No vuelvo atrás, libro – Parte 1
5 agosto, 2020«Me fui a examen» Voluntariado de ayuda estudiantil
5 agosto, 2020Claudia y Sebastián, un matrimonio que salió de las drogas y del narcotráfico nos cuentan su historia. Vemos la mano de Dios en su familia desde los cambios que hubo en sus vidas hasta el trabajo de evangelización que realizan actualmente en la Casa del Alfarero con jóvenes drogadictos. Te invitamos a conocer su testimonio, un claro ejemplo de lo que nos dice la Biblia en Romanos: A los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien.
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EA0915 – Entre Amigas –
No vuelvo atrás, libro – Parte 2
Entrevista a Claudia Carleo y Sebastián Del Río
Victoria: Amigas, hemos llegado al momento de la entrevista. Hoy seguimos en la temática del libro No vuelvo atrás. En el programa anterior nos acompañó el Psicólogo Hugo Píriz y nos dejó un pequeño adelanto de las historias de estas familias que son protagonistas del libro. Hoy nos acompañan Sebastián y Claudia, les agradecemos por estar con nosotros. ¿Cómo es esto de ver su historia relatada en un libro y de, a través del libro, conocer y ayudar a tantas personas? ¿Cómo les ha caído todo esto?
Sebastián: Bueno, en primer lugar es un privilegio para nosotros que nos hayan permitido estar aquí, en Entre Amigas. Todo empezó en el corazón de Dios, no empezó en nosotros, pero cuando se planteó la idea de escribir un libro, cuando se planteó el tema de trabajar con drogadictos, son cosas que uno nunca espera pero que son una bendición. Cuando Hugo nos propuso la idea de hacer un libro, de contar los testimonios y lo que Dios está haciendo en nuestra vida nos tomó por sorpresa, pero realmente nos sentimos contentos de ser parte, de contar lo que Dios puede hacer en nuestras vidas cuando nos entregamos a Él.
Victoria: Claudia, vos cumplís tu rol como ama de casa, como mamá y como mujer que trabaja muchísimo. ¿Cómo llegó todo esto a tu vida? ¿Te sorprendió? ¿Esperabas en algún momento esto?
Claudia: La verdad es que me sorprendió sí. A mí hacer un libro me parecía algo muy lejano, y cuando lo propusieron me sumé para ayudarlos, especialmente por el tema de las chacras, porque así se juntaban fondos para poder mantenerlas. También era una ayuda para los chicos que se estaban rehabilitando en la Casa del Alfarero. Yo soy media tímida pero igual me sumé por esa razón.
Victoria: El libro cuenta sus testimonios de lo que Dios ha hecho en sus vidas, cuenta sus historias. En la entrevista anterior hablábamos con Hugo y él nos contaba de tantas cosas que ustedes vivieron y que hoy tienen la oportunidad de contarles a otras personas. ¿Cómo los encontró a ustedes el Señor?
Sebastián: Nos encontró en el mejor momento para Él, en el momento exacto que a Él le pareció. Justo hoy compartí un mensaje con los chicos que están en la Casa del Alfarero que hablaba de Romanos 8:28, donde dice que a los que aman a Dios todas las cosas les ayudan para bien. Creo que todo lo que pasó fue para bien. Tal vez en el momento en el que estábamos viviendo la situación no lo sabíamos, porque claro, uno se da cuenta después. Pero incluso cuando no había salida, Él estaba ahí, obrando en nuestras vidas.
Victoria: ¿Cuál ha sido el cambio más notorio o el proceso? ¿Qué cosas podés enumerar que Dios ha cambiado en la vida de ustedes, tanto en cosas de la vida cotidiana y en su personalidad también?
Claudia: Yo pienso que el Señor nos sigue cambiando todavía, pero desde el principio noté cambios. Yo me acerqué a la iglesia porque los dos éramos adictos a las drogas. Me acerqué con esa necesidad, y luego, si bien había dejado de drogarme, me alejé porque no veía a la iglesia como algo que me gustara. Después volví porque me di cuenta de que solo Dios te hace libre de las drogas, solo Dios te puede cambiar. Yo he cambiado en el tema de las drogas, en el tema de alcohol, en el tema del narcotráfico. Teníamos un estilo de vida totalmente diferente, nosotros no trabajábamos, pero todo eso cambió. Ahora cuando Seba hablaba de cómo nos encontró Dios se me veía a la memoria cuando estaba en una celda, pidiéndole a Dios que me sacara de ahí por mis hijos, prometiendo que no iba a vender más, aún sin conocer a Dios. Hasta el día de hoy le agradezco a Dios por todos los cambios que va haciendo en mi forma de ser, en mi forma de hablar, en mi forma de dirigirme a mis hijos también. Porque nosotros no solo la droga nos queda, sino que tenemos costumbres de antes que tenemos que cambiar. A veces tenemos frustraciones y nos desquitamos con nuestros hijos. Pero solo Dios nos hace libres de eso.
Victoria: Me gustó lo que hablabas de que no estamos completos, que todos estamos en un proceso. El hecho de la continuidad de estar cerca de Dios y cerca de los hermanos ayuda en todo ese proceso, ¿no?
Claudia: Sí, por supuesto. Yo cuando empecé a venir a la iglesia en realidad no quería, venía obligada. Pero cuando volví me acuerdo de que pensé: “Tengo que dejar de ser egoísta, de pensar solo en mí”. Eso es una de las primeras cosas que uno tiene que hacer, ablandar ese corazón duro que tiene y dejar de pensar que uno está bien. Dios me fue mostrando las distintas cosas que tenía que cambiar y fue sanando mi corazón. Ahora me encanta ir a la iglesia.
Victoria: Quisiera que nos contaran cómo es la vida de su familia hoy en día y cómo están alcanzando a otras personas a raíz de lo que Dios ha hecho en sus vidas. Seba, contanos alguna experiencia de lo que ha sido tu compañía con alguna persona que estaba en la misma situación que ustedes.
Sebastián: Nosotros sentíamos que teníamos que hacer algo, porque estábamos recibiendo un amor que no conocíamos, que era el amor de Dios. Estábamos como locos por amor. Yo trabajaba en un bar donde repartía los pedidos en la moto, y a la encargada le dije: ¿Te animás a hacer unos cartelitos que digan “Sonríe, Jesús te ama”? Y cada pedido que yo entregaba de ese restaurante dejaba uno de esos cartelitos. Esa encargada que me hizo los papelitos fue la encargada que estaba en el supermercado de enfrente el día que nos allanaron, el día que vino la policía. Ella había visto todo eso, y ahora que veía ese cambio le llamaba la atención. Además después salimos en cámara testigo, y cuando eso termina me llama un pastor para decirme que querían que fuéramos a la iglesia a dar nuestro testimonio. Fuimos a la iglesia, dimos nuestro testimonio y cuando terminamos se me acercó el hijo del pastor con un sobre, y me dio una ofrenda. Eso fue impresionante, porque no podíamos creer que nos acababan de dar plata para ese proyecto del cual habíamos hablado en le tele que queríamos hacer. De repente había células en cada casa, en cada barrio. Teníamos una moto chiquitita en la que íbamos a hacer visitas, y a cada lugar que entrábamos veíamos la necesidad, veíamos que querían escuchar. Nosotros simplemente contábamos nuestro testimonio y los chiquilines nos escuchaban. Las madres no entendían qué estaba pasando porque veían que estaba causando algo en sus hijos, que había un cambio. Nipur y yo íbamos contando nuestras historias y se fueron dando cosas muy lindas. Se armaban grandes rondas en las que hablábamos y compartíamos el amor de Dios, y nosotros nos íbamos muy bendecidos. Así fueron naciendo las charlas, así fue naciendo la Casa del Alfarero y así fuimos conociendo a la familia, personas que no habíamos conocido antes pero que de repente eran como nuestra familia.
Victoria: Sin duda que tocaron y ayudaron a muchas familias. Claudia, nos contabas de las oraciones que hacías sin ni siquiera conocer al Señor, contanos un poco sobre la llegada de Jesús a tu vida y el contraste entre ese momento y ahora.
Claudia: Sí, Dios nos cambió totalmente. Nosotros éramos como dos personas completamente inundadas por la droga, queriendo ser buenos padres y buenos esposos pero sin encontrar una solución. Estuvimos así por años. Luego, cuando nos acercamos, dejamos de drogarnos, empezamos a trabajar y cambió totalmente nuestra vida. Yo creo que cuando nos acercamos otra vez a la iglesia nos unimos mucho más con la familia. Yo estoy agradecida porque si bien todavía tenemos que cambiar muchas cosas, Dios nos ha llenado de su paz por su gracia que nos permite estar y permanecer en el camino de Dios. Nos permite estar bien, tener esa sensación de tener un día normal, de ir a trabajar, cosas que no teníamos antes. Hoy por hoy podemos ver a nuestros hijos ya grandes, y no me imagino, si Dios no hubiera entrado a nuestra vida, qué consejos le podríamos haberles dado a nuestros hijos ahora adolescentes, no se en dónde estarían hoy, porque realmente era una enfermedad que no podíamos vencer. No es que no quisiéramos, no es que no amáramos a nuestros hijos, es que realmente no podíamos.
Victoria: Y sumarle a eso la culpa de no poder dejar, de saber que le estaban haciendo mal a sus hijos.
Claudia: Sí, nosotros hacíamos todo lo que podíamos, nos íbamos para afuera, salíamos juntos, todo, pero no disfrutábamos como familia. Hoy Dios nos permite disfrutar de nuestra familia. Dios nos restauró y nos permite también ayudar a otras personas que viven cosas así.
Victoria: Qué importante lo que estás señalando, Claudia, porque muchas veces está ese estereotipo de que si se drogan es porque no les importa nada, pero ustedes se amaban entre ustedes, amaban a sus hijos y lo que más sufrimiento les traía era no poder tener una vida normal, como decías, con tus hijos. Tantas cosas que la gente tiene como normal, como trabajar, hoy para ustedes es un regalo de Dios.
Claudia: Sí, tal cual. Nosotros sin Dios no podríamos haber salido y no nos podríamos haber mantenido tampoco. Probamos muchas cosas, pero sin Dios y sin estar congregándonos en la iglesia, imposible. Nosotros no nos olvidamos de que es gracias a Dios que estamos así. No me olvido de lo que pasamos, no me olvido de dónde Dios me rescató a mí y a mi familia, y estoy agradecida por eso.
Victoria: Sebastián, Claudia, muchísimas gracias por hablar con nosotros en estos minutos. Esperamos seguir teniendo noticias de ustedes y también del trabajo de la Casa del Alfarero. A ustedes amigas, las invitamos a que sigan escuchando Entre Amigas porque les estaremos trayendo muchas entrevistas muy interesantes. ¡Hasta la próxima!