Matrimonio y Paternidad (1ª parte)
17 julio, 2014Los Caminos de Dios, No Nuestros Caminos
17 julio, 2014Autor: William MacDonald
La palabra discípulo ha sido por demás utilizada, y cada usuario le ha dado el significado de su conveniencia. El autor de este mensaje nos lleva a examinar la descripción de discipulado que presentó Jesús en sus enseñanzas, la cual se halla también en los escritos de los apóstoles, para que aprendamos y descubramos más acerca de este concepto.
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PE1960 – Estudio Bíblico
Matrimonio y Paternidad (2ª parte)
Hola amigos! Habíamos mencionado los tres primeros puntos clave del matrimonio, según el misionero Carl Knott. Y ahora continuamos con el cuarto punto:
4. Esposa, usted es la mujer. Su carrera y lugar de ministerio dado por Dios es el hogar (según Tit. 2:3 al 5). Ponga su atención en su marido y apóyelo. Sirva al Señor en y a través de su casa (Pr. 31).
5. Si es posible, nunca discrepe con su esposo frente a otros, y nunca lo critique frente a otros o consienta las críticas de ellos. Cualquier cosa que necesite arreglarse, debe atenderse en privado y de manera piadosa.
6. Permitan que el Señor controle las finanzas de su familia. No acumulen tesoros en la tierra (como dice Mt. 6:19) y sean generosos con lo que tienen. El Señor es un dador generoso.
7. Siempre tengan las puertas abiertas, es decir, sean hospitalarios. Preocúpense por los demás y utilicen su hogar como muestra. No se preocupen por lo que no tienen (2 Co. 8:12).
8. Trabajen juntos para apoyar a la congregación local, alcanzando y ministrando a otros por la causa de Cristo y del Evangelio (como tenemos ejemplo en Mr. 1:28 al 34; Lc. 18:28 al 30; y Hch. 18:24 al 26).
9. Sean una familia de oración. Oren al avanzar y avancen al orar. Oren antes de tomar decisiones. Oren cuando surjan los problemas. Oren cuando todo les está yendo bien.
10. Cultiven su relación matrimonial. El matrimonio es una relación, una amistad, y un compañerismo. Algunas personas están más ocupadas con sus negocios que con su cónyuge. Háganse amigos íntimos a medida que pasa el tiempo. Disfruten el tiempo que pasan juntos y solos. Salgan a cenar, caminen juntos, pasen un día en el campo, hablen de las cosas que hay en su corazón.
Para terminar este tema, digamos que: Siempre está el problema de los cristianos que desean ansiosamente poder casarse, pero por una u otra razón, no lo logran. Ellos pueden practicar la sublimación, que en este contexto significa redirigir un impulso primitivo hacia una vida de servicio al Señor Jesús y su pueblo. Las vidas de Amy Carmichael, John Nelson Darby, Gladys Aylward, Corrie Ten Boon y Fanny Crosby son ejemplos de una soltería fructífera. Cualquier creyente podría encontrar verdadera plenitud en una vida totalmente entregada a Jesús.Hablemos ahora del tema: Paternidad. Nuestro texto principal para éste será Éxodo 2:9:“Lleva a este niño y críalo para mí, y yo te lo pagaré.”Para los padres creyentes, las palabraspara míson una clave. Se nos ha encomendado criar a nuestros hijos para Cristo. No para el mundo, sino para el Señor, no para el infierno sino para el cielo.
Un paso vital que hay que tomar en este proceso es dar a la Palabra de Dios un lugar especial en el hogar.“Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes. Y las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos; y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas.”(nos dice Dt. 6:6 al 9). No hay mejor herencia que los padres puedan dar que un fundamento bíblico sólido.
La oración debe tener un lugar dominante en la educación del niño. Probablemente lo aprenda mejor por su ejemplo que por los libros que pueda darle para leer. Uno de los recuerdos más preciosos de la vida es el de una madre puesta de rodillas, orando por su retoño.
Gran parte de la paternidad incluye la educación. Cada hijo debería aprender a respetar a su padre y a su madre, a obedecer a la autoridad, a escoger buenos compañeros, a resistir las tentaciones a pecar, a ser diligente en su trabajo, y a ser cortés.
La obediencia a los padres es un deber. Debe dar por entendido que las órdenes se dan sólo una vez. Si se repiten se debilitan. No tolere las contestaciones ni los caprichos. La obediencia a la autoridad se aplica a la escuela, al trabajo, a los gobernantes, y la iglesia. En toda sociedad ordenada debe haber una cabeza de autoridad, y todos deben sujetarse a ella (excepto cuando esta sumisión implique violar nuestra fidelidad a Cristo). Sin ella, se gesta la anarquía. Los hijos deben aprender estas cosas a edad temprana.
Los padres también deben cuidarse de no provocar a ira a sus hijos (Ef. 6:4). Es una tendencia natural. Un padre puede provocar la ira de su hijo por negligencia, por hacer demandas desmedidas, por hablar de él negativamente o usar su conocimiento superior para hacerlo sentir inferior. La inclinación de la madre es a malcriar al hijo. Pero, ¿cuál es peor?
Los hijos deben aprender a elegir buenos compañeros. Muy a menudo los padres han tenido que confesar entre lágrimas que “él (o ella) se juntó con el grupo incorrecto.”
Los padres son responsables de hablarles a sus hijos acerca de las tentaciones a pecar, especialmente en el ámbito sexual. De otra forma lo aprenderán ellos de otras fuentes poco confiables. Hoy en día los jóvenes viven en un mundo obsesionado con el sexo, la pornografía, y la pasión. Se han vuelto adeptos al uso del control remoto del televisor. Deben aprender a decirNoa los encantos del mundo y a los malos apetitos de la carne.
Es algo muy beneficioso preparar a los jóvenes para trabajar en la casa. Se les puede dar especial aliento en aquellas áreas en las que parecen tener una aptitud natural. Los padres y madres que no permiten que sus hijos realicen tareas en la casa, en vez de atenderlos mejor, en realidad los desatienden.
Los padres determinan si sus hijos serán corteses o no. Los chicos y chicas que piensan en otros, comparten con otros, y consideran a otros antes que a sí mismos, tienen buenos modales. Esto los ayudará por el resto de sus vidas. Es algo muy agradable que al final de la cena el pequeño diga: “La comida estuvo genial, Mamá.” Pero la gratitud no es algo innato. Debe ser aprendida. A la gente le gusta estar con niños que han aprendido estas lecciones, generalmente no aprecian a los malcriados, o sea, los niños fuera de control.
Llegará el momento en que todo niño necesitará corrección. La Biblia dice:“La necedad está ligada en el corazón del muchacho; mas la vara de la corrección la alejará de él”(Pr. 22:15). La razón para la disciplina siempre debe explicarse, y no debería llevarse a cabo en medio del enojo. Debe ser adecuada a la desobediencia. Luego de que termina, el padre debe reconfirmar su amor por el hijo. Esto le mostrará que su padre o madre no lo está rechazando a él sino su comportamiento. El propósito de la disciplina es enseñar la obediencia.“El que detiene el castigo, a su hijo aborrece; mas el que lo ama, desde temprano lo corrige.”(Pr. 13:24). Los padres además deben estar de acuerdo con la disciplina. Los niños tienen gran habilidad para detectar cualquier debilidad en el padre o en la madre, y notan si uno está en contra del otro.
Se debe animar a los hijos a venir a sus padres en cualquier circunstancia, con la certeza de que encontrarán un oído que los escuchará. Permítales saber que usted realmente los ama. No es algo antiespiritual abrazarlos. Frecuentemente escuchamos a los jóvenes decir: “Mi padre nunca me dijo que me amaba.” Dígaselo, antes de que sea demasiado tarde.
Es bueno para un niño comprometerse en un equipo deportivo. Les enseña a trabajar en equipo y a ser buenos deportistas. Si un pequeño aprende a tocar un instrumento musical, desarrolla la coordinación entre la mente y el músculo y una apreciación por la buena música.
Los padres deben evitar presionar a sus hijos a aceptar a Cristo, pues existe el peligro de que hagan una falsa profesión. Es mejor orar por ellos para que sean parte del reino. Aún en edad temprana, los niños pueden ser movidos a permanecer fieles a Cristo y la verdad. Pueden aprender a separar lo precioso de lo vil (Jer. 15:19). Pueden desarrollar convicciones y aferrarse a ellas aún frente al ridículo y a la oposición. Las historias de los mártires cristianos son excelentes. Los padres deberían tener su hogar bien equipado con buena literatura cristiana. La madre de Hudson Taylor dejó un folleto sobre la mesa de la sala, y luego dejó un mensaje. Hudson leyó el folleto y confió en Cristo. Dios le usó para alcanzar el interior de China con el evangelio.
Sólo hemos rozado la superficie. Podrían escribirse volúmenes enteros sobre el tema. Pero los puntos mencionados quizá sean suficientes hasta que logre incorporarlos con éxito a su familia cristiana.