La próxima vez que nos sintamos impotentes por la maldad humana que no parece tener castigo, leamos esta historia y el Salmo 73. ¡Recordemos que el Señor es el juez y habrá un justo juicio!
Es interesante observar cómo Dios hace todo para evitar que sus enemigos se pierdan. Les provee oportunidades para arrepentirse, acercándose a ellos en amor o advertencias.
Hoy en día, en el mundo religioso y, lamentablemente, incluso en el evangélico, abundan quienes buscan enriquecerse por medio de la fe. Hemos visto innumerables veces cómo se busca sacar dinero a la gente con falsas promesas.
La incredulidad frente a Dios y Su Palabra tiene tristes resultados. Cuando los 10 espías regresaron diciendo que no podían conquistar la tierra, Dios actuó según sus palabras.
Para quien ha encontrado esta verdad y recibió la plenitud de la salvación, hay algo que no debe dejar de hacer: contar esta verdad a los demás. El mensaje de salvación debe arder en nuestro corazón y lengua.
Vemos que Dios utiliza medios que nosotros no hubiésemos utilizado. Pero nunca se queda sin un plan para llevar a cabo. Confiemos en el Señor y no descuidemos lo que otros puedan necesitar. Dios nos quiere utilizar para bendecir a los demás.
¡Cuánta incredulidad hay frente a las promesas de Dios! ¡Cómo nos cuesta confiar en ellas, sobre todo en situaciones de desesperación! Existen tantos pasajes que nos invitan a depositar nuestra carga sobre el Señor.
Además del mensaje de esperanza, el profeta manifiesta calma a pesar de la amenaza de muerte. ¿De dónde proviene esta paz en la adversidad? Él estaba seguro en la presencia de Dios.
Sea cual sea la crisis que estemos atravesando, existe una misma regla para que Dios intervenga: ¡Busca a Dios! ¡Pide perdón si es tu culpa! Espera en Él y dirás: “¿Por qué te abates, oh alma mía?”
En estos pasajes se demuestra la incapacidad humana, que reacciona de diferentes formas, pero sin éxito. La única solución es buscar a Dios. Después de la incapacidad humana, vemos la intervención divina.
En medio de esta crisis, Eliseo demuestra una profunda confianza en Dios. Él permanece tranquilo, a pesar de que querían decapitarlo. La clave está en vivir en la presencia de Dios.
En la historia de Eliseo encontramos relatos en los cuales diferentes personas enfrentaron serias crisis. Estas crisis demuestran lo que realmente hay en nosotros. A veces vienen sin que tengamos que ver con ellas; otras veces, son nuestras decisiones y actitudes las que las originan. ¿Cómo reaccionamos ante ellas y qué solución hay?
¡Cuánta necesidad tenemos de que se abran los ojos para lo espiritual! ¡Seamos canales de luz divina, tanto a creyentes como a inconversos! Que Dios nos utilice para abrir los ojos a los cegados por el pecado.
Jesucristo se acerca al hombre, pero él no puede ver ni valorar que viene para darle lo mejor. Muchos no comprenden la verdad. Cuando se abren los ojos a las verdades espirituales, descubrimos que Él ya había estado a nuestro lado.
En este pasaje podemos ver la fe extraordinaria del profeta. La oración era para él lo más normal, como comunicarse con un amigo en quien confiaba plenamente y de quien esperaba ayuda en cada momento. Él nunca buscó su propia gloria, sino que mostró el carácter de Dios.
Nuestra lucha contra enemigos visibles e invisibles es real. El creyente espiritual reconoce las fuerzas de maldad, pero sabe que con él hay más que con ellas, porque confía en el "Rey de reyes y Señor de señores".
¿Dónde radica la diferencia en reaccionar con miedo o estar en paz a pesar de circunstancias difíciles? Depende de cómo vemos el problema. Si dirigimos nuestra mirada al problema, olvidando a Dios, nos llenaremos de angustia y miedo.
A pesar de los ataques a los principios bíblicos, el siervo de Dios no debe frenar su intervención y ayuda a las almas que van camino a la perdición ante la inmoralidad y la legalización de asesinatos.
Dios nos ama tanto que siempre levanta algún “Eliseo” que nos alerta sobre peligros y señala puntos débiles que quizás no creemos. Demos gracias por estos mensajeros y aceptemos su consejo.
Si en tu vida encuentras fracasos, pérdidas o dolor que te impidan un servicio efectivo, ven a Cristo, reconoce tu problema y confía en la promesa: “el que comenzó la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo.”