Los milagros del Mesías ayer y hoy (1ª parte)


Autor: Dr. Erez Soref

 

La vida de Jesús se destacó por toda clase de señales que se registran en el Nuevo Testamento. Sin embargo, no sólo se limitan a la presencia física del Señor, sino al nacimiento de la Iglesia Primitiva. Pero ¿qué pasa después? Ese es el tema de la serie a la que damos comienzo.


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PE3076 – Los milagros del Mesías ayer y hoy (1ª parte)



Es una alegría para mí presentarles estos pensamientos del Dr. Erez Sorez sobre los milagros del Mesías ayer y hoy.

En la actualidad, Dios está trabajando de manera poderosa entre el pueblo judío, con una intensidad que nos hace reflexionar en el obrar del Señor con Su pueblo en el libro de Hechos. Lamentablemente, muchos en la Iglesia de Jesús no son conscientes de lo que Dios está haciendo entre el pueblo judío, mientras que los que perciben Su obra, a menudo no entienden lo que significa todo esto. Y como siempre, cuando hay confusión entre los hijos de Dios, satanás trata de aprovecharla y llevarla al extremo. Por eso, en este programa intentaremos traer algo de claridad a posibles preguntas y hablar de Jesús, nuestro Mesías, que es la máxima sabiduría y autoridad del Padre.

Consideraremos sus milagros mesiánicos en Lucas 5 y, en este contexto, también el judaísmo rabínico fariseo en la época de Jesús hasta hoy.  También el misterio de la ceguera parcial de Israel. Por último, nos centraremos en lo que Dios está haciendo hoy en el pueblo judío en todo el mundo, y especialmente en Israel.

Comencemos con una pregunta. ¿Qué son los milagros mesiánicos? En Mateo 11:4-5, Jesús da la respuesta a los discípulos de Juan el Bautista: Id, y haced saber a Juan las cosas que oís y veis. Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos son resucitados, y a los pobres es anunciado el evangelio”.

Aquí Jesús se refiere a unas palabras muy conocidas del libro de Isaías, capítulo 35 y versículo 46, donde se enumeran algunas de las cosas que hará el Mesías prometido: los milagros mesiánicos que ayudarán al pueblo judío a reconocerlo cuando venga.

En Lucas 5:12-16 leemos: Sucedió que estando él en una de las ciudades, se presentó un hombre lleno de lepra, el cual, viendo a Jesús, se postró con el rostro en tierra y le rogó, diciendo: Señor, si quieres, puedes limpiarme. Entonces, extendiendo él la mano, le tocó, diciendo: Quiero; sé limpio. Y al instante la lepra se fue de él. Y él le mandó que no lo dijese a nadie; sino ve, le dijo, muéstrate al sacerdote, y ofrece por tu purificación, según mandó Moisés, para testimonio a ellos. Pero su fama se extendía más y más; y se reunía mucha gente para oírle, y para que les sanase de sus enfermedades. Mas él se apartaba a lugares desiertos, y oraba”.

El médico Lucas, cuenta de un leproso que vino a Jesús. La lepra es una enfermedad dermatológica muy contagiosa que se manifiesta con úlceras desfigurantes que atacan el sistema nervioso. Hasta el siglo XX, la lepra no tenía cura y sus víctimas morían de forma lenta y agónica. A lo largo de la historia, incluidos los tiempos bíblicos, los leprosos fueron excluidos de la sociedad. En Oriente Medio y en el mundo asiático, hay una serie de ceremonias y ritos religiosos que hacen referencia a la muerte social del leproso. Los capítulos 13 y 14 del libro de Levítico nos describen cómo había que identificar y tratar a un leproso en Israel.

En Levítico 13:43-46 encontramos lo siguiente: Entonces (…) leproso es, es inmundo, y el sacerdote lo declarará luego inmundo; en su cabeza tiene la llaga. Y el leproso en quien hubiere llaga llevará vestidos rasgados y su cabeza descubierta, y embozado pregonará: ¡Inmundo! ¡Inmundo! Todo el tiempo que la llaga estuviere en él, será inmundo; estará impuro, y habitará solo; fuera del campamento será su morada”.

 

En este pasaje están las consecuencias sociales, ceremoniales y familiares de la enfermedad para un leproso en el antiguo Israel. Primero debe ser examinado por el sacerdote y cuando este identifica la lepra, declara al leproso “totalmente impuro”, lo que en hebreo significa “súper impuro” en realidad. Esta impureza no es solo física, sino sobre todo espiritual: el leproso no puede presentarse ante Dios, no puede entrar en la casa de Dios.
Al ser reconocible como leproso desde lejos, debe cubrirse la cara hasta la nariz, y dondequiera que vaya gritar “impuro”, para que todos sepan que se acerca un leproso. Esta es la vida de un leproso fuera del campamento. Es un aislamiento no solo en sentido físico, sino también espiritual y social.

En las tradiciones rabínicas escritas, encontramos aún más detalles. Cuando el leproso es declarado impuro, esa es su muerte social esto implica que en ese momento verá a su familia por última vez y él mismo solo será visible desde la distancia. Ese día es un día terrible para él y sus seres queridos.

Es interesante observar que la lepra ataca la piel, y desde el punto de vista médico, la piel es el órgano más grande de cualquier ser humano. También se le llama “cerebro externo”, porque la piel suele ser la primera línea de defensa contra lo que viene de fuera del cuerpo hacia nosotros. Y hay experimentos que demuestran que los seres humanos realmente necesitamos el contacto humano en nuestra piel, no solo para desarrollarnos, sino para sobrevivir.
Si alguien era declarado leproso, significaba que nunca más experimentaría el contacto amoroso de otro ser humano. Por el contrario, cuando los demás le veían, le tiraban piedras, lo golpeaban con palos y los niños huían gritando de él. Esta era la realidad profundamente triste y terrible de un leproso.

En la Biblia encontramos algunos leprosos famosos como Miriam, la hermana de Moisés, o el general arameo Naamán. Pero llama la atención y es de gran importancia que, con excepción de estas dos personas, no encontramos ningún caso de un leproso que haya sido curado en los registros históricos del pueblo judío, ya sea en la Biblia hebrea o en otros escritos.

 

Levítico 14 habla de los distintos pasos que debían darse en caso de un leproso curado por completo. Pero estas prescripciones son solo teóricas, por lo que, la curación de un leproso es uno de los milagros mesiánicos. Solo el Mesías puede realizar algo tan grande.

En Lucas 5:12, el médico nos habla de un hombre “lleno de lepra”. Eso significa que había sido leproso durante algún tiempo, probablemente durante años. Estaba desfigurado y a punto de morir. Así que lo que más necesitaba el hombre no era solo la curación física, sino también social y afectiva. Lo percibimos en lo que le pidió a Jesús: es un eco de nuestra propia necesidad de ser aceptados cuando nos acercamos a Dios o a nuestros hermanos en la fe; es algo que todos necesitamos.

El mayor riesgo que pudo correr este leproso era el acto de acercarse a Jesús, como lo hizo efectivamente. Como leproso de años, estaba acostumbrado a que le lanzaran piedras y le golpearan con palos. Sabía que todos huirían de él, por eso arriesgó literalmente su vida cuando fue a Jesús, se postró a sus pies y le pidió misericordia. No esperaba piedad o misericordia de nadie, sin embargo, dijo: “Señor, si quieres, puedes limpiarme”.

Conocía el poder de Jesús, pero dudaba de que el Señor quisiera hacerlo.

No es difícil imaginar la reacción de los discípulos cuando este leproso se presentó. Pero como vemos, Jesús reaccionó de forma muy diferente a como lo haría la gente normalmente. Quería curar al leproso, y podría haberlo hecho de la misma manera que Dios llamó la creación a la existencia: con solo decir una palabra. Pero Jesús hizo más extendió la mano y tocó al leproso. Y eso era impensable según la Biblia hebrea. Cuando algo limpio toca algo impuro, lo limpio se vuelve impuro, pero en el caso de Jesús pasó lo contrario: cuando Él, el Puro, tocó al impuro, este se volvió limpio.

Enseguida el Señor le dijo al curado que no se lo contara a nadie, sino que se presentara ante un sacerdote y ofreciera un sacrificio, según los preceptos de la Ley.

Imaginemos el escándalo en el Templo, cuando de repente llamaron a un sacerdote porque un leproso decía haber sido curado. Los sacerdotes mirarían los registros y averiguarían de qué tribu y familia procedía el hombre y cuándo fue declarado leproso el que ahora se presentaba ante ellos completamente limpio. Cuando el hombre curado les dijo que eso era obra de un hombre llamado Jesús, los líderes del pueblo judío tuvieron delante de sus ojos una señal del poder mesiánico de Cristo.

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