Para qué hemos sido elegidos y puestos 2/3
21 febrero, 2008La persona que ama 1/3
21 febrero, 2008Titulo: «Para qué hemos sido elegidos y puestos» 3/3
Autor: WimMalgo
Nº: PE1003
El último programa de una serie de tres partes, creada por Wim Malgo en la voz de Herman Hartwich. “Para qué hemos sido elegidos y puestos” es el título de esta audición que no se puede perder!
Descargarlo GRATIS a su propio pc para tener o compartír con otros: PE1003.mp3
«Para qué hemos sido elegidos y puestos» 3/3
Estimado amigo, en la calidad espiritual de Israel, o sea en los tres árboles, la vid, la higuera y el olivo, de los cuales hemos escuchado en el programa pasado, la identificación del Dios uno y trino, es aún más profunda. Después de haber hablado de Dios el Padre y Dios el Hijo pongamos nuestra atención ahora en:
Dios, el Espíritu Santo.
Dios el Espíritu Santo, que está sin cesar obrando en Israel hasta que finalmente toda la resistencia se rompa, es representado por el tercer árbol: el olivo, el aceite del Espíritu Santo. Así pues los tres árboles caracterizando a Israel nos muestran también a Dios, uno y trino. De la misma manera, Israel es caracterizado por los tres montes en la ciudad de Jerusalén que ya se han hecho visibles de manera poderosa desde hace milenios: el monte Moriah, la colina del Gólgota y el monte de los Olivos. El monte Moriah sobre el que estuvo el templo de Jehová: Dios el Padre. La colina del Gólgota donde Cristo reconcilió el mundo con Dios: Dios el Hijo. Y el monte de los Olivos: Dios el Espíritu Santo. – Por Dios el Espíritu Santo hemos sido injertados en el buen olivo nosotros que somos de los gentiles, así como lo dice de manera tan magistral el judío Pablo en Romanos 11:13-18, inspirado por el Espíritu Santo: «Porque a vosotros hablo, gentiles. Por cuanto yo soy apóstol a los gentiles, honro mi ministerio, por si en alguna manera pueda provocar a celos a los de mi sangre, y hacer salvos a algunos de ellos. Porque si su exclusión es la reconciliación del mundo, ¿qué será su admisión, sino vida de entre los muertos? Si las primicias son santas, también lo es la masa restante; y si la raíz es santa, también lo son las ramas. Pues si algunas de las ramas (los judíos) fueron desgajadas, y tú (que eres gentil), siendo olivo silvestre, has sido injertado en lugar de ellas, y has sido hecho participante de la raíz y de la rica savia del olivo, no te jactes contra las ramas; y si te jactas, sabe que no sustentas tú a la raíz, sino la raíz a ti».
Veamos querido amigo, este paralelo asombroso en el desarrollo de los olivos y de los hijos de Israel en la joven historia del Estado de Israel, pero para esto hay que remontarse hasta mucho atrás. Así como desaparecieron en aquel entonces los hijos de Israel, así también desaparecieron poco a poco los olivos de la Tierra Santa, menguaron y no fueron más cuidados. Hoy se encuentran olivos en Italia, Canadá, América, etc. Pero con el regreso de los hijos de Israel a la tierra prometida, ellos también se vuelven, es decir, se rejuvenecen. Por la obra de Dios, la naturaleza y el Espíritu anuncian la misma verdad en un paralelo maravilloso:
Especialmente en la alta Galilea hay bosques y bosquecillos de olivos que tienen centenares de años. Los árboles antiguos fueron podados, el suelo alrededor de ellos cavado y abonado, las ramas secas fueron cortadas y se injertaron ramas jóvenes en los viejos troncos.
El olivo es el único árbol que puede ser rejuvenecido una y otra vez por el injerto. ¡Quién oyendo esto no piensa en la palabra de Pablo que acabamos de leer en Romanos 11, describiendo el olivo y sus ramas que son cortadas mientras que nuevas son injertadas! ¡Ahora podemos reconocer cómo es realista la imagen que utilizó el apóstol para poner de manifiesto sus pensamientos sobre la obra de Dios y cuán concreto ha sido todo esto para él!
Estimado amigo, se ha dicho que la descripción que dio Pablo del procedimiento con el olivo parece un poco violenta y no conforme con la naturaleza. Pero ahora, la revivificación de una notoriamente antigua costumbre agrícola en el nuevo Israel, demuestra que el apóstol, por su lenguaje figurado inspirado por el Espíritu Santo, señaló a un procedimiento que tiene que haber sido bien conocido en todos los países alrededor del Mar Mediterráneo, dondequiera que el olivo haya sido cultivado.
Así como se cortaban las ramas secas del olivo, así también fueron cortadas las ramas secas de Israel e injertadas nuevas ramas de olivos silvestres: creyentes de las naciones, así como nosotros, que según la presciencia de Dios no tenían que llevar una vida de fe independiente, sino que habían de ser injertados en el viejo tronco para llevar fruto. La Iglesia cristiana siempre ha vivido de la savia y del tuétano de Israel, aunque a veces inconscientemente y de mala gana. Durante los siglos, las ramas de la Iglesia de Jesucristo fueron injertadas en el viejo tronco que de esta manera fue rejuvenecido una y otra vez – un proceso continuo. Sin embargo, cuando Pablo emplea la imagen de esta medida agrícola, también pone de manifiesto que aún las nuevas ramas injertadas serían de nuevo cortadas un día, si dejaran de llevar fruto – esto es nuestro mensaje hoy en día – y aún en nuestros días, muchas ramas muertas han sido de nuevo cortadas y siguen siendo cortadas, mientras que ramas enteramente nuevas son injertadas en el viejo tronco y llevan fruto en el viejo árbol. – ¡Tal vez comprendemos ahora más claramente por qué no podemos mantenernos delante del Señor sin fruto!
Pero en un punto Pablo va más allá del paralelo con la naturaleza y llega al terreno de la profecía y del milagro cuando explica que un día hasta las ramas muertas de Israel, o sea el Israel apóstata, serían injertadas de nuevo en su antiguo olivo y vivirían. En Romanos 11:19-25 leemos que Dios hará esto:
«Pues las ramas, dirás, fueron desgajadas para que yo fuese injertado. Bien; por su incredulidad fueron desgajadas (los judíos), pero tú por la fe estás en pie. No te ensoberbezcas, sino teme. Porque si Dios no perdonó a las ramas naturales, a ti tampoco te perdonará. Mira, pues, la bondad y la severidad de Dios; la severidad ciertamente para con los que cayeron, pero la bondad para contigo, si permaneces en esa bondad; pues de otra manera tú también serás cortado. Y aun ellos, si no permanecieren en incredulidad, serán injertados, pues poderoso es Dios para volverlos a injertar. Porque si tú fuiste cortado del que por naturaleza es olivo silvestre y contra naturaleza fuiste injertado en el buen olivo, ¿cuánto más éstos, que son las ramas naturales, serán injertados en su propio olivo? Porque no quiero, hermanos, que ignoréis este misterio, para que no seáis arrogantes en cuanto a vosotros mismos: que ha acontecido a Israel endurecimiento en parte, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles.»
Este milagro futuro que Pablo anuncia se está cumpliendo en nuestros días: Las ramas secas del olivo que han estado tanto tiempo colocadas al pie del tronco ahora vuelven a ser injertadas, Israel es rejuvenecido de manera maravillosa.
Este milagro espiritual se está cumpliendo mientras en Galilea y en cada bosquecillo de todo el país se injertan ramas frescas en los troncos de ochocientos años – por la obra de Dios la naturaleza y el Espíritu anuncian la misma verdad en un paralelo maravilloso. ¡Cuánto fortalece esto nuestra fe en la certidumbre absoluta de la promesa profética! Es uno de los numerosos detalles por los que nuestra fe recibe la prueba de que el reino de Dios está muy cercano. Pero con eso se te hace al mismo tiempo esta pregunta seria también a ti: ¿No estás tú en peligro de ser cortado como aquel árbol infecundo, como aquel sarmiento infecundo, siendo una rama seca que no lleva fruto? Ahora es todavía el tiempo aceptable, para arrepentirte de tu infecundidad. El Señor Jesús dice: «Permaneced en mí, y yo en vosotros», y así llevarás mucho fruto, amén.