Bendiciones de la aflicción
28 diciembre, 2024Nueve ventanas en la Biblia (2ª parte)
4 enero, 2025Autor: Wim Malgo
En este mensaje veremos el simbolismo de algunas ventanas en la Biblia, comenzando con Rahab en Josué 2, quien ató una cuerda roja en su ventana como señal de fe, que produjo salvación. Vemos allí la conexión con la sangre en las puertas del pueblo de Israel en la noche de la última plaga en Egipto. Una segunda ventana es la ventana del corazón en Cantar de los Cantares, donde el amado, Jesús, observa desde afuera. Muchos creyentes pueden tener muros que los separan de Él. Es importante abrir el corazón a Cristo para experimentar su transformación y salvación.
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PE3070 – Nueve ventanas en la Biblia (1ª parte)
¡Bienvenidos, queridos amigos y amigas!
Quisiera invitarlos a comenzar una nueva serie sobre nueve ventanas que encontramos en la Biblia.
Hoy vamos a comenzar leyendo Josué 2:15: «Entonces ella los hizo bajar con una cuerda por la ventana, porque su casa estaba en la muralla de la ciudad y ella vivía en la misma muralla».
La ventana tiene un gran significado en la Biblia. Y por fuera de la Biblia, en la vida ordinaria, también desempeña un papel importante. Una casa sin ventanas es impensable. Tiene un doble efecto. En primer lugar, la luz penetra del exterior al interior, y en segundo lugar, la ventana es un vínculo del interior de la casa con el exterior.
Por otro lado, los ojos son la ventana de nuestro cuerpo. En ese contexto también tienen un doble efecto. A través de ellos, llevamos el mundo exterior al centro de nuestro ser. Pero también al revés: a través de los ojos, transmitimos al mundo que nos rodea lo que hay en nuestro interior.
Teniendo en mente todas estas cosas, hoy me gustaría empezar hablando de dos de estas ventanas de la Biblia.
En primer lugar, tenemos la ventana de Rahab sobre la que leímos hace un momento. Rahab era una ramera y su casa estaba en la muralla. Cuando se asomó a la ventana, vio que se acercaba su perdición: Israel. Llena de miedo, dijo a los espías: «Sé que el Señor les ha dado esta tierra, y que el terror de ustedes ha caído sobre nosotros, y que todos los habitantes del país se han acobardado ante ustedes».
Aquí podemos ver un paralelismo. Mira por tu ventana, es decir, por la ventana de la Palabra. Para los creyentes, la vista es maravillosa, pero para los incrédulos, es terrible. Así como Israel se acercó cada vez más a Canaán en aquel entonces y esto significó el juicio para Rahab y su pueblo, también podemos mirar a través de la ventana de la Biblia hoy, en los últimos tiempos, y ver que Israel ha regresado a la Tierra Prometida.
Fíjense lo que dice la Palabra misma en 2 Pedro: «Y así tenemos la palabra profética más segura, a la cual ustedes hacen bien en prestar atención como a una lámpara que brilla en el lugar oscuro, hasta que el día despunte y el lucero de la mañana aparezca en sus corazones».
Mira a través de la ventana de la Palabra de Dios y observa cómo Dios actúa a través de Israel. En aquel momento, Rahab reconoció que Él actuaba a través de Israel. Y este reconocimiento hizo que su ventana fuera aún más importante: se convirtió en la ventana de su salvación.
Después de esconder a dos espías israelitas que estaban siendo perseguidos, los dejó salir por la ventana y bajar por el muro usando una cuerda roja. Luego, siguiendo las instrucciones de estos espías, dejó esa misma cuerda roja atada en la ventana como señal.
De esta manera, su ventana del juicio, junto con esta cuerda de color rojo usada como señal, se convierte en la ventana de su salvación. Porque los espías le juraron: Si Jericó es destruida, conquistada y aniquilada y tú atas esta cuerda roja como señal en tu ventana, entonces tú y todos los que estén contigo en tu casa se salvarán. Rahab responde, en el versículo 21 de Josué 2: «Conforme a lo que ustedes han dicho, así sea. Y los envió. Ellos se fueron, y ella ató el cordón escarlata a la ventana».
¡Qué mensaje tan maravilloso! Los que tienen esta señal roja de salvación en la ventana de su vida saben, por un lado, que se acerca el juicio, pero, por otro, que están a salvo tras la sangre de Cristo. Ya en Éxodo 12:13, el Señor ordenó a Israel que pusiera esta señal roja y salvadora en sus casas antes de que llegara el juicio: «La sangre les será a ustedes por señal en las casas donde estén. Cuando Yo vea la sangre pasaré de largo, y ninguna plaga vendrá sobre ustedes para destruirlos cuando Yo hiera la tierra de Egipto».
¿Tienes tú, hermano mío y hermana mía, la señal salvadora de la sangre de Jesucristo en tu ventana de la vida? Rahab fue salvada, incluso fue incorporada al pueblo de Israel y se convirtió en la bisabuela de nuestro Señor Jesús porque realizó un acto de fe: ató la cuerda roja en la ventana. Si sabes que eres culpable ante Dios y que no puedes estar delante de Él, entonces toma este paso de fe y ponte bajo el refugio de la preciosa sangre de Jesús.
Ahora, en segundo lugar, quisiera pensar en la ventana del corazón. Miren lo que dice Cantar de los Cantares, capítulo 2, versículos 8 y 9: «¡Una voz! ¡Mi amado! ¡Miren, él viene, saltando por los montes, brincando por los collados! Mi amado es semejante a una gacela o a un cervatillo. ¡Miren, se detiene detrás de nuestro muro, mirando por las ventanas, espiando por las celosías!».
¡Qué cuadro tan maravilloso! El amado es Jesús. La novia es la iglesia, somos nosotros, los que creemos en Él. Y es ella la que exclama: «¡Una voz! ¡Mi amado!». Y cada uno de nosotros puede oír la voz de Jesús. Él está muy, muy cerca de ti y de mí. ¿Dónde exactamente? Leemos en el versículo 9: «¡Miren, se detiene detrás de nuestro muro, mirando por las ventanas, espiando por las celosías!». Él está de pie fuera de la ventana de tu corazón. Quizás algunos creyentes pueden pensar: “Esto se aplica a los perdidos”. Sí, es cierto, pero no solo a ellos. También se aplica a ti, al creyente. Porque la gran tragedia de nuestro tiempo es que muchos estamos cerca de Jesús y sin embargo muy lejos. Pareciera que se ha levantado un muro entre nosotros y el Señor. «¡Miren, se detiene detrás de nuestro muro, mirando por las ventanas», dice el pasaje. En Apocalipsis 3:20, el Señor les dice a los creyentes: «He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él y él conmigo». Muchos creyentes han cerrado la ventana de su corazón. Tal vez el Señor esté también detrás del muro de tu vida, lamentándose: Este pueblo se acerca a mí con la boca y me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí». La ventana está cerrada. «¡Miren, se detiene detrás de nuestro muro, mirando por las ventanas, espiando por las celosías!». Puede que el Señor este detrás de tu muro de incredulidad o de desobediencia. El creyente que dice no a las exigencias del Señor, a la entrega completa y a una santificación más profunda, ha cerrado su ventana y la ha enrejado con barrotes. Pero también dice en Cantares: «Mi amado habló, y me dijo: «Levántate, amada mía, hermosa mía, y ven conmigo»». ¿No quieres abrir hoy la ventana de tu corazón? ¿No quieres derribar ahora el muro de la desobediencia y la resistencia, porque justo detrás de ese muro está Jesús? Escucha una vez más el pasaje: «¡Miren, se detiene detrás de nuestro muro, mirando por las ventanas, espiando por las celosías!». Esto significa que sus ojos ven en los rincones más profundos y ocultos de tu ser, ven toda oscuridad; ven toda pena y resentimiento, toda codicia, toda impureza y toda tibieza. Lo ven todo y, sin embargo, Él permanece ahí, esperando a que abras la puerta, a que abras la ventana de tu corazón. ¡Ahora es el momento! Que el Señor te dé su gracia.
Amén.
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🙏🏽AMÉN Y ALELUYA…