la viña negocia con los del primer grupo el pago de un denario como salario; cosa que no hace con los demás. Al momento del pago, el primer grupo se siente decepcionado y se queja contra su amo. Insisten en que se ha cometido con ellos una injusticia. No pueden entender las acciones de su señor.
¿Pero cuál es la aplicación personal de esta parábola? Puede que sea la última hora, pues vivimos en los últimos tiempos. ¡Jesús quiere utilizarte! Efesios 5:16 dice: “Aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos”. Y Spurgeon agregó a esto: “Nunca hay otro tiempo disponible para nosotros que el presente”. Un día todos miraremos atrás y nos daremos cuenta de qué cosas eran realmente importantes al final. Primera corintios 15:58 dice: “Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano”. ¿Crecemos realmente? ¿Avanzamos? ¿O estamos retrocediendo o, aún peor, nos encontramos estancados? Wim Malgo, fundador de la organización misionera Llamada de Medianoche, solía decir: “El estancamiento es el declive”. Alguien señaló una vez que “Jesús, a través de su muerte y resurrección, ha hecho todo lo posible para que vayas al cielo. Sin embargo, ahora quiere traer el cielo a la tierra a través de ti”.
El conde Nicolaus Ludwig von Zinzendorf vio un cuadro de la pasión del artista italiano Domenico Fetti, que tenía como leyenda: “He sufrido esto por ti, ¿qué haces realmente por mí?” Esto hizo que Zinzendorf entregara nuevamente su vida a Jesús. Se convirtió en el fundador de una obra misionera que abarcaba unas treinta regiones distintas alrededor del mundo. Trabajaron entre esquimales, africanos, indios y esclavos. Gran parte de esta obra fue financiada con sus propios recursos. Dios toma en serio tu decisión. Puedes decir: “No soy apto, estoy lleno de defectos, necesito demostrar mucho más”, pero para Dios nadie es demasiado inadecuado o incapaz. Theodore Roosevelt dijo una vez: “Muéstrame a alguien que nunca haya cometido un error y te mostraré a una persona que nunca ha logrado nada”.
¿Acaso el borracho Noé calificó? ¿Y el anciano Abraham y su mujer que servían a los ídolos en Caldea? ¿También Jacob, el mentiroso? ¿Moisés, el asesino? ¿Rahab, la prostituta? ¿Timoteo, el joven enfermo? ¿El irascible Pedro? ¿Los discípulos, siervos somnolientos, asustados y en constante fracaso? Ninguno era apto, sin embargo, todos respondieron al llamado, eran sinceros y devotos de corazón. Tenían al Señor ante sus ojos, aunque fallaran en el camino. ¿Sabes qué tiene de especial un abejorro? Aunque su fisionomía le indique que no puede volar, pues es del todo inadecuado para ello, tiene alas cortas y mucho peso, a pesar de que las leyes de la física se lo prohíban, a este poco le importa: simplemente vuela.
Pero no creas que siempre se trata de cosas grandes. Si sientes la necesidad de ir más allá, avanza, así sea en la misión, en tu educación teológica, etcétera. Tal vez tu vocación esté en tu iglesia, en el trabajo con los jóvenes o en tu familia. Ser misionero no significa que debas tener enormes destrezas evangelizadoras, sino simplemente usar los dones que te ha dado el Espíritu Santo. Puede tratarse de muchas cosas. Uno puede tener el don de la oración, otro el de la hospitalidad, el del cuidado pastoral, el del servicio, el de la diaconía, el del trabajo en la iglesia, las visitas o la familia. En este último caso, no digas: “¡Solo soy una madre!” ¿Qué quieres decir con “solo”? No dejes que la opinión del mundo te arrastre. El mundo y los creadores de opinión no tienen idea de lo que es importante al final. Una doctora de China resumió su completa confianza en Dios cuando dijo: “Si tienes a Jesús en tu corazón, no importa el trabajo que hagas o el puesto que ocupes. Lo único que importa es que le ames y le seas fiel”.
Volviendo a la parábola de Mateo 20 nos hacemos la pregunta: ¿Qué pasó la última hora? Los versos 6 y 7 dicen: “Y saliendo cerca de la hora undécima, halló a otros que estaban desocupados; y les dijo: ¿Por qué estáis aquí todo el día desocupados? Le dijeron: Porque nadie nos ha contratado. Él les dijo: Id también vosotros a la viña”. ¿Sigues sin hacer nada, pensando que, al fin y al cabo, no has sido llamado? Dios te dice al igual que a nosotros: “Id también vosotros a la viña”. Dios no escoge solo a algunos individuos, Él quiere que todos trabajen en su viña.
El escritor Hans-Gerd Krabbe lo expresa por medio de una oración: “Enséñanos a considerar, Señor, que cada uno de nosotros, responderemos un día ante ti por lo que hemos hecho aquí en la tierra y por lo que hemos dejado de hacer. Enséñanos a recordar que nos has dotado y encargado a cada uno de nosotros hacer la paz, practicar el amor, sembrar la alegría y despertar la esperanza. Ayúdanos a hacerlo. Y cuando llegue el día del pago, sabremos lo que es realmente importante.