Redes Sociales – ¿Huyendo de la soledad en la soledad? (3ª parte)
2 abril, 2018El Cristiano y la Ley (1ª parte)
2 abril, 2018Autor: André Beitze
¿Qué lugar ocupa Cristo en su vida? Dios le puede dar mucho más de lo que le da Facebook, o cualquier otra cosa. Él es el Dios Todopoderoso, a Él le pertenece todo, y Él le ofrece vida en abundancia, vida plena en la que usted jamás se sentirá solo, porque Él lo prometió en Su Palabra en Mateo 28:20: “he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”.
DESCARGARLO AQUÍ
PE2318 – Estudio Bíblico
Redes Sociales – Dios le puede dar mucho más (4ª parte)
Amigos, ¿cómo les va? ¡Un gran saludo para cada uno de ustedes! Por favor, acompáñenme a hacer un repaso de los principales puntos que hemos mencionado en este mensaje:
Las redes sociales tienen algunas ventajas y desventajas que ya hemos mencionado.
También nos hemos preguntado: ¿Está la Red controlando nuestra vida?
¿Cuánto tiempo dedica usted a las redes sociales durante un día? ¿Está pendiente de cada mensaje que le entra al celular o a la computadora? Hay jóvenes que viven para estos medios de comunicación y son dominados por los mismos.
¿Cuánto tiempo invierte navegando en Internet? ¿Le está robando el tiempo? ¿Cómo está su rendimiento en el colegio, escuela, universidad o trabajo? ¿Estar enchufado a la red es una constante invariable? ¿Se desvela por estar conectado y no logra librarse de esta cadena que lo amarra firmemente a esos medios de comunicación?
Usted se dice ser cristiano, ¿verdad? Ser cristiano significa amar al Señor Jesús como Salvador y, ante todo, como Señor. Entonces, ¿quién debería tener el dominio de su vida? ¡El Señor Jesús! ¿Lo tiene Él, o lo tiene la tecnología?
Pablo nos exhorta en Efesios 5:18: “Sed pues llenos del Espíritu”.
Al estar bajo la influencia del Espíritu Santo también seremos capaces de controlar nuestra presencia en las redes sociales, de acuerdo con la voluntad del Señor – con equilibrio – o tal vez ni siquiera estaremos presentes.
Pablo también exhorta en Efesios 4:29: “Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes.” Lo mismo es aplicable a las redes sociales. Tenga siempre en mente que lo que vaya a publicar o decir sea para la edificación y no para la destrucción.
Si nosotros decimos ser cristianos debemos ser reconocidos como tales, también por medio de nuestra manera de expresarnos.
No debemos imitar al mundo, como nos exhorta Romanos 12:2: “No imiten las conductas ni las costumbres de este mundo, más bien dejen que Dios los transforme en personas nuevas al cambiarles la manera de pensar”. Debemos expresar y demostrar con nuestra manera de vivir que somos diferentes a los demás. Ellos lo notarán inmediatamente.
Si somos de la verdad tampoco estaremos publicando cosas indecentes que hacen pecar a los que las leen o ven.
Si realmente el Espíritu Santo mora en nosotros, entonces esas cosas no deberían tener lugar en nuestras vidas. Tal vez usted lo tome muy a la ligera, pero el día en que estemos delante del trono del Señor Jesús, seremos juzgados según lo que la Biblia nos prescribe, y no según lo que el mundo en nuestros días dice que está bien o está mal.
También son una forma de salir de la soledad en la soledad. Muchos se refugian en la soledad para no tener que mostrar quiénes son en realidad. Prefieren vivir de apariencias y no hacer juego limpio. Pero de esa manera se aíslan cada vez más. Un libro cita lo siguiente:
“Estamos solitarios, pero le tememos a la intimidad. Y desde nuestras redes sociales hasta los robots sociables, estamos diseñando tecnologías que nos darán la ilusión de compañía sin las exigencias de la amistad”.
El principal problema aquí es el Yo. Por un lado, uno solo quiere decir quién es y qué tiene; y por el otro lado, está escondiendo su verdadera personalidad, el lado oscuro de uno mismo.
En otras palabras: Se está entronizando el Yo. Todo gira alrededor de nosotros mismos. Somos el centro de nuestra propia vida. “Sólo importo yo y otra vez yo,” como lo dice la frase en inglés “I and me and myself.” Allí no cabe otra cosa. Por eso, hoy en día, para muchos jóvenes es difícil establecer una relación sana y perdurable. Porque si cada uno solo busca su propio provecho, incluso de la supuesta amistad, está alimentando a su propio Yo, y cuando este tiene o debería hacer una concesión, es decir, negarse a su propia voluntad, muchas veces viene la ruptura, porque cada cual quiere que se haga su propia voluntad, sin ceder al otro: Uno no está dispuesto a hacer sacrificios por el otro. ¡Mis exigencias son las que tienen que satisfacerse!
Preguntémonos ahora: ¿Qué lugar ocupa Cristo en nuestra vida?
Una y otra vez regresamos a la misma cuestión: ¿Decimos ser cristianos? Entonces, ¿qué significa serlo? Significa ser propiedad del Señor Jesucristo.
¿Pertenece usted al Señor Jesucristo? El pagó el precio de nuestra libertad. Por lo tanto, ya no debemos ser esclavos de otra persona o cosa. Le pertenecemos a Él. Entonces debe hacerse realidad en nuestras vidas lo que dice Gálatas 2:20: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.”
Cristo debería ser el centro de mi vida desde que Él tomó lugar en ella. Él nos creó como seres sociables y, ante todo, quiere que nosotros tengamos una relación viva con Él. Si hay otra cosa que tiene el primer lugar en su vida fuera del Señor Jesús y Su honra, entonces ése es el centro de su vida, y hace que usted mismo sea su propio centro. Tal vez, de esa manera tenga un reconocimiento entre sus amigos, compañeros y conocidos; pero será algo pasajero, solamente mientras usted esté aquí en la tierra; no sé cuántos años, supongamos a lo sumo 100 (yo, al menos, espero que el Señor venga antes), no será nada comparado con la eternidad que nunca acaba.
¿Y qué entonces? Entonces debemos desde ya prepararnos para la eternidad. Si usted se ha arrepentido de sus pecados y ha permitido que el Señor Jesús entre a su vida, usted estará con Él por toda la eternidad. Si no ha tomado esa decisión, estará en el infierno por toda la eternidad. Como dice Marcos 9:48: “Allí los gusanos que se comen el cuerpo no mueren nunca y el fuego jamás se apaga”. ¡La elección es suya! La oferta de la vida eterna todavía está a su alcance.
Usted tal vez piense que está a salvo del infierno y con esto le basta. Quiere tener la salvación eterna, pero no quiere tener un compromiso, una relación personal con el Señor Jesús – sinceramente, si ese es su caso, usted está viviendo un engaño. En Mateo 6:24, la Biblia dice bien claramente: “Ninguno puede servir a dos señores”. No puede tener al Señor Jesús y al mismo tiempo querer vivir su vida a su propio antojo, porque, si así fuera, usted sería el señor de su vida y no el Señor Jesús, y, en conclusión, usted no Le pertenecería.
Dios le puede dar mucho más de lo que le da Facebook o cualquier otra cosa. Él es el Dios Todopoderoso, a Él le pertenece todo, y Él le ofrece vida en abundancia, una vida plena en la que usted jamás se sentirá solo, porque Él lo prometió en Su Palabra: “he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mateo 28:20).
¡Qué maravillosa promesa!
Tal vez usted haya volcado su vida a esos medios de comunicación, ésa aparentemente es su vida, pero usted sabe muy bien que eso no es lo que Dios desea para usted. Él quiere que viva para Él y, entonces, usted vivirá tranquilamente, tal como lo dice el Salmo 23: “Jehová es mi pastor; nada me faltará.” Absolutamente nada le faltará, porque Él tiene cuidado de usted. ¿No quiere hoy nuevamente entregarse al Señor, para que Él pueda ser su guía, su pastor que suple todas sus necesidades, y ya no ser un esclavo de Internet, o de cualquier red social?
¡Venga a Él y su alma tendrá sosiego, tendrá paz!
Recuerde las palabras de 1 Juan 2:16 y 17: “Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre”.