En este programa, Herman Hartwich comparte sobre una mujer que acudió a Jesús con fe y experimentó una maravilla en su vida. ¿No le gustaría experimentar una maravilla también? ¡Escuche este programa!
En esta audición, compartimos el quinto punto a favor de la futura restauración de Israel. Las Escrituras enseñan que los judíos serán restaurados en incredulidad.
En este programa radial se tratan 4 puntos sobre la futura restauración de Israel. Primero, se profetiza la restauración. Segundo, se pronostica. Tercero, se predice una restauración sin más dispersión. Cuarto, la tierra prometida sigue siendo prometida.
"Los tiempos de los gentiles" es un período de dominio por parte de los gentiles, comenzando con Nabucodonosor y terminando con la destrucción del anticristo. Sabemos que será destruido antes del milenio y que Israel recuperará Palestina.
El propósito de la dispensación presente, la dispensación del Espíritu, es la salvación individual de los pecadores de todas las naciones, primero de los judíos y luego de los gentiles.
Las obras maravillosas de Cristo no convencieron a la nación de Israel de que Jesús era el Mesías. Las obras del Espíritu Santo se manifestaban en la conversión de millares de judíos, pero las autoridades se adhirieron a la decisión de sus antepasados, quienes no aceptaron a Cristo y persiguieron a sus hermanos que creyeron, prohibiendo el evangelio a los gentiles.
Israel es una nación electa, con un pueblo terrenal y con la tierra de Israel como heredad en este mundo. Los judíos rechazaron a Jesús como un acto nacional. Así como los pecados nacionales acarrean juicios nacionales, también los pecados individuales acarrean juicios individuales. La idolatría fue la causa del rechazo como nación y alejó a Israel de su comunión con Dios.
En un mundo con múltiples problemas, donde la esperanza se ha acabado y los jóvenes se han vuelto a los vicios para ahogar sus penas, Dios tiene una maravillosa propuesta para quienes han perdido las ganas de vivir. “Hay alguien que se preocupa por ti” es el título de esta meditación bíblica que el pastor Herman Hartwich comparte con los radioescuchas de Iberoamérica.
La incredulidad de algunos judíos, aunque sea la mayoría, no puede cambiar el propósito de Dios. Las promesas a los judíos fueron confirmadas en un pacto hecho por Dios. Esta confirmación divina se refiere al juramento de Dios adjunto a sus promesas, para fortalecer la fe de su pueblo.
Todos los creyentes en Cristo son, por la autoridad de la Escritura, la simiente espiritual de Abraham. Esto no implica que los creyentes gentiles sean israelitas espirituales.
El Señor dio mucha importancia a la fe de Abram. Su fe en el nacimiento milagroso de Isaac y su obediencia al sacrificarlo fueron tan honorables que fue considerado "amigo de Dios."
La nación de Israel, que es un prototipo de la iglesia de Cristo, es tan una en la mente y en el propósito de Dios como lo es la iglesia. La historia de esta nación ilustra los principios del gobierno moral de Dios y ejemplifica una lección para todas las naciones y todos los tiempos.
La elección es una decisión divina. Por eso, los israelitas han sido escogidos por Dios para un propósito específico, como resultado de Su infinita sabiduría. Este pueblo ha sido redimido para ser de Dios por siempre.
El propósito de Dios es bendecir al mundo, recuperar a la humanidad de los efectos de la caída y llenar la tierra con su gloria. Este propósito se revela en su Palabra y se aplica al canal de difusión de esta bendición.
Dios tiene un plan maravilloso para todos, pero nosotros no queremos entrar en él. Escogemos caminos torcidos y vanas filosofías que, por consecuencia, no nos traen paz. Cuando no andamos en el camino de Dios, comenzamos a dar vueltas sin hallar seguridad ni paz interior.
Es fundamental reconocer la santidad de Dios. Quien es consciente de este rasgo del Supremo escucha la perfecta voluntad del Señor manifestada en Su Ley: “No matarás”, “No cometerás adulterio”, “No darás falso testimonio”.
¿Sabe usted que, por sus pensamientos de odio, es un asesino de hermanos o hermanas? La tragedia de la cristiandad son los santos poco santos. Los pecados secretos son tan dañinos como los hechos públicos de los impíos.
Es de suma importancia reconocer la santidad de Dios. Quien es consciente de este rasgo del Supremo tiene oídos aguzados para la santa y perfecta voluntad del Señor manifestada en Su Ley.
Es esencial reconocer la santidad de Dios. Quien es consciente de este rasgo del Supremo tiene oídos aguzados para Su voluntad. Pero, ¿cuándo en la Iglesia se llora aún por pecados cometidos?
Herman Hartwich estudia el capítulo 1 de Isaías, vs. 1 al 20. Destaca 3 puntos fundamentales: I- La queja justificada de Dios. II- Dios quiere nuestro corazón para regenerarlo. III- Imperativos del amor de Dios.