Señor, ¿hasta cuándo? (2ª parte)
6 abril, 2024Casa Hogar Rivero Atkinson
9 abril, 2024Autor: Fredy Peter
: ¿Hasta cuándo llegará la escalada de maldad en el mundo? El salmo 94 nos da un adelanto de lo que es y será la ejecución de la Justicia de Dios. Este es el tercer y último programa de esta serie.
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PE2996 – Estudio Bíblico
Señor, ¿hasta cuándo? (3ª parte)
Amigos, el salmo 94, que estamos estudiando, habla del justo juicio que el Señor Jesucristo ejecutará, justo antes de comenzar el milenio de Paz.
En la primera parte, los versículos del 1 al 3 escuchamos sobre la petición insistente de los fieles.
La segunda parte, que abarcó los versos del 4 al 7 trató sobre el proceder insolente de los impíos y también el pensamiento necio de los impíos en los versículos 8 al 10
Hoy comenzaremos con el propósito de la disciplina de Dios
Este es el tema de la cuarta estrofa del salmo 94. Esta estrofa comienza en el versículo 11 y dice: “Jehová conoce los pensamientos de los hombres, que son vanidad”.
Dios toma nota de cada uno de nuestros actos, nuestras motivaciones y nuestros planes. Llegará el día en que todo ser humano responderá por ellos ante el Juez justo. Estas advertencias son inquietantes; pero, el hombre que atiende con seriedad a estas verdades, admite su pecado ante Dios y pone su confianza en Él vivirá lo que David escribe en el versículo 12: “Bienaventurado el hombre a quien tú, JAH, corriges, y en tu ley lo instruyes, para hacerle descansar en los días de aflicción, en tanto que para el impío se cava el hoyo”.
Aunque que tiempos de angustia significan juicio para las naciones, estos tiempos pueden redundar en bendición para los hijos de Dios. David comienza a enfocarse ahora en la bienaventuranza de aquellos que temen al Señor, utilizando para ello palabras esperanzadoras, de fe y confianza. El comentarista, Warren Wiersbe, dice respecto a esta bienaventuranza: “El salmista reconoce el hecho de que las dificultades de la vida pueden ayudarlo a madurar en su fe. Si Dios rescatara de inmediato a su pueblo de sus dificultades, se convertirían en ‘mocosos malcriados’ y nunca crecerían en fe o carácter”.
La enseñanza sobre la disciplina de Dios en hebreos 12 nos muestra cómo la reprensión de Dios no es una condena, sino una expresión amorosa de un Padre para con sus hijos. Aunque nos cueste entenderlo, el Señor puede servirse incluso de personas impías para procurar nuestro crecimiento, como muestra este salmo.
Al final de este versículo también es respondida la pregunta “Señor, ¿hasta cuándo?” La respuesta es: hasta que “se cave el hoyo pare el impío”.
Llegará el ajuste de cuentas, el día de la ruina final. Que a nadie le quepa la menor duda: sin arrepentimiento y perdón de los pecados, el juicio es absolutamente seguro e ineludible. No obstante, igual de cierta es la fidelidad incondicional de Dios hacia Israel. Salmos 94:14 dice: “Porque no abandonará Jehová a su pueblo, ni desamparará su heredad”.
El nombre de Dios, Jehová, o la forma abreviada Jah, se utiliza once veces en el salmo 94 y traducido en muchas versiones como “SEÑOR” con mayúsculas. Con este nombre subraya, en primer lugar, Su inescrutable, inmutable y eterna autoexistencia.
Jehová o Yahvé significa “Yo soy el que soy”. Así se presenta Dios a Moises en Éxodo 3:14.
En segundo lugar, remarca la fidelidad de Dios a Su pacto con Israel. La mención tan frecuente de este nombre en el salmo 94 subraya este hecho. Dios anunció en Génesis 17:14: “He aquí mi pacto es contigo”
Y el salmo 94 lo afirma inequívocamente: “… no abandonará Jehová a su pueblo, ni desamparará su heredad”.
Y que también en el nuevo testamento los dones y el llamamiento para con Israel continúan siendo irrevocables lo reafirma el apóstol Pablo en Romanos 11:1: “Digo, pues: ¿Ha desechado Dios a su pueblo? En ninguna manera”.
Al mirar hoy hacia Oriente Medio, podemos pensar: ¡qué consuelo hay en este salmo para el remanente fiel en el tiempo de la tribulación, cuando Israel estará pasando su mayor angustia!
¡Qué seguridad también para los hijos de Dios!
Nada ni nadie “… podrá separarnos del amor de Dios que está en Cristo Jesús, nuestro Señor”.
La liberación definitiva de todos los problemas será el regreso de Jesús, a lo cual hace referencia el final de esta estrofa, el versículo 15: “Sino que el juicio será vuelto a la justicia, y en pos de ella irán todos los rectos de corazón”
Es decir, la verdadera justicia volverá a reinar en los tribunales cuando el Señor venga, y los justos se regocijarán. Pero este versículo podría referirse además a otro asunto, a saber, que Jesús no viene solo, sino con su Iglesia glorificada, como describe Judas 1:14-15: “He aquí, vino el Señor con sus santas decenas de millares, para hacer juicio contra todos, y dejar convictos a todos los impíos de todas sus obras impías que han hecho impíamente, y de todas las cosas duras que los pecadores impíos han hablado contra él”.
Tal vez alguno se pregunte: el futuro será glorioso, pero ¿qué pasa con el presente?, ¿quién me ayudará ahora? Las respuesta se encuentra en la quinta estrofa de este salmo.
Esta quinta estrofa nos habla del poder salvador de Dios
Los versículos 16 y 17 del salmo 94 dice: “¿Quién se levantará por mí contra los malignos? ¿Quién estará por mí contra los que hacen iniquidad? Si no me ayudara Jehová, pronto moraría mi alma en el silencio”.
David relata en esta sección algunas situaciones que ha experimentado en lo personal; situaciones que amenazaron su vida. Seguramente habría perdido la vida si no fuera por la salvación de Dios.
Dios siempre llega a tiempo. No solamente en sus aflicciones física sino también en las emocionales y espirituales Dios había sido una y otra vez su socorro. Cuando el miedo parecía inundar su alma, Dios lo sostuvo con su misericordia. Así lo leemos en el versículo 18: “Cuando yo decía: mi pie resbala, tu misericordia, oh Jehová, me sustentaba”.
¿Puede un cristiano tener miedo? Por supuesto. No obstante, el salmista nos muestra cómo afrontarlo en el siguiente versículo: “En la multitud de mis pensamientos dentro de mí, tus consolaciones alegraban mi alma”.
Es posible que en muchos momentos no encontremos una respuesta a la pregunta “¿por qué no interviene el Señor?” Sin embargo, el consuelo de Dios no faltará, ni tampoco la certeza de que no estamos solos.
Sí, “¡Dios puede permitir que los suyos se hundan, pero nunca dejará que se ahoguen!”.
Para todos los que están en apuros o en angustia es la invitación de Hebreos 4:16: “Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro”.
La paz que recibimos de Dios cambia nuestra disposición interna, aunque pueda seguir igual la situación externa. Por esto en la sexta y última estrofa, el salmista proclama a los impíos la paciencia de Dios.
El versículo 20 dice en la versión Biblia de las Américas: “¿Puede ser aliado tuyo un trono de destrucción, que planea el mal por decreto??”. Se refiere a los gobernantes que pervierten la ley, utilizando medios legales para legalizar la injusticia. Podemos verlo hoy día en el asesinato, amparado por ley, de los no nacidos.
El pasaje continúa hablando proféticamente, de Aquél que ha sufrido la máxima injusticia Jesús: “Se juntan contra la vida del justo, y condenan la sangre inocente”. Cuánto tuvo que sufrir el Señor Jesús, el único justo. Él es capaz de comprender a los que son condenados injustamente, siendo el más grande Consolador de los que sufren injusticia.
A esto se refiere el versículo 22: “Mas Jehová me ha sido por refugio, y mi Dios por roca de mi confianza”.
En Cristo el corazón encontrará la paz y la seguridad que necesita para actuar con responsabilidad a la hora de enfrentar al enemigo en la batalla espiritual. Él es tu Refugio y tu Roca Fuerte.
Finalmente, el versículo 23, nos asegura que Dios escucha nuestro clamor, y que Él atenderá el clamor del remanente fiel de Israel.
De los impíos dice: “Él hará volver sobre ellos su iniquidad, y los destruirá en su propia maldad; los destruirá Jehová nuestro Dios”.
Esto es lo que finalmente sucederá con las naciones que se vuelvan contra Israel y toquen a la niña de los ojos de Dios, y con todos los que rechazaron la verdad y se complacieron en la injusticia.
“Señor, ¿hasta cuándo?, ¿cuánto tiempo más serán oprimidos y perseguidos los justos?, ¿por qué no intervienes?” ¡Porque todavía estamos en el tiempo de la gracia!
“El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento”.
Entrégate a él y sé salvo
Y si ya eres cristiano ¡ánimo! ¡aprovecha bien el tiempo porque el Señor viene pronto! ¡Maranatha!