Los milagros del Mesías ayer y hoy (3ª parte)


Autor: Dr. Erez Soref

Este es el tercer y último programa que trata sobre los milagros del Mesías ayer y hoy. En esta oportunidad se tratará específicamente el motivo por el cual Jesús no fue reconocido, sino repelido por quienes debieran identificarlo con total claridad. Todo fue parte del Propósito Eterno de Dios, pero en los tiempos exactos de lo que pasaba en la tierra.


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PE3078 – Los milagros del Mesías ayer y hoy (3ª parte)



¡Bienvenidos!
El programa pasado leímos sobre la tragedia que aconteció a los contemporáneos de Jesús. Muchas veces no entendemos la necedad o falta de discernimiento desde este lado de la historia. Sin embargo, leímos en Romanos 11 acerca del pueblo de Israel que Dios “ha sujetado, encerrado dicen otras versiones, a todos en desobediencia”, Pero el apóstol también dice en los versículos 25 y 26: Porque no quiero, hermanos, que ignoréis este misterio, para que no seáis arrogantes en cuanto a vosotros mismos: que ha acontecido a Israel endurecimiento en parte, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles; y luego todo Israel será salvo, como está escrito […].

Pablo está diciendo aquí que habrá un tiempo en el futuro en el que Israel como nación, es decir, todo el pueblo judío, mirará a Aquel a quien han crucificado y creerá en Él como su Mesías. Todavía no hemos llegado a ese punto en la actualidad. Antes de esto, las riquezas de Dios en el Mesías tuvieron que llegar también a los gentiles de todo el mundo.

Si observamos hoy el camino que ha seguido el Evangelio en estos 2000 años, vemos que empezó en Jerusalén, en Israel, luego se extendió hacia el oeste y que ahora, en cierto modo, está volviendo a Israel, a Asia y a Oriente Medio. Hoy podemos observar los primeros frutos de un renacimiento en Israel.

En este contexto, me gustaría decir algo sobre el judaísmo rabínico fariseo tal y como lo conocemos hoy en día, y cómo se ha desarrollado desde la época de Jesús hasta hoy. Debido a que el liderazgo judío en los días de Jesús rechazó su condición de Mesías, fue consecuentemente toda la nación de Israel la que lo rechazó. Por supuesto, leemos de los primeros discípulos, y en el libro de los Hechos de los apóstoles, de decenas de miles de creyentes en Cristo judíos, incluyendo a varios sacerdotes. Sin embargo, después de la resurrección de Jesús ocurrieron algunas cosas que alejaron a Jesús del pueblo judío.

En el año 70 d.C. se produjo la primera revuelta judía contra los romanos y los judíos dejaron de pagar impuestos a Roma. Los romanos vinieron, destruyeron a Jerusalén y su Templo y mataron a la mayoría de los saduceos, los sacerdotes del Templo, que pertenecían a la clase pudiente de la población judía. Roma permitió que el pueblo judío permaneciera en la tierra de Israel, pero no en Jerusalén, y no tenían permiso para reconstruir el Templo bajo ninguna circunstancia. Los dirigentes judíos se trasladaron a la ciudad de Yavne, más cerca de la costa occidental de Israel.

El período de 65 años del 70 al 135 d.C. resultó ser decisivo para la vida del pueblo judío: ha dado forma al mundo judío tal y como lo conocemos hoy. Y uno de sus primeros principios era que no era posible ser judío y a la vez creer en Jesús. El segundo principio era que solo el judaísmo farisaico era una forma aceptable de judaísmo.

Después de todo, el sacerdocio había sido destruido en el año 70 d.C. y el Sanedrín, que había estado formado principalmente por saduceos, se había convertido en un cuerpo “colegiado” integrado por fariseos. También había judíos creyentes en Jesús que habían sobrevivido, pero no se les aceptaba como judíos, sino que eran rechazados. En el mundo judío, donde ya no había sacerdotes ni Templo, el liderazgo judío pasó de los sacerdotes de la tribu de Leví y de la familia de Aarón, escogida por Dios, a los rabinos. La gran diferencia era que solo Dios había elegido a los sacerdotes de la familia de Aarón, mientras que un rabino era elegido por otros diez rabinos que imponían sus manos y oraban por él. A partir de aquel momento era esa la única manera de que alguien pudiera convertirse en rabino. Este fue un gran cambio: el liderazgo espiritual ya no era designado por Dios, sino por los fariseos, que son los rabinos de hoy.

Además, comenzó en el mundo judío de aquella época el proceso de desarrollo del texto masorético, que agregaba las tradiciones acumuladas para la trasmisión de la Biblia hebrea. Fue acompañado por un rechazo explícito de la Septuaginta, que es una traducción griega de la Biblia hebrea que se escribió unos 200 años antes de Jesús. En esa época no habían existido disputas sobre el Mesías, por lo que la Septuaginta revela la comprensión judía de la Biblia hebrea en la época anterior al Segundo Templo y antes de Jesús. A pesar de esto, los rabinos la rechazan.

Tras la destrucción del Templo, la gran pregunta era: ¿Cómo recibiremos ahora la expiación de nuestros pecados? Y la respuesta dada por los rabinos fue: dar limosna a los pobres y orar. Para justificar los cambios, se sacaron de contexto ciertos textos bíblicos y partes de versículos. Y esta es la forma en que el pueblo judío ve el pecado hasta el día de hoy. En realidad, ya no se lo considera como tal, y desde luego ya no se ofrecen sacrificios por este.

Este período llegó a su fin con la segunda revuelta contra Roma, la de Bar Kojba. Los dirigentes judíos nombraron líder a un capitán del ejército, un hombre muy brutal y lo llamaron Bar Kojba, que significa “hijo de las estrellas”, haciendo referencia a la profecía mesiánica de Números 24:17, que habla de la estrella que saldrá de Jacob. Con esto, los líderes judíos lo declararon el Mesías de su pueblo, que lucharía contra los romanos y restauraría el Reino de David. Todo el pueblo judío se unió bajo su bandera, excepto los judíos creyentes en Jesús que conocían al verdadero Mesías. No formaron parte de esta rebelión, que finalmente condujo a la aniquilación del pueblo judío en Israel, en el año 135 d.C. Solo unos pocos sobrevivieron, y el precio de un esclavo judío en Roma, a partir de ese momento, era menor que el de una hogaza de pan, porque eran muchos. Así comenzó entonces el segundo exilio judío.

Por lo tanto, cuando hablamos del judaísmo hoy en día, es importante que entendamos que es un vástago directo de los fariseos, y ciertamente no es casualidad que Jesús nos advierta sobre los fariseos en el Nuevo Testamento. No obstante, debemos señalar que Dios utilizó el judaísmo rabínico fariseo para preservar al pueblo judío como nación. Durante casi 2,000 años estuvieron dispersos por todo el mundo, fueron perseguidos, sin país y sin idioma, y lo que los mantuvo unidos como nación fue la fe de los rabinos.
Actualmente en Israel ha aumentado la cantidad de judíos que confiesan a Jesús como su Mesías. Llevan las Buenas Nuevas a amigos, familias y vecinos: es decir, nuevamente al pueblo.

Puede ser que ahora alguien se pregunte: ¿necesita un judío a Jesús para salvarse? Y la respuesta es: sí, definitivamente. El propio Jesús dice en Juan 14:6: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí”.

Seas quien seas, judío, gentil, chino o africano, no puedes llegar a Dios sino a través de la fe en Jesús el Mesías. Por lo tanto, negar el Evangelio al pueblo judío es una forma terrible de antisemitismo. Sé consciente de lo que más necesita el pueblo judío: no es ayuda humanitaria, ni tampoco relaciones públicas, sino el Evangelio sobre Jesús de Nazaret.

Necesitan escucharlo de una manera que puedan entenderlo. Si tienes vecinos o amigos judíos, háblales del Evangelio utilizando las palabras de la Biblia hebrea, el Antiguo Testamento, no tanto las del Nuevo Testamento. El pueblo judío no conoce el Nuevo Testamento, y este no tiene autoridad a sus ojos, pero entre los judíos siempre hay cierto respeto por el Antiguo Testamento, la Biblia hebrea. Familiarízate con su contenido. No tienes que convertirte en un experto, pero estudia las profecías sobre el Mesías, especialmente los pasajes que dicen cómo reconocerlo. Por ejemplo, Miqueas 5:2-3, donde se menciona a Belén como el lugar de su nacimiento, o Daniel 9:25, donde se calcula el tiempo de su venida, o Isaías 53, donde leemos sobre el padecimiento del Mesías. Así, en Isaías 53:8-9 se habla de la muerte del Mesías por los pecados y en el versículo 10 se lee de su resurrección. Estos son solo algunos ejemplos, pero pueden ser útiles.

Por último, permíteme preguntarte quién es Jesús para ti. No es solo un profeta o una buena persona. Él no nos dio la opción de verlo así, sino que nos obliga a cada uno a tomar una decisión con respecto a Su Persona. Él es la sabiduría y el poder de Dios, tiene todo el poder, y si hay áreas en tu vida que están impuras, que de seguro las hay en nuestra humanidad, necesitas venir a Jesús y animarte a decirle: “Señor, te necesito, sáname, sálvame”.

¡Dios te bendiga!

1 Comment

  1. Ariel cruz dice:

    Hermoso hermanos, me gusta este estudio.
    Una de las cosas que observen como el judaísmo a penetrado en las iglesias, dando un contexto diferente a lo que Dios nos manda en cuanto a la sana doctrina.
    Siempre pensé que esto era bueno o necesario, pero, hay que cuidarse con la levadura de los fariseos, cuando te decíamos que predicarles al Señor Jesucristo por medio del Antiguo Testamento

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