Economía doméstica (2ª parte)
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1 junio, 2021Laura Ballesté nos cuenta acerca de su emprendimiento: qué hace, cómo surgió y cómo ha impactado su vida espiritual. Te invitamos a conocer más acerca de los desafíos que implica emprender, y qué consejos nos trae para sobrepasar estos conflictos. No te pierdas de este testimonio de entrega, dedicación, esfuerzo y dependencia de Dios, haciendo todo para su gloria.
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EA1028 – Entre Amigas –
Mi emprendimiento y mi fe
Entrevista a Laura Ballesté
Victoria: Amigas, hemos llegado al momento de la entrevista y es un gusto recibir a nuestra amiga, a nuestra compañera de equipo Laura Ballesté. Laura, ¿cómo estás?
Laura: ¡Muchas gracias, amigas, por la invitación a participar en el programa de hoy! La verdad es un enorme placer estar de este lado y poder compartir un poco de lo que es la vida. En este caso les voy a contar de un emprendimiento de pastelería artesanal, que nació en mi corazón hace muchos años. Cuando una muy pequeña siempre miré a mi mamá, que era la que siempre hacía los pasteles en mi casa y hacía cosas hermosísimas para mi cumpleaños, para los cumpleaños de los amigos, para papá, y siempre la miraba, aprendía de ella y me encantaba. Desde muy chica también comencé a ser yo quien hacía las tortas para nuestro hogar, ya cuando tenía 14 o 15 años mi madre me había pasado ese trabajo a mí y era yo quien me encargaba de eso. Siempre me encantó. Los años pasaron y amigos, conocidos que se casaban o que tenían un cumpleaños, me pedían un pastel. Así fui también desarrollando mi experiencia porque surgían las cosas más variadas en esos pedidos. Con el tiempo, cuando nos íbamos a casar con quien ahora es mi esposo. Esteban, antes de casarnos yo tenía mi trabajo, él tenía el suyo, pero como siempre antes de una boda se precisan ingresos extra. Así que pensando en lo que podíamos hacer para generar un pequeño ahorro, simplemente por probar, Esteban me dijo: “¿Y por qué no probás poner un aviso en internet y ves si sale algo de pastelería?” Y bueno, así es como nació lo que yo le llamo la primera etapa de Le Panier, que duró nada más que tres meses, antes de nuestra boda. En ese tiempo se vendió muy bien, fue una experiencia muy linda, porque nunca había probado y me sorprendí muy gratamente.
Después llegó nuestra boda y teníamos que arreglar la casa en donde íbamos a vivir, y estábamos en medio de reparaciones y preparando los últimos detalles de la boda, así que no podíamos conjugarlo todo entonces Le Panier se terminó en ese momento, porque la idea era que fuera algo momentáneo, como para poder generar algunos ingresos extra, así que suspendimos. También preparé el pastel de mi boda, que siempre fue un sueño, desde muy pequeña siempre dije que yo quería hacer mi propio pastel de bodas, y así fue. La verdad es que nunca me voy a arrepentir, fue una experiencia muy linda.
Pero bueno, en ese entonces suspendimos, pasaron tres años desde ese momento, y ahora, hace unos cuantos meses, en medio de la pandemia, quien era mi jefe en mi trabajo fijo se jubiló y a partir de allí me quedaba en teoría sin trabajo, y por lo tanto había muchas opciones a las cuales recurrir. Y con mi esposo vimos que ese era un momento de quiebre, teníamos que pensar bien qué camino tomar porque era un momento de inflexión. En ese momento mi esposo me animó a que volviera a emprender con el tema de la pastelería, que ya había tenido una mini experiencia muy linda. Y bueno, fue así como arrancó, a través de las redes sociales empezamos a hacer publicaciones, y decidimos que simplemente me dedicara a eso porque teníamos muchas ganas de empezar a pensar a futuro acerca de nuestra familia, que yo pudiera empezar a tener algún tipo de fuentes de ingreso para el hogar que además me permita estar más tiempo con mis hijos, en casa, y poder estar mucho más presente que con un trabajo que tal vez tuviera un horario mucho más rígido. Así que emprendimos.
Arrancamos con Le Panier y con la repostería artesanal, y por ahora soy yo sola, con alguna ayuda de mi mamá, que cuando tengo bastante trabajo me auxilia con algún tipo de materia prima, o sea, me prepara algún bizcochuelo o me prepara algunas galletitas y yo después decoro. Es maravilloso porque la pastelería conjuga dos pasiones: La cocina y las artesanías. Es comida mezclada con arte, entonces es realmente maravilloso. Así que por ahora estoy yo sola detrás de este emprendimiento. Es bastante desafiante, porque emprender es algo que nos lleva a tener que confiar mucho más en Dios, porque cuando uno tiene un trabajo fijo normalmente tiene un horario fijo, un sueldo fijo, muchas cosas que están en su lugar, por decirlo de alguna manera. Y al momento de emprender es como que uno queda “a la deriva”. No tenemos un salario fijo, no tenemos un horario fijo, no tenemos nada. Es como que uno está de este lado de la pantalla, porque en mi caso trabajo de la web, con las manos vacías. Es como que estamos completamente a expensas de que Dios nos sostenga, de que nos ayude a manejar los tiempos, a confiar en la llegada de los clientes, en los ingresos, realmente es un desafío muy grande y que, por lo menos para mí, pasa más por la fe que por otra cosa. Pero es una experiencia con Dios que realmente es muy linda también. Y creo que esa es una de las grandes que nos anima a emprender, saber que no estamos solos, sino que Él está detrás de nosotros sosteniéndonos y que Él es el primero que vela por nuestro hogar y por nuestra familia, mucho antes que nosotros. Las fuerzas no provienen de nosotros, sino que es Él el que está ahí cuidando de nosotros y de nuestro hogar. Creo que ese es uno de los desafíos más grandes.
El factor tiempo también es un desafío enorme porque autogestionar el tiempo y no tener un horario fijo a veces puede llegar a ser un caos. Porque uno no sabe cuándo van a haber pedidos, y a veces por tres días no hay ninguno, y cuando queremos acordar hay cinco pedidos, entonces tenemos que trabajar muchísimo durante muchas horas seguidas por varios días, entonces es difícil gestionar bien el tiempo. Acá es donde vuelvo otra vez a la parte espiritual, porque necesitamos confiar en Dios para eso también, e ir a Él sabiendo que somos débiles, sabiendo que muchas veces no somos capaces para enfrentar los desafíos, para enfrentar nuestra propia organización, porque somos seres humanos y somos muy tendientes a no saber administrar nuestro tiempo, y necesitamos sabiduría de Dios para hacerlo. Es una de las cosas por las que más oro, para que él sea el que me sostiene en mis horarios, en mis días, en mis listas de quehaceres, y enseñándome y dándome sabiduría para saber cómo utilizar cada minuto de manera que le traiga gloria a él, que es el fin último de nuestras vidas, poder glorificar a Dios con cada cosa que hacemos. Así que el tiempo es otra de esas áreas que queda en completa dependencia de Dios y de un esfuerzo nuestro para mantener una disciplina en todo. A veces las personas piensan “¡Qué lindo tener un negocio, poder autogestionarse el tiempo, tener mucho más tiempo para estar en casa!”, y sí, es hermoso, pero es un desafío también, porque un corre el peligro de que ese tiempo se vaya y no estar usándolo de manera correcta.
Naturalmente, uno de los principales motores cuando uno emprende es el factor económico, es generar ingresos para su familia, para su hogar. Pero en este caso creo que uno de nuestros mayores deseos es que no sea solamente que recibamos nosotros, sino que nuestro mayor deseo, junto con mi esposo, es no solo recibir, sino también poder dar. Creo que la marca registrada que deseamos que tengan nuestros productos es el amor, es que las personas, cuando reciben nuestros productos, cuando les llegan, que puedan ver que realmente eso está hecho con amor, que las manos que estuvieron detrás se preocuparon, se esmeraron y trabajaron. Y que, si no tenemos otra forma de testificarle a ese cliente de nuestra fe, que, aunque sea podamos mostrar amor a través de lo que hacemos, aunque sea que podamos mostrar a Cristo a través de nuestras vidas de esa manera. Que sea un sello distintivo, ese amor con el que hacemos las cosas. Ese es uno de nuestros más profundos deseos. Detrás de esto juega un papel muy, muy grande nuestra fe. Porque Dios es un Dios que trabaja por nosotros, que se esfuerza por nosotros, nos sostiene, nos cuida, es un Dios que nos ama, que nos provee, que obra de maneras milagrosas todos los días detrás de nuestras vidas para sostenernos, y ese Dios nos da ejemplo. Él trabajó, construyó, creó al universo en 7 días, lo hizo de una manera perfecta y hermosa, y sigue trabajando y sosteniendo el mundo, sosteniendo todas las cosas. Como dicen las Escrituras, “Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho”. Todo está sedimentado sobre el Señor y Él es quien trabaja todos los días para sostener el Universo, para sostener nuestro mundo y para sostener nuestras vidas. Entonces Él es uno de nuestros mayores ejemplos de servicio y de trabajo. Y ni que hablar del ejemplo que Jesucristo fue para nosotros en la cruz, en ese servicio supremo que nos dio cuando entregó su vida por nosotros. Claramente, eso no lo podemos expresar en un pastel, pero por lo menos tenemos el llamado de que en nuestra vida, cada cosa que hagamos refleje ese sacrificio y ese amor. Y creo que nosotros podemos imitarlo en nuestras cosas, y en nuestro trabajo es uno de los grandes lugares en donde podemos hacerlo.
De hecho, está esa escritura en Colosenses 3:23-24, que dice “Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor, y no para los hombres. Sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís”. Creo que esa es una de nuestras máximas, de nuestras premisas supremas. Y es que cuando servimos a nuestros clientes, cuando preparamos un pedido, cuando hacemos algo para otra persona, cuando preparo algo con mis manos, trato siempre de pensar en que yo no estoy sirviendo a los hombres, en que yo, en todas las cosas que hago en mi vida, trato de glorificar a mi padre celestial, primero que nada. Quiero vivir para su gloria. Y yo no vivo para su gloria solamente cuando estoy en la iglesia, o cuando estoy orando o leyendo la Biblia. La idea es que vivamos para su gloria en todo lo que hagamos. Que todo lo que hagamos, sea de palabra o de hecho, sea como para el Señor, y no para los hombres. Entonces, ¿de qué manera puedo glorificarlo con mi trabajo? Dándole lo mejor a mis clientes, en cada pedido, en cada galleta, en cada pastel, en cada cup cake, que en cada cosita esté esa impronta del amor y esté esa impronta del esfuerzo. Trato de hacerlo con ese amor, como si fuera para Dios y no para las personas.
Creo que esa es la parte más importante del trabajo y del servicio que podemos brindar. No solamente a través de un emprendimiento, también a través de un trabajo con un horario más restringido, en el que tenemos un jefe al cual le rendimos cuentas, también podemos servir de esa manera. Pero bueno, el emprender nos da la oportunidad de tener un encuentro cara a cara con nuestros clientes, de poder tener ese producto final, hecho con nuestras manos, de tener el trato con las personas, y es realmente muy lindo porque nos da muchas oportunidades de demostrar a Cristo a través de nuestras vidas. Sin duda disfruto muchísimo de este trabajo, porque, como decía antes, disfruta dos pasiones que son la cocina y las artesanías. No voy a negar que a veces es cansador, pero es un trabajo hermoso, porque además cada pedido es diferente y en cada pedido hay un pedacito de la vida del cliente, de sus deseos, de sus gustos, entonces es muy bonito poder trabajar sobre esas cosas. Es un trabajo que por lo menos a mí me genera muchísimo placer. Creo que la petición frecuente con respecto a la vida es poder glorificar a Dios a través de lo que hago, que es la finalidad última de la vida humana. Si algo le pido a Dios, es que en la forma en la que administro mis tiempos, en la forma en la que confío en Él, en la forma en la que manejo la incertidumbre de un emprendimiento, en la forma en la que sirvo a mis clientes y en todo lo que hago, que sea para su gloria y no para la mía. Cuando alguien me dice “me encantó lo que hiciste”, yo digo “Gracias, Señor, porque fuiste tú, no fui yo”. Cada vez que voy a hacer un pastel voy con esa incertidumbre de si seré capaz o si me saldrá bien, pero después pienso: “Yo no soy capaz. Pero tú sí eres capaz de ayudarme”. Y cuando lo termino, es un momento sublime porque siento que el Señor estuvo ahí.
Hablando de algunos consejos para los que quieran emprender, lo más importante es poner a Dios por delante de todo. No emprender pensando en uno mismo, sino que antes de ponernos a nosotros, poner a Dios, y preguntarnos si esto que vamos a hacer agrada a Dios, si lo que estamos deseando emprender es algo que se ajusta a la voluntad de Dios revelada en las escrituras, pensar si esto que vamos a hacer va a traerle gloria de alguna manera, si vamos a poder servirle más y servir a otros a través de lo que hacemos, y si esas preguntas se responden con un sí, bueno, adelante. Qué importante que es hablar con Dios y decirle que necesitamos de su guía, de su sustento, que queremos que sea para su gloria. Como dice la Escritura, si ponemos a Dios en primer lugar, todo lo demás viene por añadidura. Si estamos en sus manos, la primera ayuda y sostén viene de Él. Después vamos a necesitar mucha disciplina, mucho esfuerzo, mucha paciencia, porque emprender demora en dar frutos, es algo que cuesta, y en todas esas cosas también juega nuestra fe y también juega el Señor, en aprender a tener paciencia, a confiar en Él, a depender de sus tiempos, a ser disciplinados. Necesitamos de su gracia para poder ser disciplinados. Sin su gracia, y si es por nosotros mismos, por nuestra naturaleza y nuestra manera de ser, vamos a ser un desastre. Pero en Él hay gracia para tener la disciplina necesaria, en Él hay fuerza, hay sustento, un amor que lo sobrepasa todo.
Y además el Señor nos ha mostrado a través de su palabra que realmente es su deseo que nosotros trabajemos y nos gocemos de nuestra labor, como dice Eclesiastés 3:12-13 “Yo he conocido que no hay para ellos cosa mejor que alegrarse, y hacer bien en su vida; y también que es don de Dios que todo hombre coma y beba, y goce el bien de toda su labor”. Es un don de Dios el poder gozar de la obra de nuestras manos. Cuando nosotros trabajamos de la mano de Dios, es su bendición el hecho de que nosotros podamos llegar a gozar de ese trabajo. No solamente de la retribución económica de ese trabajo, sino de poder hacerlo. Mi aliento para todas ustedes que nos están escuchando, les digo que sí, que se animen a emprender, porque es una experiencia maravillosa y es una experiencia en la que gozamos muy especialmente de la gracia de Dios. Así que aquellas amigas que tengan el deseo de emprender, que quieran hacerlo, es digo que se animen, que pongan a Dios delante de todas las cosas, y que se esfuercen. Esfuércense mucho, pongan todo de ustedes, mucha “garra” como decimos en Uruguay, mucha fuerza y mucha disposición, y confianza en Dios. Creo que esa es la premisa más importante, confianza en Dios y el deseo de que todo sea para su gloria. Creo que eso es lo más lindo que podemos hacer con nuestras vidas y es nuestro pensamiento más hermoso a la hora de hacer cualquier cosa.
Victoria: Muchísimas gracias, ha sido un gusto escucharte, Laura, y para nuestras amigas, que sabios consejos. Que se puedan animar a emprender y sobre todo a dejar las cosas en las manos del Señor. Muchas gracias, Laura, por tu tiempo, y a ustedes, amigas las invitamos a que nos continúen acompañando la semana que viene porque hay mucho más Entre Amigas.