Quizás tú también estás en esta posición. Te creías firme para lidiar con la tentación. Te apartaste del Señor, dejaste la lectura de la Palabra y la oración, y te enredaste en los lazos del diablo.
¿Y yo te pregunto: qué lugar tiene lo material en tu vida? Es cierto que debemos vivir de algo y buscar avanzar, pero ¿qué lugar ocupa el Señor? Debemos mirar más las cosas de arriba, las que tienen valor eterno.
Lo que el diablo busca en los hijos de Dios es que se asimilen al mundo, evitando que se diferencien. Busca que no tomemos en serio el pecado, y lamentablemente está teniendo éxito. Esto se refleja en la música, programas de televisión, películas, lugares que frecuentamos, amistades y modas que seguimos.
Aunque Giezi vio el compromiso de Eliseo y no tomó regalos para que conociera al verdadero Dios, él no se comprometió con la causa divina. Muchos cristianos también se encuentran en esta situación.
Velemos por nuestra integridad. Aún si han sucedido cosas desagradables, sabemos a dónde acudir con nuestro dolor y recibir la cura para nuestras heridas. Con la renovación, el perdón y la fuerza de Dios, podremos ser luminarias donde el Señor nos ha puesto.
¿Es quizás esta tu realidad? ¿Qué te está tirando abajo? ¿Frente a qué problemas estás por sucumbir? La solución está al alcance de la mano. ¡Busca el consejo de un hombre o mujer de Dios!
Aunque hayas pasado las peores injusticias y terribles pérdidas, ten en cuenta que existe alguien que ama y puede sanar tus heridas. Dios es especialista en usar vasos rotos. ¡Él te quiere usar a ti!
¿Ya tienes esta vida? Si la tienes, ¿la presentas a otros que, como Naamán, están perdidos y sin esperanza? Que el Señor nos ayude a transmitir este mensaje.
A veces nos sentimos tan pequeños e incapaces, con miedo o sin conocimiento. Pero si Dios nos puso en un lugar, esto tiene un propósito. Él nos dará la fuerza para sobrellevarlo.
Imita el ejemplo de esta muchacha, o mejor aún, el de Cristo. El perdón no depende de sentimientos, ganas o circunstancias; es obediencia que demuestra nuestra fe en un Dios de perdón. Apliquémoslo.
¿Cómo preparamos a nuestros niños para mantenerse firmes ante esta avalancha del mal? Transmitamos las verdades bíblicas y la grandeza de Dios a la siguiente generación. ¡Nosotros somos responsables!
En nuestro estudio sobre el profeta Eliseo, encontramos la historia de una niña con influencia trascendental. ¿Cuántas tragedias vivimos diariamente en nuestra nación o familia? La única solución en medio del dolor es hacer lo mismo que hizo…
Por lo tanto, el Señor nos dice hoy: “Da a la gente para que coma”. Oremos para que el Señor nos dé oportunidades para predicar su Palabra. Luego, ¡demos a la gente que coma! El mensaje ya está, solo hay que entregarlo.
Podemos observar esta realidad repetidamente en la Biblia y aplicarla en nuestras vidas. Cuando el Señor nos ordena hacer algo, también nos dará la provisión adecuada. Aprendamos a depender más de Él.
¿Con qué alimentamos nuestra vida? La alimentamos con lo que vemos, oímos y con quiénes estamos. Todo alimenta de alguna forma: o nuestra carne o nuestra vida espiritual.
¿Has experimentado ya la mano poderosa del Señor en el pasado? ¡Qué bueno y necesario es recordar lo que el Señor ha hecho! Servirá para fortalecernos y animarnos a tener fe en el Dios que no cambia. También nos recordará lecciones que aprendimos o debemos aprender.
Quizás esto nos suene familiar. A veces decimos: “ya no puede ser peor” y justo allí viene otro golpe. Dios siempre está en control. Sigamos confiando en Él.
Una vida invertida para uno mismo es una vida perdida, pero una invertida para el bien del prójimo y la gloria del Señor tendrá recompensa en esta tierra y por la eternidad. Esta mujer anónima es una heroína de la Biblia.
¿Cómo actuamos cuando todo nos falla? ¿A dónde acudimos si lo perdimos todo? Estas tragedias nos sacuden y pueden hacernos cuestionar a Dios, pero la sunamita no se dejó desanimar.
Por eso, basándonos en esta promesa, ante cada decisión podemos preguntar: Señor, ¿voy o me quedo? ¿Es allí o acá? ¿Es con esta persona o con otra? Toda decisión la podemos dejar en manos del Señor. Él no fallará.