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Cristina Mastrantono, una de las fundadoras de la Red de Intercesores de Uruguay, nos cuenta acerca del proceso que permitió el funcionamiento de esta red en nuestro país. Te invitamos a conocer cómo fue el llamado a la oración por la expansión del evangelio en Uruguay y cómo se llevó a cabo. La Red de Intercesores unifica a las diferentes denominaciones e iglesias del Uruguay por medio de la oración. Te invitamos a aprender más sobre ella hoy.


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EA0964 – Entre Amigas –
Red de Intercesores – Parte 1



Entrevista a Cristina Mastrantono

Victoria: Queridas amigas, es un gusto estar con ustedes nuevamente compartiendo este espacio. Hoy estamos con Cristina Mastrantono, ella ya ha estado alguna vez compartiendo con nosotras en Entre Amigas y hoy nos acompaña una vez más. Primero que nada, muchas gracias, Cristina, por recibirnos.

Cristina: Gracias a ustedes, es una alegría poder compartir con las amigas.

Victoria: Qué bueno que es tenerte, Cristina. Hoy vamos a estar hablando de lo que es la Red de Intercesores en Uruguay, porque es un movimiento que no solo se encuentra aquí en Uruguay. Cristina, ¿cuál es tu historia con la red de intercesores?

Cristina: Bueno la historia tiene más o menos 26 años. La Red de Intercesores cumplió el 23 de diciembre del 2019 26 años, Pero la historia comenzó un poco antes, desde que el Señor me llamó a darle mi vida a Él. Cuando comencé mi vida cristiana, siendo muy jovencita, una de las cosas que me atraía era la oración. Yo leía todos los libros que pudieran tener que ver con el poder de la oración, las historias de los avivamientos, etcétera. Y bueno, por supuesto me vi atraída a cultivar una relación con él. Yo me formaba con el movimiento de Cruzada Estudiantil del profesional para Cristo, era parte de su equipo de voluntarios. En el año 1984 estábamos planificando todo el proyecto del año, y el subdirector, que era Rodolfo Galicia, me desafió a que me hiciera cargo de una cadena de oración por el Movimiento Estudiantil. Al mismo tiempo me dio una invitación para participar de un congreso de oración por la evangelización del mundo, un congreso que se iba a estar realizando en Corea del Sur. Eso fue un desafío muy grande para mí por varios motivos: En primer lugar, Corea era un norte que teníamos, siempre estábamos mirando hacia Corea porque sabíamos de avivamiento que allí había, los cristianos de allí invertían horas de oración y adoración, y teníamos una atracción hacia el tema de la iglesia de allí y de los testimonios que de allí llegaban. Así que pensar en estar en Corea del Sur y en ver de cerca todo lo que Dios estaba haciendo era una oportunidad tremenda. Pero el desafío empezó para mí desde el momento en el que Rodolfo me avisó de esto, porque fueron los tres mejores meses de mi vida, por decirlo así, en lo que refiere a mi tiempo con el Señor y a mi búsqueda de Él. Mi experiencia con Dios en relación con esta meta, con este sueño, no empezó cuando llegué a Corea del Sur, empezó desde ese momento, desde que me invitaron. No teníamos ningún tipo de recursos, en ese momento yo ni siquiera tenía algo ahorrado, y viajar a Corea del Sur era carísimo. Nadie de la iglesia evangélica había viajado de Uruguay a Corea del Sur en aquella época, y bueno, todo era un desafío. Enviamos una carta a los evangelizadores diciendo que necesitaba apoyo para el pasaje y que con ofrendas de hermanos podía considerar cubrir la estadía y demás gastos. Pero pasaba el tiempo y no recibía respuesta de ellos, aunque sí a nivel local. Los hermanos me daban ofrendas para el viaje a Corea del Sur pero yo no tenía el vuelo todavía. Mis amigas me tomaban el pelo y me decían que el día del viaje yo iba a estar en el aeropuerto con las valijas aunque no tuviera el dinero. Dos semanas antes hablamos, no existía todavía el correo electrónico así que hablábamos por otros medios, y yo necesitaba saber, necesitaba una respuesta concreta. En ese momento llegó el telegrama que decía que había sido elegida para poder participar y que tenía ese apoyo. Lo que más le pedí al Señor era un encuentro con Él, aunque como ya te dije, eso ya el Señor me lo había respondido desde antes.

Estando allá tuve dos momentos clave: uno fue en el hotel y otro fue en la montaña de oración. Estando en el hotel Dios me habló sobre el Salmo 138 y me mostró acerca de Uruguay. El Salmo 138 dice, por ejemplo: “El día que clamé, me respondiste; Me fortaleciste con vigor en mi alma”. Ahí me hablaba de la oración, de la respuesta inmediata, de la respuesta primera a la oración. Pero también me decía “Porque Jehová es excelso, y atiende al humilde, Mas al altivo mira de lejos”. Y el Salmista dice “Porque has engrandecido tu nombre, y tu palabra sobre todas las cosas”. Entonces yo veía dos cosas. Primero, el pueblo uruguayo había sido orgulloso con Dios, por eso Dios le resistía, le había dado la espalda. Pero mi mayor anhelo era que su Palabra fuera engrandecida sobre Uruguay. Eso fue una cosa. Después, un principio que aprendí, que es muy sencillo pero que fue y es mi bandera para toda la vida, fue que nadie sabe orar, que todos somos débiles para esto y que necesitamos la asistencia del Espíritu Santo, como dice en Romanos 8:25-28. Pero fue un descubrimiento que recuerdo que lo compartí en un congreso acá y después mucha gente se acercó y me dijo “hoy aprendí que yo no se orar”. Porque muchas veces tomamos la oración como algo religioso.

Terminado el congreso en Corea del Norte en el que hubo más de 1500 participantes de todas partes del mundo y fue excelente, cada delegación, que en mi caso yo era la única de mi país, se llevaba el desafío de comenzar un comité de oración Inter denominacional, con representantes de cada denominación, con el objetivo de orar por un avivamiento en cada país. Yo llegué acá y empecé a hablar y pensar en cómo convocar. Acá era todo muy lento y llevó como un año encontrar a siete personas. Empezamos a reunirnos todos los martes temprano en la mañana en la Sociedad Bíblica, que nos daba la posibilidad, y fue un tiempo bien interesante. Me acuerdo de que una de las cosas por las cuales se oraba era por que se formaran grupos de oración en los distintos niveles de la sociedad. Pensábamos en los hospitales, pensábamos en los centros de educación, pensábamos en las fábricas, en los sindicatos, lo único que sabíamos que existía hasta este momento era un grupo de obreros de la fábrica de alpargatas que cruzaba a un taller mecánico que estaba enfrente y que sus dueños eran cristianos, entonces les pedían para tener ahí una reunión de estudio bíblico y oración. Era el único grupo que conocíamos. Esta todavía no era la Red de Intercesores en el formato en la que la tenemos ahora, tenía ese formato que yo recibí en el desafío. Estuvimos orando juntos entre un año y medio y dos, años más o menos, pero algunos de los integrantes eran misioneros extranjeros que se fueron del país, otros emigraron, y terminamos solo dos, otra hermana y yo. Luego yo hice una carrera universitaria, lo cual me limitó también, pero durante todo ese tiempo que yo estudiaba, mi oración era “Señor, no me quites tu llamado”. Porque yo sabía que había recibido ese llamado pero me sentía como detenida. Cuando me faltaban dos semanas para terminar la carrera vino un hermano que no conocía y me dijo que venía de parte del pastor Jason Carlisle, que sabía que era una mujer de oración y que quería invitarme a un grupo de oración que tenía en su casa. Así que empecé a orar con esos hermanos, y a partir de esos contactos, el 16 de diciembre de 1993 nos reunimos con el Jason Carlisle y este hermano y pusimos las bases para formar una Red de Intercesores. ¿Por qué? Porque Jason y otros 10 hermanos más o menos habían viajado a Corea del Sur ese año, a un congreso, y estando allá fueron desafiados a varias cosas, entre ellas le dieron a la delegación uruguaya una exhortación. Les dijeron: Ustedes desde que llegaron no hacen más que decir que no se puede, y queremos desafiarlos a que erradiquen esa frase de sus vocabularios y que tomen una actitud y palabras de fe. Así que Jason vino desafiado a comenzar una Red de Intercesores en Uruguay y se acordó de que yo tenía aquel llamado así que me buscó y juntos la fundamos. Desde allí hasta este momento han pasado 26 años, por la gracia de Dios.

Victoria: Sí, y sin duda que fue mucho trabajo, sobre todo el tema de la perseverancia, ¿no? Porque se fue ampliando de tal manera que podemos decir que hoy la Red de Intercesores en uno de los pocos ministerios que puede nuclear a las diferentes denominaciones y a las diferentes congregaciones, no solo en Montevideo sino también en el interior. Les contamos a nuestras amigas, porque nos escuchan de muchos países, que Uruguay no es muy grande pero sí está muy centralizado todo en Montevideo y tampoco hay mucha comunicación entre los distintos departamentos. Por eso ha sido clave la red de intercesores para extender esos lazos entre las distintas iglesias. ¿no es así, Cristina?

Cristina: Sí. Es una gracia que Dios nos dio, yo lo veo así. Me acuerdo de que el año pasado, cuando cumplimos 25 años, uno de los invitados fue el Pastor Pedro Lapachian, con quien organizamos juntos un congreso de oración en el año 1998. Fue el primer congreso de oración a nivel nacional y marcó un hito a nivel espiritual. Fue tremendo, algún día quizás podemos hablar más de eso. Cuando invitamos a Pedro para que tuviera unas palabras dijo que él creía que la red de intercesores tenía las puertas abiertas de todas las iglesias de Uruguay. Y yo creo que sí, es así, y como dije es una gracia que Dios nos ha dado, una bendición, una oportunidad. En cuanto a la perseverancia y a la persistencia, con el paso del tiempo entendí que más allá de mis propias debilidades y/o de las debilidades que el ministerio pudiera tener, Dios tenía leyes que, si se daban, Él las honra, las premia, como lo son la perseverancia y la persistencia más allá de las situaciones. Porque hubo momentos. El crecimiento fue lento, comenzamos convocando a unos 30 hermanos que sabíamos que eran intercesores, y teníamos reuniones un día al mes, todos los primeros viernes. A las reuniones venían dos, cuatro, cinco personas, cuando éramos 30 convocados. Pero la gente se fue sumando milagrosamente. Desde distintas partes del país se interesaba gente. Después de 5 años más o menos éramos 25. Había crecimiento lento, pero había crecimiento. Siempre son mucho menos los que llegan a la reunión. Son muchos más los conectados, más hoy en día que hay una reproducción exponencial por medio de las redes. He sabido de gente que dice que le llegan mis pedidos de oración porque se los reenvían. Hoy en día nos ha ayudado mucho la tecnología, especialmente el WhatsApp, porque antes no sabíamos cómo comunicar tantos pedidos de oración que nos llegaban. Por el medio telefónico el gasto era muy grande, sin embargo por medio de WhatsApp y por otras redes sociales hay muchas más posibilidades.

Victoria: Hay otra facilidad. Quería preguntarte, porque por ejemplo en mi caso yo conocí lo que es la Red de Intercesores gracias a la radio. ¿Cómo se planteó esto de tener un lugar para la Red de Intercesores en la radio? Porque sí podían comunicar a través de las diferentes reuniones que se podían hacer o a través de las diferentes actividades. Pero ¿Cómo se conjugó esto? ¿De quién fue la idea y cómo se dio?

Cristina: La Sociedad Bíblica ha marcado un rol fundamental en el nacimiento y en el crecimiento de la Red de Intercesores. Yo era funcionaria hasta hace pocos años, entonces consulté si nos podíamos reunir ahí a orar y siempre se me apoyó en eso. Incluso económicamente, muchas veces nos ayudaban con recursos que necesitábamos. Siempre ha sido como un paraguas sobre nosotros.

Victoria: Te agradecemos mucho por este tiempo que has compartido con nosotras, les decimos a nuestras amigas que estaremos teniendo la segunda parte de esta entrevista en el próximo programa así que las invitamos a que continúen en la escucha de Entre Amigas. ¡Hasta la próxima!

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